Capitulo 11: La concepción, primera parte.
Afrodita, no miraba a Radamantis no miraba lo que este le hacia a su cuerpo, había tomado la poción la cual le había causado un dolor horrible, mientras creaba en su cuerpo el pequeño orificio que era el canal vaginal.
Pero su único gesto en ese momento había sido apretar los dientes con dolor, soltar un pequeño jadeo y serrar sus ojos.
Cuando el dolor paso y Radamantis empezó a desnudarlo para poseerlo, Afrodita se había dejado acostar en la cama.
Oía los halagos a su belleza, mas no los escuchaba. Sus ojos estaban abiertos, pero miraban a la nada en realidad. Su hermoso rostro sin expresión y su cuerpo quieto y sin vida como el de un muñeco de porcelana en las manos de su señor.
Sentir la penetración de Radamantis por ese nuevo orificio virgen de su cuerpo, fue bastante doloroso, pero solo serró sus ojos que miraba a la pared de la izquierda por unos segundos antes de volverlos a abrir.
Lo sintió moverse en su interior, pero ni siquiera entonces lo miro, su hermosa cabeza peli-azul recostada sobre la almohada miraba a la pared de la izquierda sin expresión alguna sin querer ver a su amo. Lo sintió acabar y correrse en su interior y solo entonces su rostro mostró una pequeña emoción, pues una lagrima rodó fuera de sus ojos silenciosamente, mientras los serraba.
Radamantis lo tomo de la barbilla y lo beso complacido.
-¿Me puedo retirar ya mi señor?
Pregunto Afrodita con una voz carente de emoción. Radamantis se dejo caer sobre su lado en la cama y asintió.
-Si, hoy fuiste tal y como me gustas sumiso y hermoso como siempre lo debes de ser, ya puedes retirarte.
Afrodita se levanto, negándose a mirar su cuerpo y mucho menos su entrepierna donde ahora había un orificio que no era natural, un orificio por el que el mal nacido de Radamantis había puesto en su vientre a un hijo.
Serró sus ojos para no llorar o gritar y tomando su túnica con manos temblorosas se la puso. Tanta prisa tenia por salir que asta las sandalias dejo tiradas en el suelo.
Una vez fuera de la habitación de Radamantis sus pies corrieron alejándolo de ese lugar asta llegar al pasillo del harén. Sus ojos repletos de lagrimas, casi ciegos, pero aun así no dejo de correr asta que llego a su habitación.
Entro aun llorando mientras sus manos intentaban arrancar su túnica con desprecio. Unas suaves manos sobre las suyas lo detuvieron.
Alzo su rostro inundado de lagrimas y sus ojos enrojecidos por el llanto, dieron con los afligidos de Kannon.
Se refugio en el pecho del geminiano echo un mar de lagrimas. Kannon lo abraso con fuerza contra su pecho, tratando de consolarlo. Lo tomo en brazos para llevarlo a la cama y acostarlo para que descansara pero Afrodita se aferró a el negándose.
-No pro favor, tengo que quitarme su sabor, su olor, me quiero bañar, quiero sacarme la piel a tiras, no me lleves a mi cama, llévame a el baño del harén.
Kannon asintió y cambio su rumbo, y con el pisciano en brazos, se encamino a el baño del harén.
El baño principal del harén, era una habitación enorme, la bañera era en realidad un enorme yacusi, donde cabían los cinco codamente y sobraba espacio. También habían tres duchas y dos tinas pequeñas, además de enormes espejos, lavadores (lavamanos, donde te lavas los dientes) y unos cubículos que daban al sanitario.
Kannon dejo a Afrodita sentado en el borde del yacusi, mientras lo encendía. Una vez lo tubo encendido y lleno, hizo levantarse a el hermoso picsiano y lo desnudo. Afrodita se dejo mansamente, dejando que le quitara las joyas le soltara e cabello y le quitara la túnica. Su vista se detuvo un momento en la entrepierna, viendo aquel huequito lleno de semen, pero no hizo ningún comentario y se volvió a levantar. Cuando fue a ayudarlo a meterse en el yacusi que era profundo pero a apenas 4 pulgadas del nivel del suelo, el pisciano lo detuvo.
-Báñate conmigo, por favor.
Pidió en un tímido susurro. Kannon no lo dudo el también se quito su ropa y entro al yacuzi con Afrodita.
***
Ikki al igual que Afrodita, se mantuvo quieto, frió, indiferente en apariencia entre los brazos de Eacos.
