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Corre Noah, corre. por Neko_san

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Espero que estén bien y hayan tenido una hermosa semana. 

Sin más; ¡A leer! 

14.

Apenas puedo asimilar lo que estoy viendo. No puede ser posible... tal vez, tal vez es un sueño; no he tenido uno desde que no consigo dormir. Es un sueño, pienso. No obstante, cuando veo a Mica unos metros más lejos observando otro aviso, esa anhelación escapa de mis manos.

     Me acerco donde él, rodeando otra pila de personas que ve el anuncio con las mismas expresiones que el otro.

     –Mica –Parece tan sorprendido y absorto como los demás, que apenas pudo percibir que me acercaba. –. No es cierto, ¿verdad?

     –El padre de Logan acudió al mío; dijo que Logan no había vuelto después de clases el día miércoles; fue a la estación de Policía para denunciar su desaparición, pero no lo tomaron porque tenían que dejar pasar veinticuatro horas, así que fue a pedirle ayuda a mi padre –Echa su mirada al suelo, hasta que la vuelve al aviso–. Los vi llegar hace una hora aquí, para poner los avisos y preguntar a los profesores y a los directivos por su paradero. Para saber cuándo fue la última vez que lo vieron.

     Apenas dura puedo inquirir –: ¿Han encontrado algo?

     –No.

     No puedo admitir la ambivalencia entre alivio y terror; no más que la culpa que me quema el pecho. Alivio, porque podría pensar que este podría ser el fin, pero me veo obstinado a ser capaz de sentir o pensar algo como eso; terror, por pensar que hay algo más detrás de esto, un plan elaborado que podría amenazarme; pero la culpa, porque... veo inocencia en el rostro de Logan. Y no sé por qué.

     ¿Por qué desaparecería? ¿Cuál sería su plan? Algo... algo me dice que, no.

     El consejero aparece para disiparnos y convencernos de entrar ya a clases.

     –Mantenme al tanto. –Le pido a Mica, ya sin tiempo de poder hacer conjeturas, en voz baja; y ambos entramos a nuestros respectivos salones.

     Todos parecen entrar más rápido que yo, porque que cuando me adentro, ya todos están acomodados y, me miran cautelosos. Se instala un silencio sepulcral. Me siguen con la mirada en mi recorrido hasta el pupitre. Con la guardia indefensa y un segundo descuidado, enfoco mis ojos al asiento vacío de Logan. Desvío la mirada tan rápido como puedo, y descanso. Siento un fuego ardiente en mi espalda, y los ojos encestados en mí me hacen saber por qué.

     Las clases se instauran, pero todos estamos tensos. En especial yo, que soy el foco de atención.

     Las puertas se abren abruptamente; entra el director con una pareja de mediana edad.

     –Discúlpame Robert, tendré que interrumpir tu clase por un momento –dice situado a la par de la pareja que, no me caben dudas de que se trata de los padres de Logan–.  Como se habrán hecho de conocimiento, el paradero de su compañero Logan Riley es desconocido. Los datos más actualizados siguen siendo el mismo: se le vio por última vez después de clases –informa con pesar –. Los padres de Logan y la Policía han venido para hablar con los amigos o cualquiera que fuera cercano a su hijo –se detiene y nos recorre con la mirada–. ¿Alguien aquí lo vio hasta después de clase? ¿Alguien es cercano a él?

     Ante la espera de una respuesta, lo único que se puede admirar en el salón son solo rostros incrédulos; otros inexpresivos indicando ninguna familiaridad con Logan; otros sacuden la cabeza en un desdén negativo. Seis años compartiendo las mismas clases, los mismos salones, los mismos eventos; casi dos mil días juntos, doscientos y más semanas que conforman esos seis años y... ¿no nos dimos el tiempo para conocernos?

     Ante todo pronóstico, alzo mi mano. Alzo mi mano con todo el impulso que denota la culpabilidad que siento. Observo a los padres de Logan por un momento, luego al director.

     –Por favor, acompáñanos. –me pide el director.

     Me pongo de pie, y salgo del aula para seguir las pisadas por delante de mí.

     Entramos a la dirección, que está más sombrío que de costumbre; veo en uniforme de policía al que puedo identificar como al padre de Mica, otro policía está a su lado, los padres de Logan también entran, y el director se aposenta en un rincón.

