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Corre Noah, corre. por Neko_san

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Notas del capitulo:

¡Hola! Espero que se encuentren muy bien y ansiosos por leer este nuevo capítulo :D

Puedo prometer que tendrán un torbernillo de emociones encontrados.

Sin más ¡A leer!

3.

Ya no quiero pensar en nada. Cuando lo hago, todo se revuelve en mi cabeza. Los recuerdos de la primaria, los de hace unos días, y ahora esto... son una mala combinación. 

Está amaneciendo y no he logrado pegar los ojos en ningún momento. Estoy sentado desde hace horas en la misma posición apoyado en mi cama. Ni siquiera cené. Excusándome de no tener apetito, tratando de sonar lo más estable posible. No tengo un estado de ánimo, no siento nada. No me siento triste o asustado. Se siente tan raro. Siendo que soy una persona que llora por las cosas más pequeñas, y ríe por las cosas más tontas; es una experiencia desagradable.

Me he quedado mirando toda la noche el techo color hueso tratando de encontrar, inútilmente, en ésta, una respuesta a: ¿Cómo es que me había metido, de la nada, de un día para otro, en un lío como este?

No escucho nada, por más que tenga mis auriculares puestos. No sé qué pasa allá afuera. No sé si mi mamá debe estar llamando a mi puerta por el desayuno. No sé qué hora es. No sé qué me pasará. Ya no sé nada.

Me levanto de la cama, afligido, para dirigirme al baño. Una vez allí, vuelvo a ver mi reflejo en el espejo; los moretones han pasado de ser amarillos a moradas; tengo ojeras debajo de mis ojos; los labios resecos y, marcas en mi rostro que nunca había visto. Me veo tan irreconocible. Parezco otra persona. Los años parecen haberme venido encima.

El claxon del autobús suena. Evito a toda costa toparme con mi madre. No quiero que vea mi rostro. No quiero preocuparla. Por suerte no nota mis moretones. Los que trato de esconder mientras corro hacia el autobús. Al subir, todo el mundo calla y me observa, pero no durante unos segundos, como lo hacían siempre, sino que me siguen con la mirada hasta que tomo asiento. El pleito. Seguramente debe haberse corrido la voz por toda la escuela. Apenas hablan, y cuando lo hacen, es para murmurar sobre el acontecimiento en el que me vi involucrado. Muevo mis manos nerviosamente, y en poco tiempo recuerdo colocarme los cascos como había estado haciendo.

–Noah. –La voz de Ezra me asombra. Giro hacia su dirección cuando lo veo sentado junto a mí con su sonrisa pícara. En verdad me sorprende encontrarlo en el autobús, ya que siempre suele llegar tarde o no lo toma. – ¿Qué estás escuchando? –Toma mis cascos sin cuidado para colocárselos, mientras que yo rápidamente tapo mis orejas para que no note mis auriculares. –Oh, es bueno ¿Simón sigue con esa rara manía? –Capto que habla sobre la costumbre de pasarme canciones por lo que sacudo la cabeza en un claro sí. – ¿Todavía hablan por mensajería? Noah, estamos en el siglo XXI. No crearon WhatsApp para que ustedes dos sigan charlando por aquí mientras les descuentan 99 centavos por mensaje. – Bufa sarcásticamente mientras revisa mi celular. Estoy acostumbrado a que lo haga.

No tengo energías para sonreír o hablar. Por lo que dejo que Ezra haga lo que quiera.

– ¿Y esa cara dañada?–Deja mi móvil a un lado y acerca su mano hacia mi rostro. Pero eso me espanta. Me espanta lo suficiente como para alejarme repentinamente de él, evitando su contacto. Eso lo toma por sorpresa, pues, creo que es la primera vez que me muestro de esta manera.

El autobús se detiene avisando que ya hemos llegado a nuestro destino. Ezra se me queda mirando con el mismo asombro. Pero luego de que salen todos me devuelve los cascos y el celular.

–Es mejor que salga ahora. Me escabulliré entre los bosques. Encontré un lugar lindo hace unos días. –Me guiña el ojo. – ¿Vienes?

No sé si escuché bien. Todavía sigo asimilando lo que hay a mí alrededor, pero... ¿dijo los bosques? ¿Qué se iba a los bosques?

