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Mascota por anonimo0219

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Sebastián se levantó, viendo al rubio a su lado desnudo, lo cubrió con la cobija y aprovecho para ir a bañarse, cuando terminó, se vistió con un traje formal, para ir a buscar a su azulino a la habitación de este.

Camino por los pasillos, observando a todos los que pasaban y lo saludaban, llegó enfrente de la habitación de Ciel; encontrándola vacía, le sorprendió, no pensó que el menor ya estuviera despierto.

Salió y empezó a caminar por la mansión, buscando a su Ciel; encontró a Elizabeth, quien estaba cambiando las flores de uno de los jarrones, decidió acercarse a preguntar por el azulino. 

— Elizabeth buenos días, ¿Has visto a Ciel? — pregunto amablemente y la chica solo se tensó al escucharlo, no esperaba que tan rápido preguntara por el azulino.

— Joven amo, debería hablar con su padre sobre el — al escucharla, de inmediato fue al despacho de su padre, para preguntar qué sucedió con el azulino y el porqué de tanto misterio al respecto.

Al llegar, ingreso sin tocar, sabía que el mayor estaría ahí y el necesitaba saber que sucedía, porque no le decían donde estaba su azulino.

— ¿Dónde está Ciel, padre? — Leónidas no espero que su hijo llegará tan pronto a preguntar sobre el azulino, debía decírselo en ese momento, aunque sabía del escándalo que haría.

— No sé cómo vas a tomar esto — el menor estaba que le sacaba las palabras a su padre — Ciel se fue, no en realidad lo vendí a un amigo — el rostro del menor paso de estar completamente pálido, a cambiar el color por uno más rojo, de la furia que sentía.

— Que hiciste que, ¿Quién te dio el derecho de vender lo que es mío?, ¡Devuélvemelo! - gritaba su hijo furibundo, estaba que se le lanzaba encima.

— Claro que puedo hacerlo, porque a pesar de que es un regalo para ti, él seguía estando bajo mis órdenes y a mí no me grites jovencito, yo no quería hacerlo — el azabache estaba confundido, si su padre no deseaba hacerlo, porque lo hizo.

— ¿Porque lo hiciste? — pregunto, intentando calmarse, no ganaba nada alterándose y en este momento necesitaba información del paradero de Ciel.

— Tu madre y prometido, eso pasó — Sebastián se enfureció aún más — Alois hablo con ella, de que lo estabas engañando y supongo que ya sabes que hizo ella — el azabache menor salió del despacho, caminando a donde había dejado a su prometido, al entrar al cuarto, este estaba despierto, solo con una bata mirándolo pícaramente, sin notar la furia del otro.

— Amor ¿Porque tardaste tanto? — soltó parte de la bata, para que el azabache pudiera ver su cuerpo y tentarlo.

— No me toques, vístete, nuestro compromiso se acabó — el rubio lo miro confundido, no entendía nada de lo que decía el otro, quiso acercarse pero el odio reflejado en los ojos de Sebastián lo asustó.

— ¿Por qué? — fue lo único que pudo decir, mientras sentía su cuerpo, temblar al sentir que estaba perdiendo al azabache.

— Hablaste con mi madre, te metiste e hiciste que Ciel se fuera, no quiero volver a verte, me quitaste lo que es mío — el rubio no podía creer que estaba rompiendo con él por Ciel.

— El solo era un sirviente, no entiendo porque te enojas, a menos que para ti nunca fue solo un empleado — la furia en sus palabras no se hacía esperar.

— Él era mi mascota, quien me saciaba mejor que tú en muchos aspectos y supongo que estás aquí, porque lo tuyo también se acabó, pensabas que no sabía que te acostabas con otro tipo, mientras decías que me amabas, ¡Eres un descarado! — el rubio no sabía que lo habían descubierto, decidió hacer algo al respecto o lo perdería.

— De que hablas Sebastián, tú eres el único — mentir era lo mejor en ese momento — tú fuiste mi primera vez — decía con lágrimas falsas.

— Deja de mentir Alois, yo lo sé todo, se sobre él, con quién me engañaste — dijo esperando engañar al rubio, después de todo solo era una sospecha, no estaba seguro.

— Pero... Bien supongo que te enteraste por mi familia — el azabache, estaba sorprendido de que la familia del rubio estuviera enterada de que lo engañaba, y accedieran a comprometerlo con el — pero ya se acabó, él no está, soy todo tuyo ahora — volvió a intentar tocarlo, pero el azabache le dio una cachetada haciéndolo caer.

— Sabes, en realidad sólo eran suposiciones, pero acabas de confirmarlo, no vuelvas aquí, ya no eres bienvenido — se retiró de la habitación, dejando a un rubio con una mejilla roja debido al golpe que había recibido, llorando se arregló y se marchó de esa casa, sabiendo que todo fue su culpa por engañar a Sebastián desde el principio, él no tenía derecho a echar le encara el romance con Ciel, cuando él lo engaño desde el principio.

