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El gobierno de Hades por La_Oscura_Reina_Angel

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Capitulo 18: Si juegas con fuego te quemas

Afrodita y Kanon se sentaron en el lecho de un salto asustado mientras Radamantis los miraba con furia.

Había adelantado su regreso pues era el cumpleaños de su segundo favorito. Y pensaba llevarlo al mundo humano de regalo a comer a pasear, pero al llegar ¿qué encontraba? a su segundo favorito y a su favorito revolcándose juntos. Y de qué forma. Ni Kanon ni Afrodita se habían entregado de esa forma a él. Era amor, un amor que solo deberían sentir por él y eso lo llenaba de rabia.

Había sospechado que algo no iba bien cuando al llegar de sorpresa, el color había desaparecido de la cara de Sorrento, Milo y Jabu que habían tratado de entretenerlo y alejarlo de ahí. A ellos también los castigaría, ellos sabían de eso. Pero antes, antes empezaría por sus dos favoritos. Se acercó a la cama con paso firme, ver como Kanon se movía poniéndose delante de Afrodita para protegerlo solo lo enfureció más. Tomo a Kanon del cabello sacándolo de la cama como si fuera un pelele y le dio una bofetada a Afrodita que lo tendió en la cama.

Luego lo tomo del cabello y también lo arrastró fuera de esta.

-Amo, deténgase, Afrodita esta embarazado.

Le suplico Kanon.

-Cosa que a ti no te importa a la hora de cogértelo-le dijo Radamantis con furia, arrastrándolo a los dos a los calabozos. Los tiro dentro de una celda. Encadeno a Afrodita en una pared y a Kanon en otra. Pero a Kanon lo encadeno de cara a la pared. Y tomando un látigo de tres puntas comenzó a golpear sin compasión al geminiano, mientras Afrodita lo miraba gritando angustiado, rogándolo que lo dejara.

Pero Radamantis no lo dejo hasta que lo vio sangrar y el geminiano necesitó que le echaran agua en la cara para no desmayarse.

-Los degradare, ya que les gusta coger tanto los convertiré en simples putos para que hasta los sirvientes se los puedan coger -les juró- Pagaran caro esta traición- les juró a ambos.- Sabrán que conmigo no se juega- les dijo de ultimo y salió de ahí furioso, pues si se quedaba al próximo que golpearía seria a Afrodita. Y hasta que ese puto no tuviera a su hijo no le haría nada pero cuando lo tuviera, cuando lo tuviera cumpliría su amenaza se juro así mismo.

Escuchar el llanto desesperado de Afrodita mientras se alejaba fue un bálsamo para el juez del inframundo.

Radamantis salió furioso. Milo, Jabu y Sorrento se escabulleron al sótano. La escena los hizo estremecerse a los tres. Milo y Jabu quisieron curar a Kanon pero Sorrento se los prohibió.

-Pero por qué?-le reclamo Jabu.

-Porque si lo nota será mucho peor para todos, no lo enfurezcamos mas- les ordeno Sorrento- Necesito pensar algo- dijo desesperado el general marino. Kanon asintió cansado.

-El tiene razón, tienen que irse de aquí- les pidió Kanon no quería que ellos tres también cayeran en desgracia como Afrodita y el.

Esa noche Milo y Jabu no pudieron dormir angustiados en sus habitaciones. Kanon y Afrodita en su fría celda tampoco. Y Sorrento decidió rescatar la situación, era él quien podía hacerlo de eso estaba seguro. Era hora de que el general de la sirena se comportara como la sirena.

Camino después de tomar aire varias veces a las habitaciones de Radamantis. El amo estaba furioso y no se puso contento de verlo.

-Largo de aquí!-fue su furiosa orden. Pero Sorrento la ignoro quitándose la fina túnica que llevaba y quedando desnudo ante el juez del inframundo.

-Amo- le tendió su mano suplicante- Permítame consolarlo de tan inmerecida traición amo, usted que nos trata como príncipes no se merecía eso- le aseguro Sorrento. Radamantis se hablando un poco ante las hechizantes palabras de su amante y tomándolo de la mano lo hizo levantar y lo beso con fuerza. Sorrento se dejo sumisamente.

Él mismo separó sus piernas y complació a su amo comportándose como un experto amante dejándolo satisfecho y con una sonrisa. Radamantis abraso a su amante de esa noche por la cintura atrayéndolo hacia su fuerte pecho.

-No pido mucho Sorrento, solo obediencia.

Dijo el juez sentándose en la cama. Sorrento también se sentó y arrodillándose en esta le empezó a masajear los hombros a Radamantis.

-Lo sé mi señor, Kanon y Afrodita nunca debieron haber tomado una iniciativa así, por voluntad propia, sin exponérselo antes mi señor- le dijo Sorrento astutamente ese era el momento justo, su voz fue suave casi ingenua.

