Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL ROBO por juda

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Alquilaron un departamentito en una pensión de mala muerte.

Era prioritario pasar desapercibido, sabían por el periódico que Lisandro aun seguía en la comisaría 11 de la ciudad, luego del juicio lo trasladarían a prisión.

Lisandro nunca había estado en prisión y Lautaro juró por su alma que su hermano no la conocería.

Lautaro sabía lo que era ese lugar y así como su hermano mayor lo cuidó siempre y le enseñó el arte de robar y patear el sistema, él también lo cuidaría y evitaría que llegara hasta esa instancia.

Alquilaron un auto gris medio destartalado, el motor funcionaba a las mil maravillas, pero el exterior debía pasar desapercibido.

Lautaro se había contactado con un antiguo amigo que aun permanecía en la prisión y éste le dijo que estaba enterado sobre el robo y su hermano, y que haría todo lo posible por averiguar en qué sector estaba.

Pasaban por el frente de la comisaría a una velocidad normal y Lautaro lo vio salir!

Thiago!

Había leído que estuvo detenido también, seguramente ahora lo citaban en calidad de testigo. Miró de reojo a Leonel y él estaba observando los techos de la comisaría. No lo vió.

-Déjame aquí, intentaré contactarme con mi amigo, veré si sabe algo -le dijo mientras agarraba su mochila y se aferraba a la manija de la portezuela esperando que su hermano detuviera el vehículo.

-Es demasiado cerca de la comisaría, espera que nos alejemos.

-No, Leonel. No volveré a equivocarme. Te juro por nuestro hermano que nunca más me equivocaré, déjame aquí, quiero mirar los alrededores. Nos vemos en el departamento dentro de un par de horas.

Intentaba que no se le notara el temblor en las manos, la transpiración que comenzaba a correrle por el cuello, que se deslizaba por debajo de la gorra y caía por la espalda.

Leonel giró el rostro por última vez para ver la comisaría mientras paraba, Lau pegó un salto, salió y su hermano arrancó.

Caminó a paso decidido, no quería correr y llamar la atención.

Intentando respirar con normalidad, bajando un poco la cabeza y acomodándose los lentes por precaución, lo siguió. Al principio no lo veía y creyó perderlo, pero pronto estuvo a unos cuantos metros de distancia.

Thiago cruzó la calle y se metió en un bar.

Lautaro se quedó al frente, tenía puesto el celular en el oído y fingía hablar. El cabello largo le caía tapándole un ojo y la gorra dejaba al descubierto su nuca pelada.

Thiago entró, se paró e inspeccionó el lugar con la mirada. En una mesa que había en una esquina, pegada al vidrio del bar, se encontraba un muchacho de cabello castaño que se levantó y le hizo señas. Los dos sonrieron y Thiago se apresuró hacia ese hombre para abrazarlo.

Los dientes de Lau rechinaron, cerró la mano fuertemente sobre el celular.

Lo mataría, por lo de su hermano y por la traición. Disfrutaría dañándolo.

Llegó el mesero y por la seña que hizo el pelinegro, supo que había pedido un café, se lo notaba delgado.

Se veían cómodos el uno con el otro, conversaban y se sonreían, a los quince minutos Thiago se levantó y fue al baño, Lautaro cruzó rápidamente la calle, ingresó al bar y se sentó en un rincón.

Tenía la mesa de su pelinegro a unos cuantos metros de distancia y podía ver de frente al castaño. Pidió un café, se sacó la gorra dejando que el cabello largo y lacio le tapara un ojo mientras se lo acomodaba hacia el costado para despejar el sector que tenía pelado.

Se sacó los lentes oscuros, se había puesto lentillas de color verde.

Lautaro era atractivo a rabiar, y era plenamente consciente de ese detalle.

Levantó la mirada y se encontró con los ojos del castaño que lo estaban examinando.

El muchacho se vio descubierto y bajó el rostro.

Luego de unos segundos los elevó de nuevo y vio que el Adonis lo miraba fijamente, las miradas se encontraron y el hombre de los costados rapados y el flequillo largo y lacio, le sonrió.

El castaño tragó saliva mientras intentaba sonreirle también.

Lautaro se pasó la lengua por los labios lentamente y el otro hombre sintió que comenzaba a salivar.

Thiago apareció por una esquina y Lautaro bajó la mirada, el pelinegro se sentó dándole la espalda.

