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Bajo la influencia de un veela por ArseferVastion

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Capituló 1: 

 

El castillo de la Academia Beauxbatons, es un castillo de estilo señorial construido a finales de los 1700. Como un refugio para magos que deseaban aprender alquimia y huir de los perseguidores que constantes de magos y brujas. Ubicada en el Pirineo francés, justo entre una cordillera montañosa situada al norte de la península ibérica, entre España, Andorra y Francia. 

 

 

Un castillo blanco puro sobre una plataforma amplia, justo en el borde del acantilado, con bellas formaciones rocosas de tamaño gigantesco que mantenían  al castillo en su lugar. 

 

 

Era lo suficientemente alto para ser imposible llegar a pie por las empinadas laderas y los alrededores, por lo tanto se utilizaban carrozas aladas para el transporte de sus estudiantes. 

 

 

Con bellas paredes lizas y perfectas de piedra caliza, completamente uniforme,  enormes puertas de madera oscura con bellos grabados de flores, con miles de ventanas simétricas, junto a un techo de color oscuro que contrastaba perfectamente con el blanco de las paredes.

 

 

 

  El castillo es una composición de torres y muros que pretendía armonizarse con las montañas y los lagos, torres altas y bonitas, perfectamente simétricas en lo más alto de la montaña. A pesar de estar en plena cordillera, poseía enormes y hermosos jardines internos y externos, con un camino de piedra pulida de manera descendente que llevaba hasta el campo de Quiddich y el resto de los jardines y invernaderos, junto a un lago no tan profundo de color oscuro donde vivían otras criaturas mágicas.

 

 

En Beauxbatons,  las clases dieron inicio con tranquilidad, y con esto las constantes prácticas después de clases para la futura competición. 

 

Ayudas, tutorías y prácticas les eran impartidos en sus días libres y durante los fines de semana, Draco pasaba casi todo el día encerrado con los otros Veelas en las asesorías. 

 

 

Todo el movimiento atareaban a Draco, pues al ser el único de 4 año era el que llevaba mayor trabajo en solitario, casi todos los alumnos inteligentes solían pasar 1 o 2 horas a la semana con el, asesorándolo para que no dejara en ridiculo a su escuela de forma académica, aunque esto no fuera necesario pues Draco era muy inteligente .

 

El tiempo pasó rápidamente y cuando menos se lo esperaban ya era 29 de Octubre, faltaba solo 1 día para que el torneo de los 3 magos diera inicio. Partirían al día siguiente, en la madrugada a las 6 a.m para llegar a las 9 de la mañana .

 

 

Las maletas de Draco estaban apiladas en un pequeño montículo de valijas, con más ropa de la que  el fuera a necesitar, junto a su cama, a la espera de que alguien fuera por ellas. 

 

 

Las habitaciones de Beauxbatons eran bastante amplias y hermosas, de colores blancos, celestes y dorados, techos altos embovedados con grandes pilares blancos y bellos cuadros que adornaban toda la habitación, muebles en su mayoría de madera pintadas de dorado y marrón en algunos sitios y una cama lo suficientemente grande, donde podían dormir fácilmente 4 personas sin mucho problema, una araña de cristal mediana iluminaba la habitación. 

 

 

Todo el alumnado estaba desayunando para otro día de clases normal, todos menos los campeones que irían a Hogwarts al día siguiente, los cuales habían sido convocados por la directora a su despacho en la mañana. 

 

 

 

Por lo tanto la habitación estaba completamente vacía y silenciosa, sin rastro alguno de sus 3 compañeros de habitación o cualquier otra persona en el dormitorio o los alrededores.

 

 

 Draco se sentó en su cama sin energía, con los brazos apoyados a ambos costados de sus piernas y la espalda torcida, en una postura que seguramente su madre repudiaría.

 

 

 

 

 En sus manos reposaban un buen número de cartas y pergaminos, con el sello de cera de los Malfoys completamente destruido. 

 

 

—Madre — Se acercó las cartas al pecho y las apretó, los pergaminos se arrugaron y hicieron sonidos lamentables. La mayoría eran  cartas llenas de las preocupaciones de su madre. Su madre estaba en Alemania por un viaje de trabajo y volvería en 1 mes. 

 

 

Narcissa había consultado con Draco su preocupación por que fuera a Inglaterra, después de todo era “un lugar peligroso”. Cosa que había enojado a Draco, pues ella había accedido antes de que el supiera del torneo o tuviera idea de que era eso, él sentía que si se retractaba lo creerían cobarde y tonto.

 

 

 

Después de una Demasiado acalorada discusión por chimenea, donde Draco había terminado hiriendo a su madre sin saberlo, acusándola de que deseaba arrancarle sus raíces, y había terminado utilizando a su padre en su contra, para hacerla sentir culpable. Narcissa había llorado y Draco se sentía como la peor basura del mundo. 

