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Atracción Inevitable por Nickyu

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Notas del capitulo:

Me olvidé (cómo siempre) de que también lo subo acá, lo siento. xD 

XI

Affaire

 

Jyuto, estaba acostumbrado a esto, después de todo, el crimen era como una plaga: tremendamente inoportuno e inesperado.

Había enviado al grupo de idiotas tras las rejas, negando el dinero ofrecido. A uno de ellos le pegó en el rostro, con la mano apretada en un puño, una vez que había alegado que si el omega ese estaba en un bar a elevadas horas de la noche, era porque buscaba precisamente «eso». Sabía bien que esa clase de patanes siempre soltaba estupideces como esas, pero… se lo tomó personal, ese era el omega que le gustaba a su amigo, y él mismo lo conoció en el pasado —iba a mentirse que eso fue todo—. Kannonzaka Doppo, era un omega para nada atractivo —supuestamente— y con un aura que podría marchitar todo a su paso; pero cualquier persona que tuviese la minuciosidad de apreciarlo con detalle, se daría cuenta de que tenía un increíble atractivo que compensaba excesivamente esa falta de optimismo y vitalidad, además de tener en sus dominios una personalidad antitética y formidable.

Soltó una risa, fijando apenas los ojos en el reloj de su muñeca, mientras maniobraba el volante con la mano izquierda, pues la derecha se hallaba sosteniendo un cigarrillo. Ese encuentro, fue hace algunos años ya. Supuso que lo que sea que fuese, dejando de lado esas falacias del destino, Doppo y él se separaron precisamente para esto: para que el omega se encontrase con Riou. El militar era un maldito afortunado;  ahora Doppo era muchísimo más bonito y… ansioso. 

Un montón de luces neón atravesando el cristal de la ventana de su automóvil lo alertaron y recordó que debía concentrarse, estaba en Kabukichō, territorio de su no tan sagaz enemigo. De todos modos, debía tener cuidado, Hifumi podía no ser precisamente tan inteligente ni intuitivo como su amigo, sin embargo, nunca estaba demás ser precavido; los omegas no estaban solos, recordó, cuando Doppo mencionó a otro amigo ausente, cuando estuvieron reunidos los cuatro.

Se estacionó en el  aparcamiento del local, tomando las llaves de su auto y su billetera, encaminándose hacia la entrada del Host Club. De alguna forma, no le molestaba gastar dinero en ese local, aunque fuese un beta masculino y le miraran raro. No estaba buscando a ningún alpha, eso lo tenía claro… y aunque Riou se había vuelto un sentimental descontrolado —él culparía a Kannonzaka— alegando que Hifumi era la razón de su actual desorientación diaria, y que, probablemente, se hallaba en un estado de progresivo encantamiento; no le iba a tomar atención. Su amigo, militar, tan desesperantemente impasible como solía ser, se hallaba insistiéndole en que haga las cosas de manera distinta: decía que él atravesó por lo mismo, que al inicio parecía curiosidad, pero no era el caso. Si Jyuto sacaba una conclusión, el alpha le estaba básicamente sentenciando a un enamoramiento tonto e inminente.

Liberó ahora sí una rotunda risa burlona, contemplando con ojos escépticos el retrato del exageradamente apuesto acompañante, cuyos dorados ojos parecían devolver el mismo mensaje en la mirada. «Enamorado», ajá, claro. Siendo el más analítico de su  grupo de amigos, reconocía que este era un capricho suyo. Izanami lo había retado, se había reído de él con esos orbes líquidos dorados, guardando celosamente sus secretos atrás de una fachada halagadora y galante, encarándole que no podría saber más allá de donde deseaba. Por supuesto, no se iba a marchar con las manos vacías. Él mismo se iba a encargar de que el rubio dejase esa mirada tan prepotente, pues no era más que un charlatán increíblemente seductor, cuyas palabras eran tan engañosas como las suyas.

