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Lüdí por Rael Amicsis

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19. Evergreen. 




 Pasaron varios días haciendo ajustes a la guardia del lugar. En vista de todas las personas que comenzaban a llegar, temían que pronto estuvieran en la mira del rey. 




WuFei firmó el documento, del cual hicieron copias fehacientes selladas con firmas y sellos reales, otorgándole reconocimiento a su título de General y Regente de Ásturis, solicitando la abdicación del trono por graves faltas a la moral del pueblo y persecución y apropiación para beneficio propio, además de la creación de una armada ilícita. 




Tal vez aquel título no provocaba mayor intimidación, ya que no se estaba nombrando Rey por si solo... pero muchos ya sabían lo que él había hecho, y que ahora un monje tuviera título y se enfrentara al rey actual, era para tomar en serio. 




El edicto llegó por medio de mensajeros y búhos, y durante días, algunos viajeros que ya conocían del monje regresaron en sus pasos, buscando la nueva ciudad en donde estaba armando su reinado, Evergreen.  




Aquel lugar con chozas abandonadas comenzaba a parecer una cuidad, tan basta como cualquier ciudadela, acogiendo a los sobrevivientes de diferentes aldeas. Muchos llegaban con carruajes que luego habilitaban como casas, ya que estaba prohibido talar el gran árbol, y si es que se dejaba talar, ya que azotaba con sus raíces a cualquiera que se le acercara. Promulgaron sus reglas como leyes, con sanciones como tales, los soldados de Saltree ayudaron a entrenar a nuevos soldados, y así poco a poco se formó un ejército, casi tan grande como la armada. Algunos dudaban de que pudieran hacer algo en contra del ejercito real, que era 10 veces más grande que ellos, pero los nuevos soldados que ya habían luchado en el pasado junto al General, daban por ganada la victoria, ya que habían visto como el enemigo huía de él, sin poder acercarse. Se corrían los rumores de que había despedazado con sus propias manos a una gran tropa de la armada, pero nadie lo había visto, por lo que no daban crédito de ello, solo eran rumores exagerados de su capacidad en batalla. 




Entre preparativos y nuevos miembros, de la nada se fueron formando los muros de la pequeña ciudad, grandes plantas de tallo muy duro comenzaron a crecer de forma desenfrenada en los límites del verde, llegando a los extremos de los montes que los rodeaban, protegiendo cada rincón. Era un espectáculo que nadie se perdía, ver crecer ese muro cada día, más alto, más grueso, más impenetrable.  




WuFei estaba más consciente que nunca de la cantidad de gente que estaba confiando en él, pero también sabía que los utilizaría para proteger a Quatre y a ellos mismos. Tenía que sacarlo del árbol a toda costa, para llegar al punto de contaminación y acabar con todo aquello, lo que había desencadenado aquella situación. 




Pasó una noche completa en uno de los miradores, absorbiendo la luz de la luna, durante el día durmió hasta que no pudo más, y se alimentó solo de agua y frutas para lo que iba a hacer. Terion ya estaba advertido de lo que debía hacer aquel día, y armó una guardia personal solo con monjes y soldados que WuFei ya conocía. Los enlistó a los pies del árbol, más que nada para evitar que las personas se acercaran. 




A esas alturas WuFei ya tenía barba más larga, la espalda un poco más ancha y el cabello más largo. Iba vestido de blanco con un cintillo que cruzaba su frente adornada de gemas verdes translúcidas muy pequeñas. Como las delicadas ramas de un árbol que adornaban su cabeza, y entre sus manos llevaba una caja de madera.  




A pesar del grosor que ahora tenía el árbol, recordaba claramente el punto en dónde debía estar Quatre. Pensó en cómo lo vio siendo envuelto por las raíces, y según la forma que tenía el tronco, tal vez, la forma más fácil de sacarlo de allí era desde arriba, donde las ramas comenzaban a nacer.  




Una a una comenzó a colocar agujas entre la corteza. Eran tan finas que apenas se percibían. Estaban unidas a hilos tan finos que apenas se distinguían por el reflejo que lanzaban a la luz del amanecer. Una vez que tuvo todo dispuesto, se sentó en un mirador cercano, lo más cómodo que pudo, y traspasó su energía lentamente a través de los hilos, a través de las agujas, a través de la corteza, y así se quedó por un par de horas. 




Trataba de concentrarse en lo que hacía, pero su pensamiento se desviaba a lo que había pasado con Quatre la última vez, y a las palabras de Terion que se repetían una y otra vez en su cabeza. ¿Y si estaba en lo cierto? ¿Y si en realidad no deseaba irse? ¿Qué tal si le pedía quedarse con él para siempre? Ahora tenía poder para protegerlo, ambos serian protegidos. Podrían llevar una vida tranquila, juntos... formar una familia, aunque fueran solo ellos dos...  




Se sorprendió del rumbo de sus pensamientos, y comenzó a pensar en Quatre, en su forma de sonreír, cuando estaba triste, durmiendo, entre sus brazos o lo expresivo que era al hacer el amor... los colores se le fueron al rostro y perdió el rumbo de la concentración, a la vez que escuchó un leve chasquido. Algo sonó en el extremo final de una de las agujas. 




Se acercó lentamente, esperando que se desentumecieran sus piernas, y notó una pequeña apertura que no cerraba al final de la aguja. No era propia de la corteza, pero tampoco era como si la madera se hubiese roto. Parecía más como si las fibras se hubiesen separado de tal forma que crearon una apertura muy diminuta. 




