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SEX SHOP por juda

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"No sé si cambiaste tu número, si tienes el celular apagado o si me bloqueaste. Espero que esté solo apagado y en algún momento leas este mensaje, caso contrario seguiré intentando contactarme contigo de cualquier otra manera.

No sé que pasó con mi ex. No sé que te dijo. No soy su novio desde hace un mes, no tenías por qué irte de mi departamento, en realidad la que estaba de más, era ella. Perdón por ocultarte el detalle de que ya no estaba de novio, pero tenía miedo que entraras en alguna de tus crisis y te fueras, pero al final lo arruiné igual porque no pude evitar que huyeras. Siempre estás escapando a las relaciones serias y creí que si sabías que me habías impactado tanto cuando te conocí como para dejar de luchar por ese noviazgo, saldrías corriendo y no me darías las oportunidades que me diste mientras pensaste que estaba con alguien más. 

Intentaré darte tu tiempo, intentaré no buscarte, intentaré no acosarte, intentaré que te des cuenta que la pasas bien conmigo, intentaré que el tiempo te haga recapacitar y regreses. Quiero dormir contigo, quiero más baños contigo, quiero más desayunos contigo, quiero más BTS, quiero más piel, quiero más besos, quiero más Francis... quiero más!!!

Espero que no hayas cambiado tu número o que no esté bloqueado, cruzaré los dedos para que en algún momento este mensaje entre a tu celular y puedas darme la posibilidad de que conversemos. Tu albornoz rojo estará esperándote en mi casa, yo estaré esperándote en todos lados"

Era lunes a la noche cuando envió el mensaje, hasta que se durmió solo tenía notificación de salida.

Durmió mal.

Soñó con él.

Se despertó a las 4 de la mañana sintiéndolo en el ambiente, sintiendo su mirada asustada.

Tomó el celular y observó el mensaje, mientras lo tenía en la mano el símbolo de enviado cambió a recibido. Aspiró aire con fuerza, se sentó temblando y el ícono, ante sus ojos, cambió a leído.

En linea

El corazón le ladraba en el pecho.

Tenía 27 años y se estaba comportando como un adolescente.

Hacía frío en su habitación pero transpiraba.

En linea

Activó el teclado para escribir pero entró un mensaje y casi tira el aparato.

"hola Máximo"

"ven a mi casa" contestó el pelinegro.

Le llegó el emoticón de una carita sonriente.

"no sé que significa, vienes?"

"no, Máximo. gracias por ese mensaje que me enviaste. Me fui porque no sabía que más hacer. Esa era tu casa y ella tu novia, el que estaba de más era yo"

"te dije que no soy su novio"

"ahora lo sé"

"ven a mi casa"

"no, Máximo"

"¿por qué te fuiste con Santino si no quieres relaciones serias? ¿por qué estás con él? dime que no te provoco nada y juro no escribirte nunca más. dime que me aleje y lo haré. ¿Tienes algo serio con él?"

"WTF?"

"dios Francis, no sé que significan esas siglas! por favor, sabes que soy un viejo choto, no entiendo. Dímelo en mi idioma!"

"¿De donde sacaste que estaba con Santino? No lo veo desde el viernes!"

El alma le volvió al cuerpo. Tiró todo el aire que estaba conteniendo y siguió temblando, evitando tirar el celular.

"Todo eso significa WTF?" -bromeó al fin, sintiendo que todo estaba encauzándose si él no estaba con Santino.

"De donde sacaste eso? Supongo que Santino te lo dijo. No le creas. Estoy solo y seguiré estando solo. No sirvo para las relaciones. Me cuesta, me cuesta querer, me cuesta adaptarme"

"Podemos desayunar mañana?"

"Máximo, me voy a hacer a un lado"

"Qué significa eso?"

"Qué voy a tomarme un descanso de tus desayunos, tus jacuzzis y tus sábanas blancas"

"¿Podemos vernos para discutir sobre eso? Estás en tu departamento? voy para que hablemos"

"No estoy en mi casa, estoy con un amigo. Voy a estar con él por un tiempito."

"Con un amigo o con Santino?"

"Estoy con un amigo y si estuviese con Santino no debería importarte, no quiero pelear. Voy a intentar dormir. Gracias por el mensaje. Adios Máximo"

"Mándame un mensaje cuando quieras salir a comer o desayunar, por favor. Por favor"

El último mensaje no tuvo respuesta y tampoco fue leído.

***

El lunes a la noche Mateo lo obligó a comer. Cuando se negó, su amigo se le tiró encima y le tapó la nariz para que tragara el pedazo de hamburguesa que le metió en la boca.

