—Ah... Ging —un tímido Gon se encaminaba a la cocina, donde encontró a su padre comiendo entre un total desastre que yacía en la mesa.
—¿Mh? —soltó un sonido simple al tener llena la boca. Lo miró para prestarle atención, y notó que raramente tenía sus prendas. Pasó rápido la comida sin masticarla bien, atragantándose en el proceso y tomando agua como nunca en su vida. Dejó el vaso en la mesa y miró un poco alarmado a Gon—. ¿Por qué traes mi ropa? —no es que se sorprendiera tanto, es sólo que por curiosidad quiso preguntar rápido y hubo consecuencias.
—Lo siento, es que la mía estaba sucia y no traje más —rió nerviosamente—. ¿Dónde la puedo lavar? —preguntó con rapidez.
—Hay un río cerca. ¿Por qué también llevas las sábanas de mi cama? —preguntó extrañado, pues Gon, en sus manos tras su espalda traía las sábanas.
—¡Gracias! —exclamó rápidamente evadiendo el tema, saliendo corriendo de ahí en dirección a la puerta y cerrándola abruptamente.
Ging miró extrañado hacia la dirección a donde había ido. Ese chico realmente se veía nervioso, hasta sus mejillas estaban muy suavemente teñidas de carmín.
Un momento.
Se levantó abruptamente de su asiento, estampando sus manos contra la mesa y tirando algunos alimentos al piso. Sus ojos totalmente abiertos miraban hacia la puerta.
¡Ese chico no es sólo inquieto al dormir! ¡Se revuelca entre sueños con ese hijo de yakuza!
Por su parte, Gon se encontraba respirando un poco agitado justo a la puerta, aliviado de al fin abandonar el lugar por un rato. Pero debía darse prisa, Ging era lo suficientemente perceptivo como para sospechar algo.
Caminó relativamente rápido en busca del río, que no tenía ni idea dónde estaba, pero no se dejó ennerviar, así que confiaría en su olfato.
Pero al voltear a su derecha, se topó con cierto albino dormido... de cabeza.
—¿Killua? —murmuró sorprendido, acercándose a él y olvidando todo el anterior problema.
—Mmh... Gon... —Oh, genial, otro que tiene sueños húmedos. En serio, prácticamente gimió. Y Gon, se exaltó, casi asustado.
—Ki-killua... despierta... —Fue inevitable tartamudear, fue... realmente extraño. Posó su mano sobre el hombro del opuesto y movió ligeramente su cuerpo, haciendo que se balanceara un poco.
—Uhm... Qué pasa... —preguntó algo adormilado, con un tono más normal, estando ya despierto, mirando a Gon. ¿Por qué estaba al revés?
—¿Qué haces aquí? ¿Y por qué estás atado a un árbol de cabeza? —Aún estaba nervioso por lo anterior, pero decidió sólo dejarlo pasar.
—Gon... —seguía más dormido que despierto, así que se tardó en procesar
—
sucede que... tú me traes de cabeza
—No lo procesó del todo bien. Tomó su rostro, que por suerte, estaba justo a su altura, y depositó un pequeño beso en sus labios. Suele ponerse muy meloso luego de soñar bonito, y más estando somnoliento,
Gon se lo imaginaba como la clásica escena del hombre araña, y sonrió divertido por eso. Devolvió el beso y lo alargó, tomando también su rostro con una de sus manos, mientras la otra sostenía sus prendas y las sábanas.
Luego de un rato besuqueándose, Gon liberó a Killua, y volvieron a los besuqueos.