Pero el no hizo ningún gesto de dolor a pesar de que le dolió cuando al beber la posición, el pequeño orificio se creo entre sus partes intimas. A Pesar de que le dolió cuando Eacos lo penetro, con poco o ningún cuidado y que se movió sin tan siquiera dejarlo acoplarse.
A pesar de todo eso no le dio el placer a Eacos de tan siquiera largar un gemido de dolor. Cuando Eacos se salió de dentro de el, se levanto sin pedir permiso y tomando su túnica se la puso, se puso sus zapatos y salió de la habitación de su señor sin mirar atrás.
Le dolía de la cintura para abajo pero no emitió queja mientras caminaba hacia las habitaciones del harén.
Ikki volvió a las habitaciones del harén en apariencia tranquilo, sin expresión alguna. Pero cuando vio sentado en el pasillo a Fenril con sus dos lobos y que este se levantaba de un salto al verlo llegar y corría hacia el abrasándolo, se derrumbo.
-¿Estas bien?
Le pregunto Fenril preocupado, mientras sentía a los dos lobos frotándose entre sus pies para reconfortarlo. Ikki no pudo contener dos lagrimas que salieron de sus ojos, pero su voz nos e rompió, cuando le aseguro a Fenril, tomando su rostro entre sus manos y mirándolo a los ojos.
-Estaré bien.
Sintió unos pasos apresurados y vio a Julianus acercándose hacia el, por el pasillo. Como siempre solo llevaba el pantalón del pijama y sus pies estaban descalzos. Casi pisándole los talones, estaban Syd y Bud.
-Ikki...
-¿Cómo estas?
-Muy necesitado de un baño.
Fue todo lo que dijo el fénix con una sonrisa débil, antes de verse envuelto por sus amigos, quienes lo llevaron y lo ayudaron a bañarse como si fuera un niño pequeño. Un niño siendo mimado y cuidado, por quienes lo querían y apreciaban.
***
Solo el penar en Hyoga y en Issack y en sus sonrisas de aquel entonces cuando eran sus alumnos ambos en Siberia, fue lo único que sostuvo a Camus, mientras bebía la pócima y se desnudaba para Minos.
Fue el rostro de Saga el que acudió a su mente, su sonrisa, mientras lo ayudaba cuando la maldad no se había apoderado aun de el y Camus tan solo era un aspirante a caballero.
Fue las raras y escasas sonrisas de Hagen, las que acudieron a su mente mientras sentía a ese bastardo moverse en su interior, fue el rostro de sus compañeros y amigos lo que estuvo en su mente, ayudándolo a mantener el rostro frió y sin expresión, mientras Minos acababa dentro de el.
Como un autómata, se levanto se vistió y se dirigió a las habitaciones del harén.
No reacciono, como si su mente estuviera en otro lado y no en su cuerpo, cuando Saga lo tomo de los hombros y lo llevo al baño desnudándolo y metiéndolo en la tina.
Dejo que lo bañara y le lavara el cabello, pero cuando fue a lavar aquel huequito que no era natural de su cuerpo y en el que aun habían restos de semen, detuvo la mano de Saga.
Lo miro a los ojos y Saga pudo ver como estos se llenaban de lagrimas que no derramaba. Como si de pronto su mente volviera a su cuerpo y fuera consiente de todo. Abrió los brazos y Camus se metió entre ellos, dejando salir su silencioso llanto, mientras Saga sin importarle que se estuviera mojando lo abrasaba. Asta que termino por meterse a la tina aun vestido y acunarlo entre sus brazos, mientras lo dejaba desahogarse.
***
Hipnos sabedor de que la pócima al crear el pequeño huequito que asía de vagina, provocaba un fuerte dolor, adormeció con sus poderes a Shiryu, quien entre sus brazos no sintió ningún dolor. Una vez listo, anulo casi por completo el efecto de sus poderes dejando un poco para que sirviera de anestesia.
Lo amor y lo acaricio con cariño y ternura, procurándose por su disfruto, por que gozara de su carisias y quedara satisfecho. Por que no le doliera y que el recuerdo de la concesión de su hijo fuera algo bonito en la mente de el joven dragón.
Cuando termino, salió con cuidado del cálido interior del joven y lo abraso contra su pecho para dejarlo dormir. Apenas dos horas después despertaba Shiryu soñoliento.
-Mi señor..
-Shhh, duerme pequeño dragón.
Le sonrió dulcemente Hipnos.
(Na: Adoro a Hipnos ^_^)
Continuara...