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EL ENTE por juda

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Damian comenzó a pasar todas las noches con Alex.

El miércoles hubo una nueva sanación y Helena lo encontró mucho mejor, las ojeras violetas comenzaban a ser un recuerdo que Damian prefería no tener en cuenta, el recuerdo de Matías había quedado totalmente eclipsado por Alex y se permitía amarlo sin culpa.

Mientras su novio estuvo vivo, lo amó... Damian sentía que había sido un buen hombre para él y necesitaba seguir su vida, darse la oportunidad de amar nuevamente.

El jueves siguiente se hizo nuevos estudios y a los pocos días el médico le dijo que el recuento de plaquetas estaba casi normalizado y le explicó que seguramente el primer estudio podría haber tenido algún error humano, Damian afirmó con el rostro y una sonrisa, pero él sabía que Helena estaba sacando de su organismo el daño que Matías le había inoculado.

Habían pasado dos semanas desde su promesa y JC le sacó en cara que lo estaba esquivando y que no era un buen amigo por hacer eso. Damian se sintió avergonzado y le propuso que ese mismo sábado cenaran juntos. JC dio saltitos de felicidad... ¿Quien podía pensar que ese niño era peligroso? Alex estaba siendo demasiado paranoico sobre el asunto.

No quería que la relación con su pelinegro comenzara con mentiras así que fue directo.

-Alex, esta noche cenaré con JC, regresaré temprano. En una hora tengo que estar en su casa. -le dijo mientras terminaba de lavar los platos, el hombre que estaba barriendo quedó estático con la escoba en un intento de barrida.

-¿Qué dijiste?

-Le prometí a...

-Ya sé que se lo prometiste, me lo habías contado, pero no pensé que cumplirías!

La escoba seguía en el aire, de costado.

Damian tenía un plato a medio acomodar, los dos quedaron en la misma posición unos segundos, mirándose.

-Alex...

-No, Damian. Alex nada! No irás!

-No puedes prohibirme que cumpla una promesa!!

-No, no puedo. Pero si puedo atarte a la cama.

-Deberías confiar en mi.

-Lo hago!!! es en JC en quien no confío!

-No pasará nada, yo sabré manejarlo, se ha estado comportando muy bien!

-¿Qué pasaría si te digo que tengo una cena con Carolina? te gustaría que fuera?

-No tiene comparación!!! JC es mi compañero de trabajo, Carolina es tu ex... y no entiendo porqué la nombras!!!

-Damian no irás!!!

-No puedes impedirme que lo haga!! quiero que confíes en mi!

-Si te dijese lo mismo! Voy a cenar con Carolina, confía en mi... lo harías???

-De nuevo Carolina ???? por qué de pronto no dejas de nombrarla???

-Por que necesito que entiendas el punto.

-Estoy entendiendo que de pronto lo único que puedes hacer es nombrarla!!! que mierda pasa??

-Pasa que estás dando vuelta la discusión para que sea yo el que está en falta!!!

-No, Alex, yo no dí vuelta nada!! Tu solo empezaste con esto! -gritó y al hacerlo el plato que tenía en las manos se le resbaló y cayó al suelo, los vidrios saltaron y terminaron lastimando al pecoso en una pierna. -MIERDA! -gritó Damian.

El pelinegro se asustó y corrió al baño en busca del botiquín de primeros auxilios, pero Damian se puso un pantalón deportivo que estaba cerca, una campera sobre el pecho descubierto y se fue, pegando un portazo.

Alex aun buscaba el alcohol en el baño cuando lo escuchó salir y corrió tras él. Cuando salió del departamento, el ascensor bajaba con Damian adentro.

-Damian, no te atrevas a ir a la casa de ese imbécil -gritó.

-En menos de una hora regreso -le respondió a los gritos el pecoso y Alex entró nuevamente al departamento jurando por todos los dioses que terminaría matando al pelirrojo.

Cuando Damian tocó el timbre, JC abrió la puerta en cuestión de segundos.

Lo abrazó dando saltitos de contento y el pecoso no pudo hacer otra cosa que sentirse enternecido.

