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Mascota por anonimo0219

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Ciel estaba en el despacho del señor Michaelis, quien quería saber qué había pasado el día anterior con su hijo y como había reaccionado.


— Ciel ¿Cuéntame todo lo que paso ayer? — el menor asintió, avergonzado de revelar datos de su primera vez con el padre de su amo.


— pues anoche espere a Sebastián en su habitación y lo seduje, como decían los libros que me facilito la semana pasada, estuvimos juntos toda la noche porque el joven amo no quería que me fuera de su lado — finalizó la explicación avergonzado, al recordar que cabalgó encima de Sebastián, porque no quería ser dominado.


— Y por lo que veo mi hijo está muy interesado en ti, me alegro mucho Ciel, estoy seguro que eres el mejor regalo que recibió — sonreía con ternura mirando al azulino, quien bajo la cabeza avergonzado de las palabras del azabache mayor — Ya puedes volver con el — finalizó para que el menor fuera con su hijo, Ciel hizo una reverencia y fue a buscar al azabache, al no encontrarlo en el jardín fue a su habitación, deteniéndose antes de tocar la puerta al escuchar la voz de su amo.


— Alois se siente tan bien... ah... ah... aah... — gemía el azabache siendo escuchado por Ciel, a quien no le afectaba en absoluto, después de todo el solo era una mascota.


— Sebas..tian tan bueno, aha.. aha... ahh... — gritaba Alois, quien no parecía ningún virgen para los oídos de Ciel, él había escuchado de las sirvientas que Alois nunca había dormido con nadie, pero por alguna razón no confiaba en el rubio desde el primer momento en que lo vio, supo que le traería problemas, por ahora lo dejaría ser y no diría nada acerca de sus sospechas.


Ciel decidió respetarlos en su intimidad y se alejó hacia el despacho del padre de Sebastián, tenía tiempo libre para realizar algo, que desde hace un tiempo estuvo pensando hacer.


— Señor Michaelis — el mayor se sorprendió de ver al azulino otra vez con el — El joven amo se encuentra ocupado y no quiero interrumpir, así que quería pedir permiso para ir a la casa donde viví, por algo que olvide — finalizó el joven haciendo una reverencia, para que el mayor aceptará.


— ¿No puedo comprarlo para ti? — Pregunto esperando fuera así, pero el azulino negó rápidamente — Está bien, irás con Elizabeth, debes llegar antes de la cena — a Ciel se le ilumino el rostro al escuchar al azabache.


— Si señor, aquí estaré antes de la cena, gracias, muchas gracias — finalizó para correr a buscar a Elizabeth, mientras el hombre sonreía de manera amable, ese chico se había ganado su cariño en tan poco tiempo, lo quería como un hijo.


Elizabeth y Ciel salieron de la mansión hacia la casa del último, quien iba a buscar una foto de su hermano mayor, se sentía solo al no tener nada con que recordarle, a parte de un espejo que reflejará su imagen; cuando estaba cerca vio a su madre, por lo que agarró a Elizabeth para ocultarse en un callejón, esperando que la mujer se fuera; cuando notó que ya no estaba, corrió hacia la casa en donde ingresó rápidamente ya que sabía dónde guardaba su madre la llave, así que se dirigió hacia su cuarto mientras la rubia vigilaba la puerta.


Luego de un rato el menor encontró un reloj de bolsillo, que le había regalado Astre en su cumpleaños número 12, con una fotografía de su hermano dentro, lo guardo entre su ropa y salió rápidamente, justo a tiempo para eludir a su madre e ir a la mansión; pero, aún quedaba tiempo por lo que fueron a recorrer la ciudad, al ser una de las pocas veces que Ciel podía salir.


Sebastián después de un tiempo, termino por fuera de Alois, pero por alguna razón no se sentía satisfecho, a pesar de que la persona con la que lo hizo era su amado rubio, no se sintió tan bien como creía que sería.


— Alois, ¿Qué te pareció? - pregunto esperando al menos, haber satisfecho a su pareja, tomando como referencia su primera vez con Ciel.


— Estuvo maravilloso — el rubio estaba completamente satisfecho, lo disfruto tanto que quería pedirle al azabache que lo hicieran de nuevo, pero antes de siquiera proponerlo, Sebastián se puso una bata y salió de la habitación, dejándolo sorprendido.


El azabache salió a buscar a Ciel, quería confirmar algo con él, camino por toda la mansión durante 10 minutos y no había rastro de él, ni de Elizabeth, estaba empezando a enojarse así que camino hasta el despacho de su padre, entrando sin tocar.


