Ciel se encontraba frente a su nueva familia, quienes lo observaban con interés, ya que deseaban conocer el trato que habían tenido los Michaelis con él; además de saber, un poco del pasado, desde su punto de vista y no desde el de su hermano.
— Empezare desde el principio — todos asintieron, esperando escucharlo — Desde que tengo memoria, siempre fui odiado por Rachel, a diferencia de mi hermano mayor siempre fui débil, debido a que padecí asma, una enfermedad respiratoria y en un ataque estuve a punto de perder mi vida, la sangre cubrió mi ojo derecho causando el cambio de color; a pesar de ello, no perdí la capacidad de ver, pero aun sufría el maltrato por parte de mi progenitora, me golpeaba cuando estábamos solos o me encerraba en una habitación oscura hasta que se hacía de noche, siempre gritando que yo no debí haber existido, que solo debía ser uno, no dos; y así continuo, al crecer mi hermano empezó a protegerme de ella y los maltratos disminuyeron, pero no lo hizo su indiferencia, nos inscribió a colegios separados y yo debía hacer todo el aseo de la casa, el podía salir con sus amigos, mientras para mi estaba prohibido; aun así, en ningún momento odie a mi hermano y decidí volverme fuerte, aguantando su actitud para continuar con la vida que ella nunca se dignó en conocer, me volví un líder en mi colegio, sintiéndome libre de ser yo mismo, sin tener que fingir ser el hijo sumiso que tanto agradaba a esa mujer — todos lo veían sorprendido — Un día ella llego con una sonrisa enorme, me había comprado ropa, sin entender me obligo a probármela, me informo que al día siguiente conocería a su jefe, el señor Michaelis — en ese momento, ninguno sabía que esa mujer trabajaba en ese lugar.
— Ella trabajaba ahí, ¿Cuál era su trabajo? — pregunto, pensando que era la mascota de Leónidas, pero conocía a ese hombre y sabía que él no sería capaz de tener ese tipo de relación, teniendo a su esposa, él no era como el azulino mayor, que le encantaba probar cosas nuevas de las cuales se aburría rápido.
— Era una sirvienta de la mansión, hacia las labores de la casa, consiguió ese trabajo al poco tiempo de nuestro nacimiento, gracias a eso pudimos tener un lugar donde vivir por mucho tiempo; aun así, ese día me entere que el hijo de su jefe cumplía años y yo debía ser su regalo, pagaron 20 millones por mí y Rachel fue despedida, debido a su propia mentira, le dijo al señor de la casa que yo era un niño que había recogido de la calle jajajaja — todos los escuchaban estupefactos, ante la indiferencia de la mujer con su hijo — Obviamente no iba a decir que era mi madre, pero yo contrataque, nunca he sido de los que se quedan callados, ahora que obtenía un poco de libertad, dije lo que pensaba de ella — Todos esperaron escuchar.
Flashback.
- Pequeño, ¿no sabes nada acerca de tu familia?, la señora Rachel me dijo que lo recogió de la calle - el azulino tenía ganas de reír al imaginarse a su madre recogiendo a un niño de la calle, bajo la mirada para parecer triste y así iniciar su actuación.
— No recuerdo nada de ellos, pero la señora Rachel me dijo que mi padre era un buen hombre y mi madre... era una sucia bruja, que fue quemada por brujería de manera lenta y tortuosa, dijo que yo era un demonio que duró 9 meses en la barriga de un adefesio — decía el azulino con la mirada baja, mientras Rachel quería matar a ese mocoso, por lo que decía de ella pero no podía hacerlo, porque ella había dicho que él no era su hijo.
— Rachel qué clase de barbaridades le dices a este pequeño chico, estás despedida, ahora vete... Elizabeth - Rachel apretaba los dientes mientras Ciel sonreía por lo bajo; mientras tanto, una chica de cabello rubio rizado, ojos de color esmeralda y un vestido de sirvienta apareció — lleva a la señora Rachel fuera de esta mansión y luego, lleva a este pequeño a la habitación que está a tu lado... ¿Cómo te llamas chico? — le pregunto amablemente.
— Mi nombre es Ciel, no tengo un apellido, al no tener padres — el mayor sonrió y le acarició la cabeza.
Fin del Flashback.
Todos en la sala quedaron impactados, jamás pensaron que el pequeño y lindo Ciel podría tener una lengua viperina para defenderse, no creyeron que tuviera ese tipo de personalidad tan retorcida, pensaba que él era indefenso, sumiso y débil por su infancia, pero no era así, Ciel tenía todo el porte de un Phantomhive, aun si su mellizo tenía un gran parecido a su padre, el menor lo superaba bastante, era juguetón testarudo y vengativo, pero de maneras más estratégicas, era completamente increíble.