-Quitate la campera -le dijo mientras bajaba el cierre sin darle tiempo de reacción al pecoso. -Wow!!! -exclamó cuando le vio el pecho desnudo y Damian se apresuró a subir nuevamente el cierre.

-Lo siento, tuve un pequeño percance con mi remera.

-¿Quieres que te preste una?

Dudó.

-Está bien, tu casa está cálida, me hará calor si no me saco la campera.

JC lo tomó de la mano y lo llevó a su habitación. Abrió el placard y sacó una de sus remeras blancas, el pecoso extendió la mano y JC la alejó.

-Nop, sácate la campera, yo te la pondré.

-No, entonces no me la prestes, gracias -respondió girando para salir del dormitorio.

-¿Por qué eres así conmigo? -preguntó haciendo un puchero. Damian volteó el rostro y lo observó.

-JC, no quiero que sigamos confundiendo nuestra relación. Somos amigos!

-Entonces sácate la campera y deja que te ponga la remera, qué hay de malo en eso? Tu no sólo me sacaste la remera sino que me tocaste entero. -gimió.

Alex le había dicho que eso no era verdad, pero él realmente lo dudaba, recordaba perfectamente haber besado al pequeño y estaba casi seguro que podría haber pasado la mano por algunas partes de su cuerpo. Tampoco era como para negar que JC tenía un cuerpo que haría que cualquiera, hombre o mujer, quisiera lamer entero.

Se acercó, se desprendió la campera, la dejó en la cama y cuando extendió la mano para tomar la remera, vio la mirada de JC que lo estudiaba mientras se pasaba la lengua por los labios.

-Sos hermoso -dijo, tirando la remera lejos y tomando por sorpresa a Damian cuando lo inmovilizó abrazándolo con fuerza y dejando sus brazos pegados al cuerpo para luego comenzar a pasarle la lengua por el cuello y dejar una serie de marcas de succión para marcarlo y que Alex viera que había estado nuevamente tocando aquel cuerpo.

-No, no, no -gritaba Damian intentando sacárselo de encima, pero el pelirrojo era mucho más fuerte y era evidente que no tenía pensado soltarlo.

-Déjame hacerte todo lo que me hiciste esa noche. Quedemos a mano, tu me dejas tocarte y ya no volveré a pedirte nada más.

-JC sueltame!

-Dios! -gritó frustrado, soltándolo -¿Qué vez en ese tipo? soy mucho mejor que él!!!

-Primero y principal, él nunca me ha obligado a hacer algo que no quiero, JC -le gritó mientras tomaba su campera, se la ponía de nuevo y salía del lugar.

Tendría problemas con Alex, no había querido escucharlo y siempre tuvo razón, ahora estaba seguro que lo del menor había sido una actuación para llevarlo a su casa. Se maldijo internamente, se pasó la mano por el cuello, se miró en el espejo retrovisor, tenía varias marcas.

Él se lo había buscado, tendría que pedirle perdón y atenerse a las consecuencias.

Al menos no había pasado mucho tiempo fuera, no hacía ni cuarenta minutos que había salido. Si! eso tenía a su favor y lo usaría para que su pelinegro lo perdonase. Llegó al departamento, sacó la llave del bolsillo de su pantalón y escuchó la voz de René, susurrándole.

-Damian, sos vos?

El pecoso giró el rostro buscándolo.

-Damian, estoy aquí -volvió a susurrar rompiendo en llanto, ésto último lo asustó, la voz de su hermano venía del departamento maldito. Se apoyó en la puerta.

-René? René estás ahí?

-Damian -sollozó y el pecoso se desesperó en buscar la llave en su monedero, temblando la introdujo en la cerradura y en cuanto la abrió, supo que se había equivocado.

Una fuerza sobrehumana lo aspiró, el departamento estaba cubierto de piso a techo por una sustancia ectoplasmática verdosa y su cuerpo quedó flotando en medio, girando sobre si mismo, en medio de pequeños temblores, con los ojos en blanco y la muerte absorbiendo cada gota de energía recuperada.

La puerta lentamente se cerró haciendo un clic tan leve que hasta el suspiro del alma en pena, sonó más fuerte.


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