Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Don't give up on me por Ultraviolet

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Estoy en plena época de exámenes así que no puedo escribir mucho, peeero, he hecho una excepción y he ampliado mi poco tiempo libre para poder escribiros un capítulo más <3

La leve brisa de la mañana azotó el rostro de la castaña, que esperaba apoyada sore la fachada de su casa a que la Agente Jones fuera a buscarla. No había pasado muy buena noche, su madre no había vuelto a ser la misma desde el día del robo. Apenas dormía por las noches pensando en si su madre la iba a necesitar, la veía cada día ir a peor. Parecía que su estado de salud y su corazón, se iban agravando. Había pasado un par de años desde su primer infarto y desde entonces no había vuelto a ser la misma.

Número desconocido [12:13]: “Lo siento mucho, Becca… tengo que ir a trabajar, han solicitado refuerzos debido a la ola de criminalidad de la ciudad…”

Becca [12:14]: ¿Jones? ¿Cómo es que tienes mi número?

Jones [12:15]: Cuando rellenaste los papeles que te di en la comisaría… digamos que lo tomé prestado. Lo siento, debería habértelo pedido.

Becca [12:15]: No te preocupes, no importa.

Jones [12:15]: Siento mucho dejarte plantada, Becca…

Becca [12:15]: Tranquila, Jones, no es tu culpa. ¡Que tengas un buen día!

Jones [12:16]: Lo tendría si hubiera podido salir contigo… De verdad, me apetecía mucho ver la ciudad.

Becca [12:16]: Ya tienes una excusa para volver a pedírmelo.

Jones [12:17]: ¿Volverás a decir que sí?

Becca [12:17]: Tendrás que arriesgarte a preguntármelo. Pero ya te adelanto, que no soy una chica fácil. Y ya me has dejado plantada una vez…

Jones [12:18]: ¿Y si la próxima vez te invito a comer?

Becca [12:18]: Parece que me estás convenciendo… Pero no sé, no sé…

Jones [12:19]: ¿Qué puedo hacer para que digas que sí?

Becca [12:20]: Sé original, Jones. Convénceme.

Jones [12:21]: No dudes que lo haré. Tengo que entrar a trabajar…

Becca [12:21]: Que tengas un buen día, Agente Jones.

Jones [12:21]: Igualmente, Becs.

 

Y quizás se le encogió un poquito el estómago al leer su nombre de manera cariñosa a través del mensaje de Jones. Sonrió levemente y decidió abrir la conversación que tenía con Sidney.

Becca [12:15]: ¿Estás libre?

Sidney [12:17]: ¿Para ti? Siempre.

Becca [12:18]: ¿Te apetece ir a tomar algo?

Sidney [12:18]: No te habrán dejado plantada y yo soy tu segunda opción, ¿verdad?

Becca [12:18]: Eh… pues… había quedado con Jones. Pero la han llamado de urgencia en el trabajo y… aquí estoy.

Sidney [12:18]: Yo no tengo el culo uniformado, ¿Seguro que te valgo?

Becca [12:20]: Te dejaré con la duda. ¿Pasas a buscarme?

Sidney [12:21] En 10 minutos estoy ahí. Ponte guapa para mí.

Becca [12:22] ¿Insinúas que no siempre lo estoy?

Sidney [12:25]: Te dejaré con la duda.

“Menuda gilipollas” Pensó Becca esbozando una sonrisa guardando el teléfono móvil en el bolsillo trasero de sus vaqueros. Por fin iba a tener un día tranquilo en el que iba a poder disfrutar de la compañía de sus amigas, sin pensar en la cafetería o en los estudios. Sólo pasar un buen rato.

-          Cuánto tiempo hacía que no me tomaba una cervecita. – Se acomodó sobre la silla, disfrutando de la brisa de aquél día.

-          Tienes demasiada responsabilidad sobre tus hombros. Deberías relajarte más a menudo. – Sidney la miró a través de sus gafas de sol. – No me haría gracia que vuelvas al hospital por otro desmayo.

-          De eso quería hablarte… - Becca se acalló y miró a la pelirroja, que la animó a seguir. – He pensado que… quizás podría contratar a algún camarero o alguna camarera para ayudarme con el negocio. No quiero que Erika pierda más clases por ayudarme en la cafetería, ni yo creo que pueda permitirme hacerlo tampoco… Y tampoco quiero acabar como mi madre.

