Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Corre Noah, corre. por Neko_san

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! Espero que hayan tenido una buena semana. 

Sin más que agregar... ¡A leer!

Es mi fotografía..., de las que habían en mi casillero. Lo tomo bruscamente arrebatándoselo.

Estoy con las piernas extendidas, mostrando mi dorso desnudo...

–Noah, era la única. No sé qué... ¡Noah!

Salgo corriendo. Corro, corro y corro. Quiero huir.

Mica me sigue llamando y hasta creo que me persigue. Pero todo se mueve lentamente. Mis músculos se desplazan en cámara lenta al igual que las personas que pasan cerca del colegio.

Veo un autobús urbano detenido en la otra calle. No sé dónde a vaya pero aumento la velocidad para tomarlo.

– ¡Noah!

Por su voz puedo calcular que no está muy cerca.

Llego justo a tiempo antes de que el motor arrancara. No me doy un minuto para descansar. Subo agitado. Las puertas se cierran detrás de mí y a través de la gran ventana de vidrio que permite mirar de enfrente las calles observo que Mica no llega. Está a una manzana.

Mis manos me tiemblan. Mi pecho sube y baja. Siento como el sudor comienza a bajar de mi frente paseándose en dirección contraria de donde se origina.

–La foto... –Me asusto al pensar que lo he dejado caer por ahí, pero para mí fortuna aun lo tengo de los pelos. Lo guardo, le pago a la conductora que me mira con cierta preocupación y me dirijo a tomar un asiento.

Me he sentado con alguien más. El autobús está repleto. Pero tengo unas inmensas ganas de estallar a llorar. Con todas mis fuerzas impido que pase, que mis lágrimas salpiquen a la gente y mi grito pueda despertar al bebé que sostiene una mujer por mi otro extremo.

Estoy tan avergonzando... Mica me ha visto. Me he metido en una nueva pelea de nuevo..., Ezra me ha descubierto. ¿Qué mierda sigue ahora?

 Todo se tiñe de negro.

– ¿Chico? ¿Chico? –La voz de una mujer me alcanza.

Parpadeo unos cuantos segundos y trato de divisar donde estoy. Aún sigo en el autobús, pero no hay personas. Por la ventanilla se ve que está oscuro.

– ¿Qué hora es?

–Son las ocho. Te has quedado dormido. –Es la conductora. –Ya he terminado mi recorrido.

– ¡Dios! ¡Perdón! No sé cómo pude... –Me levantó precipitadamente para tomar mis cosas. Estoy desorientado, no sé en qué lugar esté. – ¿Dónde estoy?

–Entrando a la 51. Me he parado antes de devolver el vehículo cuando te vi.

Me relamo mis labios deshidratados. Me asusta un poco saber que he salido del pueblo, pero no quiero causar más problemas por lo que le pregunto qué autobús pasa cerca para dejarme aunque sea en la carretera.

La conductora se queda pensante.

– ¿Dónde vives? –Extrañado un poco le digo mi dirección. –Puedo acercarte. No habrá problema si entrego esta chatarra una hora después. –Sin más, vuelve hacia su lugar dejándome con las palabras en la punta de la lengua. Parece decidida a no escuchar mis replicas.

Gira el autobús y vuelve por el mismo camino por donde llego.

Suspiro un poco del alivio. ¿Cómo pude quedarme dormido en pleno autobús? ¿Dónde con el montonal de ruido es suficiente para impedir que descanses?

Llegamos. Y en vez de acercarme a la carretera me ha dejado en frente de mi casa.

Le agradezco y bajo.

Mis padres están en el patio, arreglando el diverso grupo de flores iluminados por las farolas.

–Oye, es la primera vez que veo pasar un autobús urbano por aquí. –Comenta mi papá con una cerveza en la mano.

– ¿Cómo es que has llegado desde ahí? –Mi mamá deja la pequeña pala que sostiene y me abraza ensuciándome un poco con arena. Se siente tan reconfortante ser envuelto por su calor.

Me dejo caer. Las fuerzas de mis piernas se escapan.

–Cariño ¿Qué te pasa?

– ¿Estás bien?

Se escuchan preocupados. Mi mamá me sostiene entre sus brazos.

Me encantaría llorar en su pecho, como cuando lo hacía de pequeño. Mientras me tarareaba una canción para calmarme y mi papá se quedaba cerca observando pacientemente para luego invitarme a jugar y así olvidarme de la razón por la que lloraba.