—Hifumi lo está esperando en el sitio que solicitó, señor —expresó el recepcionista, amable, pero curioso. Omitió pedirle su ID, puesto a que había recibido órdenes directas del dueño.

Jyuto asintió, colocando el monto de dinero solicitado con anterioridad. Su suerte era tal, que al parecer, el dueño del host club era un conocido de Samatoki. Tenía varios locales más, esparcidos como pólvora, de los cuales, ese era el que más ingresos  generaba in situ.

Jyuto negó amablemente la compañía del recepcionista, sin dejar notar que otra vez estaba incómodo, pues dichos tratos eran para los clientes usuales, y no hombres beta. Maldita sea, él no necesitaba a un alpha que lo escolte y le diga lo bien que se veía hoy.

Afortunadamente, Hifumi sí se hallaba como había solicitado: solo y en un sitio que les permitiera lo más cercano a privacidad.

Aunque el host sonreía amablemente, nuevamente esos ojos estaban desconfiados y arrogantes.

El policía tomó asiento  frente al host, quien luego se sentó junto a él, aunque de todos modos, a una distancia prudente.

—Oh, así que después de todo, es algo que sí permite su idiosincrasia. —El policía sonrió, ladeando la boca en un gesto malvado.

—No me gustaría que lo malinterprete, señor. —Hifumi reprimió un gesto enfurecido, regalándole en su lugar una mueca sensual de labios entreabiertos y ojos amenazantes—. Usted me solicitó a mi jefe Sanjō-San, y está en calidad de cliente, es mi trabajo atenderlo como tal. Permítame —murmuró, mientras le entregaba a Jyuto una toallita caliente para las manos.   

—Suelen llamarlos geishas masculinos… —comentó el beta; Hifumi supuso que para sí mismo—. ¿Está bien escuchando historias que en realidad no le interesan? Esto increíblemente interesante…

—Señor. —El anfitrión respiró con suavidad, mirando hacia el suelo—. Debería enfocarme en darle un trato óptimo, no deberíamos hablar sobre mí. Perdone mi atrevimiento, pero sospecho que usted no está aquí precisamente por el entretenimiento. ¿Puedo saber en qué puedo ayudarlo, en realidad?

Samatoki le dijo que este no era uno de esos locales en que asuntos ilícitos se ocultaban tras las actividades principales,  y se lo había contado, entreabriendo los ojos, con recelo. Aún así, un cliente usaba dinero obtenido ilegalmente, y lo invertía aquí, pero era un conocido suyo, ajeno al negocio, y la investigación, después de todo, era una farsa.

—Podría hablar del tema que se me plazca, aún así… no lo creo prudente.

—Si busca divertirse, me temo que está malgastando su dinero —acertó el rubio, arqueando las cejas—, y, por supuesto, privando a clientes habituales. Eso es una grande falta para nuestra clientela, señor.

—Pagaré su ganancia mensual, ¿eso lo compensa, no? —suspiró Jyuto, acomodándose en el mueble.

—Por supuesto. —Trató de ignorar Izanami, mientras tomaba entre sus manos un menú de bebidas y bocadillos—.  ¿Le gustaría solicitar una bebida?

—Pida su favorita.

—Eso es… —El omega parpadeó, inseguro.

—La que usted decida está bien… —vocalizó Jyuto, mirando a su teléfono. Suspiró, queriendo ignorar los correos electrónicos. Aunque más le preocupaba el mensaje a su número privado, sonriendo, interesado, sabiendo que los problemas se avecinaban. Una amenaza implícita. Aunque desafortunadamente, para el tipo, no tenía familiares a los cuales pudiese atacar.

Apagó el dispositivo, pensativo. Si le decía esto a Samatoki, sería un caos. Samatoki enojado hacía desastres a su alrededor, así que mejor se lo guardaría, por ahora. Por otro lado, si se lo comentaba a Riou… No, a Riou ya no. Riou ya hacía progresos como un civil —y no como un militar inmerso en su trabajo—, además ahora tenía a un omega con el que parecía ir muy en serio, molestarlo así no debería ser…

Por reflejo, casi aparta la mano de Hifumi que estaba por llamarlo. Quiso maldecir, por estar muy sumido en sus pensamientos. El host se había sobresaltado, casi soltando la botella.

