Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Suegro vs Yerno por KattyKatty2

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Estaba muy cómodo, las sábanas cálidas y la acolchonada superficie lo tenían cautivado. No sentía nada húmedo bajo él ni alguna molestia en su región inferior. Tampoco se sentía todo pegajoso o con olor a soda.

Se removió un poco en su sitio, acomodándose bocabajo y abrazando la almohada. ¿Por qué no estaba Killua acostado a su lado?

—¿¡No has probado el chocorrobot, de verdad!?

Abrió los ojos perezosamente, siendo consciente de aquella voz que se escuchaba un poco lejos. Era la voz de Killua.

—Bueno, nunca me fijo en las marcas. Tal vez sí y no lo recuerdo.

Ahora era la voz de Ging. Comenzó a levantarse lentamente de la cama y bostezó. Se estiró de manera que parecía quebrarse la columna.

—Debería llevarte a probarlos. En serio con tus cuarenta y tantos años no los conoces, increíble.

—… Tengo 36.

Luego de un pequeño silencio, pudo escuchar como esos dos estallaban en carcajadas. Gon sonrió para sí mismo.

—Por fin se llevan bien, me alegro —murmuró, mirando por la ventana el bonito día que comenzaba. Pero repentinamente abrió los ojos. ¿¡Se llevan bien!?

Dirigió su asombrada mirada hacia la puerta.

—Bien, me toca a mí preguntar —dijo Ging—. ¿Cuál es tu animal favorito? —su tono de voz parecía entusiasmado y hasta curioso. ¿Cómo pudo cambiar de la noche a la mañana?

—Los perros —respondió sin dudar—. Los perros enormes y terroríficos —Ging rió divertido con la respuesta. "Puedo imaginar por qué", pensó.

Una adorable cabecita comenzó a asomarse por el marco de una puerta, mirando a los dos varones conversar tan amenamente. Estaba temblando, no podía creerlo.

—Yo adoro a los jabalíes, ¿imaginas el porqué?

Ya ni siquiera prestaba atención a lo que hablaban, estaba demasiado feliz. Tanto que se tiraría a llorar ahí mismo.

—¡Eres un enano!

—¡Cállate!

—¡En serio, había tanta tensión entre nosotros que ni siquiera lo había notado! ¡Incluso Gon es más alto que tú!

—¡Que te calles, mocoso!

Uno se lanzó sobre el otro, se metían unos buenos revolcones en el piso y parecía que volvían a ser como antes, pero la diferencia es que ahora reían entre gruñidos. Era como una pelea amistosa, tal vez.

Y no pudo más. Cayó de rodillas y sollozó como cuando vio a su padre la primera vez. Ni siquiera se dio cuenta de las asustadas miradas que le dedicaron los otros, sólo dejaba que de su tierna carita desbordaran cataratas de lágrimas y un intenso color rosado adornara su nariz. Estaba feliz, muy feliz.

—¡G-gon! —exclamó exaltado Killua, quitándose a Ging de encima y gateando hacia él rápidamente, posando una de sus manos en el hombro ajeno y con la otra tomando su rostro todo mojado—. ¿¡Q-qué te pasa!? ¿¡Estás bien!?

—¡Killua, Killua! —sollozó alto, lanzándose a él y abrazándolo. Killua pudo sujetarlo y ponerse en pie antes de caerse para atrás, sólo retrocediendo algunos pasos. Ging no entendía qué estaba pasando, apenas se iba levantando—. ¡T-te amo, Killua! ¡Te amo mucho!

Gon siguió llorando en su pecho, mojándolo totalmente, pero a ninguno le importaba. Killua no entendía lo que sucedía con su niño, pero inevitablemente sus mejillas tomaron un pequeño rubor y lo abrazó con fuerza.

—Yo también te amo Gon. Por favor, ¿qué te sucede? Voy a llorar yo también…

Gon calló por un momento sus sollozos, negando con la cabeza un momento, para luego alzar la mirada y ver a Ging tras Killua.

—P-papá, papá… Acércate… —murmuró con la voz quebrada, pero siendo perfectamente escuchado por Ging, además de hacer una seña con su mano.

El corazón del adulto dio un vuelco, Gon hasta ahora, jamás lo había llamado "papá", no de manera que se dirigiera a él personalmente. Pasó saliva, acercándose y sintiendo sus mejillas arder un poco.

Y apenas estuvo lo suficientemente cerca, fue jalado por Gon, quedando recargado en el par de niños y siendo obligado a rodearlos con los brazos. Su hijo seguía lloriqueando en el pecho del albino y éste luchaba por contener las lágrimas. Ging estaba todo confundido e inevitablemente le temblaban los labios. No le gustaba que la gente llore delante de él, no sabía qué hacer y le ponía sumamente nervioso. Incluso le daban ganas de llorar también.

—¡Lo… los amoooo! ¡Uaaaahhh! —fue lo que exclamó entre sollozos y jadeos entrecortados.

Fue imposible no apresarlo más en el abrazo. Ging daba palmaditas en la espalda de ambos, porque ninguno paraba de llorar. Al final Killua no se pudo resistir, y Ging succionaba las lágrimas dentro de sus ojos.

Y es que, ¿qué demonios? Jamás se esperó estar en tal situación con su hijo y su yerno.

Muy en el fondo, estaba realmente feliz. 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).