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EL ROBO por juda

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Lautaro abrió la puerta del baño y se asustó cuando unas manos lo tomaron fuerte por el cuello del abrigo y lo estamparon contra la pared.

El castaño se le tiró encima con hambre.

-Precioso, me tienes caliente -le dijo sobre la boca mordiéndole los labios.

Lautaro se había pegado tal susto que cuando se dio cuenta que el castaño sólo quería coger, tuvo que soltar el arma que había empuñado ni bien lo hizo estrellar contra la pared.

Tenía la pistola en la cintura, en la parte trasera del pantalón y podía sentirla cuando se le clavaba en la cadera.

-¿Vienes seguido? Podríamos vernos luego! -le susurró mientras seguía mordiéndole la boca y le acariciaba el pecho, cuando las manos lo rodearon y se dirigieron hacia el culo, Lau tuvo que reaccionar antes que descubriera que estaba armado. 

Lo tomó por los hombros, lo hizo girar hasta que el castaño quedó con la espalda en la puerta y le metió la lengua en la boca, simulando penetraciones.

El muchacho subió las manos y se las pasó por los costados de la cabeza rapada. Le tocó el cabello largo de la parte superior.

Lautaro lo agarró del pelo y lo tironeó para poder apropiarse de su cuello y mientras el castaño jadeaba, le hizo un fuerte chupón en un lugar visible, para que a Thiago no le quedaran dudas de que se había tirado a su hombre, en el baño.

-Dame tu número y yo me comunico contigo -le susurró el delincuente y el castaño asintió, agitado.

-¿Cómo te llamas?

-Me dicen T -aclaró mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja y comenzaba a tocarle la pija dura por arriba del pantalón -¿Y tu como te llamas?

-Gustavo -contestó con un hilo de voz.

-¿No tienes miedo que tu novio entre a buscarte?

-¿Novio?

-El tipo que está contigo en el bar.

-No es mi novio, es mi primo -le aclaró mientras metía la mano por debajo del pantalón de Lau y se colaba dentro del boxer.

Lautaro se quedó estático por unos segundos hasta que Gustavo volvió a prenderse de su boca mientras la mano dentro de su ropa interior lo masturbaba.

-Ahora debo salir, le dije a mi primo que iba al baño y volvía. Pero te daré mi número así nos encontramos para terminar con esto, ¿te parece bien? Anotalo, rápido.

Lautaro sacó su celular y buscó para agendarlo, la mano le tembló sobre la pantalla cuando Gustavo se puso en cuclillas, le sacó la pija y se la metió en la boca.

-Disculpa, es que necesito un pequeño adelanto -jadeó desde abajo lamiendole la polla. Y mientras la chupaba, le dictaba su número (Lau ni siquiera lo agendó).

***

Thiago miraba hacia el corredor que llevaba al baño.

Tenía unas ganas primitivas de demoler el lugar y que su primo quedara enterrado junto al traidor del ex peligris. 

Una y otra vez se pasaba la lengua por la cara interna de la mejilla mientras aspiraba fuerte para no ir hasta ahí y matarlos a los dos.

Se abrió la puerta y salió Lau, pasó por su lado sin mirarlo y fue a sentarse a su lugar, la cerveza que había pedido ya estaba ahí.

Masticó bronca, el cabello largo que llevaba en la parte superior de la cabeza estaba despeinado y tenía el cierre del pantalón cerrado en las tres cuartas partes.

Thiago era observador.

Hubiese preferido no mirar porque había notado hasta una mancha rojiza debajo del labio, estaba seguro que era la marca de un diente.

A los segundos apareció su primo y se sentó frente a él con una sonrisa de oreja a oreja mientras miraba hacia la mesa en la que se encontraba Lautaro.

Escuchó la voz del ex peligris pidiendo la cuenta.

Se mantuvo estático mirando a su primo que no le sacaba los ojos de encima al hombre que supo ser suyo.

El tiempo se puso perezoso porque percibió los segundos como si fuesen eternos: La mesera acercándose para cobrar, la voz grave agradeciendo, el ruido de la silla cuando se hacía a un lado, los pasos por detrás, la mirada de Gustavo fija en el hombre que se marchaba, la sonrisa y ese pequeño asentimiento realizado con la cabeza.

Gustavo se había mordido los labios mientras le hacía esa seña pequeñísima al hombre que se retiraba y Thiago pudo ver el chupón en su cuello.

Todo lo superó.

Calculó cuando Lau pasaba justo por su espalda y a propósito se volcó en el pantalón el poco café frío que le quedaba, entonces retrocedió con fuerza, llevando la silla hacia atrás y provocando que el respaldar le diera en la entrepierna al ex peligris. Lo oyó quejarse, giró rápidamente para pedir disculpas. Cuando Lau se encogía sobre si mismo y antes que Gustavo llegara hacia ellos le pegó un rodillazo en plena pija.