     –Él es Noah Payne, estudiante de último año –me presenta el director–. Es compañero de Logan.

     –Un gusto Noah –el padre de Mica y yo nos estrechamos la mano; empiezo a dudar que se haya olvidado de mí–. Espero que no te moleste que te pida tomar asiento. –dice amablemente. La pequeña sonrisa que da me hace recordar a Mica.

     –No, está bien –Cuando me acomodo, es cuando me empiezo a sentir fuera de lugar.

     ¿Por qué alcé la mano? ¿Qué tengo para decir que pueda servir o... –atisbo los rostros adoloridos de los padres de Logan–... que pueda consolarlos? Tengo ganas de huir de aquí; de disculparme por mi imprudencia, y salir corriendo.

     –Soy el Oficial Charles Scott, de la jefatura 10 y el encargado de llevar este caso –se presenta–. Te haré una serie de preguntas, ¿bien? –Asiento con el corazón a punto de explotarme–. ¿Desde cuándo llevas siendo amigo de Logan?

     –Desde  –Comienzo a pensar que los padres de Logan sospechen; nunca me han visto, se preguntarán por qué nunca me vieron con él, por qué nunca he ido a su casa, por qué es que hasta ahora saben de mí. –... el primer año de la secundaria. –respondo temeroso.

     –Es mucho tiempo. ¿Has notado a Logan actuar extraño estos últimos días? ¿Te ha dicho algo que tenía pensado hacer?  ¿Una escapada, un viaje o... algo de lo que pudieras dudar?

     –No... –respondo con más miedo; pero recuerdo como estuvo hace dos días: me acercó los accesorios, me miró sin cautela... me ayudó en la pelea con Rory. –. No me contaba muchas cosas pero..., estuvo un poco raro, sólo eso.

     – ¿No te dijo por qué?

     –No, señor.

     –... ¿Cuándo lo viste por última vez?

     –En la última hora de clases, el Miércoles.

     – ¿Sabías si tenía problemas con alguien? –Habla por primera vez el policía que estaba a un lado del padre de Mica; parece más serio y sus palabras suenan impacientes. – ¿Iba a otro lado después de la escuela?  ¿Tiene novia? ¿Tienen otro amigo en común?

     –No, señor. –respondo a todas las preguntas inquiridas.

     –El director nos dijo que se metió en un lío en el que tú también participaste.

     La voz del hombre es despiadada; cada vez que abre la boca es como recibir un latigazo en la espalda. Me arrincona, me pone la piel de gallina.

     –Me peleé con un compañero; vinieron más y él vino a defenderme.

     – ¿Tú le pediste ayuda?

     –No, señor.

     – ¿Cómo es el nombre del chico con el que pelearon?

     –... Rory White.

     –Lo he suspendido por una semana, al igual que sus otros compañeros. –Interviene el director.

     El policía me echa un vistazo, desaprobándome con la mirada; luego se dirige al padre de Mica, y niega con la cabeza con tirria.

     –Creo que ya hemos terminado –el padre de Mica se levanta y me ofrece la mano para volver a estrecharla –. Muchas gracias por tu colaboración, Noah. –me sonríe y nos soltamos las manos.

     Me levanto del asiento y me dirijo hacia la puerta. No encuentro valor para despedirme de los padres de Logan, pero, cuando la puerta se está cerrando detrás de mí, logro apreciar sus expresiones entristecidas, las lágrimas que se asoman en los ojos verdosos de la madre de  Logan, como si hubiera sufrido por no derramarlas durante el interrogatorio o... porque lo único que hice fue darle falsas esperanzas.

     ¿Por qué lo hice? ¿Por qué... hice llorar a esa señora? No aguanté ver su rostro cuando atestiguó que nadie en el salón era amigo o cercano a su hijo; también me di cuenta de que no conocía a su hijo, que no conozco a casi nadie.

Recuerdo al niño, que algún día fue Logan, sosteniendo al conejo; tampoco sé por qué su hijo hizo eso.

     El timbre resuena en el pasillo, el doble de insoportable en mi cabeza. Las personas salen a chorros de los salones. Me quedo un momento como un centro que repele a las personas que se le cruzan; cuando veo salir a mi profesor de la clase, decido entrar.

     –Noah, ¿qué les has dicho? –viro justo al momento en que cierro la puerta; es la chica que me avisó sobre Rory y los demás, sentada en la misma posición.

