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¡Pobre! por jotaceh

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Día 78: Cumpleaños

 

Finalmente llegó mi cumpleaños número dieciséis, que empezó cuando Julieta me despertó con un fuerte grito en la mañana.

-¡Feliz Cumpleaños! –dijo después de zamarrearme y dejar en mis manos un pequeño chocolate.

-Ay, gracias… qué linda –apenas y podía pensar, seguía un poco dormido.

-Es el primer año que somos amigos y justo quedé pobre. Si tuviera tanto dinero como antes, te hubiese regalado algo mucho mejor, pero… es con mucho cariño –

-No te preocupes, mensa. Si me encanta lo dulce –le dije mientras intentaba abrir los ojos.

Partí el pequeño dulce en dos partes iguales e iniciamos con ese sabor el día.

-Aunque no es la única sorpresa que te tengo preparada –

-¿Qué? ¿Hay algo más? –me intrigaban sus palabras.

-Claro, pero esto es gratis –

-Dime que no le vas a colocar mi nombre a tu hijo, por favor –

-Ay ridículo, ni siquiera sé si es niño a niña todavía. Me refería a que otro regalo que tengo para hoy es que nos iremos juntos a la escuela, porque hoy retomo mis estudios en tu colegio tan pintoresco – y sí, por pintoresco se refería a pobre.

-Qué genial. Me encanta saber que voy a estar más tiempo contigo. Desde que comenzaste a trabajar, ya ni siquiera nos vemos –

El abrazo que vino después fue largo y apretado. Luego nos fuimos a bañar, ambos por separado, obviamente, porque somos amigos, pero no tan íntimos.

Cuando salí del baño, ya vestido con el uniforme, me encontré con toda mi familia en el comedor, esperándome para desayunar. Aunque no suelo hacerlo, me senté a la mesa, mientras mi mamá me besaba miles de veces en la mejilla para desearme un feliz cumpleaños, y mi abuela iba a la cocina para traer la torta que ella misma había preparado. Un bizcocho con crema y trozos de duraznos. Sobre él titilaban las dieciséis velitas que representaban mi edad.

Soy de ese tipo de personas que no le gusta que lo feliciten, me gusta que me quieran y que se sientan con la libertad de hacerlo, tan solo que me coloca nervioso ser vitoreado. Por eso, creo que sufro cada vez que me cantan el Feliz Cumpleaños.

Superado mi trauma con la cancioncita ésa, disfruté mucho el desayuno. Todos estaban felices, comían, aunque tuviéramos poco, se reían hasta del cantar de los pajaritos y eso fue mejor que mil regalos caros. Esa mañana agradecí lo afortunado que soy de tener una linda familia, una mamá que siempre ha estado a mi lado apoyándome, aunque sea tan extraña como una mosca rosada; una abuela que, aunque es refunfuñona, está dispuesta siempre a ayudar; y amigos a quienes amo como si fueran mis hermanos, y por los cuales soy capaz de todo con tal de verles felices.

Nos fuimos con Julieta rumbo al colegio, por ese camino de tierra en medio del campo, con las vacas pastando a lo lejos y el sol saliendo por la cordillera.

-¿No estás nerviosa? –

-¿Yo? ¿Debería? Seré la chica más bella de la escuela, todo será fácil. Además, me queda muy poco para terminar la enseñanza. Luego tendré a mi hijo y veré qué hago con la vida –

-No me dirás que también te marcharás del pueblo como Roberto –ya estaba viendo nublarse el mundo a mi alrededor.

-Claro que no, tengo que criar a mi hijo y no podría irme sola a otro lugar –

-Espero que mi abuela se acuerde cómo criar a un bebé –ambos nos reímos y es que probablemente, le pediría a la anciana que la ayude con la bendición.

Entramos a la escuela y nos dirigimos a la oficina del director, para hacer los trámites de ingreso. Estuve sentado afuera porque todo lo debía hacer mi amiga. Me sentí como un padre que espera al hijo afuera de la consulta del doctor. ¡Mi pequeña está tan grande!

Finalmente, todo quedó resuelto y nos dejaron ir hasta nuestros salones.

-Entonces seré compañera de curso de Roberto –

-Sí, eso te sucede por ser tan vieja… Aunque ya deben estar acostumbrados a los ricos que se han vuelto pobres, porque ellos también fueron compañeros de Rafael –

-Genial, por lo menos ya están entrenados –

-Mucho éxito amiga, solo serán un par de semanas hasta graduarte, pero lo importante es que termines y salgas con tu título de enseñanza –

-Pablo, no soy tan tarada como para reprobar todo el año en un par de semanas. No te preocupes – rayos, se dio cuenta de mi preocupación.

La vi cómo ingresó a su salón y luego entré al mío. Y grande fue mi sorpresa cuando todos gritaron al verme, lanzaron confeti sobre mi cabeza y comenzaron a cantarme el cumpleaños feliz. Estaba desconcertado y un tanto sordo. Al instante apareció el gestor de todo ese alboroto, con una torta sobre sus manos, Cristián caminaba hacia mí cual Marilyn Monroe cantándole al Míster President.

