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EL ROBO por juda

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Leonel elevó el arma y disparó.

El policía que estaba casi oculto detrás de una patrulla salió despedido hacia atrás con un tiro limpio en el hombro.

Leonel  sabía donde disparar.

Los policías estaban cubiertos con chalecos antibalas, como ellos, así que un tiro en el hombro era un tiro en pleno hueso que arrastraba músculo y nervios.

Hizo tres pasos hacia donde había visto a su hermano menor parado haciendo señas, vio la cámara casi oculta e hizo otro disparo. Tomó del cabello a una de las muchachas que estaban atadas la puso en su pecho y avanzó hacia la salida, la mujer lloraba a los gritos.

La llevaba como escudo con el arma apuntándole a la cabeza, el paso seguro de Leonel hablaba de un hombre peligroso, decidido y entregado a todo o nada.

-Si hacen otro disparo o miran hacia dentro del banco, les iré tirando uno a uno los cadáveres de los rehenes. Vayan a rascarse el culo en otro lado.

-Muchacho como te llamas!? -le preguntó alguien desde un megáfono.

Leonel no contestó, comenzó a cerrar el portón con la mujer aun como escudo, la puerta de vidrio cayó en su totalidad y nada los protegía.

-Muchacho!!!

-NO HARÉ NINGÚN TIPO DE TRATO CON USTEDES, VÁYANSE. SI DENTRO DE 2 MINUTOS VUELVO A MIRAR HACIA LA CALLE Y LOS VEO, LA MATARÉ A ELLA.

-Muchacho!!

-LA MATARÉ!!!! -Rugió y una vez cerrado el portón, retrocedió sin darles la espalda hasta ocultarse en las oficinas. 

Al entrar vio a Lautaro sentado en el piso, intentando respirar con normalidad.

-Estás bien? -le preguntó el hermano y Lau asintió con el rostro rojo. La bala había dado en el costado derecho a medio centímetro del final del chaleco antibalas que lo cubría. Miró su camisa agujereada y se tensó.

-¿Qué haremos? Tienen a Lisandro. -le dijo sin querer mirarlo.

-El sorete con el que te besabas lo tiene. ¿Te das cuenta que sos un imbécil? -le gritó.

Lautaro bajó el rostro.

-Sé que lo soy, pero qué haremos. Tienen a Lisandro.

-YA SÉ QUE LO TIENEN! NO ES NECESARIO QUE LO REPITAS. IMAGINO QUE SABES QUE MATARÉ AL HIJO DE PUTA. A ÉL Y AL GERENTE... LO SABES. ¿VERDAD?

Lautaro asintió frunciendo el ceño.

-Yo lo mataré -siseó el menor -si le hace daño a mi hermano, seré yo quien lo mate.

Leonel giró y se dirigió hasta Ramirez haciéndolo levantar por el cuello de la camisa.

-Me abrirás la puerta de la bóveda -siseó mientras salía de la oficina cubriéndose con el cuerpo de Ramirez hasta entrar al pasillo y quedar fuera del campo de tiro de los policías.

-No creo que pueda abrirla, seguramente la trabaron desde adentro -gimió el empleado.

Leonel lo tiró hacia la puerta y se paró detrás de él apuntándolo.

-ÁBRELA -ordenó.

Ramirez puso la contraseña temblando, pero la puerta no se abrió.

-La trabaron desde adentro -le explicó llorando y con el rabillo del ojo vio un papel que salía por debajo de la puerta y se la señaló a Leonel.

-LEVÁNTALA -ordenó el ladrón y Ramirez se encogió en sus hombros antes de agacharse y dársela.

***

Thiago miraba a través de la pantalla como su hombre sin la máscara de conejo le rogaba que liberara a su hermano y algo lo hizo volar fuera del campo de visión de la cámara.

Le habían disparado.

Se desesperó.

-LAUTAROOOOOOO -Gritó una voz horrorizada desde atrás y pudo ver que Lisandro había despertado y que luchaba con el gerente por levantarse. El hombre lo tenía amenazado con el arma, pero aparentemente Lisandro vio lo mismo que él: a Lautaro siendo despedido con potencia por un disparo.

El hombre de edad le pegó con la culata del arma en la frente y Lisandro cayó al piso agarrándose de la cabeza, luego recibió varias patadas, una de ellas le dio tan fuerte en las costillas que se escuchó el crujido en la caja torácica.

Thiago bajó corriendo y le ató las manos a la espalda con el cable, Lisandro respiraba con dificultad, pero pudo voltear y mirarlo.

El pelinegro le sacó la máscara, el ladrón tenía el rostro ensangrentado y estaba malherido pero aun así lloraba, no por su cuerpo resentido por los golpes, sino por su hermano.

-Él te quiere, te quiere!!! No seas tan hijo de puta y al menos averigua si lo hirieron. -le susurró.

-No te muevas, no empeores las cosas -le contestó Thiago en el mismo tono de voz, luego se paró y miró alrededor.

-¿Qué harás? -le preguntó el gerente que vio ese gesto decidido, el hombre viejo se paró junto a la puerta e intentaba escuchar qué pasaba afuera.