– ¿A los bosques, dijiste? – Pregunto con la voz baja. Casi como Simón luego de que se sometiera a su cirugía de cuerdas vocales, la cual, le devolvería su voz. Ezra asiente con la cabeza. Me quedo unos minutos procesando la información. Negándome... negándome a creer que, Ezra es “esa persona”. Luego de un largo tiempo observándolo, tratando de encontrar en sus ojos color oliva la verdad, niego. Ezra suspira, pero previamente sonríe como siempre, me sacude el cabello y se marcha.

Aun lo sigo con la mirada a través de la ventana del autobús mientras él se sumerge entre los árboles.

–Noah, ya hemos llegado. –El conductor me interrumpe. Me disculpo y salgo en dirección a mi salón.

Al entrar, sus reacciones varían. Unos me miran sorprendidos; otros evitan tener contacto visual conmigo; y, Rory y su grupo, me miran con desprecio. Él también consiguió alguna que otra magulladura. Siento tantos escalofríos de tomar asiento, ya que, me ubico a su lado. Aun así lo hago. Logan, sigue igual que siempre. El único en no prestarme atención en toda la escuela.

Las clases comienzan y yo me quedo con las palabras de Ezra; el bosque. No tiene sentido. Sé que él siempre se escapa para no venir a clases. Nunca me puse a pensar hacía dónde iría a pasar el resto de su tiempo pero... ¿Justamente al bosque? ¿El mismo bosque en el que... empezó todo? Siento que confiar ahora es, tan peligroso. La clase es interrumpida cuando el grupo representante de la escuela entra, entre ellos el presidente, Mica. Ambos nos miramos. Él me saluda con una sonrisa, pero yo no encuentro fuerzas para poder hacer lo mismo. Una de las chicas inicia a hablar sobre un campeonato Nacional de Matemáticas que se dará dentro de poco. Durante todo el comunicado, Mica me mira de vez en cuando.

–Todos sabemos que nuestro presidente ganará representando a nuestra escuela. No es necesario que se tome la molestia de convencer a estos chicos de que participen. –Dice nuestra profesora provocando el disgusto de casi todos. Menos de las chicas que sueñan despierta con Mica.

Mientras eso sucede, aprovecho a sacar mi teléfono para comparar el número de Mica con el de la otra persona, pero, resulta no ser el mismo.

Una vez concluido el anuncio, se retiran. No puedo decir con precisión si Mica me habrá mirado una última vez, puesto que estuve evitando que nuestras miradas chocaran.

La clase de Física finaliza y Rory pasa mirándome con cara de pocos amigos. Pero a eso lo olvido ya que una compañera, amiga de Sophie, rompe en llanto. Me acerco porque algo en lo profundo me obliga a hacerlo. Poco a poco ella es rodeada por otras chicas.

–Sophie se ha suicidado. –Apenas puede decir entre lágrimas, con su móvil en mano.

Mi corazón apenas puede bombear. Un sentimiento de culpabilidad se instala en mi pecho. Si tan solo hubiera cogido su número telefónico y la hubiera hablado... ¿Había sido por lo de sus padres?  Eso explicaría su ausencia. Sophie, la chica que me había abierto los ojos. La chica más dulce y generosa del salón. Habíamos hablado poco, pero, cuando lo hacíamos, éramos igual de sonrientes. Eso me hace pensar que compartíamos mucho en común: los amigos que no se interesaban en nuestras penas o bienestar, nuestro sufrimiento silencioso y... la esperanza de que todo, con una sonrisa o paciencia, cambie para bien. Esa chica ahora estaba... ya no estaba en este mundo. Me hace pensar que, al tener muchas similitudes, yo pueda acabar con el mismo destino que ella.

Siento que ya es suficiente. Apenas puedo equilibrarme. Siento tanto calor. Tomo mis cosas y voy camino a la enfermería. Si llego temprano a casa sé que mis padres se darían cuenta de que me sucede algo. Definitivamente. Prefiero pasar el resto de las horas aquí, descansando sobre la camilla. Olvidarme del resto como todos hacen con tanta destreza. Cierro mis ojos y, sin que me lo pudiera esperar, logro dormir.

