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EL ROBO por juda

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-¿Qué has tomado para tu fiebre?

-No tengo fiebre!

Thiago sonrió.

-Me quemabas la pija con tu culo. Ardes!

Lautaro se llevó de manera inconsciente la mano a su frente y se la tocó, tal como hacía su hermano mayor cuando estaba enfermo.

-Ya me dieron medicamentos.

"ya me dieron" Thiago tragó duro y evito preguntar quien se lo había dado.

-Qué tomaste? algo para la fiebre?

-No sé!

-¿Cómo que no sabes? ¿Alguien te dio una pastilla y tu simplemente abriste la boca y te la tomaste? Dime al menos cómo se llama lo que te dieron

-Te estás enojando de nuevo!

-No me enojo, Lau. Dime cómo se llama lo que te dieron, tal vez conozco el medicamento y puedo decirte si era un antipirético o no!

Lautaro se quedó callado, mirándolo un tanto encogido.

Thiago se golpeó la frente con la palma de la mano y a Lautaro le hizo cosquillas la nuca.

-Ni siquiera sabes qué te dieron. Bien! supongo que es alguien de mucha confianza. Espero que no haya sido el mismo que te golpeó.

Lautaro negó con la cabeza.

-Podrías escribirle a esa persona y preguntarle qué te dio? dile que estás con fiebre!

Lautaro lo pensó y dudó.

-¿Qué pasa Lau? ¿por qué no puedes preguntarle? ¿esa persona no sabe que estás conmigo? ¿Es alguien a quien le podría molestar que estés aquí? ¿Lautaro, tienes a alguien más? ¿ES CON ÉL CON QUIEN TE VAS EL LUNES? LAU, NO SOY EL ÚNICO???

Thiago estaba rojo y esa vena bendita le latía en el cuello.

El peligris se apresuró a abrazarlo mientras lo acariciaba.

-¿Por qué piensas siempre lo peor? Mi hermano mayor es muy sobreprotector, él sabe que estoy con vos y si le digo que tengo fiebre me exigirá que regrese para que pueda cuidarme!!! no me dejará tranquilo si le digo que empeoré!!!

Thiago respiraba agitado como si él mismo fuera el de la fiebre.

Lo miró a los ojos y supo que Lau no mentía, sus celos nuevamente habían salido a flote. Intentaba contenerse pero no podía.

-Perdón! perdón -le dijo mientras lo besaba -no le digas nada, dime a qué hora te dieron el medicamento.

-Hace media hora! -aseguró y vio cuando Thiago apretaba la mandíbula.

-Lau, amor, estás aquí hace más de una hora.

-Oh! entonces hace una hora y media????

Thiago le tocó el rostro. Estaba ardiendo y eso lo ponía nervioso.

-Ok, tal vez el medicamento aun no hizo efecto y en lugar de estar descansando yo te estuve cogiendo, si tu hermano se entera no sólo te llevará a tu casa sino que me cortará la pija, ve a ducharte, intentaremos que esa fiebre baje.

Eran las dos de la madrugada y Thiago regresaba al cuarto, había ido a dejar la taza de té con miel que le dio a su peligris, se sentó a su lado y lo tocó. Lau ardía. Tenía el rostro rojo y dormía inquieto. Si el hermano mayor le había dado algo para la fiebre evidentemente fue leve así que él mismo le dio otra pastilla y cruzó los dedos para que comenzara a bajar o lo llevaría al hospital y si el peligris se negaba lo arrastraría.

Se acercó, le besó la frente y Lautaro se apartó con cara de asco.

-Hazte a un lado Mario, no me toques.

-Mario?

-Le diré a Lisandro -balbuceaba.

Thiago se preocupó, estaba delirando.

Tomó un trapo mojado que tenía sobre una mesita y se lo puso en la frente.

-Lisandro te matará si sabe lo que intentaste hacerme.

Thiago tragó duro, no podía evitar aprovechar esa situación.

-¿Qué le dirás a Lisandro? ¿Qué intenté hacerte?

-Intentaste cogerme!

El pelinegro apretó el trapo con fuerza y al hacerlo provocó que un chorro de agua le cayera en los ojos a Lautaro. El peligris se despertó asustado.

-¿Qué haces con eso?

-Tienes mucha fiebre. Estoy intentando bajarla.

Lautaro sonrió. Le gustaba ser el niño mimado de Thiago.

-Ya me diste otra pastilla, ya me pasará, acuéstate conmigo. -pidió y apoyó la mano a su lado, pero la fiebre pudo más y quedó dormido profundamente antes de sentir a su pelinegro junto a él.

***

Despertó empapado en transpiración. La fiebre por fin hacía cedido y ahora sudaba a mares. Thiago dormía a su lado, tenía un paño húmedo en la mano y aun estaba vestido.

Lo cubrió con la manta.

Miró la hora, eran las 11, ya debería estar en el departamento, le escribió a Lisandro diciéndole que no conseguía taxi, que le diera media hora más.