-Tenemos que sacar a los ladrones del banco o nos matarán a todos.

-Creo que la policía llegó.

Thiago miró la cámara, pero ésta estaba apagada. Ignoraba que Leonel había disparado al lente.

-La policía intentará negociar y nos terminarán matando a todos.

-A nosotros no, estamos protegidos aquí -gimió el gerente y Thiago  le dirigió una mirada que le hizo sentir vergüenza.

-Tengo una idea, hágase a un lado de la puerta, tengo que comunicarme con los ladrones.

-Qué harás? -preguntó el viejo indeciso pero el pelinegro no le prestó atención, llegó con varios papeles, un fibrón y lo hizo a un lado, sin importarle que el hombre estuviera armado.

-Vigile al que no está herido, él podría intentar cualquier cosa -le ordenó el pelinegro y el hombre bajó gimiendo por la barbarie que estaba viviendo.

Escuchaba ruidos en la puerta, seguramente era Ramirez intentando abrirla.

Escribió el primer papel y lo envió: LISANDRO QUIERE SABER QUÉ LE PASÓ A LAUTARO.

Leonel leyó el papel y gritó:

-LIBERA A LISANDRO HIJO DE PUTA, SI NO LO SUELTAS TE VOY A MATAR.

Thiago se acercó a la puerta blindada, la voz de Leonel le llegaba casi apagada, apenas lograba escucharlo.

Tomó aire y gritó:

-PUEDO DECIRLES POR DONDE ESCAPAR, PERO LISANDRO QUIERE SABER CÓMO ESTÁ LAUTARO.

Hubo silencio y supo que el ladrón estaba indeciso.

-Dile que está bien, la bala dio en el chaleco.

Thiago tembló ante la noticia y volteando hacia Lisandro que lo miraba expectante y respirando con dificultad, le informó:

-la bala dio en el chaleco.

Lisandro jadeó y se tiró al suelo.

Thiago volvió a tomar aire y gritó nuevamente, intentando que su voz sonara lo más firme posible:

-ARRIBA A TU DERECHA ESTÁ EL SISTEMA DE VENTILACIÓN CENTRAL, TENDRÁN QUE ARRASTRARSE POR ÉL, SALE EN EL TECHO. ANTES DE INGRESAR CORTEN LA ELECTRICIDAD O NO PODRÁN SALIR, HAY UN VENTILADOR AL FINAL. PASARÁN POR LA BÓVEDA PERO SI LLEGAN A ENTRAR O HACER EL INTENTO DE INGRESAR, LE DISPARAREMOS A LISANDRO.

-Libera a Lisandroooo -gritó Leonel -LIBÉRALO, HIJO DE PUTA. LIBERA A LISANDRO!

Ésta vez Thiago no gritó, pasó un último papel para que se diese cuenta que la conversación llegaba a su fin: LISANDRO SE QUEDARÁ CON NOSOTROS.

***

Lautaro sentía que le temblaban las piernas y que por ratos la visión se hacía borrosa, sabía que era por la fiebre pero no quería que nadie lo percibiera y seguía apuntándoles a los rehenes.

Escuchaba a Leonel gritar respuestas, estaba negociando. Mataría a Thiago si le pasaba algo a su hermano. Lo único que le importaba era sentir que esa puerta se abría y que el mayor era liberado, pero en su lugar entró Leonel y procedió a atar nuevamente a Ramirez.

-¿Qué pasó? -preguntó Lautaro.

-Nos vamos -le contestó Leonel y Lautaro no llegó a comprender lo que eso significaba.

Leonel se dio cuenta y lo miró a los ojos.

-Desde la bóveda nos dijeron como podemos escapar. Usaremos la ventilación central y saldremos en el techo.

-Puede ser una trampa, seguramente se comunicaron con la policía y nos están esperando. 

-Los teléfonos no funcionan y en la bóveda no hay cobertura para celulares. -contestó evitando la mirada de su hermano, se había puesto en el marco de la puerta de la oficina y espiaba para ver si podían ir hasta el aire central sin que les dispararan.

-No me iré sin Lisandro -aseguró Lautaro llorando y cuando Leonel giró vio que él también lloraba.

-Nos iremos, Lau. Pero regresaremos por él. Lo buscaremos y mataremos a los que se quedaron con él.

-No me iré sin Lisandro -gritó nuevamente histérico, Leonel lo tomó por la camisa y lo sacudió violentamente.

-Nos tenemos que salvar para poder rescatarlo, imbécil. Si nos atrapan, estamos perdidos todos!

Lau se soltó del agarre de su hermano  con furia y gritó impotente mientras pateaba una mesa y producía el llanto histérico de las mujeres atadas.

-Vámonos -ordenó Leonel y mientras lo tomaba del brazo, corrían hacia el ducto del aire que estaba en una esquina y no podía ser vista por los policías que estaban fuera del banco.

Apagó el sistema eléctrico y se fue directo hacia la tapa.

No le costó trabajo sacarla.

Sí le costó esfuerzo obligar a Lau, que lloraba histérico, dejar a Lisandro librado a su propia suerte.


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