-          ¿Cómo está?

-          Mal. – Dijo directamente. – Desde el robo… no ha vuelto a ser la misma, no sé. Apenas come, apenas me habla… No sé qué voy a hacer, Sid.

-          Lo primero de todo… - Atrapó la mano de Becca por encima de la mesa y sonrió. – Tú no tienes la culpa de nada, ¿me oyes? Lo estás haciendo genial, Becs. – Apretó ligeramente el agarre y la castaña sonrió. – Deja que pase algo más de tiempo, tu madre quizás esté en shock por lo que pasó. Y… que sepas que me parece una idea genial contratar a alguien para ayudarte con el negocio.

-          Esta semana pondré los anuncios, cuanto antes hagamos esto… mejor. Cuando se lo diga a Erika va a volverse loca. Ya puedo oír sus comentarios tipo… “Te lo dije”, “¿Ves cómo no podías tú sola con todo esto?” – Sidney rió al ver reflejada a mi prima Erika en mis imitaciones.

-          Se preocupa mucho por ti.

-          Y yo por ella. – Sonreí de lado y miré a Sidney, que apartó la vista rápidamente. - ¿Quieres… contarme algo? – Di un sorbo de mi cerveza, saboreando la frescura de la misma.

-          Tu prima… ¿Es hetero? – Sentí cómo la cerveza se iba por el otro lado de mi garganta y comencé a toser.

-          ¿¡Q-qué!? – Tosí más fuerte. - ¿¡Desde cuándo!?

-          Es… guapa. ­– Hizo una pausa. - Me gusta como es.

-          Eh… pues…

-          Si te incomoda hablar de ello…

-          No, no. Tranquila. Es sólo que… me ha pillado de sorpresa. Nunca me habías dicho nada.

-          El otro día, cuando la llevé a casa…

-          No sé si quiero seguir escuchando esto de mi prima y mi mejor amiga. ¿Hicisteis guarradas?

-          No, no hicimos nada, idiota. Pero me di cuenta de que quizás… no me interesa sólo como amiga. La conozco desde hace 4 años, y ahora es cuando me doy cuenta.

-          Mi prima siempre ha tenido la capacidad de gustarle a todo el mundo.

-          Como si tú te quedaras atrás… No me mires así, apuesto a que serías capaz de ligar con todo aquel o aquella que te propusieras. – Ladeó una sonrisa, insinuándole algo que sabía muy bien.

-          No pienso “conquistar” a Jones.

-          ¿Sabes que es muy sexy cuando la llamas por su apellido? Apuesto que a ella le encanta. – La fulminó con la mirada y prácticamente se rió de su leve sonrojo. - ¿Sabes si le gustan las chicas?

-          ¿Por qué he de saberlo? Apenas nos conocemos.

-          Pues esta mañana teníais una cita.

-          No era una cita. – Dijo rápidamente. – Solamente me pidió que le enseñara la ciudad.

-          Ya… Claro… Ahora lo llaman así.

-          Joder, eres insoportable. – Suspiró. – Espero que nunca te líes con mi prima o mi vida se volverá mucho más complicada.

-          ¿No tengo tu bendición? – Fingió un puchero y sonrió.

-          Si mi prima resulta no ser heterosexual… Tendrás mi bendición, mis felicitaciones y estarás invitada a cualquier cosa de mi cafetería hasta que me muera.

-          ¿Me estás retando? – Alzó el ceño y su sonrisa se ladeó.

-          Mi prima no será objeto de ningún “reto”. ¿De acuerdo? – Sidney asintió. – Sólo digo que… si por algún casual entre ella y tú, pasara algo… Joder. – Suspiró. – Que la cuides. Su último novio no fue… demasiado bueno con ella.

-          ¿Tyler?

-          Si vuelvo a ver a ese hijo de puta… - Sidney sintió cómo la mandíbula de su amiga se tensaba y logró atrapar su mano por encima de la mesa.

-          Eh, Becs. Tranquila. – La castaña la miró con fragilidad. – Tu prima está bien, y en gran parte es gracias ti. No vuelvas a pensar que ese capullo pueda volver a hacerle daño.

-          Siempre pienso en que puede volver y… - Se aguantó la cabza con una mano y dirigió la vista hacia su amiga. – Olvídalo, será mejor no hacerle caso a mi cabeza.