     « ¿Qué les he dicho? », también me pregunto con un sabor amargo.

     –Lo que sabía. –Es lo más decente que supe contestar; pero igual me sabe mal. Vuelvo a mi asiento, volviendo a sentir la ausencia de Logan sobre mi espalda.

     Ya en la salida, me acerco al autobús para rematar con esta semana de clases.

     –Noah. –Alguien me llama; aminoro la velocidad para buscar a la fuente de la voz.

     A un lado de la calle, no muy lejos del autobús, hay una patrulla de Policía. Distingo al padre de Mica reposado en el asiento de conductor, sin el otro policía de esta tarde. Me acerco dubitativo hasta su ventanilla.

     –Buenas tardes, señor.

     Me brinda una sonrisa amplia. – ¿No habrás creído que me había olvidado de ti, verdad? –   Trato de disimular la sorpresa casi sin éxito. –. Lo siento. En casos policiales es mejor no involucrar a familiares ni amigos; tú eres amigo de mi hijo, pero no podía permitir que vieran que te daba un trato especial.

     –No, para nada –digo casi atragantándome–. No buscaba eso, señor. –Da una risa armónica.

     Se escucha el motor del autobús arrancando y marchando. Ambos nos volvemos a verlo.

     –Lo siento, ¿te hice perder el autobús? –se ve la sombra de una mueca. Iba a replicar, pero me interrumpe –: Ven, sube. Te acercaré a tu casa. Es lo menos que puedo hacer.

     Titubeo un poco, pero al final ya estoy en el asiento de copiloto encaminándome a casa.

     – ¿Y Mica, señor? –inquiero curioseando la parte trasera vacía.

     –Se ha quedado en la escuela hasta dentro de poco. Su madre lo va a recoger –ladea a verme–. Puedes llamarme Charles.

     –Está bien, señor... Charles. –Repongo y nuevamente le arranco una sonrisa.

     Conversamos por un tiempo; me voy dando cuenta de que es un hombre ameno y cálido. Su rostro es el retrato de Mica; debió lucir tal y como él, sólo que con ojos cafés. No muy lejos de llegar, reduce la velocidad y su semblante cambia a serio.

     –Noah –empieza–, he sido policía durante veinte años, y –frunce el rostro–, sé cuando alguien guarda algo –el corazón se me empieza a acelerar–. Eres muy joven y es muy triste que piense esto de ti pero, tú no dijiste nada en la interpelación. Estabas tenso y –apunta sus ojos a los dedos de mis manos; las contemplo: están hinchadas, moradas y con cortes pequeños. –... sé que algo te sucede y puedes decírmelo. Puedo ayudarte; nos moveremos con cuidado, y no te sucederá nada.

     Me imagino un futuro en la que esa persona es pillado, Logan aparece, recupero las fotografías, mis padres ni Simón corren peligro.

     –Esta tal vez sea tu única oportunidad para pedir ayuda. –El auto se detiene, percibo que hemos llegado al reconocer los arbustos que se encuentran detrás de la imagen de Charles.

     No, no puedo aferrarme a ese sueño. No tengo pruebas. Y si le digo lo de las fotografías...   Puedo confiar en que me crea, al igual que lo hizo Mica, pero... no creo que pueda hacerlo.

     Alzo la vista y con gran esfuerzo le esbozo una sonrisa.

     –Estoy bien... muchas gracias, Charles. –Me despido sin observar con detenimiento su expresión, y al salir me topo con el rostro pálido de mi madre sosteniendo unas prímulas.

     La patrulla tarda en arrancar, pero cuando se aleja, lo observo por encima de mi hombro.  Tal vez viendo como dejé escapar esa única oportunidad.

     –Noah, no me digas...

     –Sólo es el padre de Mica; se me pasó el autobús y se ofreció a traerme. –explico aflojando el rostro de Adele, quien lleva sus manos a su pecho.

     –Pensé que te había ocurrido algo. No me vuelvas a asustar así. –Me golpea con las flores sin arrancar un pétalo de ellas. Se me escapa una que otra sonrisita, pero no tardo mucho en preocuparme por algo nuevo: está oscureciendo.

     – ¿Dónde está Harold?