 

 

Ambos se habían contentado al día siguiente. Draco se había disculpado con su madre, pero está aún parecía herida. Ella había accedido a regaña dientes a que asistiera a Hogwarts, pero le había hecho jurar que si veía una situación peligrosa, regresaría a Francia sin quejas y no volvería a Inglaterra jamás. 

 

 

El sonido de una aparición lo sacó de sus pensamientos. Tomó las cartas y las escondió abajo de la colcha de su cama rápidamente. Un elfo doméstico estaba frente a él, mirándolo con esos enormes ojos marrones y las orejas puntiagudas hacia arriba. 

 

 

—Amo— La pequeña criatura hizo una reverencia exagerada hacia Draco —Madam lo espera en su despacho, por favor acuda pronto. Usted y el resto de los representantes deben estar presentes en menos de 10 minuto, amo — Cuando terminó el anuncio en su voz pastosa, se levantó de la reverencia y desapareció de la habitación. 

 

 

Draco sacó de abajo de su colcha las cartas y las guardo con cuidado en uno de los baúles del montón. Se levantó de la cama y salió de la habitación elegantemente, volviendo a su recta y perfecta postura que su madre le había enseñado desde pequeño. 

 

Camino por los largos pasillos del castillo y salió hasta uno de los jardines, tomando un atajo para la oficina de la directora. 

 

—¡No es así! — Draco escuchó un grito fuerte de una chica, no muy lejos de el. Ignoro esto y continuó su camino, sin prestar atención a lo que parecía ser una discusión bastante acalorada. 

 

 

Pero en el camino encontró al origen del sonido, justo frente a él. Una chica rubia lloraba a cántaros, apretando fuertemente su rostro, mientras se convulsionaba en un llanto lamentable. Frente a ella un chico la veía sin inmutarse por las lágrimas de la chica, solo lucia un poco irritado. Ninguno de los 2 notó la presencia de Draco. 

 

 

—¿¡Crees que yo pedí esto!? Por favor — El chico hablo en tono enojado. 

 

 

—¡Dijiste que me correspondías! Sabias que yo era una Veela, yo solo puedo amarte a ti. Para toda la vida — Ella lloro más —¿ Cómo pudiste engañarme? —.

 

—Yo nunca dije que solo te correspondía a ti. Mira, se que eres parte Veela y lo siento por ti, pero no me encadenaré a ti solo por eso — Exclamo sin ningún arrepentimiento —¿Acaso quieres que esto termine? — Pregunto sin real interés en lo que sintiera la chica. Esta apartó las manos de su rostro y lo miró con real desesperación.

 

 

—¡No por favor! — Grito la chica con un tono quebrado. Draco entonces fue consciente de que tan bella era, a pesar de que tenía los ojos hinchados y el rostro rojo por el llanto, la chica era hermosa, con grandes ojos verdes y tiernas facciones —¡Podemos resolverlo, por favor! — Suplicó en un tono quebrado.

 

 

— Aceptó que tendremos que casarnos un día o lo que sea, pero mientras estemos en la escuela  tendré a la persona que quiero. Si no lo aceptas, entonces tendrás que vivir sin pareja, no estoy obligado a seguir tus caprichos o dejarme mandar por ti, eres una adulta. Así que, no más llanto, no más quejas y no más reproches  — Ella asintió de forma sumisa, sin poder contener su llanto por completo. El chico dio media vuelta y se fue por otro camino, dejando a la chica sola, la cual se colapsó en el pasto y continuó llorando fuertemente.

 

 

A Draco se le revolvió el estómago con desagrado. Una imagen de su madre, llorando por su padre en su despacho, cuando Draco tenía 7 años, se le vino a la mente. Intento ignorar esto, dio media vuelta y volvió al castillo para tomar el camino largo. 

 

 

Cuando llego a la oficina de la directora, está solo se dedico a felicitarlos por su duro trabajo y reconocer los méritos de sus queridos estudiantes. Draco se mantuvo callado casi toda la reunión. Cuando terminó se encerró en su habitación y no salió hasta el día siguiente. Se dedicó a comer los dulces que su madre le había enviado de alemania, mientras se escondía abajo de su colcha en completa oscuridad, ni siquiera acudió al banquete de despedida. De su mente no podía salir la imagen de esa chica, llorando y suplicando por afecto de alguien que no la quería. 

 

 

———

 

Era el 30 de agosto a las 5:30 de la mañana. La mayoría de los estudiantes que irían a Hogwarts esa mañana estaban sentados en los jardines del té, comiendo una merienda ligera.  Casi todos estaba muertos del sueño, algunos apoyados patéticamente sobre la mesa durmiendo, algunos cabeceaban tontamente, otros les costaba mantener los párpados abiertos y los cerraban inconscientemente. 