–Estoy bien... solo –Me levanto con algo de dificultad, pero lo logró hasta estar por encima de su altura. –, estoy cansado.

– ¿Y esas magulladuras?

–... –Me han atrapado con las manos vacías. No me había planteado eso; en cualquier caso, si lo hubiera hecho, hubiera pensando que la oscuridad de la noche podría darme una mano para  esconderlos aunque sea hasta mi llegada y luego me hubiera puesto a pensar en una buena excusa. –Me he metido en una pelea. –Es evidente, ningún otro pretexto sonaría creíble. –Estaban molestado a un chico de primero y... decidí darles una paliza.

– ¡Noah! –Harold, mi papá, se acerca efusivo hacia mí para rodearme en sus brazos. –Tu primera pelea. Es bueno que la causa haya sido noble; defender a un jovencito. –Se echa a reír orgulloso pero mi mamá lo reta con la mirada.

–Noah, tienes que tener cuidado. Está bien que hayas querido defender a alguien más pero... primero pienso en ti. –Sonrío incrédulo.

Eso es algo que ya no puedo hacer. No desde que ustedes corren peligro.

–De todos modos, ¿quieres explicarme lo del autobús?

Nuevamente, me atacan sin defensa.

–Vi que la conductora era una mujer... –Harold insinúa algo más entre sus palabras, Adele, mi mamá, le da un ultimátum con la mirada. Mi papá se espanta un poco por lo que decide mejor  mantener la boca cerrada, abriéndola solo para dar un trago a la botella.

–Fui a la casa de un amigo y... me quedé dormido devuelta en el autobús. –Me sorprendí. Esa si era una excusa buena. – ¿Qué hacen aquí tan temprano?

–Es viernes, recuerda que salimos temprano siempre a esta fecha. –Asiento. Ya... he perdido la noción del tiempo.

– ¿No quieres que te trate las heridas? Se ven muy mal.

– ¡No! Está bien. Solo... tengo que darme una ducha y se limpiarán solas. –Jalo la tira de mi mochila con más fuerza y antes de entrar, mi papá me da una sonrisita traviesa.

Subo las escaleras y caigo rendido sobre mi cama. Tratando de recuperar un aire que no es el que conocemos. Un aire de calma, de: « Todo va a estar bien», aunque sepamos que no es así. Por lo que por más que se inflan mis pulmones, me siento asfixiado.

Oigo la risa de mis padres. Me acerco a la ventana para verlos en el patio delantero. Mi mamá sigue arreglando las petunias mientras que mi papá bebé cerveza.

Se ve tan tranquilo. Tan... sereno.

En mi garganta comienza a formarse un doloroso nudo.

Tomo alguna ropa y me adentro a la ducha lo más rápido que puedo. Cuando me empapo con el agua y el lugar se nubla por el vapor mis problemas siempre se iban al grifo junto al agua, y el vapor me cubría como un escudo; los hacía borrosos hasta que desaparecían.

Mis ojos ven mis fotografías y mi mente me juega una mala: los gemidos de ese cerdo se reproducen. Una y otra vez. Como si se estuviera deleitando o disfrutando con mis fotos.

¿Quién rayos puede saber que estará haciendo con mis fotografías?

Me deslizo a través del cerámico de la pared poco a poco hasta caer sobre la bañera.

 «Tal vez los pondrá en un marco y los colgará en su casa. », bromeo. Y juro que esperé que riera, pero solo estallé de tristeza.  

Libero mis lágrimas y sollozos. Espantosos sollozos que jamás pensé que podía reproducir. La saliva se me escurre formando hilos. Comienzo a gritar internamente.  De lo único que me puedo apoyar es sobre esta pared.

Confío en que nadie escuchará mi llanto. Solo estas cuatros paredes que me rodean serán testigos y escucharán el agrio grito de mi desesperación. Impedirán que traspasen hacia el mundo que está derrumbándose para mí.

Pienso en mis padres, después en la escuela. ¿Qué será de mí ahora? Estoy a merced de ese loco.

Después de descargar toda una potencia de emociones que me había tragado por hoy, me vestí y me recosté en la cama. Cansado. Queriendo saber nada del mundo exterior.

Mi móvil vibra. Es una notificación. No hay nada más. Parece que... se compadeció de mí, será que pensó que fue suficiente dolor por un día y me dejará la noche libre.

Me causa gracia estar pensando como esa... escoria.

La página del colegio ha publicado una invitación para el funeral de Sophie invocando a los allegados y amigos. Será mañana a primera hora en el cementerio principal del pueblo.