— Después de que ella fue expulsada, me entrenaron para poder satisfacer a Sebastián, por medio de libros informativos y videos, sin que nadie lo supiera durante una semana; practique artes marciales junto a una de las sirvientas, aunque ya sabía defenderme, era mi obligación continuar aprendiendo, luego llego el cumpleaños de Sebastián y lo espere como estaba acordado en la habitación — Vincent quería matar a esa mujer, por haber vendido a su hijo para que sea el juguete sexual de alguien más — Después de esa noche, conocí a su prometido, quien solo era un mocoso caprichoso, continúe realizando mi trabajo de mayordomo y mascota como había pactado con el señor Leónidas, hasta que llegamos aquí — finalizo esperando escuchar las opiniones de su nueva familia.
— Ya nunca pasaras por mas malos tratos, no tendrás que trabajar, nosotros cuidaremos de ti Ciel, mas tarde llamare a un notario para colocarles mi apellido a ambos — se acercó el mayor, a abrazar a su pequeño hijo doncel.
— No seré un mantenido, yo quiero aprender y convertirme en un doncel útil, dentro de la sociedad — todos corrieron a unirse en su abrazo, causando un sonrojo de vergüenza en el menor, debido al sorpresivo contacto físico, al cual no estaba acostumbrado.
— Ya pequeño, has pasado por mucho, así que primero vamos a calmarnos y luego pensaremos que hacer, antes que nada debemos atrapar a esa mujer, no sabemos qué va a hacer si la dejamos así, seguramente planea vengarse de nosotros — todos asintieron, pensando en lo que Rachel sería capaz de hacer.
— Por ahora descansen, mañana los inscribiré en el colegio más costoso que hay para que continúen con sus estudios — todos asintieron y se retiraron para continuar con sus actividades, Ciel fue a su nueva habitación para sacar sus cosas de su equipaje y ordenarlas.
En cambio, en la mansión Michaelis, había un silencio sepulcral, después de haber escuchado la opción del patriarca, la primera en reaccionar fue la mujer.
— Como te atreves Leónidas, a pensar siquiera que Sebastián hará lo que pides, por un simple sirviente, ¡No lo permitiré! — furiosa miraba a su esposo, como si estuviera demente al sugerir ese tipo de idea.
— No le estoy diciendo esto solo por eso, Sebastián ya es mayor de edad y quiero que empiece a aprender acerca de la empresa, su estructura y las personas que trabajan en ella, por este motivo es que quiero que el deje a un lado los lujos y las comodidades, convirtiéndose en una persona común, para que le sea más fácil crecer — después de la explicación de su padre, Sebastián entendió lo que quería decir, cuando sugirió que empezará a trabajar en la empresa como patinador, llevando los documentos de un lado a otro.
— Aun así, no quiero que mi hijo se junte con gente que no pertenece a su clase social — ambos varones observaron a la única mujer, con incredulidad.
— A mí me parece una idea brillante padre — la mujer miro a su hijo, con un rostro de horror — Si voy a heredar la empresa, por lo menos debo aprender la importancia de cada uno de los cargos — Leónidas observó orgulloso a su hijo por su respuesta, a diferencia de su esposa — Pero, quiero que me prometas que podré volver a ver a Ciel — la mujer se escandalizó aún más de lo que estaba.
— Acepto que trabajes en la compañía, pero me rehusó a aceptar a ese sirviente, te prohíbo verlo — Leónidas agarró a su mujer de la cintura, intentando calmarla, últimamente estaba muy estresada.
— Cariño he preparado un viaje en crucero para ti — la mujer frunció el ceño — me preocupa verte tan estresada, yo comprendo que el trabajo te está afectando y últimamente, no has estado en casa, así que en vez de trabajo, quiero compensarte con relajación, ¿Qué opinas? — pregunto amorosamente a su mujer, abrazándola con dulzura y gentileza.
— Cariño... no sé, no estarás haciendo esto para que me olvidé del sirviente ese — lo miro con una expresión de sospecha, dejándose abrazar.
— Por supuesto que no querida, ya lo tenía planeado de antemano, hasta le dije al esposo de tu mejor amiga, para que fueran juntas hace días — la mujer se emocionó de inmediato y abrazo a su esposo.
— Si quiero ir, gracias por ser tan atento conmigo — lo abrazo con fuerza, para luego depositar un casto beso en los labios del mayor.
— Querida ve a empacar, yo me haré cargo de todo — la mujer fue de inmediato a hacer las maletas, mientras Leónidas contactaba a su amigo, para que la esposa de este realizará la misma acción y así salir de inmediato.
— Padre, en verdad... ¿Tenías todo planeado? — pregunto el azabache, sonriendo a su padre.
— Hijo, debes aprender de mí, para cuando te cases, debes saber que tu esposo o esposa siempre tiene la razón y compensarlos, por todo lo que hacen por ti — Sebastián asintió entendiendo de inmediato los consejos de su padre, pues él ya tenía a la persona con la que le gustaría pasar el resto de su vida, pero por ahora debía esforzarse, pues su vida cambiaría drásticamente debido a su nuevo trabajo de medio tiempo.