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El gobierno de Hades por La_Oscura_Reina_Angel

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Capítulo 13: Embarazos, primera parte.

 

<<Cinco meses después>>

 

En el harén de Radamantis, más precisamente en el patio del harén, estaba sentado junto a una fuente Kannon, con un libro de poesías, y acostado en el mismo banquito y con la cabeza recostada en los pies de Kannon estaba Afrodita.

 

Se veía tremendamente angelical con sus cinco meses de embarazo. La pequeña curva de su estómago, mezclada con la luminosidad que le había dado el embarazo le daba una apariencia etérea y hermosa.

 

Kannon leía en esos momentos en voz alta, pues insistía en leerle al bebé. A menudo solía leerle y cuando no lo hacía él, lo hacía o Sorroneto o Milo o Jabu. Pero todos querían leerle al bebé. Todos querían tocar el vientre de Afrodita y sentir al crío moverse.

 

El embarazo hasta cierto punto era un alivio para Afrodita porque ahora Radamantis no lo podía violar si no quería hacerle daño al bebé.

 

Cuando lo quería penetrar tenía que hacerlo con calma y cuidado, y no lo podía golpear.

 

Lo que le entristecía un poco, era que muchas veces cuando Radamantis quería estar con él para no lastimar al bebé, solía llamar a uno de sus compañeros y Afrodita no quería que ellos sufrieran.

 

En esos momentos Afrodita soltó una exclamación de felicidad y se llevó las manos al vientre con una sonrisa.

 

- ¿Qué sucede?

 

Le preguntó un preocupado Kannon dejando de leer.

 

- Se movió.

 

Sonrió Afrodita tomando la mano de Kannon en su vientre. Kannon también sonrió al sentir al crío moverse.

 

- Sabes, creo que será una niña y será tan hermosa como tú.

 

Aseguró el geminiano. Afrodita se sentó con una sonrisa feliz y se volteó hacia Kannon. Era extraño, odiaba que Radamantis alabara su belleza, pero con Kannon no le molestaba.

 

- Entonces será una niña hermosa.

 

Aceptó Afrodita con una sonrisa pícara. De pronto sus ojitos se volvieron soñadores.

 

- ¿Sabes dónde me gustaría parir? - Le preguntó a Kannon.

 

Kannon asintió.

 

- No estoy seguro, pero apostaría algo a que en un jardín.


Afrodita volvió a sonreír.

 

- Justamente.

 

Dijo con una sonrisa radiante. Kannon no lo pudo resistir, soltó el libro y tomando con una mano la barbilla de Afrodita acercó su cara al pisciano.

 

Afrodita cerró los ojos al sentir los otros labios sobre los suyos y abrió su boca dando paso a esa lengua. Se estremeció de placer.

 

Las manos de Kanon fueron hacia su cintura levantándolo y poniéndolo sobre su regazo, mientras las manos de Afrodita rodeaban su cuello. El beso subió de intensidad. Las manos de Kannon se metieron bajo la camisa de Afrodita acariciando la piel y el vientre hinchado. Afrodita suspiró de placer dentro del beso. Pero antes de que pasara a mayores, una voz los interrumpió.

 

- ¡Están locos! - Exclamó Sorroneto acercándose a ellos - Si Radamantis los hubiese visto nadie los hubiese salvado del seguro castigo que les daría.

 

Kannon y Afrodita se separaron sobresaltados. Afrodita tenía un adorable sonrojo en sus mejillas y Kannon lo miraba embelesado. Embarazado su compañero era aún más hermoso.

 

Sorroneto se acercó a ellos y los miró con ojos suplicantes.

 

- Por favor, ya no vuelvan a hacer eso. Me muero de angustia cada vez que pienso que Radamantis podría atrapar a Jabu y a Milo, no quiero también preocuparme por ustedes. Menos por ti en tu estado, Afrodita.

 

Les rogó Sorroneto.

 

- Jabu y Milo son hermanos.

 

Trató de excusarlos Afrodita.

 

- Sí - Aceptó Sorroneto - Pero también son amantes, y eso está prohibido entre nosotros.

 

Le recordó Sorroneto.

 

- ¿Y qué quieres, Sorroneto? Si el único amor que podemos encontrar en este sitio es el que nos brindamos entre nosotros mismos. No puedo juzgar a Jabu y a Milo, por demostrarse su amor con caricias y besos a pesar de ser hermanos, porque es el único alivio que tienen en este infierno.

 

Sorroneto suspiró derrotado, Kannon tenía razón, pero era muy peligroso si los descubrían.

 

Afrodita lo miró.

 

- No te angusties por nosotros, Sorroneto.

 

Le pidió el pisiciano dulcemente. Sorroneto fue a hablar pero en ese momento llegó un agitado Jabu que lloraba a raudales.

