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No te dejaré caer por Itan_neko

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Notas del capitulo:

¡¡Hola bebés!!

lamento la tardanza, pero salí de vacaciones y no tenía una computadora a la mano.

 

Este segundo capítulo se dedicará sólo a la vida de Axel y en los posteriores capítulos ya se desarrollará la historia como tal.

-Axel, cariño, es hora de desayunar.- gritaba una voz que venía de la cocina.

Un chico de cabello negro y hermosos ojos azules con largas pestañas se removía en la cama.

-¡Axel, si no bajas ahora llegarás tarde a la escuela!- gritó nuevamente aquella voz.

-¡Ya voy mamá!- gritó Axel. Aun somnoliento se levantó de la cama y bajó las escaleras para encontrar en el comedor un delicioso desayuno. –Se ve delicioso, mamá, gracias- dijo el joven.

-¡Se dice “Buenos días”, muchacho!- dijo un hombre de aspecto serio que vestía un elegante traje.

-Perdón, padre. Buenos días, buenos días Mía.- dijo Axel.

-Buenos días, Axel.- respondió una hermosa joven con una espectacular y larga cabellera negra y unos ojos azules igual de hermosos a los de su hermano, que habían heredado de su tierna madre.

Se veía una escena espectacular, una familia hermosa en la hora del desayuno, pero…

-Apresúrate a comer, Axel, no toleraré que llegues tarde a clase, y menos el primer día. No es posible que seas tan holgazán, mira a tu hermana, se levantó temprano y ya está lista para ir al colegio.- dijo algo molesto el hombre trajeado.

-Sí, padre.- respondió Axel algo desanimado.

Rápidamente terminó su desayuno y fue a ducharse, al terminar se enrolló una toalla en la cintura permitiendo ver su ejercitado abdomen por el cual resbalaban las gotas de agua que caían de su cabello. Tomó unos jeans, una playera blanca y una chaqueta negra de cuero, organizó sus cuadernos en su mochila y bajó corriendo.

-Oh, cielo. Tu padre ya se ha marchado junto con Mía en la camioneta, ya sabes cómo es.- dijo su madre tratando de amortiguar sus palabras.

En el rostro de Axel se pudo notar algo de tristeza. –Bien, iré caminando.- dijo el chico tratando de mostrarse indiferente ante tal hecho.

-Toma, ve en el auto sólo por hoy- dijo la madre tratando de animarlo un poco mientras estiraba la mano con las llaves del auto que de vez en cuando usaba cuando tenía que salir de compras o por alguna emergencia.

-No te preocupes mamá, iré caminando, aún tengo tiempo.- dijo animado el joven mientras pensaba en lo mucho que amaba a esa mujer. Tomó su mochila, besó a su madre en la frente y se fue.

Llegó a la escuela y al pasar entre los pasillos para llegar al salón de clases sólo escuchaba murmullos y risas de las chicas, era algo molesto para él, pues constantemente lo invitaban a salir pero aunque las rechazaba ellas seguían insistiendo y no entendían que él no quería salir con nadie. Había tenido malas experiencias, las chicas con las que llegó a salir sólo eran “Barbies superficiales y vacías”, como él las llamaba, que lo usaban como un accesorio más y eso le hizo decepcionarse de ellas.

Al entrar al aula se encontró con un par de amigos del año anterior, lo que hizo que se alegrara, pues su día ya no iba tan mal. Tomó asiento y comenzaron a platicar de sus vacaciones hasta que la señorita Olivia entró y comenzó a hablar.

-Muy buenos días, chicos. Bienvenidos a su segundo año, espero que lo disfruten mucho y obtengan unas excelentes calificaciones. Ahora, poniéndose de pie les voy a pedir que se presenten diciendo su nombre y alguna cosa que les guste hacer.-

Pasaron algunos estudiantes y pronto fue el turno de Axel. –Soy Axel Ponce, me gusta escuchar música y jugar futbol.- dijo el joven, cuyo atractivo no había pasado desapercibido, pues en cuanto se puso de pie las chicas se emocionaron y comenzaron a murmurar entre ellas.