-          Ojalá tuvieras un botón para apagártela. – Presionó su dedo índice en la frente de la castaña e hizo un sonidito con sus labios. – Bzzz. Ya está, apagado.

-          Eres gilipollas. – Estalló la castaña en una carcajada y observó cómo su mejor amiga la seguía. – Está genial esto de… estar tranquila. – Suspiró, observando a su alrededor. Había grupos de amigos, familias tomando algo en la terraza del bar. Hacía buen tiempo y por un día, no tenía por qué preocuparse de la cafetería ya que había dado el día libre a sus trabajadores, y a ella misma también.

-          Necesitas más días así. – Sidney sonrió y mantuvo su mirada hasta que la ladeó hacia la derecha, llamando la atención de Becca. – Uy, ¿No será ella la Agente Jones? – Alzó el ceño y la castaña se giró, observando cómo la Agente de policía dirigía el tráfico de la plaza.

-          ¿Es ella? – Se atrevió a preguntar al ver la cara atónita de Becca. – Vale, sí, es ella. Se te está cayendo la baba.

-          ¡Que no se me está cayendo nada! – Replicó la castaña.

-          Vale, pues a mí sí. ¡Cómo me gustan los uniformes!

-          Mira, algo que tienes en común con mi prima. Podríais pasároslo bien. – Sonrió e intentó que su amiga dejara de mirar a la policía. - ¡Que no la mires con esa cara! ¡Pervertida!

-          Pensaba que no te gustaba. – Becca se acalló, mirando a la pelirroja.

-          Es que no me gusta. – La pelirroja alzó el ceño y vaciló. – Pero me acabas de decir que te gusta mi prima, ¡Así que un poco de respeto hacia ella! – Se cruzó de brazos y miró con fastidio a su amiga. – No te ayudaré con Erika si no me demuestras que realmente te gusta.

-          ¿Me ayudarás?

-          Qué remedio. – Ironizó. - ¿Brindamos? – La pelirroja esbozó una sonrisa.

-          ¿Por tomarte las cosas con más calma? – La cataña sonrió y negó con la caeza.

-          Por ti. – Sidney alzó el ceño, sorprendida. – Y por la paciencia que has tenido y tienes conmigo.

-          Oh, sí. Por eso sí voy a brindar.

 

Estuvieron todo el día fuera, aprovecharon para ir a comer y Sidney puso al día a Becca de todas las novedades de la universidad. Mencionó varias veces a Alex, la cual parecía no dejar de pensar en Becca y molestaba a Sidney durante todo el día con ello. La castaña no pareció ni inmutarse, había aclarado varias veces con ella que lo que pasó entre las dos no eran nada más que un par de noches de sexo desenfrenado y, por supuesto, consensuado entre ambas. Sin ningún tipo de sentimiento romántico envolviendo aquella relación tan esporádica.

La castaña se tumbó en la cama en cuanto llegó a casa, estaba muy cansada de haber pasado el día con Sid, por lo que sólo quería descansar. Masajeó sus sienes y en un momento de arrebato, atrapó el teléfono móvil que descansaba en uan de las esquinas de la cama y abrió la conversación de Jones.

B: ¿Qué tal ha ido el día de trabajo?

Se arrepintió justo en el momeno en el que le dio a “Enviar”, no quería agobiar a Jones ni mucho menos quería sonar desesperada. Ni si quiera tenía la certeza de si Jones iba a contestar a aquél mensaje.

J: No sabría decirte. Todavía estoy en la comisaría…

B: ¿¡Aún!?

J: Sí. Había mucho papeleo, tenía que imaginarme que me lo iban a encasquetar a mí. Problemas de ser la nueva.

B: Detener a ladrones, parar peleas, dirigir el tráfico, llenar el papeleo… Sirves para todo, Jones.

J: No me digas que…

B: Desde la terraza de aquél bar se te veía muy profesional dirigiendo el tráfico de la plaza.

J: ¡Qué vergûenza!

B: No me hubiera dado cuenta ni de que estabas ahí de no ser por cómo mi amiga Sidney babeaba por ti. Le gustan mucho los uniformes.

J: Entre tu prima y tu amiga, parece que me salen muchas seguidoras…

B: Eso parece. Tendrás que poner una maquinita de esas para que vayan sacando número. En una semana tendrás toda una cola de pretendientas.