Sebastián camino ahora al cuarto de su madre, la mujer estaba en la cama desayunando tranquilamente, cuando su hijo entro completamente enojado.

— ¿Que sucede cariño? — pregunto la mujer con una sonrisa, mirando a su amado hijo.

— ¿Porque hiciste que Ciel se fuera? — la mujer frunció el ceño al escuchar a su hijo.

— Ese asqueroso sirviente no es bueno, molestaba a mi pequeño Alois, tu prometido se sentirá mejor de no tenerlo cerca — los puños del azabache se apretaron y su cuerpo se tensó.

— Ciel no es asqueroso, él es más hermoso de lo que Alois podría aspirar, por eso terminé mi compromiso con el — su madre se levantó alterada, dejando caer su desayuno al piso.

— Cómo pudiste romper con él, si es un doncel decente — gritaba la mujer, atrayendo la atención del señor de la casa, quien alterado entro a la habitación, viendo a su esposa completamente furiosa.

— Decente, jajá te engaño completamente, jajaja él se acostaba con alguien desde que inició una relación conmigo, me lo acaba de decir, después de que lo engañe, también me dijo que su familia lo sabía, se burlaron de mí, de nosotros - furioso le decía a su madre, quien se sorprendió.

— Bromeas, el no haría eso, estoy segura que ese tal Ciel era el único descarado — su esposo detuvo a su hijo, cuando iba a darle una bofetada a su madre.

— No Sebastián, a una mujer o doncel, no se le toca ni con el pétalo de una rosa, aunque ella se equivoque, debes respetarla, no puedes levantarle la mano a tu madre, nunca quiero volver a verte intentarlo y querida, Ciel no es un descarado, era un buen chico, su trabajo consistía en ser la mascota de Sebastián y él fue su primera vez — la mujer y el azabache menor, quedaron sorprendidos — él ahora va a estar en otra casa y su trabajo será únicamente de compañía - Sebastián de inmediato lo malentendió, así que decidió interrumpir.

— Dime dónde está, no voy a permitir que alguien más lo toque, solo yo puedo hacerlo yo... lo amo — el mayor le molestó con su actitud.

— Eso no decías anoche, cuando estabas en la habitación con Alois — el menor se sonrojó al saber que su padre lo escucho.

— Eso... Eso fue... Para desahogarme — recibió en ese momento una bofetada de su padre.

— No has aprendido nada, Sebastián los donceles y las mujeres no solo se usan, se respetan y se valora el tiempo que pasaste con ellos, sin importar si ese es su trabajo, no puedes tratarlo como algo desechable, aunque te mienta — el azabache bajó su mirada avergonzado al darse cuenta de su actitud, y el error que cometió al usar a Alois como un objeto, en un ataque de celos.

— Lo siento y también a ti madre, a pesar de lo que hiciste, no debía haberte gritado e intentar levantarte la mano, fue un comportamiento irrespetuoso y poco caballeroso de mi parte — susurro con una mano en su mejilla, donde recibió el golpe que logro despertarlo de su actitud.

— Sebastián debes controlar más tu temperamento y evitar que vuelva a pasar lo de hoy; acerca de Ciel, ya no puede volver, está ayudando a una mujer que no se encuentra en su mejor momento, solo será su compañía para realizar actividades que antes hacía con su hija — el azabache se sentía triste por perder al chico que en verdad amaba, deseaba recuperarlo a como diera lugar, pero su padre no lo permitiría.

— Aun así, no debiste dejar al joven Alois, él era de nuestra clase social, no importa lo que ha hecho, después de todo tu hiciste lo mismo — decía indignada la mujer, de que haya terminado con un compromiso que les daría mucho dinero y prestigio, por un sirviente, Sebastián iba a quejarse, pero su padre lo interrumpió.

— Querida, no entiendo esa obsesión tuya por el dinero, con lo que tenemos aún podemos vivir como reyes; además, por lo que alcance a escuchar, Alois engañaba a Sebastián desde el inicio de su relación y Ciel no lleva en esta casa tanto tiempo — la mujer frunció el ceño entendiendo a su marido, pero aún deseaba el dinero y ahora sería imposible, así que decidió resignarse, su hijo no cambiaría de opinión.

— Padre ¿Qué debo hacer, para que Ciel vuelva conmigo? — el mayor, notando la insistencia del otro, decidió pensar en una forma de permitir a su hijo ver al azulino y hacerlo crecer al mismo tiempo.

— Tengo una idea, pero no sé si les guste — decía mirando a su esposa e hijo con una sonrisa.

Notas finales:

Espero disfruten de esta parte y me disculpo por los errores de ortografía que pudieron encontrar.


Gracias


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