Escondo mi rostro entre mis piernas. Parece increíble todo esto. La oscuridad y el silencio de mi cuarto me acompañan.

Me siento endeudado con Sophie... una deuda que, parece que nunca podré pagar. No me doy una idea de qué puede ser, pero me veo con la obligación de asistir a su funeral. Al menos, a despedirme.

Será que ¿debí haber tomado su número desde un principio? ¿Cómo habrán sido los últimos días de Sophie? ¿Se la habrá pasado llorando o solo se quedó mirando a un punto fijo? ¿Habrá tomado la decisión impulsivamente o estaba todo planeado? ¿Pensó en el dolor que iba a infligir a sus padres o solo habrá estado absorta en que su dolor cesaría?

Me imagino que..., en todas esas escenas interrumpo con un mensaje mío. Diciéndole: «Estoy aquí. Todo estará bien » o, « ¿Quieres hablar? ¿Vamos por unas malteadas? Conozco un buen lugar a donde ir ».

¿Habría cambiado la historia? Veo a Sophie sonreír. Con una chispa de esperanza en sus ojos.

Ha llegado la mañana. He tenido el mismo sueño de siempre. Les he dicho a mis padres que me acercaran hasta el cementerio principal y me dejaran por media hora al menos.

El día está teñido de gris. Las nubes parecen no tener intenciones de mostrar al sol y, tal vez amenazan con arrojar una que otra gota de agua.

En el centro está el ataúd con una fotografía de Sophie. Mi piel se eriza y no me veo capaz de acercarme hasta allí. Los familiares lloran, no puedo deducir quienes son los padres de ella ya que nunca los he visto. Veo algunas caras conocidas del colegio. En un apartado, están las amigas de Sophie, llorando y lamentándose. Dándose apoyo mutuo.

–No tiene sentido. Ella estaba bien... ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué no nos dijo nada? –Melanie, una de su grupo explota en una combinación de rabia y dolor. Las demás tratan que mantenga la compostura.

Sus palabras me saben a hipocresía.  « ¿Estaba bien? », ¿de verdad? Ella estuvo ahí cuando rompió en llanto el día en que me gritó. ¿Acaso se refiere a los días en que se mostraba destellante de alegría  y no cuando comenzó a faltar al colegio? ¿No recordaba su ausencia? Fue una semana entera. No fue hace un mes o un año; sucedió recientemente. Pero vale, claro, se acordaron por un segundo de su ausencia cuando yo les pregunté por su paradero cuando ellas estaban con sus celulares tecleando con demasiado éxtasis. Se olvidaron de que estaba mal. Pero, estando tanto tiempo en sus malditos móviles ¿no se les ocurrió mandarle un miserable y pequeño mensaje? ¿No la vieron entre sus contactos? ¿No vieron su asiento vacío? ¿No se preocuparon por ella?

Lágrimas de cocodrilo. Eso es lo que salen de sus ojos.

Dejo atrás mi irritación y tomo asiento entre las personas. La misa está por comenzar.

Capto una presencia extraña, como si todo el mundo me estuviera mirando. Pero el “todo el mundo” desaparece cuando me viro y me doy cuenta de que Mica es quien me observa. Me alerto, pero no tengo energía para armar un escándalo, y menos en un funeral ajeno. Simplemente no me veo con el derecho de decirle que se vaya, tal vez conoció a Sophie.

Decido mejor guardar silencio y no prestarle atención.

Una decena de personas pasan a dedicarle algunas palabras; los familiares relatan anécdotas de su infancia y sus amigos balbucean. De entre todos los cientos de amigos que pasaron a expresar su desentendimiento acerca de por qué decidió tomar esa decisión, ya que era bastante joven, solo uno de ellos, el último, se escucha auténtico, sin falsedad:

–Te deseo paz y felicidad en el camino de tu decisión y en tu llegada.

Sólo eso. Sin lamentos. Sin lágrimas. Sin mirar atrás.

Luego del entierro el grupo de personas concentrado en un solo punto se rompe. Cada uno va a donde debe ir, y yo hago lo mismo.

–Noah. –Es Mica, me atrapa justo cuando voy bajando de la colina.

– ¿Has venido por Sophie?

–Francamente..., no. –Habla con cuidado, como si estuviera preparado en caso de que vaya a huir. –Tampoco sabía con precisión si vendrías... me arriesgué.

– ¿Has venido a por mí, entonces? –asiente –. ¿Me vas a estar persiguiendo todo el tiempo?