Se dio una ducha rápida, tenía ojeras profundas y la tez amarillenta pero se sentía mejor, aun le dolía la garganta y la nariz no paraba de gotear pero el que la fiebre hubiese cedido era un adelanto.

Tenía que despedirse y no quería, estuvo tentado de escapar para evitar ese último momento, pero Thiago no se lo merecía y debía pedirle un favor.

-Sr. Belasgui, debo irme -le susurró besándole la frente, el pelinegro abrió los ojos lentamente, no dormía, se había despertado cuando lo sintió salir de la cama y estaba conteniendo el aire, por un momento pensó que se iría sin despedirse.

-¿Cuando volveré a verte?

Lautaro tragó duro, reprimiendo las lágrimas.

-No sé.

Thiago lo atrajo y lo besó con fuerza, metiendo la lengua con voracidad. Lautaro lo sujetó por los hombros y negó.

-Ya no tengo tiempo, debo irme! lamento que nuestra última noche haya sido así!

-Habrá otras noches, no te preocupes, sé que volverás por mi pija -le contestó con una sonrisa que mostraba sus dientes de conejitos y achinaba la mirada triste.

-Necesito pedirte un favor.

-Dime.

-Quiero un último beso, mañana antes de salir. Quiero buscarte y darte un último beso.

Thiago asintió.

-Salgo a las 8 de la tarde, podría estar aquí a las 7 así tenemos nuestra última cogida.

A Thiago se le fue la sonrisa.

-Estoy en el banco a esa hora.

-Por eso te quería pedir ese favor. ¿Serías capaz de faltar por mi? Falta a tu turno de la tarde, yo vendré y cogeremos como locos por última vez. -Mentía, no lo vería nunca más, pero se aseguraría que su pelinegro no corriera peligro al momento del atraco.

Thiago afirmó seriamente, dejó que Lautaro lo besara y no lo acompañó a la salida, prefirió verlo salir y quedarse  en la cama a comenzar el luto por ese abandono.

Lautaro tomó un taxi, le indicó la dirección al hombre y se acomodó en el asiento para llorar su pérdida.

Cuando llegó, Lisandro se desesperó al ver el estado de su hermano pequeño y corrió para comprar medicamentos más fuertes. Cuando estuvo con él le preguntó si había tenido fiebre y cuando Lautaro le respondió afirmativamente le pegó en la nuca por no haber regresado, pero Lau hizo un puchero y lo abrazó, estaban los dos solos en la cocina.

-No me pegues, Lisandro, tuve que despedirme de él!

-Lauty, por qué lloras? te enamoraste, pendejo? -le preguntó asustado y su pequeño hermano mimado lloró aun más, acurrucado en su pecho.

Leonel hizo un escándalo por el resfrío de Lautaro.

Mario lo miró con asco.

Lisandro exigió que nadie le dijera nada al menor o se las verían con él.

La reunión se retrasó dos horas más y cuando se la hizo, Lisandro había arropado a su hermano y trasladado el colchón al comedor para que asistiera pero recostado.

Lautaro estaba mejor físicamente, pero Lisandro no podía curar el dolor en el pecho de su hermanito.

El peligris fue al baño e hizo un luto de 2 minutos mientras lloraba tapándose la boca para gritar en silencio su soledad obligada, cuando salió, decidió que el pelinegro tenía que quedar en lo más hondo de su subconsciente, tenía que dar el 100% de sí en el atraco, luego habría tiempo para llorar por el amor desperdiciado.

***

Lunes.

Eran las 5:58 ya tenían las armas, las máscaras, las herramientas y los bolsos listos.

Los 4 tenían ahora el mismo color de cabello: negro.

Lautaro y Leonel se habían tenido que teñir para ocultar cualquier otro color que pudiese dejarlos expuestos.

Le estaban dando una última mirada al automóvil, inspeccionando el motor, el aceite, la parte eléctrica del vehículo.

Lisandro los llamó, los tres sacaron los chips de sus celulares y los tiraron en un recipiente con ácido, los aparatos los tirarían de camino al banco.

Lautaro miró el suyo y besó la pantalla con aquel número antes de abrir el aparato, desarmarlo y dejar en el pasado todo lo concerniente a él.

Eran las 6 de la tarde y a Thiago le dolía el cuerpo. Sentía que Lautaro no solo lo había roto por dentro con su huida sino que lo había destruido físicamente. No aguantaría otra despedida. Tomó su abrigo y se dispuso a ir al banco, era necesario ocupar la mente en el trabajo y olvidarlo.

Antes de salir le escribió:

"no vengas Lau, no estaré en mi departamento, no quiero otra despedida, ya decidiste dejarme ayer. No creo que sea justo que me sigas haciendo sufrir. Que tengas una buena vida. Adiós"

Pero el mensaje nunca llegó, el celular de Lautaro ya estaba sin chip.


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