 “Desearía no ser el centro de atención entre las chicas” pensó Axel, soltando un largo suspiro mientras se sentaba de nuevo. Unas cuantas presentaciones después se escuchó una nerviosa voz y enseguida el sonido de bolígrafos cayendo por todo el suelo. Las risas se hicieron oír e inevitablemente Axel se giró para ver a un pequeño chico en cuclillas levantando todo. Se sintió un poco mal por el chico, pues efectivamente ahora toda la atención se dirigía a él, y aun así nadie lo ayudó, ni siquiera Axel fue lo suficientemente valiente como para hacerlo.

Al terminar la clase de biología Axel se percató de que había un lapicero bajo la mesa, al levantarlo observó que en él se encontraban grabadas las iniciales L. S. y entonces recordó a aquel chico distraído de hace un momento, “Sí, debe ser de él, seguramente llegó hasta aquí cuando sus cosas cayeron al suelo” pensó, entonces lo guardó en su mochila y se dirigió a la clase de historia.

Dos horas más tarde, terminando la clase de literatura, Axel esperó a que Leo saliera del salón para entregarle su lapicero, pero éste salió tan rápido que aunque Axel corrió un poco para alcanzarlo, no fue lo suficientemente rápido y lo perdió entre la multitud de adolescentes.

Tenía una hora libre, así que junto con sus amigos decidieron jugar un partido de futbol, buscaron un balón en la bodega de deportes de la escuela e invitaron a algunos compañeros de grupo para completar los equipos.

Posteriormente fueron a clase de matemáticas con el señor Murillo, al terminar la clase se dirigió al “colegio para señoritas” donde estudiaba Mía, pues era su obligación de hermano mayor acompañarla de regreso a casa todos los días.

Llegaron a casa y su madre los recibió muy cálidamente con la comida servida, ambos se sentaron a la mesa y, Axel, disfrutó cada bocado de aquel delicioso guiso; la comida era el único momento en que su padre no estaba gritándole y remarcando cada error que cometía pues salía de la oficina a las 7 pm.

Luego de terminar la cena Axel subió a su habitación y miró algo de televisión antes de comenzar la tarea. Algunas horas más tarde su padre llegó y se dispusieron a tomar la cena. Todos tomaron asiento y Axel sólo esperaba el momento en que su padre le gritara por algo que hizo o no hizo.

-¿Cómo te fue en tu primer día de clases, princesa?- preguntó el señor Ponce a la pequeña Mía.

-Muy bien papá, ingresaron algunas chicas nuevas al colegio- respondió la joven.

-Me alegro, por cierto, te tengo una sorpresa- dijo con una sonrisa aquel hombre.

-¿De verdad? ¿Qué es?- dijo Mía emocionada.

-A partir de la siguiente semana comenzarás tus clases de ballet como tanto habías pedido-  dijo el hombre mientras sacaba una carta de inscripción a una academia de danza muy famosa.

-¡Genial! Gracias papá- gritó la chica.

Y así continuó la cena, hablando de lo magnifica que era Mía y dejando a Axel a un lado. Entonces el joven recordó que cuando tenía la edad de Mía había pedido a su padre entrar a un equipo de futbol, pero en cambio sólo recibió un “JAJAJA, ¿para que quieres perder el tiempo corriendo detrás de un balón? Mejor ponte a estudiar, muchacho”.  Entonces sintió unas espantosas ganas de llorar, pero se contuvo lo mejor que pudo para no arruinar el momento de su hermana.

-Y bien muchacho, ¿ya hiciste tu tarea?- dijo el señor Ponce sacando a Axel de los profundos pensamientos en los que se encontraba sumergido.

-Ah, sí padre, ya la he hecho.- respondió de prisa el joven.

-Que bien, tráeme un habano de mi despacho.- dijo el hombre cambiando de tema, restándole así, importancia a la respuesta de su hijo.

Un día no tan malo”, pensó Axel mientras su respiración se hacía lenta y pausada mientras se quedaba dormido.

Notas finales:

¡¡¡Gracias por leer!!!

 

 

Espero que les haya gustado, dejen muchos reviews.


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