Los sueños no me asaltan. Puedo dormir con total tranquilidad. Pero, aun así, me doy cuenta de que aún sigo en la escuela, y, francamente, no sé cuánto tiempo habrá pasado. Eso me altera y provoca que me levante repentinamente de la camilla. Lo primero que observo es la ventana para poder distinguir el horario. El sol aún está en el cielo, pero no brilla tanto, por lo que las clases ya deben haber terminado. Suspiro dispuesto a salir de la instalación pero, en cuanto lo hago, veo a Ezra a mi lado. Sentado. Mirándome anonadado. No sé por qué me mira así, hasta que bajo mi vista hacia sus manos. Tiene uno de mis auriculares.

« Tiene uno de mis auriculares. », me repito. Llevo mis dedos hacia mis dos orejas. Falta mi auricular izquierdo. Me quedo congelado. Mi voz no quiere salir. Ezra aún me mira con esa expresión en su rostro. Los recuerdos vienen hacia a mí, pero esta vez, son más fuertes, como una jaqueca. Como si me estuvieran incrustando un tornillo en la sien. Veo sangre. Veo la muñeca de Sophie desangrarse.

–Noah, estás sangrando. –Ezra se levanta del asiento y se acerca. No quiero estar con él. No quiero que se acerque.

Le arrebato mi auricular entre sus manos y salgo de allí. Está llamándome. Me persigue, pero yo no miro atrás. Estoy ensimismado en mi auricular. Cuando cae una gota espesa color rojo, ensuciándolo. No me detengo. Llevo mi mano hacia mi nariz, y efectivamente está sangrando. Me inquieto al ver que estoy manchándolo. Trato de limpiarlo con un poco de saliva, pero eso hace empeorar el caso.

– ¡Noah, no le diré a nadie! –Estoy asustado. Él lo sabe ¿Qué hará ahora? Si él es “esa persona” me chantajeará. Todo el mundo se va a enterar. Me van a mirar como ahora, incluso peor. Abstraído en mis pensamientos choco contra alguien haciendo que me estrelle contra el suelo.

Verifico si mi auricular se encuentra bien, y así es. Trato de esconderlo lo más rápido posible para que nadie alcance a verlo. Al levantar la vista, me encuentro con Ethan. Observándome con su uniforme de básquetbol. Oigo los pasos de Ezra aproximarse. Ethan me ayuda a ponerme en pie, pero en cuanto lo hace, lo observo a los ojos tratando de comunicarle que me ayude. Sin embargo, me espero que esa acción resulte en vano.

–Noah ¿estás bien? –Me atrapó. Ezra ya está aquí. Intento buscar algún pretexto a lo sucedido, no obstante, antes de decir algo, Ethan me toma por sorpresa:

–Yo me ocupo de él. –Agrega con su gruesa voz. Respondiendo a la pregunta de Ezra.

Me quedo tieso esperando a ver qué sucede. Ethan y Ezra se miran por un largo rato, pero, al final, Ezra asiente y desaparece del lugar dejándonos solos. No sé cómo rayos agradecerle a Ethan. Siento que nada de lo que haga será suficiente para poder enmendar el gran favor que me acaba de hacer. Una vez me aseguro de que Ezra ya no está entre nosotros, observo las rodillas de Ethan. Están rasposos, con un poco de sangre « ¿Habrá tenido un juego? », me pregunto. Se me ocurre la idea de, para darle una pequeña retribución, de las muchas que le haré, pero comenzaré con esta, tratar sus heridas.

–Sígueme. –Le doy una sonrisa y juntos entramos a los cambiadores.

Cuando llegamos siento a Ethan en una banca, y comienzo a pasarle, con delicadeza, un poco de agua en un algodón para limpiar la zona; posteriormente coloco alcohol para evitar alguna infección, y finalmente vendo el área.

A pesar de terminar, aprecio que las piernas, en especial sus pantorrillas, están muy tensas. Se lo comunico, por lo cual me permite colocarle compresas de hielo para poder relajar sus músculos. Noto la gran facilidad con la que lo hago, y, mi cabeza, me recuerda que yo solía hacérselo; relajar sus piernas. En cada partido. También solía darle un sándwich para que se llenara de energías y, asistía sin falta a sus encuentros para apoyarlo.