J: Espero no tener que hacerlo, me cuesta mucho decir que no…

B: ¿Así que eres una chica difícil de conquistar?

J: Digamos que no soy muy fácil de impresionar… pero ahora mismo me conquistarían con una buena pizza barbacoa. No he comido en todo el día e incluso el escritorio empieza a parecerme muy apetecible.

B: Cuidado con las astillas, no creo que sean muy fáciles de sacar de entre los dientes.

J: Ja-ja. Muy graciosa, Becca.

B: Es una de mis muchas cualidades, Jones.

Pasaron unos diez minutos hasta que Jones contestó.

J: Perdona Becca, tengo que dejarte… no me gustaría pasar la noche en la comisaría y todavía me queda un par de horas.

B: No pasa nada, Jones. Me iba a dormir ya.

J: Descansa, Becs.

Y otra vez, aquel nombre de manera tan cariñosa por parte de la agente.

B: Gracias Jones, intenta hacerlo tú también.

 

El día de la Agente Lara Jones había comenzado mal, pero que muy mal. Primero, había tenido que cancelar su mañana con Becca porque ¡Oh, sorpresa!, había mucho trabajo en la comisaría y al ser la nueva, tenía que ocuparse de todas aquellas tareas de las que nadie quería ocuparse, como, por ejemplo, dirigir el tráfico. Lara odiaba hacer aquello, sobre todo porque la primera vez que tuvo que hacerlo casi fue atropellada por un conductor pasado de alcohol y alguna que otra droga.

Había pasado todo el día realizando mil y una actividades, patrullando la ciudad, archivando el papeleo… Era su día libre, era su puto día libre. Había quedado con la castaña para que le enseñara la ciudad y ella ahí estaba, encerrada en su despacho de 4 paredes repletas de estanterías con documentos y delitos sin clasificar.

“Creo que no me pagan lo suficiente” – Pensó por décima vez en aquella noche hasta que su teléfono móvil se iluminó. Había estado en varias ocasiones pensando en cómo había pasado el día la castaña, si a Becca le había jodido tanto como a ella el que no pudieran haber quedado. Quizás le daba igual. O quizás no.

Sonrió al ver el mensaje de Becca, al fin y al cabo, la castaña había pensado en ella, aunque sólo hubiera sido por unos segundos al escribir el mensaje. Y sí, ¡Cómo mataría en ese mismo momento por una buena pizza barbacoa con extra de salsa! Era una de sus favoritas y juraría que besaría al repartidor si ahora mismo si lo viera pasar y dejara sobre su escritorio aquella deliciosa comida.

Tuvo que dejar de hablar con Becca al ver que el tiempo pasaba y su trabajo se estancaba. Le hubiera encanado pasar la noche hablando con la castaña, pero la idea de pasar la noche en aquella silla no gustaba mucho a su espalda, la cual tenía diversas contracturas debido al estrés y las malas posturas.

Se acercó al archivador y sacó un par de archivos más sin clasificar, parecía que eran los últimos de la noche y esbozó una sonrisa que denotaba cansancio. El reloj iba a dar las dos de la mañana y Lara estaba pensando seriamente en olvidarse de lo que tenía que hacer y simplemente marchar a casa.

Escuchó un par de toquecitos en la puerta de su despacho y giró su silla hacia una de las estanterías, atrapando en sus manos un par de documentos que su compañero, al que también le tocaba pasar la noche allí, le había pedido.

-          Toma los papeles, Harley… ya he hecho lo que me has pedido.

-          Si quieres me lo puedes dar, pero no creo que sepa muy bien qué hacer con ellos… - La morena giró y observó cómo la otra cerraba la puerta.

-          ¿Qué haces aquí?

-          Un pajarito me ha dicho que matarías por una pizza barbacoa… Por cierto, ese pajarito eres tú. – La castaña sonrió y la policía abrió la boca con sorpresa. – Está recién hecha.

-          Son las dos de la mañana, ¿dónde la has…?

-          La he hecho yo. – La castaña tomó asiento delante de Jones. – La primera se quemó, la segunda se quedó cruda y la tercera… Bueno, la tercera es esta. Por eso he tardado tanto. – La morena la miraba sin parpadear, tenía un nudo de palabras enredadas en su garganta. - ¿Jones?

-          E-es que… no sé… me sorprende que estés aquí. ¿De verdad que no estoy soñando? Espera, seguro que me he quedado dormida leyendo alguno de esos documentos. – La castaña se acercó y atrapó la mejilla de Jones con dos de sus dedos, dándole un pellizco. - ¡Oye!

