Había un silencio simplemente incómodo, el aire era tan tenso que incluso Gon lo notó. Todos masticaban lenta y discretamente, sin conectar miradas con nadie, y cuando Gon no estaba alerta, tremendas descargas eléctricas se enviaban por medio de una mortal mirada entre suegro y yerno, para luego apartarse y sólo generar más aire irrespirable.
Y Gon estaba casi ahogándose, necesitaba algo que rompiera con esa neblina imaginaria que juraba comenzaba a marearlo y nublar su vista. Cualquier cosa estaría bien, ¡cualquier cosa…!
—¿Tú preparaste la comida, Ging? Está deliciosa —habló ligeramente tembloroso. Y se sintió tan pequeñito cuando los otros dos le miraron instantáneamente.
—Gon, la pizza fue ordenada por ti —Killua pudo sentir a la perfección la mala mirada que Ging posó sobre él al arrebatarle las palabras. Sonrió internamente por ello, pero, entre otras cosas, realmente le dio ternura la manera en que Gon habló anteriormente.
—¡A-ah! ¡Claro que sí, claro que sí! —asintió con nerviosismo rápidamente. No pudo evitar sonrojarse y parar de asentir, posando sus manos entre sus piernas, mirando hacia abajo, repentinamente avergonzado, sintiéndose un idiota. ¿Por qué ahora el tenso era él?
Ging miró hacia Gon, extrañamente atento, observando detalladamente el comportamiento de éste, para después percatarse de que no era el único que tenía su mirada fija en él. Miró hacia el albino, que observaba a Gon con, para el tremendo disgusto de Ging, un sutil sonrojo, y podría jurar que estaba casi babeando. Se contuvo las ganas de soplar humo por la nariz y miró de nuevo a Gon.
“Es ciertamente lindo…”
Fue lo que Ging pensó, teniendo sus ojos, nuevamente con esa expresión gatuna de irritación. Miró de nuevo hacia el albino y gruñó por lo bajo, comprendía la razón por qué ese niño estaba enamorado de su hijo, porque, ¡era demasiado obvio que lo estaba!
Y, por más que le enfureciera, estaba seguro de que era correspondido, es decir, ese chiquillo no era feo, lo admitía, hasta sospechaba que le ocultaban algo. Y eso no le gustaba.
Ging carraspeó fuertemente para captar la atención de los otros dos. Ambos se exaltaron un poco y miraron hacia él, Killua después miró hacia otra parte, 'disimulando'.
—Killua... ¿Cierto? —El aludido miró de nuevo hacia él, algo extrañado... Y desconfiado.
—Así es...
—Muy bien... —Apartó su rebanada hacia un lado, posando sus codos sobre la mesa y apoyando su mentón sobre sus manos entrelazadas—. Cuéntame de tu vida, me gustaría conocer más al, "mejor amigo en tooodo el mundo", de mi hijo —nuevamente, esa sonrisa torcida apareció en su rostro. Y Killua frunció el entrecejo y tragó pesado. Gon comía disimuladamente.
—Y, ¿qué... le gustaría saber? —trató de sonreír, pero sólo hizo una mueca extraña.
—Uhm... Tu apellido, por ejemplo.
Sudó frío. Gon paró de comer. ¿Cómo reaccionaría su padre?
—Mi... apellido —murmuró, dudoso.
—Sí... ¿Cuál es? —le miró desafiante. A Killua no le gustaba la prepotencia con la que Ging lo miraba
Cerró sus ojos.
Sonrió, y se relajó. Nuevamente los abrió. Amenazaba a Ging con sus ojos opacados. Ging abrió ligeramente los suyos.
—Zoldyck. Mi nombre es Killua Zoldyck.