—Mis disculpas, ¿le hice daño? —preguntó el policía, sosteniendo la botella, entornando los ojos verdes, recién notando un camarero que se marchaba, probablemente, el que habría traído la bebida.

—Descuide. —Le sonrió Hifumi, aunque cauteloso—. Supongo tuvo un día duro de trabajo —comentó, sentándose de forma correcta, mientras servía las copas de la bebida color resina de ámbar. Perecían sus irises derritiéndose sobre los recipientes cristalinos.

Jyuto, deslumbrado, miró el líquido llenando la cristalería igual de imponente y suntuosa que el host de belleza inigualable y de elegancia fastuosa, misma presencia que desprendía misterio y… sensualidad.

—Sí —respondió cuando la voz llegó a su garganta, maldiciéndose internamente—. Tengo asuntos pendientes, y aquí también, de todos modos.

—¿El caso que usted investiga? —aventuró Hifumi, entregándole una copa.

—Sí. —Se limitó a responder, meditando.

El policía bebió de la copa, sonriendo, arqueando una ceja ante el sabor de la bebida. Cognac. El sabor era interesante y el aroma de un aldehído o fenol agradable.  

—¿Es demasiado fuerte? Lamento si sobreestimé su tolerancia, señor. —Lo molestó Hifumi, con aires de inocencia y con ojos burlones.

Maldito e ingenuo anfitrión.

Jyuto aún así se rio, deseando tenerlo lejos de este local de pinta elegantísima, para poder acorralarlo contra la pared nuevamente, y ahora sí, devorar esos labios voluminosos y presuntuosos.

—Demasiado altivo para estar en su posición, Izanami-San. —Pese al deje interrogativo en su tono, Jyuto disfrutó ver al rubio encogerse de hombros, como si simplemente no le importara ser extorsionado de manera sutil. Eso, o no se había dado cuenta.

—Usted está molestándome —decretó el omega, sonriente, deteniéndose para darle un sorbo al líquido—, así que… ¿por qué no? No hay mucho que usted pueda hacer aquí. Es mi cliente ahora, dígame, ¿cómo quiere que lo entretenga, exactamente? Veo fallidos sus intentos de importunarme, después de todo, tengo la experiencia basta para tratar con toda clase de clientes, desde los más comunes, hasta, bueno, aquellos más… versátiles.

—Me parece estupendo. —Jyuto admitió, resignado—. Un hombre con experiencia está bien en ambos casos, puesto a que usted presenta también un personaje muy súbito, si me lo permite.

Hifumi frunció el entrecejo, amenazante, ordenándole que se calle.

—Creí que habíamos acordado que nuestros negocios se hacían estrictamente fuera de esta área, señor. —Similar a una pantera, los ojos del galante omega se deslizaron, felinamente, en una discreta intimidación—. Lejos de eso, al parecer, no puedo entretenerlo como desea, así que realmente me disculpo por ello.

—De hecho. Cuando hablé con Sanjō-San, fue muy claro con la política de no tocar, no se le puede hacer nada.

Hifumi casi se atoró mientras ingería el cognac, realmente sorprendido, intentando mantener a raya el calor corporal; en cambio, levantó una ceja, elevando una comisura de sus labios, en un gesto socarrón y provocado.

—Si gerencia lo atrapa, estaría en problemas —asintió el acompañante,  fingiendo despreocupación—. Este no es ese tipo de local, señor.