Eso hace que me detenga ¿Cómo es que fácilmente me había olvidado de eso? ¿Ethan no estará... enojado conmigo? Después de tanto tiempo de abandonar esa rutina, que personalmente me emocionaba, y, cuando nos vemos ¿Lo hago para pedirle un favor? Ethan no me ha reprochado nada. Y yo aquí... actuando como si nada. Como si no lo hubiera abandonado.

– ¿Qué te ha sucedido en el rostro? –Bajo de las nubes cuando lo escucho. Supongo que se refiere a mi nariz goteante de sangre, que, probablemente debe haber restos de él en sectores de mi cara.

– ¿Está muy sucio? Me ha sangrado la nariz. –Restriego mis manos para limpiar la sangre seca.

–Tienes hematomas. –Lo miro, y doy una pequeña sonrisa. Me genera curiosidad cómo reaccionará al decirle que me he metido en problemas. Ethan no es muy expresivo. Es alguien que habla cuando se debe.

–Me he peleado.  –Continúo rozando las compresas hasta que me pregunta quién ha sido mi contrincante. –Con Rory. –Se queda por un tiempo en silencio, y espero que así permanezca.

–Pues te has escogido un pez gordo. –Noto como la comisura de sus labios forman una sonrisa, la cual respondo de igual manera.

Después de terminar con mi deber, tenía pensado irme a pie hasta mi casa, ya que el autobús no pasaría. Eso, si Ethan no se hubiera ofrecido, o más bien, ni siquiera espero una respuesta mía cuando dijo que me llevaría a casa. Por más que no tenía intenciones de ser una carga, nuevamente para él, ya estábamos en su auto.

Durante el transcurro todo se mantiene silencioso. Pero no es incómodo, como lo sentiría cualquiera. Siempre que nos encontrábamos era yo el que hablaba sin parar, mientras que Ethan optaba por ser un oyente mudo. No como Logan; comentaba cuando se requería, pero no mucho. Ethan no tiene nada de infantil. Es como James, pero menos aventurero y más monótono. Él no busca nada en la vida, prefiere que las cosas ocurran por si solas. Lo considero muy maduro para tener veinte años.

Recuerdo que todos le temían por ser el chico más grande (además de su gran altura) en la escuela. Aun así habían chicas que suspiraban por él, y no las culpo: ojos de un color azul zafiro, eran muy hermosos cuando lo veías de cerca, hasta puedo decir que cuando lo veías a oscuras, parecían que su color cambiaba a un purpura intenso. Nunca he conocido a alguien con unos ojos igual de curiosos y magnéticos como los de Ethan; cabello castaño claro un poco más corto que el mío; piel teñido de dorado; y, un cuerpo atlético, un poco similar al de James, solo que Ethan le ganaba en cuestión de altura; también tiene el rostro más maduro y varonil. Puedo decir sin vergüenza alguna que Ethan es muy atractivo. Además, el ser la estrella de básquet también le hace conseguir admiradoras extras de otras escuelas.

No me doy cuenta que lo llevo observando desde hace minutos mientras el, simplemente, y sin importarle toda la atención que le presto, dirige su mirada en el camino. Antes de apartar mis ojos, aprecio que en partes de sus brazos hay recorridos finos de sangre. Como los que se ocasionan cuando presionamos fuertemente las uñas contra la piel. Sé que a primera vista no se notan, ni cuando llevas observando un buen tiempo su cutis. Pero, un buen ojo lo puedo percibir rápidamente.

Me sobresalto un poco cuando me mira. Quizás se dio cuenta. Pero guardo silencio. No me quiero imaginar la razón que lo habrá llevado a hacerse eso. Él... se muestra tan fuerte. No tengo pensado preguntarle al respecto. Si no me lo ha dicho es porque no quiere hablar de ello, y no quiero hacerlo sentir presionado.

Llegamos a mi casa y me despido de él, sin olvidarme de agradecerle una vez más. Al entrar veo a mi madre de brazos cruzados, pero eso no dura mucho cuando se acerca para tocar delicadamente mi rostro.

– ¿Qué te ha pasado? –Se nota muy preocupada. Y yo no hayo ninguna excusa buena para darle. Pero me animo en decirle que me he caído muy duro por ahí con unos amigos. Sé por su semblante que no me ha creído, así que, antes de que vuelva a hablar, cambio de tema para no retomar esta. Aprovecho al ver que está vestida de una forma poca convencional.