El ex peligris puso en blanco los ojos y cayó al piso en posición fetal.

-Dios mío que le pasó? -gritó Gustavo tirándose sobre él.

-Creo que sin querer lo golpee -le aclaró fingiendo alarma y Lautaro lo miró desde el piso con el rostro rojo.

Diez minutos después Thiago se despedía de su primo. Salió lentamente, los músculos contraídos comenzaban a doler más, resintiendo la paliza que había recibido unas horas antes. Fue al auto que lo esperaba cruzando la calle, entró en la parte trasera y Leonel lo miró por el espejo retrovisor.

-¿Tienes noticias?

-Lisandro está en la comisaría, de noche hay una vigilancia de tres policías que pueden ser reducidos fácilmente. 

Lau llegó rengueando unos minutos después.

-¿Qué te pasó? -le preguntó el hermano cuando lo vio entrar.

-Tropecé con una silla -aclaró Lau.

Leonel arrancó mientras le contaba lo que Thiago acababa de decirle.

-Tienes que contactarte con tu amigo de la prisión para que le pasen el mensaje a Lisandro, que esté preparado, lo rescataremos esta semana en el turno nocturno.

Lau sonrió mientras asentía.

***

Thiago le pidió a Leonel permiso para darse una ducha porque tenía el pantalón y toda la entrepierna manchada con café.

Leonel lo observó unos segundos antes de asentir.

Ese pelinegro le había dado detalles de cómo habían golpeado a Lis y luego la cirugía, esperaba no equivocarse, pero confiaba en él. No parecía un hombre peligroso y Leonel se caracterizaba por poder descubrir con una sola mirada a los traidores. Thiago le había dicho que se encerró en la bóveda con Lis porque sabía que si lo tenían como rehén los otros dos se marcharían sin matar a nadie. No había negado nada, fue sincero y eso le jugó puntos a su favor.

Nunca le perdonaría que su Lis estuviese lejos de su lado por culpa de él, pero sabía que eran momentos en que cada uno peleaba por sobrevivir.

Lau ingresó con comida y vio a Leonel sentado frente a un plano. En la primera inspección reconoció su ausencia.

-¿Dónde está Thiago?

-Se está bañando, tenía café encima.

Lau dirigió todos los sentidos hacia el habitáculo que estaba al fondo del pequeñísimo departamento.

-No se escucha nada!

-Recién cerró la ducha.

Dejó las cajas de pizza sobre la mesa y pasó directamente hasta ahí.

Puso la oreja en la puerta y lo escuchó quejarse, seguramente se secaba y le dolía todo el cuerpo. Miró en dirección al comedor para que su hermano no se enterara de lo que estaba por hacer, sacó unas cremas anti inflamatorias que había comprado a escondidas para su pelinegro, golpeó dos veces la puerta, la abrió apenas y metió la mano con el producto.

Thiago se la arrancó con bronca, luego le empujó el brazo para sacarlo y cerró de nuevo.

Lautaro volvió a abrir un poco y metió la boca, sin perder de vista a su hermano.

Desde donde estaba podía verlo comiendo mientras miraba los planos y pensaba.

-¿Quieres que te ayude? -susurró.

Thiago terminó de abrir la puerta y lo miró a los ojos con odio mientras le daba la crema y se daba vuelta en clara respuesta que necesitaba que se la pusieran en la espalda.

Lau entró sin cerrar la puerta, los hematomas habían comenzado a aparecer, no eran tantos. Leonel no le había pegado tan duro, pero sabía que ese pelinegro no estaba acostumbrado a recibir palizas así que era obvio que sentiría el dolor con una claridad abrumadora.

-Estás bien -le susurró pasando la yema de los dedos con crema por la piel amoratada de la espalda a la altura de las costillas.

-Casi me mata! -le respondió tajante.

-No, mi hermano te dio lo que te merecías. Esto no es nada en comparación con lo que sufrió mi Lis.

Thiago volteó.

-Los cuatro entraron por la fuerza en un banco, nos violentaron, embaucaron a la gente, se aprovecharon de la confianza de otros que confiaban en ustedes y resulta que yo merecía la paliza y tu hermano no?

-¿Por qué me dijiste que tu abogado tenía algo contigo? -susurró acercándose demasiado.

Thiago lo empujó hasta hacerlo chocar contra la pared, se tiró sobre él aferrándose al cuello de su abrigo y llevó su rostro a milímetros del suyo.

-Eso que importa! ya demostraste muchas veces lo sorete que eres. Supongo que el Lautaro que conocía no existe! ¿qué pasó en el baño? ¿qué verso le hiciste? ¿te lo cogiste en dos segundos como hacías conmigo en el auto? ¿Sin darle tiempo a reaccionar?

Lautaro sacó la lengua y le lamió los labios.

Thiago retrocedió.

-Sal de aquí -ordenó el pelinegro y Lau ante un segundo de duda, se marchó.


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