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EL ROBO por juda

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Estaban los cuatro en el salón, comían mientras anotaban los descubrimientos.

En letras grandes estaba el lugar donde se hallaba la puerta que los llevaría a la bóveda. Ninguno había logrado saber si aparte del gerente había más agentes de seguridad.

-El policía que me ayudó con el cajero automático tiene 21 años, me dijo que todos tienen más o menos la misma edad -comentó Lisandro con la boca llena y agregó riéndose -Me invitó a tomar una cerveza!

Leonel dejó de masticar y lo observó.

-Me imagino que lo habrás mandado a la mierda!

-No lo mandé a pasear, le dije muy educadamente que no. Me ofendes! que clase de imbécil crees que soy como para salir con un empleado y ponerme luego en evidencia?!

Lautaro se atragantó con su sandwich y Lisandro le golpeo la espalda hasta que dejó de toser.

-Come despacio, pendejo! -lo increpó golpeándolo en la nuca cuando vio que su hermano menor respiraba con normalidad.

Se hizo nuevamente una votación sobre si debían o no robar la bóveda, esta vez Leonel voto por si. Evidentemente Lisandro lo había convencido. Eran la mayoría.

Eso le sumaba tiempo al atraco. En un primer momento habría sido: Mario irrumpiendo por el techo para desactivar las alarmas y antes que en el centro de mandos pudieran darse cuenta del detalle, entrar todos armados y con máscaras, saquear las cajas y salir. Era fácil. Pero ahora deberían tomar a un empleado de los boxer de depósito y préstamos (donde estaba Thiago) y obligarlo a abrir la puerta, bajar, y exigirle al gerente que abriera la bóveda.

Dos deberían bajar y dos quedarían arriba.

Tras una fuerte discusión quedaron de acuerdo que Mario y Lisandro bajarían y Lautaro con Leonel quedarían arriba mientras ellos vaciaban la bóveda.

Todavía faltaba decidir que día harían el atraco, necesitaban elegir de acuerdo a los muchachos que ocupaban el puesto de seguridad, mientras más chicos, mejor.

Eso les llevaría una semana como mínimo.

***

-Ayer no compré la máscara -le aviso Lautaro a Lisandro cuando quedaron solos.

Plaf! (parchazo en la nuca)

-Ya sé! crees que no me di cuenta, pendejo del orto?

-Voy a salir hoy -anunció y se encogió.

Lisandro lo miró.

-¿En que andas Lautaro?

-En nada Lisandro, te lo juro. Pero hoy demoraré en volver!

Lisandro levantó la mano y volvió a repetir la pregunta con la mano en alto.

-¿En que andas Lautaro?

El peligris se encogió aun más.

-Estoy estresado, necesito coger, Lisandro. Pagaré por sexo.

El mayor miró hacia el fondo del departamento, Leonel se bañaba y Mario se encerró en su cuarto, desde hacía varios días el mal humor había recrudecido.

-Ok.

Lautaro parpadeo, no se animaba a sentarse derecho.

-Ok?

-Si, ve.

-Voy?

-Si quieres te doy plata, prefiero que pagues en la calle y no que le des el orto al sorete de Mario.

-¿Y qué te hace pensar que tengo algo con Mario?

-Porque te conozco Lautaro! estoy seguro que ya te lo tiraste y apostaría que fue en tu cuarto mientras Leonel y yo dormíamos.

-No!! -se quejó el peligris -Nunca lo hice en el departamento.

-Lo dijo para hacerte hablar y caíste como pendejo -habló Leonel mientras entraba al salón y se sentaba junto a ellos.

Lautaro se puso rojo.

-En mi defensa fue solo una vez y porque estaba aburrido.

-¿Qué pasa? ¿porque estamos hablando del culo de Latuaro y Mario? -quiso saber Leonel.

-Porque nuestro hermanito está estresado e ira a pagar por sexo -le explicó Lisandro con toda naturalidad. Los colores de rojo se acentuaron en el rostro del peligris.

Leonel volteó y miró hacia el cuarto cerrado.

-Dale plata, que pague varios, que coja cuantas veces quiera para que no tenga que pedirle favores al sorete de Mario.

***

Primero fue a un negocio para comprar la máscara. Leonel, Lisandro y Mario tenían máscaras de un rostro blanco, él recorrió el lugar hasta que encontró la misma, estaba por seguir cuando vio otra y sonrió.

No lo pensó mucho, no era la usual pero su cometido era el mismo, dejaba todo el rostro oculto.

Diez minutos después salía del negocio absolutamente conforme.

Mientras guardaba celosamente en su mochila la máscara de conejito pensó en el pelinegro con sus dientes que resaltaban de manera tierna cuando sonreía.

***

Llegó a la esquina y estaba por prender un cigarrillo cuando escuchó una voz conocida.

-Sr. Perez?

Lo miró. Por un segundo casi no lo reconoce.

Lautaro era sociable, pero también olvidaba los rostros con facilidad.

Estaba acostumbrado a ver a ese hombre detrás de un escritorio y encontrarlo fuera de ese lugar lo desconcertó.

Quedó con la llama del encendedor a un centímetro del cigarrillo.

-Soy Ramirez, me recuerda?

-Por supuesto!!!! -exclamó con su voz gruesa y la sonrisa rectangular mientras se apuraba a guardar el encendedor y le daba la mano.

-Qué casualidad!!! justo salía del banco, me venía a tomar un café porque a esta hora muero de hambre. Si no está ocupado lo invito a tomar algo.