– ¿Y ese lindo atuendo? –Lo digo en serio. Lleva un bonito vestido color vino que le llega hasta las rodillas y deja en descubierto sus hombros y brazos. Y no creo que esa sea ropa para andar en casa, debe ser por una ocasión especial. Trato de recordar si se trata del aniversario de mis padres u otro día festivo. No soy malo con las fechas, así que me quedo exhausto de pensar el motivo. Efectivamente hoy no es un día especial. Mi mamá inmediatamente se ruboriza.

–Tu padre me ha invitado a cenar a un restaurante. –Abro los ojos tanto que mi madre se burla de mí por ello. Y es que la verdad me sorprende. Ellos no salen mucho, ya que, siempre están ocupados con el trabajo. Casi a punto de preguntar por la causa, me detengo. Tal vez... tanto yo como mi papá sabemos eso mismo, que no tienen mucho tiempo para ellos solos, así que, ha decido invitar a mi madre para compensar el tiempo perdido, aunque sea un poco. Dentro de un rato no me queda dudas que es por eso. Mi padre y yo pensamos iguales, por lo que omito la interrogante. – ¿Quieres venir? Tu padre me ha dicho que te llevara.

–No, hoy... tengo mucha tarea. Vayan ustedes. Disfruten la velada. –Guiño mi ojo sacándole una sonrisa. Sé que a mi padre le gustará tenerla para él solo. Cuando estoy por subir las escaleras, mi madre me toma del brazo.

–Noah, sabes que cualquier cosa puedes decírmelo. –Suspiro mentalmente; se dio cuenta. La envuelvo entre mis brazos, pero pretendo no decirle nada. No quiero arruinar su noche. Le sonrío y subo a mi habitación.

Al llegar, saco mi teléfono. No ha ocurrido nada hoy. No hay mensajes, ni llamadas. Esto parece tan increíble ¿Se habrá olvidado de mí? ¿Decidió dejarme en paz? O... ¿simplemente es por este día? Seguro... dentro de poco volverá a atacar. Trato de sacar de mi mente todo  pensamiento negativo porque: quiero disfrutar. Disfrutar este día que, sinceramente no quiero pensar en cuanto durará, pero voy a apreciar cada segundo que me quede.

Elijo algo de ropa y, casi a punto de entrar a la ducha, cuando realizo mi práctica de sacarme los auriculares para que el agua no las moje, me doy cuenta de que me falta uno de ellos. « Ezra », se me pasa por la cabeza. Toda sensación de alivio se desvanece en un instante. Seguía corriendo peligro. Él lo sabe ¿Ahora que me hará? Hay tantos puntos que... lo señalan. Unas gotas de agua me salpican y, decido que primero debo asearme. Suplicando que nada más pase mientras tanto.

Al terminar seco mi pelo con la toalla y me visto. Me quedo unos momentos en mi cama, pensando sobre el asunto. En cómo... afrontaría esto. Si debía hablarlo con Ezra. Cuestionarle el porqué de sus acciones contra mí. De su broma o como quiera que lo llame.

–Noah ¿puedes bajar un segundo? –Escucho a mi madre gritar. 

Bajo a la sala y veo a mi madre llevando otro vestido; desfilando como en una pasarela. Se avergüenza en cuanto me ve, pero me invita a ser su juez para poder ayudarle a elegir el vestido y los zapatos correctos. Llevamos un buen rato así entre risas mientras ella desfila exageradamente burlándose de que las modelos mueven mucho sus caderas como si se les fuera a salir del cuerpo por sí solas y andar. Me duele el estómago de tanto reír. Mi madre se prueba un nuevo vestido color champagne que hace resaltar sus curvas, muy elegante. Es mi favorito. Recuerdo que ella tenía unos aretes de oro en donde en el medio tenía incrustados unas perlas. Subo rápidamente a buscarlos en su habitación. Cuando los encuentro, estoy listo para bajar, pero me detengo un minuto, pensando en que... seguro ella se dio cuenta de que no había tenido un buen día, por lo que,  quiso subirme los ánimos de esta manera; haciéndome reír solo como ella lo puede hacer. Todo pensamiento se esfuma cuando escucho como mi ventana es golpeada. Dando leves pausas.