-Amor, organicé todo esto para que te des cuenta que todos te queremos mucho. Especialmente yo, que te amo –

Me quedé callado. ¿Amor es amor no? Y ahora que estoy soltero da lo mismo si me pongo a jugar con mi amiguito de infancia ¿no? Total, estoy seguro que le durará hasta que vea un buen par de tetas. ¡Si no es gay!

Soplé las velitas, corté el pastel y me senté en mi puesto luego de recibir el abrazo de todos mis compañeros. Dios, algunos necesitan seriamente conocer el desodorante.

-No sabía que había que dilatar el ano antes de penetrarlo –escuché de pronto, mientras tragaba mi torta. Casi me atoro con un pedacito.

Cristián estaba feliz con su descubrimiento.

-Vaya, veo que sí te pusiste a ver porno gay –

-Sí, aunque eso lo aprendí hablando con Emilia. En los videos muestran que solo es llegar y meter. Supongo que están editados –

Al saber que mi otra amiga le había dado consejos, volteé para encararla.

-Son cosas básicas que debe saber ¿no crees? Es por cultura general –

El profesor llegó al rato y dejamos de hablar de sexo. Aunque fuera extraño tener la atención amorosa del moreno, me gustó que se haya preocupado en darme una sorpresa. Lo tomé más como un amigo muy extraño y perdido que quiere demostrarle a su camarada que lo quiere.

Al escuchar las campañas del primero recreo, salimos los tres al patio. Veía alguna banca vacía que pudiéramos usar, cuando de pronto sentí los brazos de Cristián sobre mis hombros.

-¿Vamos a darnos besitos detrás del sauce? –Sí, es mi amigo el taradito.

-Luego, vayamos más lento ¿ya? –

-¿Lento? Emilia me dijo que eras bien rápido, que con Rafael y Roberto no te demoraste ni una semana en follar. De hecho, me la querías mamar el otro día en el gallinero –

Nuevamente volteé para mirar a mi pseudo amiga.

-¿En serio? ¿Volviste a odiarme o qué? –

-A mí no me alegues, la reputación te precede. Además, no dije nada que no fuera verdad. Haz memoria –ok, pero ellos me gustaban.

-Está bien, pero esas relaciones no funcionaron, quizás por lo mismo. Vayamos lento ¿ok? Para que esto sea firme desde el inicio –

-Lo que tú digas, mi amor. Me iré a jugar a la pelota entonces – y su forma de ir lento fue besarme apasionadamente en la boca, mientras me agarró con ambas manos el trasero.

Me quedé congelado en medio del patio. ¿Está loco?

-Creo que lo estás subestimando, tal vez sí está enamorado de ti –

-Lo dudo, no es gay. Lo conozco muy bien –

-¿Estás seguro? Yo vi claramente una erección debajo de su buzo –pensé que lo duro que me había restregado era su celular.

-No me traumes – le rechazo, me busca. Le acepto, me busca. Pensé que al verme accesible se hartaría, pero creo que es peor que un hongo, no me voy a poder deshacer tan fácilmente de él.

-Veo que me cambiaste con facilidad –

Y como una voz que proviene del mismísimo infierno, escuché a Roberto a mi espalda.

-¿Qué les pasa a todos hoy? ¿Por qué me asustan? –

-Quizás te asustas porque ocultas algo –parecía enfadado.

-Estoy soltero, ¿no te acuerdas? No tengo nada que ocultar –

-Venía a desearte un feliz cumpleaños, pero ya veo que te los ha dado otra persona –

-No te entiendo. Me dijiste que sería mejor que no nos volviéramos a ver –

-Y lo sigo pensando, pero Julieta me dijo que sería bueno que te viniera a saludar –

Madre mía, es que entre la rubia y Emilia me van a terminar provocando un infarto.

-Gracias por venir, tan solo que creo que no es una buena idea que volvamos a vernos. Deseo de todo corazón que te vaya muy bien en tus planes futuros- y me marché, ya había tenido muchas impresiones en un solo día.

Tuve gratas alegrías y unas cuantas decepciones, por lo que llegué cansado a casa. Supuse que nada más podría suceder y ahí me equivoqué, porque al entrar a mi casa vi un paquete enorme sobre la mesa.

-¿Qué es esto? –le pregunté a mi abuela.

-Vino el cartero y lo dejó, creo que lo traen de la ciudad. Es un regalo

Mi corazón se aceleró tanto que el rostro se me encendió como una ampolleta roja. No tenía que ver el remitente para saber de quién se trataba. Ansioso tomé el paquete y lo comencé a abrir. Era muy grande, por lo que esperaba que fuera un gran regalo. Al romperlo me percaté que adentro había otra caja. Bien, supongo que es algo delicado para venir tan empacado. Saqué el nuevo envoltorio y lo abrí, para encontrarme con una caja aún más pequeña. Maldito desgraciado, supe inmediatamente que estaba jugando conmigo.

Y claro, porque tras abrir siete empaques me encontré solo con una pequeña nota escrita a mano. Ese era todo mi regalo, una sola frase:

Espérame, regresaré pronto. Rafael.

 

 


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