–Sólo hasta que me dejes ayudarte.

– ¿Ayudarme en qué? –Trato de hacerme el desentendido. Quiero despistarlo. No, quiero que no ponga sus manos en el fuego; bastante me estoy quemando ya.

–No sé qué es lo que te sucede con exactitud, pero estoy seguro de que algo anda mal. La fotografía que me encontré...

–La fotografía que te encontraste me lo saqué yo.  –me siento asqueado al decir eso; aunque imparcialmente es cierto, estoy transmitiendo también que mis intenciones fueron deplorables, lascivos. Los cuales no son así.  Pero confío que diciendo eso Mica me dejará en paz.

– ¿Entonces por qué llorabas?

Me muerdo la lengua. No sé qué responder. Solo se me viene algo en la mente:

– ¿Por qué quieres ayudarme?

Se queda un segundo en silencio. El clima gris hace que su piel se vea un tono más pálido.

 –Porque somos amigos.

Su respuesta... me ha calado por completo. Me veo imposible imaginar algo que implique que fuera cierto lo que dice. Lo he ayudado un par de veces... incluso antes de mi cambio lo consideraba también como tal, pero nunca pensé en los factores en que me hicieran catalogarlo como mi amigo. Simplemente lo era; pero ahora... ¿puedo confiar en él?

– ¿Lo somos? –Pregunto seriamente. Él asiente.

No sé cómo debo sentirme al respecto pero... creo que, confiaré en Mica.

Ha comenzado a caer un montonal de gotas de agua. Nos hemos mojado completamente pero logramos llegar a una cafetería. Nos sentamos en frente del otro y pedimos una taza de café para entrar en calor.

Mica me observa expectante, esperando a escuchar lo que tengo por decir. No me hago una idea por dónde comenzar.

Observo la ventana a mi lado, pillando mí reflejo y luego toda la calle que se ha empapado de agua. También están los bosques, que seguramente deben estar proyectando el delicioso olor de la tierra húmeda.

Los bosques; todo comenzó en los bosques.

Le cuento a Mica, con todo el valor que encuentro, sobre aquel día. Aquel día que alguien me persiguió y me mandó un mensaje preguntando irónicamente sobre mi estado; luego siguió la asquerosa llamada; la pelea con Rory; y después... la amenaza contra mis padres, lo que explicaría por ende el origen de las fotografías.

Durante toda la narración no he parado de presionar la uña de mi dedo pulgar contra el largo de mi dedo índice, tratando de que así pudiera controlar aunque sea un poco mi ansiedad; para verme firme ante Mica.

– ¿Puedes prestarme tu móvil?

–Sí. –Le cedo mi celular el cual empieza a indagar. No tengo idea de lo que esté haciendo ya que no puedo ver desde donde está, pero de pronto me doy cuenta de que aún tengo las fotos en mi carpeta. – ¡Espera! ¡Dámelo! –Se lo arrebato de sus manos y entro a la carpeta lo más rápido que puedo para borrarlas. No quiero que vea las demás fotos.

– ¿Qué ocurre?

–Sólo... quiero borrar unas fotografías. –Logro contestar mientras muevo mis dedos con velocidad.

–No, espera. –Justo cuando estaba por borrar la primera fotografía Mica me toma el móvil. Eso me pone aún más histérico.

–Mica, solo quiero borrar las fotos.

–No puedes, debes tenerlo como evidencia.

– ¿Evidencia?

–Para la policía. –Lo que me acaba de decir lo he sentido como si me hubieran echado un balde de agua fría. Mica tiene pensado hacer una denuncia; pero eso es lo último que puedo hacer. –Mi padre es policía, él puede ayu...

–No puedo, no puedo ir con la policía a denunciarlo. “Esa persona” me ha dicho que si llego a decir algo sobre esto publicará mis fotos.

Nos quedamos callados.

Parece que Mica está desechando el plan de denunciar o el de que su padre nos pueda dar una mano. La camarera finalmente nos trae el café y cuando se aleja, Mica por fin habla:

– ¿Tienes una idea de quién pueda ser? –Continúa tecleando en mi móvil. La idea de borrar las fotografías para evitar que él las vea se me ha ido cuando me ha lanzado esa... interesante y sensible pregunta.

–Solo se me ha venido a la mente las personas más cercanas a mí. –No quiero dar nombres, no quiero decirle que él estuvo en mi lista de sospechosos.

– ¿Quiénes? –Tal parece que pudo escuchar mi pensamiento.

