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EL ROBO por juda

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El celular le vibró en el bolsillo pero no se atrevió a sacarlo, en teoría nadie podía escribirle, era una línea nueva y sólo deberían conocerla los integrantes de la banda y aunque ya le había contado a Lisandro que se estaba viendo con alguien, sabía que si le decía a su hermano que había dado el número... se quedaría sin nuca.

Ver a sus hermanos tan entusiasmados lo llenaba de entusiasmo a él también, era una mezcla extraña de sensaciones: ansiedad, nervios, miedo, satisfacción.

Estaba lleno de adrenalina, abría y cerraba los puños para poder liberar un poco la ansiedad, Lisandro lo notó y le tomó fuertemente las manos mientras le sonreía.

Estaban siendo descuidados al estar los tres juntos en el bar de la esquina del banco, pero el atraco estaba a un suspiro y ellos se habían camuflado bien.

-Ok, todo esto lo conversaremos de nuevo en el almuerzo.

-No, será en la reunión de las 4 de la tarde como dijimos en un comienzo -le aclaró Lisandro a Leonel.

-Pero es necesario adelantar la reuni...

-No!

Leonel se quedó observándolo y luego miró a Lautaro.

-No podré estar al mediodía, almorzaré en otro lado -susurró el peligris y Leonel arrugó el entrecejo, se dirigió a Lisandro y preguntó.

-¿En qué anda metido el pendejo éste?

-En nada, yo le di permiso y no se habla más del asunto, la reunión era a las 4 y a las 4 se hará. De todas maneras ya lo hablamos entre nosotros que somos el cerebro.

Leonel regresó la vista a Lautaro.

Lautaro no quería mirarlo.

-¿En qué anda el pendejo? que no nos meta en problemas, sos muy blando con él, Lisandro!

-No soy blando, lo eduqué bien! -dejó en claro el mayor mientras dejaba dinero en la mesa, se levantaba y salía caminando.

Leonel señaló a Lautaro con el dedo y Lautaro miró el dedo.

No dijo nada, se levantó y salió apresurado detrás de Lisandro, después de todo no podía contradecir al mayor, Lisandro siempre había mandado. Cuando eran chicos mandaba porque era el hermano mayor y ahora siendo hombres lo hacía porque era el macho alfa de la relación. Aunque fuera delicado, precioso como una muñeca y le gustara vestir de rosa... Lisandro mandaba y nadie objetaba su mandato.

Los vio desaparecer y sacó el celular, tenía 5 mensajes de él.

"Salgo a las 12 y 40, ¿quieres esperarme en algún bar o en mi auto? Dejé las llaves con el chico del estacionamiento, le dije que si andaba un muchacho de pelo gris se las diera"

"Lautaro? te enojaste? por qué no respondes?"

"Me sobrepasé, no sé que me pasó, discúlpame. No deberíamos distanciarnos por eso"

"Espero que tu falta de respuestas sea porque estás haciendo algo importante y no porque te estás escribiendo con la mujer de seguridad, de aquí la veo mandando msjs, te los está mandando a tí? debería decirle al gerente lo que hace esa mujer en horas de trabajo?"

"Perdón, no suelo ser así, perdón. Si quieres hablar o verte con ella estás en tu derecho. Pero no me dejes sin nuestro almuerzo, por favor"

Fuck!

Belasgui celoso realmente daba miedo!

Eran las 12 y media, iría al estacionamiento.

"Te espero en tu vehículo" le contestó.

Cuando llegó y preguntó por la llave, el encargado se la dio mirándolo de arriba hacia abajo y con una sonrisa de costado.

Seguramente era el mismo chico que había escuchado el espectáculo de la noche anterior. ok. Él no tenía dramas con eso. Lo malo es que si dejaban algún rastro luego del atraco e identificaban su rostro, Belasgui estaría en problemas.

Estaba haciendo mal las cosas.

Entró al automóvil y se relajó. Puso música y miró el interior, abriendo y cerrando las gavetas. Era un poco gracioso que Belasgui le diera las llaves del vehículo a él!!! si supiera!!! sus primeros robos habían sido a vehículos cuando tenía 14 años!

El stereo era fácil de robar, le tendría que decir a Belasgui que se había comprado un modelo que resultaba tentador para los ladroncitos de poca monta. 

Se abrió la puerta del piloto y entró él.

Ninguno saludó.

Thiago estaba sentado con las manos en el volante y la mirada al frente.

-Perdón, me estoy comportando como un idiota. No suelo ser celoso.

-Está bien, no hay problema -susurró Lautaro.

-Es que esta mañana te vi con otro cliente del banco y estuve por saludarte pero parecía que estabas en una burbuja con él, me sentí celoso, luego en el banco..

Al peligris le saltó el estómago y casi se le cae encima del páncreas.

-¿Me viste con otro cliente?