-          ¡Sólo te demostraba que no era un sueño! – La castaña sonrió y miró a la agente con una sonrisa. - ¡Se va a enfriar!

-          ¿Cómo has entrado?

-          A Harley le caigo bien. – Sonreí. – Me ha dicho que has tenido un día duro, que cuidara de ti. – La agente rodó los ojos y dio un gran bocado a la pizza, emitiendo un profundo suspiro. - Supongo que… está buena. – Sonrió y la agente se sonrojó.

-          Le diré a Harley que me quedaré cien noches más si vas a volver a hacer esto. – La castaña se mordió el labio levemente, algo que no pasó desapercibido por la agente Jones, que tuvo que tragar fuertemente para no ahogarse con el bocado que había dado a su cena.

-          Voy a empezar a pensar que sólo me quieres por la comida. – Ladeó el rostro y miró detenidamente a Jones.

-          ¿Sabes dar masajes? – La Agente atacó, descolocando a Becca.

-          Sí.

-          Entonces también por eso. Por la comida y los masajes. – La castaña soltó una leve risa y la agente se unió. – En serio… - Los ojos azules de la agente se clavaron en la avellana de la otra. – Gracias por venir. Y hacer esto, está buenísima. La mejor que he probado nunca.

-          ¿Me estás haciendo la pelota, Jones? – La agente alzó el ceño e investigó el rostro juguetón de la castaña. – Yo no soy fácil de conquistar. Te lo aviso. Quizás te haga falta algo más que una pizza para hacerlo. – Vaciló desde su asiento y la agente lo tomó como un reto.

-          ¿Es difícil de conquistar, señorita Hale?

-          Tan difícil que… nunca lo han hecho. – Admitió, ganándose la sorpresa por parte de Jones.

-          ¿Nunca? – La castaña negó con una pequeña sonrisa.

-          No sé. Quizás soy inalcanzable.

-          O quizás nunca nadie había llamado tu atención.

-          Puede ser. – Respondió la castaña. – He tenido demasiadas cosas en mi vida como para darle importancia a eso… - Jones la miró con interés, pero no se atrevió a preguntar. - ¿Qué hay de ti?

-          Solamente he tenido una relación seria en mi vida.

-          ¿La que dejaste antes de venir aquí? – La policía asintió. - ¿Puedo preguntar por qué? – La morena emitió un suspiro y apoyó su espalda en la silla, retorciéndose un poco.

-          Llevaba con él desde los dieciocho años, casi 7 años juntos. – La castaña abrió sus ojos a modo de sorpresa.

-          ¿7 años?

-          Sí. – Sonrió la morena acompañándose de una sonrisa. – A los veinte años lo dejamos durante un tiempo… pero volvimos a retomar la relación. Y bueno, hasta hace un par de meses estábamos juntos.

-          ¿Y… cómo estás? – Preguntó la castaña intentando no invadir el espacio personal de la policía, pero realmente quería saber cómo lo estaba pasando. – No debe ser fácil romper con alguien después de tanto tiempo.

-          Liberada. Me siento… liberada. – Sonrió de manera tan sincera que Becca sintió un leve nudo en su estómago. – La relación se convirtió en una rutina muy aburrida, me ahogaba. Deseaba aprobar las oposiciones de policía para poder largarme de allí. Y cuando lo conseguí… adiós pueblo, adiós Chris, adiós… todo.

-          ¿No echas de menos a tu familia?

-          Claro que sí. – Admitió con melancolía. – Somos 5 hermanos, mis padres siempre han sido muy cariñosos y han intentado que mis hermanos y yo, tengamos todo lo que necesitábamos. Ambos son agricultores así que… a veces podía ser jodidamente difícil sacar adelante a una familia tan grande. Aun así, estábamos y estamos… muy unidos. No hay ningún día que no me llegue algún mensaje de ellos… - Rió levemente y miró a la castaña con sus profundos ojos azules, se podía ver que la morena estaba levemente sonrojada por cómo la castaña la miraba. - ¿Querrías… ver algunas fotos? – Admitió con vergüenza.

-          Me encantaría. – La castaña se acercó, colocándose a la altura de Jones. La morena atrapó el teléfono móvil y se acercó ligeramente a Becca. En la foto aparecía su madre y su padre al lado de un caballo precioso de color blanco.