—El punto principal de mi investigación, en realidad —mintió el policía, tentado a sacar la caja de cigarrillos de su bolsillo, absteniéndose cuando recordó que estaba restringido—, aunque muy pocos, existen negocios en Kabukichō y Osaka que están dando problemas con respecto a este asunto de clientes siendo…

—Está equivocado —interrumpió Izanami, reprimiendo lo mejor que pudo su mueca ofendida—, este no es ese tipo de negocio —reiteró, con la voz sumamente baja y conminatoria, así, como cuando habían discutido la primera vez.

—Eso está por verse —rio Jyuto, estirando el brazo para tomar la botella y servirse más cognac, sin embargo, Hifumi fue más vertiginoso.

—Por favor, permítame. —A juzgar por su voz, el rubio había logrado serenarse, mientras nuevamente poseía ese porte elegante y exquisito que usaba para hacer hasta la más mínima cosa—. He trabajado aquí desde hace mucho, me gradúe y sabiendo el tipo de clientes que tendría, fue mi meta permanecer en el negocio —profirió, con voz casi perdida—, lo hice, y me ayudó a superar en cierto grado algunas situaciones complicadas.

Hifumi calló unos segundos,  entornando los ojos, que parecían tener un brillo de misterio e inseguridad, o eso le pareció ver al beta, antes de que el trabajador se percatara de su vistazo, modificando el mensaje de sus ojos. Entregó ahora sí llenos los recipientes de cristal, pareciendo dudoso de seguir hablando.

—Al inicio, yo… fui muy torpe hasta en lo más mínimo —rio, relajando su postura y girando la cabeza en dirección a su cliente—, aún así, Sanjō-San fue muy amable conmigo, tuvo la paciencia para permitirme cometer errores, enseñarme y mentalizarme que podía quedarme en el negocio. Debido a mi casi nulo aroma de omega, no me impidió entrar. Yo le debo mucho. Sé que han salido casos a la luz de negocios con situaciones turbias, maquilladas con actividades lícitas, pero le puedo asegurar que este no es el caso. 

»El costo de la entrada, es precisamente para definir a los clientes que realmente se puedan permitir invertir dinero aquí. Las facturas no son acumulativas, además, se deben cancelar la misma noche y, por supuesto, la entrada a menores de edad está absolutamente prohibida. 

»Aunque mi descripción pueda ser tomada como un sentimentalismo de ayuda hacia mi jefe, puedo asegurarle que puede verificar cada una de mis palabras, viniendo las veces que quiera a investigar incluso en los ingresos y egresos. Nuestros clientes son preciados y preferiríamos evitarles esas situaciones deplorables, aún si eso implica alejarlos del negocio —sentenció, muy seguro—.

Un suave trago se deslizó por la garganta de un Jyuto pensativo. Tal como le había contado Samatoki, levemente pasmado e irritado —porque odiaba hablar de esos temas—, justamente ese negocio no tenía ese tipo de materia ilegal. 

—No esperaba incomodarlo con esto. —Se sinceró el beta. Eso sí era verdad. Hifumi no lució nada bello mientras relataba este tema, que, al parecer, tenía un efecto nocivo para él. Debería ser más cuidadoso para extraer información, de ahora en adelante… Y ahora que lo pensaba, ¿por qué debería importarle lo que le agradara o disgustara al host?

Sea lo que sea ese sentimiento de inquietud, debería dejar de lado el tema. Se metía con imbéciles de su misma calaña, no… con un inocente, un omega que evidentemente sí tenía razones para hacer lo que hacía, y sin hacer daño a nadie.

—Este tema de personas vulnerables es sólo un sentimentalismo mío. —Le restó relevancia el omega, agitando una mano—. Así que no importa.

—Se está agotando nuestra botella, ¿qué es lo siguiente que recomendaría, Izanami-San?  —propuso Jyuto, con tal de extraviar el tema, por ahora…

—Le voy a ser sincero, señor… —Hifumi sonrió travieso y malicioso. Joder, lo que Jyuto daría por tenerlo en otro lugar con esa actitud prepotente, para poder saltar sobre él y morderle esa boca de labios jactanciosos—. Su factura actualmente, debe estar superando los once millones de yenes, así que…

El anfitrión se detuvo, confundido. Esperaba que la sonrisa de Jyuto se extinguiera como las cenizas del cigarrillo encendido, al escuchar el precio; pero, en su lugar, ensanchó la mueca divertida, lanzando una carcajada.