— ¿Dónde está Ciel? - pregunto mirando a su padre con enojo, aún no olvidaba como el azulino lo miraba.


— Te he dicho que no entres de esa manera a mi despacho y que haces solo con una bata, ve a cambiarte ahora mismo — enojado le contesto, por la falta de respeto de su hijo.


— No me iré, hasta que no me digas dónde está Ciel — volvió a preguntar enojado con su padre, por no responderle rápidamente.


— Ciel salió con Elizabeth, ahora ve a cambiarte — dijo restándole importancia al asunto.


— ¿Qué? ¿Como que salió? él no tiene mi permiso y padre, no puedes permitirle salir tan fácil, Ciel es mío - estaba a punto de estallar al pensar en Ciel fuera de la mansión y solo con Elizabeth.


— Él puede salir con mi permiso, ya que fui yo quien lo trajo y solo te permití tenerlo, no seas tan grosero, ahora ve a tu habitación de seguro tu prometido te espera — dijo volviendo a trabajar, centrado en los documentos de su escritorio.


— ¿Cómo sabes que estaba con Alois? — pregunto confundido.


— Ciel me lo dijo, después de ir a buscarte, dijo que estarías ocupado y no lo necesitabas, así que pidió permiso para salir por unos asuntos, ahora retírate — Sebastián estaba estresado, Ciel había salido de la mansión porque él estaba con Alois y no ha regresado aún, salió con Elizabeth, se podría decir que están en una cita, pensaba el azabache dejándose llevar por los celos que le causaba, la idea de Ciel con alguien más.


Rápidamente fue a su cuarto, encontrando a Alois colocándose ropa, completamente bañado, el rubio lo fulminó con la mirada, estaba enojado porque lo había hecho sentir como un trapo usado, el azabache se dirigió a su baño, ignorando el berrinche del rubio para ducharse y arreglarse, aún faltaban unas horas para la hora de la cena, así que saldría a buscar al azulino.


Después de un rato, Sebastián ya estaba arreglado y listo, si iba a salir debía hacerlo con Alois, ya que esto le permitiría tener una excusa en caso de encontrar a Ciel y no sonaría como que quería interrumpirlo en sus asuntos, pero antes debía arreglar el humor del rubio.


— Amor ¿Quieres salir a dar una vuelta? — le pregunto amablemente, esperando que el rubio aceptara.


— Ahora soy tu amor, después de entregarme a ti y que me dejaras como un trapo usado — le grito y sabía que tenía razón, pero aun así no pensó que sería tan mezquino.


— Lo siento, pero debía salir porque me sentía algo avergonzado, por todo lo que hicimos — agachó la cabeza como si se hubiera ruborizado, pero en realidad sólo intentaba engañarlo, lo que funcionó porque Alois se abalanzo a abrazarlo fuerte.


— Yo también estaba avergonzado, no vuelvas a dejarme de esa manera, supongo que sería bueno salir un rato, a tomar aire tomados de la mano como una pareja — el rubio sonreía contento, porque tenía a Sebastián en su mano y él nunca lo dejaría.


Salieron juntos, caminando el azabache decidió no usar el carruaje y Alois no le gustaba salir sin él, pero como el azabache insistió, decidió aceptar esperando no encontrarse con su otra pareja, ya que el lugar a donde lo lleva, normalmente es el favorito de su Astre.


Sebastián en cambio no le prestaba atención al rubio, solo buscaba su pequeña mascota pérdida, deseaba castigarlo por haber salido sin su permiso; ya llevaban un rato fuera, Alois quería entrar a una cafetería a tomar un poco de té, así que el mayor solo acepto siguiendo al rubio.


Al ingresar se ubicaron en una de las mesas del fondo, al mirar hacia al lado, noto que Ciel también se encontraba ahí, estaba tomando té con Elizabeth, quien no paraba de hablar, mientras el azulino sonreía.


El azabache decidió dejar de mirarlo o Alois sospecharía, debía realizar todo discretamente para acercarse lentamente y al fin aparecer, como si de una casualidad se tratara.


De repente hubo un estruendo en la mesa de Ciel y Sebastián y Alois voltearon a mirar, notando de inmediato a dos jóvenes arrodillados frente al azulino, mientras esté los miraba con molestia, el azabache vio su oportunidad y se acercó junto al rubio, que estaba molesto de encontrarse con su rival.