     –Oh, está adentro. Está supervisando los exámenes que se evaluarán; yo he corregido los de mis alumnos –se agacha y planta las prímulas– y la verdad no me gustaría hablar de eso –sacude el rostro y hace una expresión de repelencia–. ¿A ti cómo te ha ido en los exámenes? Ya están en temporada, ¿no?

     –A mí... – ¿Estoy en temporada?... Creo que... hoy, tuve un examen. No lo sé, recuerdo una pregunta, pero no recuerdo qué respondí. ¿Era de Algebra o de Ciencias? ¿Qué respondí?  Ni siquiera estuve estudiando, entonces... –... creo que me fue bien. –Antes de esperar una respuesta, decido mejor apresurarme. –Creo que deberíamos entrar, está oscureciendo.

     – ¿Qué dices? –Toma otra prímula. –. Siempre me ocupo del jardín en la noche.

     –Pero... –Logan está desaparecido... podría, podría venir aquí, ahora. La podrían hacer daño. –. Tienes que entrar... –Me muerdo el labio. Sé que ninguna excusa será lo bastante buena para alejarla del patio. Acongojado echo un vistazo a la sala principal, entro rápidamente y abandono mi mochila por allí. Vuelvo a salir y me echo a su lado.

     – ¿Qué haces? –pregunta sorprendida.

     –Te ayudaré con las plantas. Pásame aquellas. –Apunto a unas flores lilas mientras me coloco los guantes. Turbada, me desliza las flores, y yo comienzo a sepultar las raíces.

     No puedo dejarla sola. Tampoco le puedo decir por qué. No me queda más que hacer de guardia para asegurarme que nada le suceda.

     El añil en el cielo le va ganando espacio al dorado que se hunde en el horizonte, hasta que la oscuridad decorada con las estrellas se aposenta. Ambos entramos finalmente. Cenamos y, me doy cuenta que el muro de timidez que teníamos se ha desmoronado un poco. Durante el resto de la noche lo único que puedo hacer es rondar. Vigilar.

     Tomo asiento en mi cama. La luz de la luna me aclara el rostro, pero no puedo dejar de pensar en Logan. Nada puede explicar que haya desaparecido; sí, estuvo extraño no hace mucho, pero ninguna conclusión a la que llego me satisface. ¿Podría llegar tan lejos?

     «... esto no es nada pequeño. », me golpean las palabras de James, como el auténtico sabor que sólo tiene el karma.

     Los ruidos de abajo me arremeten. El tintineo de tazas y el abrasador olor a café. Al lanzar mi vista a la ventana el cielo amanecido es el que gobierna ahora. Me pregunto por un momento si he dormido o no, ¿cómo puede ser que las horas pasaran volando? Reviso mi celular: ningún movimiento.

     Salgo de la cama y atravieso las escaleras para llegar a la cocina donde están Adele y Harold desayunando... mi corazón brinca al ver que están a salvo. Hoy es sábado, no hay clases. Por alguna razón se encuentran cerca del televisor, no se inmutan con mi llegada. Me acerco a la par curioso. Veo que el televisor sintoniza el canal de las noticias.

     «Cadáver hallado en el bosque...», leo las líneas.

     Le hago caso a lo que informa la reportera –: Esta mañana la Policía recibió una llamada de un trabajador de sanidad de turno que se encontraba limpiando la parte de la carretera Principal, y, según su testimonio, encontró un cadáver sobresaliendo sobre un arroyo; la primera impresión que tuvo fue que se trataba de un maniquí abandonado, pero a medida que se fue acercando se topó con un olor putrefacto y hendiduras envueltas por insectos. Por el momento, el cuerpo ha sido identificado como el estudiante Logan Riley; cuya desaparición fue denunciada por los Sres. Riley hace dos días en la estación de Policía, y cuyo caso se encontraba en manos del Oficial Charles Scott.

Notas finales:

¡Hola de nuevo! Las cosas se están volviendo más crazy para Noah. D:

Chavos, este capítulo sería el que subiría el miércoles pasado; pero por problemas no pude seguir al tanto y perdí el ritmo y este fue el resultado >:T. No puedo decir con seguridad si el otro miércoles subiré capítulo. Estoy tratando de alcanzar otra vez el ritmo junto con el equilibrio emocional xD; pero los Domingos siguen en pie, y voy a tratar de escribir todo el tiempo que pueda para actualizar nuevamente los miércoles. 

Ya, sin más angustias de my life, ¡Nos leemos!


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