«No... », es lo único que puedo decir. Una cosa es mi móvil pero... ahora mi casa. Solo estamos mi madre y yo. Rezo porque mi madre aun esté en la sala. Tomo mi teléfono y marco a la policía. No sin antes correr la persiana y, ver por fin la cara de ese tipo.

–James. –Me impresiono al ver a James en mi patio. Al verme, tira la pequeña piedrita que había utilizado para llamar a mi ventana. Como lo hacía antes. Le doy una gran sonrisa, estoy muy emocionado al verlo después de mucho. Borro el número al que estaba por llamar y bajo velozmente.

– ¿Encontraste los aretes? –La voz de mi madre me detiene justo antes de abrir la puerta. Me había olvidado de ella. – ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan agitado? –Le entrego los aretes y contento le cuento la gran noticia. No se ve muy feliz. Pero sé que es porque James no la convence del todo.

–Mamá, no es un delincuente. –Trato de persuadirla. Consciente de que aun así no me va decir algo nada bueno. Pero ya estoy acostumbrado a esto.

–Pues, sus tatuajes me dicen lo contrario. –Lo ha dicho a broma. Una realidad disfrazada en  broma, según ella. James no es un delincuente, pero su pinta hace temblar a quien le vea. Eso, si no lo conoces como yo. – ¿Saldrás con él? –Afirmo a su pregunta. –Ten cuidado. Te enviaré un mensaje en cuanto lleguemos allá. –La abrazo y salgo de mi casa.

Ahí está James. Apoyado en la misma motocicleta de siempre. Me recibe entre sus grandes brazos, casi asfixiándome.

–Ey, me matarás. –Digo. Igual que mi mamá: una realidad disfrazada en broma. Me libera y tomo todo el aire que puedan aguantar mis pulmones.

–Te he extrañado. –Como añoraba oír su voz. Esa misma voz que nos hizo encontrarnos hace unos años.

–No se ha notado. Ni siquiera me has mandado un mensaje... honestamente yo no sé si decir lo mismo. –Digo en tono ofendido. Cuando estoy con James no puedo evitar comportarme un poco rebelde con él; hacer bromas o jugar. Es como un hermano mayor para mí. Me coge entre sus brazos y me deja ahí por un largo tiempo con el propósito de que me quede sin aire. –Ya, ya. Yo también te he extrañado.

– ¿Mucho o poco?

–Mucho.

– ¿Cómo de mucho?

–Como el universo.

– ¿Todos los días?

–James, necesito respirar. –Da una gran carcajada y me suelta. Estoy sediento de aire. Él solo se me queda mirando burlesco. Pero de pronto me dice que suba a su motocicleta. Ya sé lo que eso significa. Hago caso y él arranca en dirección a donde siempre frecuentábamos. Un risco. Colina arriba. En donde se podía ver toda la ciudad iluminada y adorar todo el silencio. Llegamos y nos sentamos en unas rocas.

– ¿Qué te ha pasado en el rostro? –Era la cuarta vez que me lo preguntan. Solo reí en mi cabeza por eso.

–Me he caído por ahí. –Trato de convencerlo. Pero se ve muy escéptico. – ¿Traes buenas noticias? –Una sonrisa resplandeciente brilla en su cara y eso hace que se me contagie.

–Firmamos con una compañía discográfica. –Lo dicho por James hace que me abalance sobre él para poder abrazarle. La verdad se lo merecía, había esperado mucho por esto. Sin padres, criado en un orfanato del que luego escapó; pasó hambre y frío en las calles, hasta que pudo sustentarse de algo al trabajar temporalmente como modelo. Juntó el suficiente dinero para comprarse una guitarra eléctrica y tocar con su banda en pequeños clubes. Pero su voz era lo que lo volvía una estrella. En verdad... que se lo merecía. No puedo evitar abrazarlo y jugar con su cabello demostrando así toda mi alegría. Una vez me tranquilizo saca algo de su bolso. –Hemos ganado popularidad; lanzaremos tres sencillos y... también una marca de ropa. –Me muestra una camisa de mangas cortas, blanca, en donde en el centro tiene el logo de la banda de James. –Todavía no se ha lanzado, así que quiero que seas la primera persona en tenerlo.

Recibo la camisa de James con un gran júbilo y le vuelvo a abrazar para luego agradecerle y felicitarle.