-Si, estabas con el otro Sr. Perez, no recuerdo su nombre. No sabía que se conocían. Los dos conversaban junto a un fiat palio gris, te vi salir del auto con él y otros dos hombres más, uno era muy alto, pero te quedaste ahí, tan cerca de él que...

Thiago siguió hablando pero Lautaro no escuchaba, sentía un zumbido en los oídos por los nervios, no sólo había reconocido a Lisandro sino que sabía la marca del vehículo, Thiago era muy observador y eso le estaba jugando en contra. Estaba casi seguro que si no hubiese sido porque Leonel y Mario llevaban lentes oscuros y gorra, también se acordaría de los rostros. El hecho de que recordara a un hombre muy alto ya era peligroso.

-Lautaro?

-Si? -preguntó saliendo de sus pensamientos, las manos le temblaban.

-Te pregunté si tenías algo con él.

-No Thiago, estoy soltero, no tengo nada con nadie.

-Oh! ok! -le dolió que él fuera "nadie". Lo observó, estaba demasiado serio y casi pálido -¿te sientes bien?

Lautaro giró el rostro y lo miró, tenía que dejar de verlo, se había ilusionado con pasar todo el fin de semana con él antes de marcharse, pero Thiago era peligroso, sabía demasiadas cosas, era tremendamente intuitivo y se metería en problemas.

-Estoy cansado, estuve haciendo un montón de trámites -le explicó con una sonrisa que no llegaba a ser rectangular.

Thiago se acercó, lo atrajo delicadamente y le dio un beso suave y húmedo en los labios.

-Yo me encargaré que descanses, cuando estemos en mi casa juro rectificar todo lo malo que hice hoy.

Le acarició el rostro y Lautaro suspiró.

***

Thiago se negó a pedir comida aduciendo que tenía que hacer las cosas bien para que el peligris le perdonase todas las metidas de pata.

Lautaro lo dejó hacer, se sentía triste, si el atraco se adelantaba para el lunes, seguramente el domingo ensayarían todo el día los pasos para el asalto, le quedaría sólo sábado para pasarla con él.

Suspiró mientras lo veía cocinar. El pelinegro le contaba algo de su madre pero casi no lo estaba escuchando.

-¿Me estoy adelantando mucho si te pido que vayamos al cine el domingo?

Lautaro parpadeó y regresó a la realidad.

Estaba sentado en el mesón y ahora Thiago se había colado entre sus piernas y lo miraba expectante mientras lo abrazaba.

-El domingo no puedo, pero podemos salir mañana sábado. Vayamos al cine, a tomar cerveza y a coger en tu auto.

-¿Todo junto? -sonrió.

-Todo, quiero todo hoy y mañana. Quiero que me cojas hasta cansarte. Dame absolutamente todo.

Lo había dicho sin sonreír. Lo había dicho de una manera que Thiago resintió. Al pelinegro se le borró la sonrisa.

-¿Por qué quieres todo hoy y mañana?

Lautaro se escondió en su pecho y apoyó la cabeza en su cuello.

-Porque me iré.

Thiago  tragó duro.

-¿Te irás o me dejarás?

-Me iré.

-¿Tiene algo que ver con mi mal comportamiento?

-No sé a que mal comportamiento te refieres. Nunca hiciste algo malo.

Thiago lo tomó por los hombros y lo obligó a mirarlo.

-¿Volverás?

Lautaro negó con el rostro.

El pelinegro se alejó de él, caminó hasta la olla y comenzó a mezclar el contenido, la cuchara temblaba en la mano.

-¿A donde te irás?

-Lejos

-¿No puedo saber a donde te irás?

-Me iré lejos.

-¿Con alguien?

Lo pensó y Thiago giró a mirarlo.

-¿Por qué me dejas?

-No te dejo.

-¿No te gusta lo que tenemos? Dime qué no te gusta, tal vez pueda cambiarlo.

-Me gusta lo que tenemos.

-Entonces no me dejes.

-No te estoy dejando.

-Te iba a pedir que estemos juntos. Que nos conozcamos más. Te iba a pedir que estés sólo conmigo.

-Puedo ser tuyo hasta mañana.

Giró cuando escuchó la voz rota del peligris. Tenía los ojitos vidriosos y un leve puchero.

Se apresuró a abrazarlo. Lautaro nuevamente lo aprisionó con brazos y piernas, Thiago se aferró a su cuello y lo torturó con chupones y mordidas, marcándolo para que todos supieran que le pertenecía.

-No me dejes -le susurró sobre los labios.

El peligris lo acarició. Una lágrima rodó por el rostro y se le coló dentro de los labios.

-Sé mi novio hasta mañana -propuso Lautaro.

-No me dejes -exigió Thiago

Lautaro se bajó del mesón de un salto y comenzó a desvestirse ante la atenta mirada del pelinegro.

-Sé mi dueño hasta mañana -le rogó y Thiago aceptó ser su dueño.


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