—Y eso, sin sumar impuestos —añadió el policía, encogiéndose de hombros—. Tu forma de venganza es interesante —admitió sin más, reacomodándose en el mueble elegante, adoptando una postura más relajada.

—Suelo cuidar de mis clientes, tenemos una estrecha relación de amigos, pues son mis encantadoras gatitas. Sin embargo, ya que usted es un caso… excepcional, me parece justo sacarle provecho a mi trabajo, señor. —El rubio sugestivo dijo sin más, mordiendo su labio inferior, entretenido.

El hombre de cabellos oscuros, dirigió con cautela su mano, rozando con suavidad la muñeca izquierda del host, deslizándose por el dorso y después tocando el metal de los anillos, alrededor de esos dedos níveos. Hifumi no se movió ni cambió de expresión, tan desafiante e interesado como su comprador.     

—Sólo pide lo que quieras —se rio el beta de ojos verdes, apático.

—¿Quiere ver una llamada de champagne, por segunda vez, señor? —retó el omega, juguetón,  con ojos brillantes de diversión.

El ademán socarrón del policía acrecentó, maravillado. ¿Por segunda vez, eh? Al parecer, estaba subestimando —demasiado— a su objetivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

>Básicamente, esta historia tiene un errorcito. Los catálogos no se entregan como menús de hombres (lol), aunque ciertamente sean eso… Si bien la dinámica varía muy poco de acuerdo a clubes, es usual que un grupo dialogue con el cliente, y posteriormente, se le pida escoger a un anfitrión. Sin embargo, si me hubiese regido a esa regla, Hifumi hubiese visto a Jyuto, y aquello no estaba dentro de mis planes. Siento si generé alguna confusión.

>La bebida que Hifumi y Jyuto beben, es Crystal Magnum Decanter Louis XIII, su precio es excesivo, de aproximadamente 110 000 $. Ya sé, debería calmarme con los precios, lol. 

>Tanto en los Host Club, como en su homólogo, los Hostess Club, hay una estricta política que impide tocar de manera indebida a los anfitriones. Hay reguladores que se encargan de que el trabajo no se asocie con el acoso laboral o prostitución —misma que está prohibida—. Pueden existir casos en donde anfitriones se involucren de manera sexual con sus clientes, aún así, estos actos no están comprendidos dentro de las actividades de los mismos.

>En mi investigación hallé reiteradamente información acerca de negocios ilícitos dentro de estas áreas de entretenimiento. La yakuza muchas veces está involucrada en varios sitios a los que recurren las masas, y esto incluye —en cierta medida, y por supuesto, sin generalizar— a los Host Club. A veces, a las clientas  les admiten acumular cuentas de cifras descabelladas, mismas que posteriormente no pueden pagar, lo que permite que estas personas puedan sacar provecho e inducirlas al mundo de la prostitución. A esto se le llama trata de personas.

El chistecito de investigar a Hifumi, le está saliendo caro a Jyuto. No se asusten, que los clientes (de los anfitriones no.1 del ranking) en verdad suelen gastar cifras como estas, lol. xD Después de muchísima investigación, llegué a la conclusión de que Hifumi, al ser un host, es verdaderamente astuto, al menos en lo que a sus negocios refiere. Usualmente, creo en que es un tipo increíble y muy atento, alguien que de verdad se esfuerza en cuidar de sus clientes, pero lastimosamente en este caso es Jyuto, hahaha, así que no esperemos amabilidad de ninguno de los dos. Y el nombre le sienta al capítulo, pues es un asunto de negocios y un enredo amoroso, como sea. Sólo agradezco a los espíritus del cielo, porque este capítulo fluyó, en serio.

¡Muchas gracias por leer! <3


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