Rechino mis dientes y respiro profundo. Mica sube su mirada ante mi silencio.

–Logan... –Balbuceo –. Rory... –Cada nombre que estoy anunciando me revuelve el estómago, y no por pensamientos nauseabundos; sino más bien por la extraña culpa que siento – Ezra y... –Mi lengua se enreda. ¿Debo decir su nombre? ¿Debo decirle que también pensé en él como “esa persona”? –y... nadie más.

Cuando logro mirarlo, ya que lo he evitado mientras pronunciaba cada nombre, tiene los ojos bien abiertos. Pero cuando chocamos cambia su expresión a una más relajada.

–Bien... solo es una especulación. –Dice, tranquilizándome. Puesto que lo que acabo de hacer parece una escena en la que inculpo a unas personas sin tener prueba alguna. Tal vez uno sea inocente pero... no puedo dejar de pensar en Ezra. –El número no está registrado. –Me devuelve por fin el celular. –Toma café, se va a enfriar.

Le hago caso, y sorbo algo del café. Me quedo tendido mirando a la mesa color hueso que sostiene mis temblorosos brazos por el frío.

– ¿Le has dicho a alguien sobre esto? ¿Le has mostrado tus mensajes a alguien? –Niego ante sus interrogantes. –La foto de tus padres... en las que se veían en un restaurante, ¿le habías dicho a alguien dónde estaban?

–No... –Me detengo un poco al pensarlo con más profundidad.

Mi mente viaja a aquella noche. Recuerdo no habérselo dicho a nadie... James. Le mostré la fotografía a James cuando habíamos estado juntos en el risco. No... No puedo acordarme de nadie más, los únicos que sabíamos eran mis padres, yo y... James.

–Noah ¿estás bien?

No, no puede ser James. ¿Con qué propósito? Además... él había estado de viaje, no pudo haberme perseguido por el bosque en aquel entonces. Pero ¿cómo explicaría... que alguien supiera la ubicación de mis padres además de mí?

Él... no pudo haberme venido a buscar, abrazarme, y luego, solamente haberme pedido que le pasara fotografías posando desnudo o mataría a mis padres... ¿o sí? ¿Dónde queda Ezra entonces? ¿Me equivoqué al pensar que él...?

–Noah. –Percibo una sacudida en mi hombro derecho, es Mica. Cuando abandono mi ensimismamiento se aleja para regresar a su lugar. –Lo siento, te quedaste pálido y no me respondías. –Solo puedo lograr a asentir con mi cabeza. – ¿Qué ha pasado?

No sé si contarle. Me niego a pensar en James como “esa persona”. Pero... ya estamos aquí, y la única forma para que esto pare...

–Creo que puede ser un amigo mío. –Digo con todo el dolor en mi corazón. Vuelvo a recordar las palabras de Mica: «...Solo es una especulación. », para poder soportar un poco esta horripilante angustia que me asfixia; o tal vez, sea para aferrarme a la esperanza de que James sea inocente.

Procedo a contarle sobre James y, en la mirada de Mica, puedo ver como apunta sin chistar ni dudar en que James es el culpable.

Cuando está por decir algo mi celular suena; es Adele. Contesto a la llamada para escuchar su voz asustadiza preguntando sobre mi paradero. Me había olvidado de avisarle que me había venido a la cafetería, debe estar en el cementerio ahora mismo. Le paso la dirección y me dice que ya viene a por mí; no va a tardar ya que es a dos manzanas.

–Ya vienen por mí. –Guardo mi móvil en el bolsillo de mi saco. Me quedo por unos segundos frente a Mica. –Gracias. –Agradezco sin ánimos, porque, aunque... estemos cerco de hallar a “esa persona”, o quizás ya la hemos encontrado, no me agrada saber que esa persona pueda ser James.

Notas finales:

¡Hola de nuevo! Espero que les haya gustado :D

Ahora quiero hablar con respecto a las actualizaciones sobre los días miércoles; actualmente me encuentro sin tiempo -no literalmente, pero se entiende- no tengo problemas con publicar los días Domingos, esos días sí publicaré, pero los Miércoles se me dificulta un poco. Por ello, solo pasaré al aviso para no llenarlos de preambulos: los Domingos siguen en pie para actualizar -por ello no se preocupen :D- los Miércoles es arbitrario, puede que en una semana si publique esa fecha y en otra no, todo depende de mi disponibilidad.

Me da pena publicar esto porque me encanta escribir este fanfic, pero es lo que hay. TuT

¡Nos leemos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).