 

- ¿Jabu, qué te sucede?

 

- Radamantis está furioso, Afrodita. Supo del desplante que hiciste al no quererte poner la ropa que te obsequió y venía dispuesto a darte una lección. Milo se interpuso en su camino diciéndole que sólo sobre su cadáver te tocaría a ti o al bebé, y Radamantis se arrojó sobre él. Lo va a matar, lo va a matar a golpes.

 

Lloró el antiguo unicornio desesperado. Kannon se levantó de inmediato junto con Sorroneto.

 

- Llévate a Afrodita a mi habitación y enciérrense ahí, no salgan por nada del mundo.

 

Les gritó Kannon mientras corría hacia dentro del harén con Sorroneto.

 

Afrodita tomó entre sus brazos a Jabu y lo llevó hasta la habitación de Kannon.

 

- Ya no llores, Jabu, Sorroneto y Kannon salvarán a Milo.

 

Le susurró con ternura el peliazul, y el unicornio se dejó caer en sus brazos, llorando desesperado.

 

***

 

Ikki miró en los catálogos que Eacos le había dado.

 

- ¿Qué te parece esta cuna, Máscara?

 

Preguntó al mayor acariciándose el vientre distraídamente.

 

- ¿Una cuna adornada de Barney? ¿Quieres que tu hijo te odie? Ni Eacos es tan cruel; mira, esta está más bonita.

 

Dijo Máscara señalando otra.

 

- ¿Una cuna adornada con cosas de Chuki? ¿Tú estás loco? ¿Quieres que mi bebé tenga pesadillas?

 

Le reclamó el fénix.

 

- Dios, pobre de nuestro sobrino - Se lamentó Bud - Los gustos de ustedes dos son tan malos, que mejor los ayudamos. - Dijo el gemelo.

 

Syd asintió ante las palabras de Bud. Le quitó el catálogo a Ikki, y le señaló una cuna. Era de madera de caoba y las sabanitas y todos los accesorios de la cuna eran de fénix.

 

- Esa es una buena cuna.

 

Dijo Syd, y Bud asintió. MM e Ikki miraron la cuna y tuvieron que aceptar que era una bonita cuna para el bebé.

 

En ese momento entró al cuarto Fenril, con sus lobos siguiéndolo y con algo entre sus manos que tenía escondidas a su espalda.

 

El guerrero sagrado de Arioto parecía apenado.

 

- Fenril ¿sucede algo?

 

Le preguntó Ikki con una sonrisa al verlo.

 

Fenril respiró hondo y sacó lo que ocultaba tras la espalda, tendiéndoselo a Ikki; era un paquete bastante mal envuelto.

 

- Yo lo hice con las cosas de mi cuarto, para el bebé.

 

Dijo Fenril sonrojado.

 

Ikki lo miró con una sonrisa, pues el gesto de Fenril le llegó al corazón. Se apresuró a abrir emocionado el regalo mal envuelto. Y su corazón se enterneció a la vez que una sonrisa tierna se dibujaba en sus labios. Era un peluche con la forma de un pequeño lobo blanco hecho a mano. Ikki alzó sus ojos emocionados y llenos de ternura hacia Fenril.

 

- Es que el bebe no tenía ningún juguete aún para que lo acompañara en su cunita.

 

Se excusó Fenril. Ikki se levantó de la cama y lo abrazó.

 

- Apuesto a que a mi bebé le encantará tu regalo, Fenril, muchas gracias.

 

Le dijo Ikki sinceramente. Fenril sonrió feliz y acarició el vientre hinchado cubierto por una holgada camisa.

 

Oyeron unos pasos acercarse. Fenril se asustó y se ocultó en el regazo de MM que solo tuvo tiempo de abrir los brazos y recibir al jovencito en ellos cuando este se le arrojó encima.

 

Los pasos se volvieron a alejar y sólo entonces Fenril soltó a MM.

 

- Fenril ¿qué te sucedió?

 

Le preguntó Ikki preocupado.

 

- Amigo ¿sucede algo?

 

Eran los gemelos los que más se preocuparon por la actitud de Fenril. MM se limitó a acariciar el largo cabello del joven en su regazo.

 

- ¿Por qué te asustaste, Fenril?

 

Le preguntó MM.

 

- Yo pensé que era el señor Eacos.

 

Todos se extrañaron. Era Fenril de ellos el que menos le importaba el sexo con Eacos.

 

- ¿Sucede algo con el señor?

 

Preguntó Ikki preocupado sentándose en la cama alrededor de MM y Fenril como los gemelos.

 

- Él quería que yo acariciara a JD y dejara que me montara, pero ni JD (mi lobo) ni yo queríamos, porque las especies diferentes no se aparean entre sí.