Lautaro sonrió nuevamente y estaba por contestar cuando escuchó la voz de Thiago.

-Sr. Perez, ya estoy aquí -exclamó el pelinegro parándose junto a él -Ramirez! todavía andas por aquí? hace rato que salimos del banco, tu esposa seguramente pondrá el grito en el cielo si no llegas pronto.

Ramirez retrocedió cuando vio llegar a su compañero. Lo tomó por sorpresa su presencia y mucho más cuando vio que rodeaba la cintura del peligris con un brazo. No era un agarre posesivo, pero sí el de alguien que tenía confianza.

-Belasgui! Estaba diciéndole al Sr. Perez que iba al bar! Justo estaba invitándolo a tomar algo.

Thiago tenía el cuello rojo, sonreía, pero era evidente que estaba conteniéndose, la vena gruesa que le latía en la frente era claramente muestra de enfado. Giró y miró a Lautaro que observaba la escena divertido.

-Sr. Ramirez -habló por fin el peligris -muchas gracias por la invitación, pero tenía pensado ir con mi amigo, el Sr. Belasgui, a tomar una cerveza!

-Oh! -volvió a mirar a Thiago -Si es una reunión de amigos tal vez podría ir yo también.

-No, Ramirez, no puedes. Ve con tu esposa -contestó Thiago tomando con mayor fuerza de la cintura del peligris dejando en claro que le pertenecía.

No esperó respuesta, giró con Lautaro y dirigiéndolo con el brazo aun en torno a él, lo llevó directamente hasta el estacionamiento.

El peligris había amado esa muestra territorial. Por un segundo, cuando vio a los dos hombres disputándose su culo, pensó en Lisandro. Le había prometido que no llamaría la atención, si se enteraba... lo mataría a parchazos en la nuca.

Thiago no dijo palabra hasta llegar al estacionamiento oscuro y quedar junto al vehículo, Lautaro tampoco.

-¿Esta vez dispones de más tiempo? -preguntó el pelinegro evitando hablar de su compañero de trabajo.

-Tengo tiempo. ¿Qué planes tienes?

-Ir por una cerveza y luego chupártela -explicó Thiago mientras se acercaba tanto que las narices casi se rozaban.

Lautaro suspiró mientras se pasaba la lengua por los labios y luego se los mordía.

-Sr. Belasgui, ¿solo tiene intenciones de mamármela?

Thiago tragó saliva.

-Sr. Perez, ¿tiene pensado algo más?

-Pensé que podríamos ir a un hotel y coger como condenados -gimió sobre sus labios y Thiago tragó aun más duro.

Abrió la puerta del lado del copiloto y le hizo una seña para que subiera, cuando Lautaro lo hizo corrió hacia el lado del piloto y subió.

Apenas estuvo sentado el peligris lo agarró del sobretodo y lo atrajo con violencia para comenzar a besarlo con tanta desesperación que por ratos le mordía los labios con fuerza.

Thiago perdió parte de su capacidad de raciocinio y Lautaro también. 

-Vamos a un hotel -propuso Thiago mientras le lamía el cuello.

-Ok, vamos -susurró el peligris mientras se sacaba el abrigo, la camisa y se trasladaba hacia los asientos traseros del auto. 

Thiago se tiró de cabeza hacia el mismo lugar, comenzó a desvestirse mientras veía como su peligris hacia lo mismo, cuando estuvieron desnudos se asfixiaron mutuamente con besos demoledores, Lautaro gemía casi a los gritos cuando Thiago bajaba babeando todo su pecho y se dedicaba a morderle los pezones.

El peligris con una mano agarraba con fuerza del cabello de Thiago apretándolo aun más a su pecho y con la otra había comenzado a dilatarse.

Thiago siguió bajando, se metió la pija babosa en la boca y comenzó a succionarla como si fuera el único propósito en su vida.

Lautaro seguía gimiendo prácticamente a los gritos.

Lo agarró del cabello con fuerza, lo atrajo hacia su boca y mientras volvía a morderle los labios lo tiró con fuerza haciendo que Belasgui quedara acostado sobre los asientos y él a horcadas en su cadera.

Se movió con fuerza haciendo fricción entre las pijas.

Thiago deliraba, dejaba que Lautaro le mordiera la mandíbula mientras él ponía en blanco los ojos y se dejaba llevar por lo que ese demonio le estaba haciendo.

No se lo esperó. Sintió la mano de Lautaro en su pija e imaginó que lo masturbaría, pero el peligris se elevó y sin anticiparle nada se auto empaló en su polla.

Thiago sintió como el agujero estrecho del peligris se apropiaba de su pija y gritó mientras sostenía a Lautaro de la cintura y lo ayudaba a subir y bajar sobre su miembro goteante.

Lautaro lo cabalgaba con tanto ímpetu que sentía que le iba a arrancar de cuajo la polla, lo vio llevarse las manos al cabello y tironearselo para luego bajarlas y pasárselas por el pecho, estimulándose. Lautaro era pornografía andante, y pornografía de la sucia, de esa que debería ser prohibida para menores de 99 años.

Saltó sobre él, 8, 12, 24, 32 veces y no aguantó más, se sentó aferrándose al cuerpo de Lautaro,  aprisionándolo entre sus brazos, y mordiéndole el pecho, eyaculó en medio de un grito.

El peligris se apresuró, bajó el culo hasta tener absolutamente toda la polla metida en él, hizo varios movimientos circulares de cadera mientras se masturbaba rabiosamente y cayó sumido en un orgasmo demoledor.


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