Estaba seguro que si no se hubiese enterado que ella también hacía recibido un albornoz de regalo como parte de un juego de seducción, no se habría sentido tan mal.

Porque ahora sabía que había sido parte de un juego de seducción, un juego estándar, un juego genérico, un juego que realizaba con todos.

¿Por qué había creído que podía encontrar un hombre que lo quisiera? ¿Quien era él para ser merecedor de tanto? Toda su vida había sido condicionada por la falta de amor. El amor era para los que crecían en familias utópicas, con madres que no se arrepentían de haberlos paridos, con padres que no se esfumaban en cuanto se enteraban que existían. El amor era para los que reían en manada dentro de un hogar. En el orfanato, una monja solía castigarlo con un cinto mientras le gritaba que era un monstruo que no merecía ni el perdón de Dios.

Cuando recogió su ropa y se fue a casa de Mateo, entró al baño y lloró a los gritos golpeando las paredes, con su amigo chillando aterrado desde el otro lado de la puerta sin entender qué pasaba.

Fue el único momento en el que se permitió desbordarse, sacar todo lo que un humano promedio se hubiese permitido sentir. La lección estaba aprendida: una cama caliente con un cuerpo que lo abrazara como si la vida dependiese de eso, no era para él. Al menos no en esa vida. Tal vez en la siguiente, cuando pagara sus pecados y el amor no fuera tan escaso, cuando el amor no le llegara como caridad. Se fracturó un dedo al golpear las paredes, salió del baño más sereno, con el monstruo solitario apoderado de todo su cuerpo y el dedo torcido en un ángulo extraño.

Mateo estaba sentado en el suelo, llorando a los gritos mientras pateaba la puerta.

Cuando lo vio aparecer, primero lo golpeó en el pecho con trompadas debilitadas por la angustia por hacerlo sufrir y no abrirle la puerta para que pudiera ayudarlo, y cuando le vio el rostro serio, transformado, casi alienado: lo abrazó, luego se dio cuenta del dedo torcido y del dolor inexistente y lo llevó nuevamente a urgencias. 

En el camino, Francis volvió a ser Francis y le contó entre risas cómo la mujer lo había encontrado en boxer cortando unos tomates y lo que le había gritado. Francisco reía hasta las lágrimas, Mateo masticaba la bronca de los discriminados. Él tampoco dejó pasar el detalle del albornoz rosa y juró por su vida que si Máximo se arrimaba de nuevo le cortaría la pija.

Francis volvió a reír ese mismo día, pero los ojos y las ojeras hablaban de un dolor interno que el monstruo solitario se estaba negando a sentir.

-Si lloras y tienes un poco de luto por tu amor muerto, te va a pasar enseguida y lo vas a superar -le dijo cuando le pareció demasiado creepy verlo reírse con histeria por un meme en internet y el pelirrojo dejó entrever por un segundo el dolor en su rostro, para luego reír nuevamente.

-Está todo bien, Mateo, no exageres. Fue un mal polvo, me dejé coger por el equivocado, la vida sigue bro!

Se despertó a la madrugada casi sintiendo que Máximo lo observaba. Se levantó en puntas de pie para que Mateo no sintiese que faltaba en la cama y fue al baño con el celular escondido en la mano. Cuando lo prendió y entraron las notificaciones, llegó su mensaje.

Cuando lo leyó creyó que podría romperse en mil pedazos en ese lugar.

Se obligó a inspirar y expirar varias veces para conjurar su lado humano y que volviera a la tumba.

Estaba en línea y creyó necesario hablar con él para que no lo buscara, ya era hora que su monstruo solitario se apoderara de toda su vida, no volvería a equivocarse, con una vez bastaba.

 "Estoy con un amigo y si estuviese con Santino no debería importarte, no quiero pelear. Voy a intentar dormir. Gracias por el mensaje. Adios Máximo"

Mandó el mensaje y apagó el celular con urgencia.

Ya no quería saber nada más con el pelinegro y su fantasía de tener a un semimonstruo como él en su lista de conquistas.

Estaba acurrucado en la bañera, cuando terminó de enviar el mensaje se paró y se observó en el espejo, una lágrima traicionera se suicidaba por su mejilla. Una sola. Se sintió orgulloso de si mismo. Abrió la puerta y Mateo estaba parado fuera, con los ojos grandes y preocupados. Francisco sonrió, lo abrazó y se lo llevó a la cama.

-Ya está, me despedí, me siento bien, te juro que me siento bien. Ya no tienes que preocuparte por mi.

Y se acostó con su amigo. 

Dentro de su alma el monstruo amargo y solitario luchaba con el humano que aun gritaba queriendo salir de su entierro, agonizando en una frase "he llegado a quererlo tanto!". 


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