–Tu... ¿Estás bien? –Toda emoción se escapa de mí al oír su pregunta. Está consciente de que no estoy en todo mí ser. Él es una persona muy intuitiva. No necesita tener un buen ojo para percatarse de eso. Me quedo unos segundos pensándolo. Pensando en si decirle, pero, por primera vez está teniendo una buena racha y no quiero inundarlo con mis problemas. Hoy no. 

Niego con la cabeza seguro y, decido mejor retornar el tema en cualquiera menos de ésta. Habrán pasado minutos, o incluso horas. No lo sé muy bien. Hablar con James en un deleite. Es una conexión que no puedo explicar la que tenemos.

Se ha vuelto hacer un nuevo tatuaje en su cuello. El de una calavera sosteniendo entre sus dientes una rosa. Su cabello; llevado hacia atrás, de un color azabache; sus ojos color verde junto con cejas muy pobladas; rostro igual de varonil como el de Ethan. Su ropa de cuero. Hace parecer que James es un chico peligroso, pero es todo lo contrario. Elocuente y sagaz para encontrar las palabras precisas. Habla con mucha pasión. Sus acciones siempre son honestas. Y... pensar que lo había incluido en mi lista de: “esa persona”.

Nuestra conversación es interrumpida cuando mi celular vibra. Un poco temeroso, pero tratando de que James no lo note, lo prendo. Para mi fortuna es un mensaje de mi madre.

«Ya hemos llegado ;D » –Junto a ese mensaje me manda una foto del restaurante en su exterior, y a ambos sonriendo. Le muestro la fotografía a James quien se alegra de que mis padres se encuentren bien (por más que no tengan una buena impresión de él). Observo la hora y creo que ya es momento de regresar. La casa está sola. James me devuelve en su motocicleta y por última vez lo abrazo como cuando lo recibí.

–No hagas eso. Estaré aquí. Te vendré a buscar. –Entrecierro mis ojos un poco dudoso, pero me despido de él y me quedo observando cómo se aleja cada vez más.

Ya en casa, coloco las puertas y ventanas con seguridad. El rato con James hizo espantar todos mis temores pero... una vez aquí, todos vuelven. En especial, cuando pienso en Ezra. Llego a mi cuarto y me acomodo en la cama. Pensando, de nuevo, en cómo solucionar todo esto. Lo de aquella noche, la llamada; fue algo espantoso. Y, todavía mi cabeza no puede considerar que Ezra sea esa persona que llamó. En todo esto ¿Por qué lo haría? ¿Acaso había hecho algo mal? No nos veíamos de hace mucho, entonces ¿por qué?

Mi teléfono suena. Es un mensaje. No quiero abrirlo, porque es de esa persona. Sé que no hay nada bueno viniendo de ahí. Otro mensaje llega junto a ese. Y luego otro. Estoy cansando y me muero de nervios; abro el mensaje y, me encuentro con un vídeo. Lo descargo y procede a avanzar: se muestra un lugar, lo conozco, es donde están mis padres, se ve como esa persona camina mientras graba; parece estar en un callejón, una de sus manos, la cual la cubre con un guante de cuero, saca una pistola de su bolsillo y apunta en dirección a mis padres, que están cenando frente a una vidriera, simulando un disparo. El vídeo acaba ahí.

Estoy aterrado ¿Cómo sabe que están ahí? Nadie en este mundo lo puede saber más que yo. Me reprendo furioso al no poder decidir entre llamar a la policía o a mis padres para que salgan de ahí primero. Un nuevo mensaje llega; lo abro de inmediato. No es un vídeo o una imagen.

«Si llamas a la policía o si veo que alguno de ellos saca su celular, no va a pasar nada bueno. »  –Estoy paralizado. Me salen las lágrimas. No sé qué diablos hacer ¡No sé qué debería hacer!

« ¿Qué quieres? »  –Envío torpemente con mis temblorosos dedos. Me muerdo las uñas. Los segundos pasan pero estoy por enviarle un mensaje implorándole que no les haga daño. Un nuevo mensaje de él me interrumpe.

« Envíame fotos tuyas. »  –Mi mente queda en blanco. – «Desnudo. »  « Quiero ver tu rostro en ellas. »  –No puedo decir nada. Escucho el sonido de mi respiración ir y venir. Me vuelve a enviar una foto de mis padres, sonriendo mientras comen. No hay por hacer.

