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EL ENTE por juda

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-No le encuentro la gracia a la broma -dijo con seriedad pero René se levantó, cubriéndose con los acolchados y tomándolo del brazo intentó sacarlo del cuarto.

-Vamos a dormir al sofá, o a mi casa!!! podemos ir a mi casa!!!!

-René, estás loco!!! acabas de tener una pesadilla.

-No, Damian, te juro que no!!! Todas las noches que intenté dormir junto a ti me desperté destapado, pero siempre pensé que eras vos el que me robaba las mantas... pero esta vez... esta vez vi cuando el acolchado era jalado desde los pies. Es Matías -gimió mirando hacia todos lados. -No me quiere aquí! Vamos a dormir al sofá!!!

Y volvió a tironear a su amigo. Damian se deshizo del agarre y lo tomó por los hombros.

-René, si te hace sentir más cómodo, ve al sofá. Yo no tengo miedo! Ya verás como mañana, con la luz del sol, vas a percibir las cosas de manera distinta.

-No me crees! Está bien, iré a dormir afuera -susurró molesto.

Salió de la habitación arrastrando su acolchado, se fue hasta la cocina, se sirvió un vaso con agua y cuando entró a la sala de estar, lo vio... estaba sentado en el sofá y lo miraba sonriente. Con esa sonrisa de lado que ponía cada vez que se salía con la suya y se llevaba a Damian para que no pasara tiempo con él.

René pegó un grito y el vaso se le escapó de las manos, retrocedió temblando, gimiendo en horror, Damian llegó corriendo y estuvo a punto de pisar el vidrio del vaso roto cuando una fuerza sobrehumana lo tiró a él hacia atrás y a René hacia adelante provocando que el rubio más bajo apoyara todo el pie sobre un grueso vidrio que se hundió de manera profunda, produciendo inmediatamente, una hemorragia.

Fue todo tan rápido que ninguno de los dos tuvo tiempo de procesar lo que había pasado, René gritaba de dolor y Damian (que había caído de culo por la fuerza del choque) se arrastró hacia él para ver la herida. Corrió hacia el baño, tomó una toalla y regresó para hacer una especie de torniquete que detuviera el sangrando. René temblaba, de los nervios, del miedo, de dolor.

Tocaron el timbre y se escuchó una voz.

-Damián, Damian estás bien?

El pecoso sintió un alivio inesperado al escucharlo, corrió, abrió la puerta y regresó hacia donde estaba su amigo herido. Alex entró apurado tras él.

-¿Qué pasó? Escuché gritos y me asusté!!!

-Pisó un vidrio, tiene un corte importante en el pie.

-Yo no lo pisé, me empujaron -gritó René fuera de si.

Se produjo un silencio incómodo, el vecino estaba agachado mirando la herida y Damian tenía una mano en el pecho.

-Dios, René ¿como crees que te podría empujar? ¿qué dices? -preguntó el pecosoo cuando por fin pudo reaccionar, retrocediendo un paso ante la violencia de las palabras.

-No fuiste tu Damian!!! -vociferó y llevó las manos al rostro.

Alex los miró a ambos y decidió actuar, evidentemente los amigos habían pasado una mala noche y no estaban actuando de acuerdo a las circunstancias.

-Chicos, no sé qué tan profunda es la herida, pero esta toalla está empapada con sangre. Propongo que llevemos a tu amigo a urgencias, tal vez necesite algún punto de sutura.

Damian no lo escuchó, seguía mirando a su amigo, se arrodillo junto a él y sacándole las manos de la cara, lo obligó a mirarlo:

-René, sabes que yo no te haría daño, ¿verdad?

-No fuiste vos -lloró el otro angustiado y volteando hacia Alex le preguntó -¿Me podrías llevar al hospital?

El vecino lo ayudó a levantarse poniendo el brazo del muchacho alrededor de su cuello, y estaba por salir cuando volteó a ver a Damian; el pecoso lloraba, parado en medio del salón.

-Vamos Damian -le dijo el pelinegro de profundos ojos azules.

René giró también el rostro y lo observó.

-Quieres que vaya? -preguntó Damian inseguro, con las manos temblando a los costados del cuerpo, los hombros vencidos, la falta de sueño, la abundancia de soledad marcada en el rostro.

-Ya te dije que no fuiste tu!! y sí quiero que vengas, claro que quiero que vengas, eres mi amigo y VAS A ESTAR CONMIGO SIEMPRE -gritó y sólo él supo hacia quien iba dirigida la advertencia.

La herida de René resultó ser profunda y necesitó sutura, tal como lo había pronosticado Alex.

Cuando regresaron, el rubio bajito llegó prácticamente dormido por los sedantes, Damian lo acostó en su cama y lo arropó bien.

-Ya lo acosté y duerme tranquilo -le dijo al vecino mientras entraba a la cocina y lo encontraba sentado a la mesa. -Estoy por hacerme un café, quieres uno?

-No, gracias, me voy a dormir. Cuídalo.

Se lo notaba serio, un poco incómodo, pero Damian no se preocupó por ello, ya tenía suficientes problemas en su vida como parar agregar uno más. Lo acompañó hacia la puerta y antes de salir, metiendo las manos en el bolsillo y sin mirarlo realmente a la cara, Alex se animó a preguntar.

-¿Él es tu amigo? ¿el amigo del que me hablabas?

-Si! por?

-Porque va a dormir con vos en la cama, por un momento pensé que estabas comenzando alguna relación... ¿la estás empezando con él?

A Damian le costó digerir lo que le estaban diciendo. Se sintió ofendido, no por lo que pensaran sobre él sino por su novio muerto. Le parecía una falta de respeto hacia la relación que tuvo.

-Hace una semana que falleció la persona a la que amé más que a nadie... ¿y piensas que ya ando de ligue? uffff cómo se ve que no tienes ni puta idea de quien soy.

Alex supo inmediatamente que lo había ofendido y entre tartamudeos intentó decir algo, arreglar la metida de pata pero Damian no le dio tiempo y cerró la puerta, dejándolo en el corredor maldiciendo su imbecilidad al cuadrado.

A Damian le había caído bien su vecino desde la primera vez que lo vio en el ascensor hacía ya un par de años. Solían intercambiar comentarios sobre el tiempo o saludos tímidos pero luego inexplicablemente dejó de saludarlo con tanta euforia y comenzó a solo sonreírle cada vez que se cruzaban. Se lo había comentado a Matías, pero su novio celoso ni siquiera se había percatado que el morocho existía. 

Le había agradado cuando se acercó para darle su pésame y se comportó muy gentil cuando ayudó a René, pero que le preguntara si el tipo que estaba durmiendo en su cama era un ligue, cuando las caricias de su Matías aun estaban tan frescas en su piel, realmente lo hirió. No lo había mandado a la mierda por respeto a lo bien que se comportó con ellos, pero estuvo a un tris de hacerlo.

Se fue hacia la pieza con el ceño fruncido pensando en eso, se había olvidado que estaba por tomar un café, iba hablando solo sobre que debería haberlo mandado de paseo, pero no pudo seguir dándole mayores vueltas al asunto, lo que vio lo dejó estático: René dormía en posición fetal, se notaba que estaba helado porque un halo de vapor le salía de la boca, desde donde estaba podía ver su pie vendado. René se abrazaba solo, profundamente dormido por los calmantes. Las frazadas con las que lo había tapado estaban tiradas en el piso, como si se las hubiesen arrancado con saña y las arrojaran con violencia fuera de la cama.


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