— Ciel, no pensé que estuvieras aquí — decía tranquilamente, pero en realidad estaba muy enojado y el azulino lo percibió, aun así decidió ignorarlo y fingir que no se había dado cuenta.


— Joven amo, no pensé que estaría por la ciudad el día de hoy - dijo realizando una sonrisa felina, excitando al azabache, quien deseaba estar solo con Ciel en ese momento.


— Jefe, ¿Porque lo llama así, es por este sujeto que no ha ido a clases? — le pregunto uno de los chicos arrodillados, un rubio con un mechón de cabello negro, ojos verdes con piel pálida.


—Dagger no voy a hablar con ustedes en una cafetería, joven amo, joven Alois, señorita Elizabeth, si me disculpan debo encargarme de unos asuntos, volveré en unos minutos — finalizó saliendo de la tienda, siendo seguido por los dos jóvenes.


— Yo no sé ustedes dos, pero yo tengo curiosidad así que lo voy a seguir — decía saliendo de la tienda, con Alois y Elizabeth que también sentía interés, por saber qué va a hacer el azulino, lo vieron girar a un callejón así que se ocultaron para poder tener un mejor vistazo de lo que pasaba.


— Chicos, mi vida de hace una semana finalizó, porque madre así lo decidió — el azabache sentía intriga por la madre del azulino.


— Así que esa bruja se salió con la suya, con razón él estuvo en nuestro colegio hace poco, preguntando por ti — mencionó el rubio, mientras su compañero también asentía.


— Él... ¿Está bien? — decía el azulino con una hermosa sonrisa melancólica, causando los celos de Sebastián, por saber a quién se refería.


— Si, por lo que nos dijo, huyó de casa para que su madre no lo utilizará — decía un joven de aspecto sombrío, con la tez pálida y los ojos violetas, su cabello negro, un poco largo, con unos mechones en la parte izquierda teñidos de blanco.


— Gracias, Violet, Dagger, por darme esta información, por ahora sí lo vuelven a ver díganle que estoy bien, para que no se desespere, debe estar asustado por no tenerme cerca, siempre ha sido demasiado sobreprotector — decía con una expresión de melancolía, al pensar que su hermano lo estaba buscando — Solo díganle que cuando mire un espejo, yo estaré reflejado en él y cada vez que la luna alumbre su camino, el mío se iluminará también — finalizó dando media vuelta para alejarse, escuchando como sus amigos afirmaban que se lo dirían.


Al ver que Ciel ya regresaba, los tres jóvenes corrieron a la cafetería sentándose, como si nunca se hubieran movido de ahí.


— Ya volví, ahora ¿Que desean hacer? — pregunto con una sonrisa alegre, después de saber de su hermano, estaba feliz.


— Volvamos a la mansión — contesto de manera simple empezando a caminar más rápido que los otros, Alois volvió a enfadarse y Ciel se sintió culpable de arruinar la salida del joven amo y su pareja.


Al llegar a la mansión, el rubio fue directo a la habitación de Sebastián, quería descansar después de caminar tanto antes de la cena, Elizabeth fue a realizar sus deberes, Ciel se iba a ir al despacho del señor Michaelis; pero, el azabache lo agarró de la mano y empezó a llevarlo a las habitaciones de la servidumbre.


— ¿Dónde está tu habitación? — pregunto y Ciel lo observo intrigado, por la pregunta del mayor, así que después de pensarlo un poco, le señalo su cuarto, Sebastián lo arrastró para ingresar y cerrar la puerta con llave.


— ¿Sucede algo, joven amo? - pregunto mirando calmadamente a Sebastián quien fruncía considerablemente el ceño.


— Hoy me has dejado de lado — susurro cerca al rostro del menor, seductoramente — Primero te fuiste detrás de mi padre, luego te fuiste con Elizabeth y al final me dejaste por unos desconocidos — finalizó acercando aún más su cuerpo al azulino, quien intentaba alejarse, hasta que tropezó cayendo a la cama, cuando intento levantarse el azabache se subió sobre su cuerpo.


— Joven amo... no creo que debamos hacer nada, su prometido podría enterarse — decía intentando apartar al azabache, sin lograrlo.


— No me importa, sólo quiero hacerlo contigo o me vas a rechazar —sabía que el menor no podía negarse a él y al ver que dejaba de pelear, obtuvo la respuesta que buscaba desde hace un rato.

Notas finales:

Espero que les haya gustado esta parte me disculpo por los errores ortográficos que pudieron encontrar espero tengan una feliz noche y una buena semana. 

Gracias...

Hasta la Proxima...


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