Dejo mi móvil sobre la cama. Me deshago de mi camisa, pantalón, y todo lo que cubre mi cuerpo. He parado de llorar. Aun no se oye nada. Aun no hay nada. Tomo mi celular, abro la aplicación y, me saco una, dos, tres, cuatro, siete, nueve, doce fotos. Se ve mi dorso, mi pecho, mis piernas, mi espalda, mi entrepierna y... mi cara. Me veo tan... humillado. Devastado. Derrotado. Envío las fotos, esperando algo.

« No les pasará nada a tus padres. » « No hagas nada malo o estas fotos ya no solo las veré yo. »  –No recibo nada más. Esa persona no vuelve a aparecer. Debería sentir consuelo, pero el verme en las imágenes... parezco otra persona. No soy yo. Esa persona no soy yo. Esta vez no puedo detener el llanto que escapa de mi boca y las lágrimas que se escurren sin parar en mi rostro. Estoy desesperado. No logro entender nada. No puedo controlar mis manos quienes lastiman mis brazos rasgando la piel con mis uñas mordidas. Me arranco el cabello. Me doy golpes contra la cama.

Ahora todo está tranquilo. He mirado el techo desde hace no sé cuánto. Me he lastimado lo suficiente pero aun así no siento ningún dolor. Mis padres han llegado sanos y salvos. Me hablaron detrás de la puerta y, por más que sentía alivio al saber que están aquí, no les he contestado. Han creído que estaba dormido y se fueron para dejarme descansar.

La mañana llega. El sol me da contra la cara. Hoy no quiero moverme, pero el autobús espera abajo. Mi mamá llama incesantemente. No sé si... habré dormido. Me siento cansado a pesar de no haber hecho ni un movimiento. Me levanto, me cambio y salgo. Lo primero que hago es abrazar a mi madre, que al igual que yo, está a punto de partir. Sé que ahora más que nunca no le puedo decir ni una palabra. Me acaricia el rostro. No digo nada y solo salgo para subir al vehículo.

Las miradas ya no duran mucho como hace un día. Las apartan rápidamente al ver quien soy. Tomo asiento y, no escucho música. No me coloco mis cascos. Llegamos y bajo con pesadez. Entro a la escuela y abro mi casillero. Me aterro al ver que, allí dentro, hay fotos mías; desnudo. Uno de esos cae al suelo y lo recojo velozmente procurando que nadie haya visto. Con mis manos tiritando tomo cada una de ellas; las arrugo y voy hacia el baño. Entro a uno de los privados y comienzo a colocar las fotos en el excusado para tirar la cadena y esperar a que se las trague. Tarda, tarda mucho.

Siento que ya no puedo más. Me quiebro en llanto, pero llevo mis manos a mi boca para que mis gritos no se escuchen. Mis piernas ya no pueden sostenerme: me tiro al suelo y ahí quedo. Ya no sé qué me depara. Pero esas fotos son una pequeña muestra de lo que me podría esperar. Honestamente ya no sé si pueda retener mis jadeos entre mis manos. Recuerdo mis fotos junto a los gemidos de ese tipo y siento como mi estómago se revuelve. Vomito todo lo que hay dentro, a la vez que lloro.

– ¿Noah? –La puerta se abre y me detengo. Es Mica; me mira preocupado. Ya no queda ninguna foto. No sé qué decirle. Pero ni siquiera pienso en ello; lloro con más fuerza mientras sigo expulsando todo el líquido. –Noah ¿estás bien? –Apenas lo escucho. Lleva mis mechones que caen detrás de mi oreja en tanto me abraza y me dice que todo estará bien. Lo oigo muy asustado... como lo estoy yo.

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado! Esta vez agregué más drama; y ahora las emociones y sentimientos se intensificarán porque tengo muchas cosas planeadas por escribir en los siguientes capítulos >:) Y no puedo asegurar que sean cosas bonitas o feas :/ 

Pero espero que se emocionen al igual que yo.   Ethan: https://i.pinimg.com/736x/bc/33/ba/bc33ba67069a85ca5419217b69b940a5--luke-bracey-series-movies.jpg

James: https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRk8yJAgHO8HdaAbPyejOQlACnasmTuGXJDaq7sCeStJ_UPgm0O

¡Nos leemos!


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