-¿Que quieres decir con eso?

Le pregunto Radamantis tensándose a la mención de sus dos favoritos.

-¿Es que no lo sabe amo? ¿Es que acaso no los castigó por su estúpida idea?

-¿Te refieres a su engaño?-le pregunto Radamantis.

-Más que su engaño, yo diría su estupidez-dijo Sorrento mirando a su amo con inocencia y sentándose en su regazo.

-Explícate-le ordenó Radamantis frunciendo el seño.

-Vera amo, por su embarazo Afrodita se ha sentido muy inseguro, gordo y eso dice que ya no es tan hermoso y que usted iba a dejar de quererlo ya que debido a su embarazo no podía tomarlo tanto como antes. Así que como Kanon es su otro favorito a ellos se les ocurrió que si aprendían a complacerse entre ellos dos y así lo aprendían a complacer junto a usted todo seguiría igual y usted estaría complacido con ellos y no despreciaría a Afrodita por su estado de embarazo. Son unos tontos yo se lo dije, que como el amo iba a sentir asco del vientre de Afrodita si ahí estaba su heredero. Pero no me escucharon amo, se les metió en la cabeza que eso que hacía era lo mejor para usted. Decían que cuando usted volviera entre los dos lo complacerían de tal manera en la cama y lo excitarían de tal manera que usted no tendría necesidad de mirar a nadie que no fuéramos nosotros cinco como siempre ha sido y como debe ser- le contaba Sorrento con inocencia claro que todo era un invento de el- Supongo que en el fondo los cinco somos algo celoso con usted mi señor, no queremos que nos abandones ni que traigas a alguien más, nosotros somos solo suyo y usted solo nuestro no podríamos vivir sin usted, por eso siempre queremos aprender cosas nuevas para tenerlo contento- le dijo Sorrento y sus ojos se llenaron de lágrimas que parecían salidas de su alma aunque no era por la razón que Radamantis creía.

Radamantis lo abraso con fuerza.

-Son unos idiotas eso nunca pasaría, tengo las cinco bellezas mas grande jamás los cambiaria. Tienes razón no debieron hacer algo así sin mi autorización esos dos-dijo el juez un poco más tranquilo, la mentira de Sorrento se escuchaba tan real el mismo había notado que Afrodita se sentía muy inseguro ahora con su físico.

-Verdad que usted no nos dejara amo, ni siquiera a Afrodita por mas embarazado que se ponga?-le pregunto Sorrento con fingida inocencia.

-Nunca los dejare-le prometió Radamantis mucho más tranquilo -Kanon y Afrodita se merecen un castigo por haber hecho eso sin permiso, pero me tranquiliza saber que no lo hicieron por traición, sino solo por complacerme a mí- asintió Radamantis. Sorrento se sintió más tranquilo- Aunque ellos se dijeron que se amaban- dijo aun un poco receloso.

-Milo- suspiro Sorrento -ya lo conoce dice que oír ese tipo de cosas de sus amantes excita a los amo, así que trata de que nos acostumbremos a decirnos eso-le dijo Sorrento con inocencia.

Radamantis rio.

-Bicho astuto, podría ser excitante supongo- asintió Radamantis.

-Señor que castigo le dará a Kanon y Afrodita?-pregunto Sorrento con algo de preocupación pero intentando esconderlo en su papel.

-Supongo que ya han tenido suficiente castigo, mañana temprano los sacare de los calabozos y cuando se recuperen los dejare que me demuestren lo que aprendieron a hacer juntos-dijo el juez magnánimo.

-Es usted muy bueno con nosotros amo, no se lo merecen.

Aseguro Sorrento porque sabía eso era lo que debía decir, se las jugaba todas con esa última frase.

-Me gusta ser bueno con ustedes- sonrió Radamantis y Sorrento lo odio por su prepotencia pero sonrió.

-Será mejor que me retire para que el amo pueda descansar-dijo Sorrento juicioso.

-Duerme hoy conmigo, temprano cruzaré la orden de que liberen a mis favoritos, los bañen y los curen, quiero que se recuperen pronto para tenerlos juntos en mi cama-dijo Radamantis con lujuria excitado, le excitaba pensar que sus amantes habían hecho eso por él. Incluso Afrodita había invertido su cumpleaños en aprender nuevas técnicas para complacerlo mejor a él.

Sorrento se dejo hacer el amor una vez más por su amo y se durmió junto a él, aliviado por la suerte que le había ayudado a resolver este dilema. Era consciente de lo cerca que había estado todo de arruinarse, por eso su alivio era grande. Solo esperaba que algo así no volviera a pasar, porque ya no sabría que hacer.

Continuara...


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