-          ¡Es precioso! – Exclamó con entusiasmo, arrancando una sonrisa a la morena. – Eres la viva imagen de tu madre, Lara. – La morena levantó levemente el rostro, encontrándose con la mirada de la castaña más cerca de lo que pensaba.

-          Me has llamado Lara. – Becca boqueó, sin poder decir nada. Miró los ojos de la agente con nerviosismo y apretó los labios. – ¡No me digas que te he conquistado con una foto… de mis padres! – Estalló en una carcajada y la castaña empujó la silla de la agente, haciéndola girar hasta la estantería de atrás.

-          ¡Te hará falta mucho más que eso!

-          Igual tengo alguna foto en bikini, ¿quieres echarle un vistazo? – La morena vaciló y se ganó una mirada fulminante de la castaña, que la miraba con vergüenza.

-          Idiota. Eso eres. Una… - Se calló cuando la morena estaba lo suficiente cerca de la castaña como para distinguir cada tonalidad del azul de sus ojos.

-          ¿Una qué?

-          Una idiota. – Dijo en un suspiro. La agente de policía ladeó una sonrisa y observó las pequeñas pequitas que recorrían el rostro de la castaña. Instintivamente, la castaña bajó su mirada hacia los labios de Jones, perfectamente delineados y carnosos. Volvió a levantar la mirada, encontrándose con la de Jones, la cual alzó el ceño y la miraba con gran interés. ¿Quizás la había visto mirar sus labios con profundo interés? La castaña tenía un nudo en el estómago que más que agradable comenzaba a ser todo lo contrario, sentía sus músculos tensos y no podía pensar con claridad.

Unos toquecitos en la puerta hicieron que tomaran algo más de distancia y la castaña dirigió su vista al suelo con claro alivio.

-          Jones, ya puedes irte. Es muy tarde. Mañana tendrás el día libre, ¿De acuerdo?

-          Gracias, Harley.

-          Buen trabajo. – Sonrió el señor con gesto amigable y dirigió su vista a Becca. - ¿Quieres que te lleve a casa?

-          No se preocupe, la acompañaré yo. – Se adelantó la policía, aunque no tenía la certeza de que la castaña quisiera ser llevada por ella. La miró en busca de aprobación y la castaña asintió.

-          Llevad cuidado entonces. Adiós, chicas. – Cuando desapareció por la puerta, la miré.

-          ¿Quieres que nos vayamos ya? – Y quizás la morena tuvo la pequeña esperanza de que la castaña dijera que no, que quería pasar algo más de tiempo con ella. Pero eran casi las 4 de la mañana y la castaña seguro que tenía cosas que hacer.

-          Sí… - Suspiró. – Mañana iré a la universidad así que debería… dormir.

-          ¿Irás a clase? – Preguntó la morena con una sonrisa.

-          Parece que te alegras más que yo.

-          Desde que te conozco, solamente has ido una vez. Me gusta que te concentres en tus estudios, al fin y al cabo, es a lo que te quieres dedicar, ¿Verdad? – La castaña asintió y se sintió muy, pero que muy bien al ver a la morena alegrarse por ella.

-          También he decidido que… - Se animó a contar a la policía. Ya caminaban por las calles, en dirección a casa de Becca. - Contrataré a otra camarera, una en la que pueda delegar y así… Erika y yo podremos ir más a la universidad. No quiero que por mi culpa ella pierda más clases.

-          Eso es genial, Becs. – Y otra vez, aquel nombre tan cariñoso de los labios de la morena. – Necesitas un respiro, ir a la universidad… liberar estrés. Si necesitas alguna cosa, sabes que me lo puedes pedir, ¿Verdad?

-          Jones, apenas nos acabamos de conocer…

-          Sabes que puedes pedirme lo que necesites, ¿Verdad? – Ignoró totalmente a la castaña y se limitó a suspirar.

-          Gracias… Lara. – Se pararon al frente de la casa de Becca y la morena sintió cómo Becca palidecía, rebuscando en el interior de sus bolsillos.

-          ¿Qué pasa?

-          Pues… - Aguantó la respiración. – Que se me han olvidado las llaves de casa dentro.

Notas finales:

espero que disfruteis de la historia tanto como lo hago yo, y nos leamos en el futuro!! 

Besitos <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).