—¡GON, NO ME MIENTAS, ESTOY A PUNTO DE VERIFICAR TU TRASERO PARA ASEGURARME!
—¡No estoy mintiendo! —Gon estaba espantado. ¡Él aún conserva su virginidad intacta, pero Ging está que no lo cree!
—¡Oye viejo, eso sonó muy incestuoso de tu parte! —Y Killua estaba que cubría a Gon para impedir cualquier cosa rara que Ging quisiera hacerle a Gon, a decir verdad sí que se lo tomó en serio.
Nuevamente un fuerte color rojo dio contra la cara de Ging. ¡Su impulsividad lo hace quedar como esos padres... raritos!
Se giró de nuevo y respiró profundo aun teniendo un tic en el ojo izquierdo, realmente todo este asunto le estaba ansiando.
—Entonces... ¿Dicen que no han tenido sexo, cierto? —Vaya pregunta más directa. A Killua se le erizó el cabello y sus pupilas se achicaron, a la vez que se sonrojaba demasiado. Gon sólo miró apenado hacia otra parte. O sea, no, no han hecho esas cositas, pero realmente ese poco tacto en la lengua de Ging los avergonzó.
—No... —Gon tuvo suerte para que su voz no saliese tan vacilante—. A-aún no estamos listos, ya sabes... Embarazos juveniles y eso...
—Eh... Gon, los hombres no pueden embarazarse —Killua finalmente habló y miró a su novio tras él.
—¡Ah claro! Pfff, claro... —Bueno, cuando Gon está nervioso no sabe muy bien lo que dice.
—Pero hay enfermedades que se transmiten por medio del coito, ¡o con simplemente juntar riatas! ¡O con la felación, una infección en la garganta segura! —Ging de nuevo se volteó y los señaló acusadoramente. Y la parejita estaba que moría de vergüenza— ¡No estoy muy seguro de que tu pene esté sano, Zoldyck!
—¡Aahh ya cállate! ¡Eres peor que Gon diciendo cosas vergonzosas! ¡Y mi hombría está perfectamente sana! ¡¿Qué me dices de la tuya?!
—¡Más sana y más grande, seguro!
—¡¿Quieres ver que no?!
—¡AHHH YA BASTA!
El fuerte y agudo grito del pequeño Gon casi les revienta los oídos, dirigiendo sus miradas dilatadas hacia él.
Gon se sonrojó un poquito al haber llamado la atención de esa manera, pero habló antes de arrepentirse:
—Killua, sólo yo puedo ver que tan grande está tu hombría, ¿entendido?
Que repentina seriedad la de Gon. Ging miró horrorizado, y Killua, se sonrojó hasta que le sangró la nariz.
—E-entendido... —Su voz salió graciosa al tapar su nariz, y en sus ojos, se vio una repentina calma y felicidad.
Y Ging lloraba de manera cómica. ¿Esta era la revelación de su hijo por haberlo abandonado?
[...]
—Los presento de nuevo —suspiró Gon, para luego sonreír y tomar del hombro a ambos varones—. Killua, te presento a Ging, mi padre y tu suegro. Ging, te presento a Killua, mi novio y tu yerno.
Y ambos, volteando los ojos, dirigieron sus manos hacia el opuesto, hasta juntarlas, y sin mucho agrado, apretarlas suavemente.
—Un gusto —dijeron ambos a la vez, con tonos cansinos.
Pero una maliciosa sonrisa adornó la cara de cierto felino.
Generó electricidad en su mano, y una descarga eléctrica le erizó todos los pelos a Ging.
Un momento de silencio. Un Ging sin esperárselo. Un Gon totalmente impactado.
—¡Killua!
—Mocoso... —una voz tenebrosa y una sonrisa torcida, esto no acabaría bien.
Y a Gon sólo le tocó suspirar.