Mientras conversaba con el castaño podía ver como el muchacho por arriba del hombro del pelinegro lo observaba.

Lautaro pagó su café y se levantó para retirarse, cuando pasó por el lado de la mesa de Thiago le guiñó un ojo al muchacho de cabello castaño y el hombre le dirigió una sonrisa sin sacarle los ojos de encima. Pudo ver cuando Thiago giraba para ver lo que tenía a su acompañante hipnotizado pero el pelinegro solo pudo ver la espalda de un muchacho de cabeza rapada y gorra, saliendo del lugar.

***

Thiago había quedado en verse con su abogado en un bar cercano a la comisaría.

Le había tocado dar más declaraciones y llenar papeles, un poco de paseo burocrático.

Al llegar al bar lo buscó con la mirada y cuando lo encontró, apresuró el paso en busca del abrazo que muchas veces lo calmaba desde que comenzó toda esa locura en la que estaba inmerso.

Gustavo, su abogado, era un castaño delgado, de sonrisa ancha y rasgos delicados.

Le había ofrecido trabajo en su buffet de abogados en la parte de administración y Thiago todavía lo estaba pensando, no quería aprovecharse de la amabilidad de Gustavo.

El castaño sabía por todo lo que estaba pensando y aunque siempre fueron muy unidos, no quería arrastrarlo consigo en su ruina.

Gustavo no sólo era su abogado, sino su amigo más cercano y su primo.

Pidió un café y antes de comenzar a hablar del juicio, conversaron sobre sus respectivas madres que eran hermanas.

Luego de un rato se fue al baño y cuando regresó siguieron hablando, pero notó a su primo un poco distraído.

Le estaba contando que su compañero Ramirez declaró a su favor diciendo que Lautaro lo usó para sacar información cuando alguien pasó por detrás y su primo quedó hipnotizado con una sonrisa boba en la cara, giró y vio que salía del bar un muchacho muy delgado con la cabeza rapada y una gorra encima.

-¿Y ese? -le preguntó sonriendo ante la cara de su primo.

-Es un dios griego que estaba sentado en una esquina y no dejaba de mirarme, casi me da un infarto.

Thiago largó una carcajada.

-¿Y por qué no te acercaste y le pediste su número?

-No sé, estuve a punto de hacerlo varias veces. Pero tenía una mirada que me hacía mear, si me levantaba seguramente me orinaba encima.

El pelinegro volvió a reír pero sin tantas ganas, recordó a cierto peligris que le provocaba la misma reacción.

Después que su primo le dio la descripción física del Adonis de costados rapados y ese flequillo largo, de ojos verdes y sonrisa hipnotizante, por fin pudo concentrarse y seguir hablando sobre las declaraciones que debía hacer en el juicio.

Había pasado más de media hora, Gustavo pidió la cuenta y Thiago recibió un llamado.

-¿Mi tía? -preguntó Gustavo.

El pelinegro miró la pantalla del celular, era un número desconocido.

Suspiró antes de atender, seguramente era del juzgado... qué querían ahora? Estaba podrido de toda esa locura, de ese segmento de vida casi kafkiano que le estaba tocando vivir.

-No es mi madre. Yo pagaré la mitad Gustavo! -le advirtió mientras lo señalaba con el dedo y su primo sonreía -Hola!

Una voz grave le contestó.

Conocía esa voz, lo había tenido jadeando muchas veces debajo de él.

Se estaba parando para salir del bar y poder atender la llamada sin tanto ruido de fondo cuando lo escuchó y tropezó con sus propios pies y casi se va de bruces al suelo.

-¿Hola? -preguntó Thiago con la esperanza que esa voz se le pareciera a la que él conocía y no fuera en realidad él.

-Thiago, ¿a que hora volverás a tu departamento? ¿sigues de puta con ese hombre en el bar? Tu madre es un primor, estoy haciéndole compañía mientras espero que te dejes de prostituir. Regresa a la casa, niño. Te estoy esperando y por favor, no cometas el error de avisar a la policía donde estoy porque tu madre es la mujer más dulce que conocí, pero no dudaré en matarla. Regresa pronto bebé, tenemos pendiente una charla muy seria.

-Lau, Lautaro por favor, no le hagas nada a mamá -susurró hiperventilando.

La voz grave se hizo más profunda.

-Volvé ya, hijo de mil puta. Y más vale que llegues solo.

y colgó.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).