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EL ENTE por juda

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Damian lo atrajo hacia su cuerpo y comenzó a besarlo, primero con los labios cerrados, luego abriéndolos, dejando salir la lengua para lamer la boca del otro, llenando la oscuridad de ruiditos acuosos.

-Damian, no vine para eso, no creo que sea conveniente que hagamos algo, tu cuerpo...

No pudo continuar, un jadeo le cortó la respiración: Damian le mordía los pezones y los succionaba.

-Damian -volvió a insistir entre susurros pero era más bien una imploración a que no parara. -Damian... no!

Pero el pecoso se había cubierto con la manta y seguía bajando por el cuerpo de Alex, chupando, mordiendo, succionando.

Le bajó el pantalón pijama, el boxer y abriéndole las piernas comenzó a cogerlo con la lengua, metiendo y sacándola constantemente de la entrada de Alex, el pelinegro no pudo resistir más, el autocontrol ya lo había perdido cuando dejó que el pecoso siguiera bajando por entre las mantas, pero ahora estaba ciego, no le importaba que entrara alguna enfermera a la habitación. Tomó a Damian del pelo y lo atrajo, le arranco el pantalón corto y la ropa interior, lo bajó de la cama, lo paró y lo inclinó para que quedara con el torso apoyado en el colchón y acto seguido lo penetró, sin dilatarlo, sin prepararlo, la desesperación pudo más. El pecoso se tapó la boca y ahogó un grito. Alex le metió los dedos para que los mordiera y comenzó a bombearlo con necesidad. Damian se aferraba al colchón y lloraba de puro placer, su próstata estaba siendo taladrada y eso lo llevaba hasta límites insospechados de gozo.

Alex acabó dentro del pecoso a la quinta estocada, Damian había llegado al clímax poco después que comenzara a penetrarlo. Los cuerpos debilitados y golpeados se fusionaron nuevamente en la cama, con brazos y piernas enredados, quedaron dormidos ni bien apoyaron las cabezas en la almohada. Se habían encontrado, ambas almas brillaban unidas. Eran cómplices del amor en una vida más.

***

cinco semanas después Damian llegó al departamento con Helena.

Le resultaba extraño regresar.

Apenas abandonaron la clínica, Alex y él habían alquilado un departamento en otro sector de la ciudad y vivían juntos.

-No temas, no entraremos. Sólo quiero que te despidas. Los sucesos paranormales ya casi no existen desde el último exorcismo que le realizaron los sacerdotes pero siento que Matías te espera, necesita que le des un último adiós para poder irse.

Damian asintió poniendo la llave en la cerradora y abriendo la puerta.

-No te preocupes, no tengo miedo -la calmó.

Se quedaron en el umbral, mirando. Había una calma que entristecía dentro del lugar. Casi se podía decir que los colores no existían. Pasó la mano por la pared interior, encontró el interruptor y prendió la luz.

-Matías -dijo sin dar un paso dentro -Amor, encontré a mi alma gemela, tu debes pasar al siguiente plano y buscar la tuya. Nos confundimos, no eras a mi a quien debías encontrar, seguramente tu alma gemela aun te espera, no demores. Cruza hacia la luz, búscala y reúnete con ella. Yo me quedaré en esta vida y seguiré mi camino sin olvidarte. Nunca, nunca te olvidaré -dijo entre lágrimas -por qué te amé, te amé con todo el alma, no quiero que dudes de eso. Creo que aun lo sientes... ¿sientes mi corazón? ¿sientes que te amé de manera genuina?

Una pequeña brisa corrió dentro del habitáculo y él apareció caminando desde la cocina y se paró en medio del salón. Lo miraba triste.

-Amor -gimió Damian -fui muy feliz mientras estuve contigo. ¿Yo también te hice feliz?

Matías asintió llorando.

Las paredes comenzaron a derramar ectoplasma transparente y todo el departamento lloró la despedida.

-Te amo y siempre te amaré -susurró

Matías volvió a asentir y elevó los brazos hacia él.

Damian entró al departamento apresurado, Helena quiso detenerlo pero el pecoso fue más rápido y cuando estaba por llegar a él, el novio muerto dio un par de pasos, se convirtió en luz y lo atravesó con una leve ventisca.

Damian quedó en medio del salón con los brazos en cruz, el rostro levantado, sonriente, mientras las lágrimas caían llenas de felicidad. Su novio había decidido cruzar al siguiente plano y cuando lo atravesó lo limpió de todo el mal que le había inoculado.

El pecoso sintió como su novio muerto lo besaba dentro de esa luz y las paredes dejaron de llorar.

Había sido el beso final, un adiós definitivo, tal vez en alguna otra vida volverían a reencontrarse y anhelaba que él también pudiera encontrar a su alma gemela y ser feliz como lo estaba siendo él al lado de Alex.

Se dio media vuelta y miró a Helena que lloraba en el umbral.

-Se ha ido -le dijo ella.

-Se ha ido -afirmó él.

 

 

FIN

Notas finales:

Si llegaste hasta este punto: mi Damian pecoso y yo te lo agradecemos.

Gracias por seguir sus aventuras y acompañarlo mientras intentaba evadir a EL ENTE.

Sé feliz.


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