 

Dijo Fenril. Los más grandes entendieron sin problema que Eacos quería que Fenril mantuviera relaciones con uno de sus lobos.

 

- ¿Y qué hiciste cuando te pidió eso, Fenril?

 

Le preguntó un preocupado Syd.

 

- Me negué y me pegó, salí corriendo y eso fue ayer en la noche, no lo he vuelto a ver.

 

- Por eso te fuiste a dormir con nosotros.

 

Dijo de pronto Bud al entender la conducta de Fenril la otra noche.

 

- ¿Verdad que yo no me puedo aparear con mis lobos?

 

Dijo Fenril con inocencia. MM le acarició el cabello.

 

- No, Fenril, JD sólo se puede aparear con otros lobos. - Le dijo MM. - No te preocupes por Eacos, él no volverá a pedirte eso, yo lo evitaré. - Aseguró el mayor.

 

***

 

Los cinco integrantes del harén de Minos estaban tirados en ese momento en el suelo de la biblioteca, frente a la chimenea.

 

Saga, Issack, Hyoga, Hagen y Camus. Issack y Hyoga jugaban cartas, Saga leía un libro sentado junto a Camus, pues supuestamente eso era bueno para el bebé. Mientras Hagen le daba un masaje a Camus en la espalda, pues el acuario se venía quejando hacía un buen rato de que le dolía.

 

A la hora de la comida los cinco integrantes del harén comieron juntos entre bromas y charlas tranquilas. Las cosas estaban muy relajadas en el harén de Hielo desde que dos días atrás, Minos tuviera que salir dejando a los cinco guerreros en el harén.

 

Pero nada es eterno, y Minos llegó esa noche. Estaban todos descansando, en sus respectivos cuartos, menos Hyoga, quien se había quedado hasta tarde hablando con Camus y se había quedado dormido en la cama de este; Camus sin querer despertarlo e imposibilitado de cargarlo por su embarazo, lo había arropado y se había acostado junto a su antiguo alumno.

 

Por lo que cuando Minos llegó a su templo y se dirigió hacia las habitaciones del harén, más precisamente a la de Camus, y lo encontró dormido abrazado a Hyoga, se enojó.

 

Se acercó a la cama y tomando a Hyoga de los cabellos lo hizo salir de la cama. El muchacho despertó con un grito llevando sus manos a aquella que tomaba sus rubios cabellos. Camus también despertó sobresaltado y al ver como Minos tenía a Hyoga fue en su ayuda, pero una bofetada lo volvió a enviar contra la cama.

 

- No - Gritó Hyoga arrojándose sobre Minos, pero este lo empujó contra la pared haciéndole caer y golpearse con esta. Hyoga cayó al suelo casi inconsciente, pero aún despierto, mientras Minos iba hacia Camus, quien llevándose las manos al vientre retrocedió.

 

- Déjelo mi señor. Minos déjelo, Camus lleva a su hijo en el vientre, por piedad déjelo.

 

Rogó Hyoga tratando de levantarse. Sus palabras parecieron hacer reaccionar a Minos, quien se alejó de Camus pero volcó su furia en el joven rubio.

 

Camus gritó angustiado, al ver como otra bofetada enviaba al suelo al apenas levantado Hyoga. Al parecer, el jaleo despertó a los demás. Porque Saga, Hagen e Issack, aparecieron en la habitación; los tres palidecieron al ver a Minos.

 

Minos agarró a Hyoga del cabello haciéndolo levantarse.

 

- Ustedes tres - Les dijo a Saga, Hagen e Isaac - Llévense a Camus de aquí - Ordenó duramente.

 

- No, mi señor, Hyoga es un niño, por favor, déjelo.

 

Rogó Camus. Minos se volteó hacia el embarazado, pero Hyoga lo detuvo tomándolo del rostro y besándolo. Miró a Saga.

 

- Llévatelo.

 

Le rogó asustado por su maestro y el bebé que se gestaba en el interior de este. Saga miró al rubio con lástima, y tomando a Camus lo sacó de ahí, poniéndole una mano en la boca para callarlo, mientras el acuariano lloraba angustiado e impotente. Mientras Hagen sacaba a un Issack que quería ayudar a su rubio amigo.

 

Minos volvió a tomar los labios del rubio en los suyos.

 

Hyoga cerró los ojos, cómo odiaba a su amo y señor.

 

Sintió cómo era despojado de su pijama y rogó que todo terminara pronto.

 

Continuará...

 

 

 

 

 

Notas finales:

‘Embarazos' se divide en tres pares, en el próximo capítulo, Hipnos, Tanatos y Pandora, y en el posterior, Hades, Poseidón y Apolo ^_^

 

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