 

 

 Draco tomó un trago de su taza de café de la mañana, café amargo. Su rostro se arrugó tan pronto como el oscuro líquido entró a su boca, tuvo la intención de escupirlo, pero eso sería grosero. Colocó unas 4 cucharadas de azúcar para intentar quitarle ese sabor fuerte. 

 

Miró alrededor sin mucho interés, mientras utilizaba una de las cucharas de plata para revolver su café azucarado. El grupo había sido reducido a 14 personas, casi todos de último año excepto él y una chica de 6 años. Todos habían estado sorprendidos de que lograra sobrevivir hasta acá, lo que había comenzado con un grupo de 30 alumnos había bajado a menos de la mitad en tan poco tiempo y a una velocidad alarmante. Muchos no habían podido a las duras pruebas y otros habían renunciado, pues era demasiado trabajo. 

 

 

Todos sus compañeros pensaban que él sería el primero en retirarse o ser retirado, pues era el más joven del grupo, pero había sido uno de los pocos que se había quedado hasta el final 

 

 

Madam Olympe Maxime entró por una de las rejas doradas de la entrada. El Jardín para tomar el té era eso, un espacio en medio de un jardín, dentro de un laberinto de rosas que Olympe Maxime personalmente se dedicaba a su cuidado. Con un hermoso quiosco de madera blanca de buen tamaño, pisos pulidos de madera y una larga mesa que se utilizaba para tomar el té. Este era un espacio para los inquisidores y alumnos de último año, no era algo que Draco hubiera tenido el gusto de ver antes.

 

 

—Jóvenes — Exclamo la mujer gigante, mientras aplaudía con sus enormes manos, despertando a todos los que estaban dormidos. Más de uno se sobresaltó y casi se cae de su silla — Hora de irnos, el carruaje nos espera—. 

 

 

Draco aliso su abrigo azul celeste y se acomodó el cabello hacia atrás. Todos los jóvenes se pusieron en formación y siguieron a su directora en 2 líneas. 

 

——-

 

 

 

Después de 3 horas de vuelo en el enorme carruaje, llegaron a Hogwarts después de una pequeña parada para desayunar.

 

Draco asomó la cabeza por la ventana para ver Hogwarts. Era más bonito de lo que sus compañeros solían decir, aunque no lucia tan bien como él de su escuela propia, era un castillo espectacular. 

 

 

Cuando el carruaje aterrizó, Draco fue consciente de lo nervioso que se encontraba. Un nudo se formó en su estómago, o quizás siempre había estado allí pero no le había prestado atención. 

 

La puerta se abrió y la primera en salir fue la directora, la cual comenzó una charla con un hombre anciano, con una larga barba blanca y lentes de media luna. 

 

 

 

Cuando Madam Maxime les hizo una señal para que salieran, todos los jóvenes salieron atrás de su maestra en 2 grupos en formación. Draco terminó de último en la fila de los chicos, al ser el más joven y el más bajo. 

 

 

Aunque habían pocos chicos, solo estaban él y otros 3 chicos, las demás eran puras chicas y 3 de ellas eran Veelas, mientras que solo 1 chico además de él era un Veela. 

 

 

 

—-//

 

Siguieron de cerca a su directora, quien los guió por los enormes pasillos del castillo. Pasaron al lado de muchos fantasmas, espectros. Las escaleras no los dejaban moverse bien, Draco tuvo miedo de perderse así que intentaba seguirlos de cerca. Caminaron por el lado sur del castillo, hasta que llegaron a un pasillo sin salida.

 

 

Alli, descansaba un solitario cuadro, de una Ninfa sentada en la prima de un río llorando, la cual los vio tan pronto cuando se pusieron frente a ella. Lucia tan infeliz, sus ojos estaban hinchados de llorar y su cabello se balanceaba miserablemente por el viento de la pintura. 

 

La mujer de rostro severo que los había guiado hasta allí, se paró frente a la Ninfa con cuidado y carraspeó para llamar su atención, la bella criatura le devolvió una mirada curiosa.

 

—Pithiviers — Exclamo con una pronunciación bastante buena. La Ninfa sonrió y hizo un gesto con los brazos, de forma respetuosa. El cuadro se abrió y dejó a la vista una enorme sala — Bueno, los dejó para que descansen. Volveré por ustedes cuando se sirva la cena. Una pequeña merienda les será traído en unos minutos y el almuerzo podrán tomarlo aquí, se les servirá a las 1 p.m. —.

 

 

—Gacias Minedva —Le respondió Madam Maxime en su intento de inglés. Draco se alegró de tener raíces inglesas en ese momento, pues tenía una pronunciación aceptable. La severa mujer sonrió, y continuó su camino de regreso al patio.

 

 

—Bueno chicos, tomaremos los refrigerios y después a desempatar— Explicó en francés fluido. Todo los chicos hicieron lo que ella dijo. Draco esperaba impaciente a que llegara la noche, y el no sabía por que.


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