Regresó a su lugar, a pesar del doloroso cosquilleo en sus piernas, volvió a sentarse y tomando nuevamente los hilos comenzó a enfocar su aura asesina hacia los puntos de las agujas, con una energía constante que se interrumpía por oleadas agresivas, que ingresaban a la corteza, y al parecer estaba logrando lo que quería, ya que se comenzó a formar una grieta, por las fibras que se apartaban de tan agresiva energía, o se rompían a su paso, uniendo punto por punto, formando un círculo, que terminó agrietándose por completo,  dando paso a una gran cantidad de humo purpura que salía del lugar. WuFei comenzó a sentirse mareado, con nauseas, pero eso no evitó que se acercara a quitar los restos de madera que se habían soltado.  




Eran tan gruesos como el largo de su brazo. Algunos se sorprendieron de ver el humo, por lo que se quedaron cerca intentando distinguir qué sucedía. Terion se acercó sin bacilar, pero las raíces comenzaron a moverse, acercándose a la gente para cerrarles el paso. 




El aire al final del tronco era tóxico. Costaba tanto respirar que tuvo que descansar un poco para acostumbrarse, y entonces pudo ver a WuFei apartando troncos, lanzándolos hacia donde cayeran, para entonces ver un mechón rubio asomar hacia arriba. 




Sin pensarlo dos veces, metió la mano, pero antes de poder sentir su cabeza o si quiera su cabello, el vapor toxico lo quemó al punto de formar ampollas rojas y dolorosas 




Terion lo apartó del lugar mientras las agujas y los hilos se deshacían en la apertura del tronco, y bajaron a las raíces. 




-¡¡Tu mano!! 




-¡Ah!... ¡¡Ahí está!! ¡¡Ahí está...!! - decía entre reclamos por el dolor en su mano, mientras se la sostenía con la otra y Terion trataba de revisar los daños -¡Debo sacarlo...! 




-¡¡¡WuFei Chang!!! - Terion lo tomó con fuerza por los hombros y lo enfrentó haciendo que se enfocara en él - ¡tu mano! 




-Pero... 




-¡¡No!! ¡¿Crees que le gustaría verte así?! Si ese humo te hizo esto, ¿qué pasará si tratas de tocarlo?, ¡solo se le ve la punta del cabello, ni siquiera se le ve la coronilla, en 8 meses lograste descubrir cómo sacarlo de allí, pero solo quitaste un trozo pequeño! 




-¡Está ahí Terion, está ahí! ¡Está a la vista, está ahí! 




-¡¡Si te sigues lastimando, ¿quién protegerá a esta gente?!! ¡¿esperas que el amo siga allí dentro para protegernos si tú te lastimas gravemente?! ¡Entonces nos invadirán, él estará vulnerable con esa apertura y el rey se lo llevará! ¡Se adueñará de él en el estado que está y no estarás ahí! 




WuFei lo miraba espantado, tenía tanta razón, pero estaba tan impaciente... estaba a centímetros de él, estaba tan cerca, estaba a la vista... pero era cierto... el humo lo hacía inalcanzable. Quedó en silencio y agachó la cabeza. Por un instante se sintió como un niño desvalido que no sabía qué hacer. Debía enfriar su cabeza.  




Terion lo guio en silencio hacia una pequeña choza habilitada para atención de heridos. Aquellos que aprendían para asistir en la eventual batalla, jamás habían visto heridas así. 




-¡Debes cuidar de ti mismo maestro Chang!... ¡¿qué dirá el amo si sabe de esto?! Ni siquiera estas sanando por tu cuenta.  




-No tengo energía para ello…  




-Has perdido toda tu rutina, descuidaste de tu persona, si el amo…  




-Él no está aquí, ¡¡Quatre no está aquí!!  




Terion en un acto reflejo, absolutamente salido de la nada, le dio un golpe en la cabeza dejando a todos los presentes sorprendidos. En solo unos minutos se quedaron solos en la habitación.  




-¡Él está aquí, si no de qué vale todo esto! Está justo frente a tus narices, lo encontraste, está frente a tus narices ¿y lo estás negando? ¡¡En este reino tuyo, él está presente en todas partes!!  




Se quedaron en silencio por un rato. Terion aprovechó el momento para terminar las curaciones en su mano sin nada de delicadeza, y mientras lo hacía podía ver como WuFei tenía una batalla interna en su cabeza. 




Terion jamás había tenido que llamarle la atención a WuFei, jamás había tenido que levantar su mano en contra de él, pero no sabía qué más hacer para que reaccionara de una vez. 




De pronto ambos notaron un leve movimiento en la esquina de la habitación en la que estaban. Las tablas del piso se movían suavemente apartándose, dejando el paso libre para un brote que poco a poco comenzó a crecer dividiéndose en más ramas delgadas y verdes, de las que brotaban hojas anchas y palmeadas del tamaño de un plato, y de donde comenzaron a brotar flores blancas que se abrían en millones de pétalos largos y angostos, quedando como una esfera de pétalos, muy suave, de un aroma dulce muy parecido a una fruta. 




Se quedaron mirando la planta por un rato, pensando en que tal vez la invasión de plantas ya era demasiado, pero entonces una raíz muy delgada se alzó lentamente y tocó la mano herida de WuFei, enrollándose en ella, sin apretar, y comenzó a brotar la misma flor de la planta. 




-Pff... ja ja ja ja ja... -Terion comenzó a reír mientras retiraba la planta cuidadosamente de la mano de WuFei y la terminaba de vendar – ahora, después de todo lo que he visto... puedo decir con firmeza, que el amo está en todas partes, no solo para hacerte entrar en razón o darte consuelo... tomaré esto y pediré que hagan un ungüento. 




Terion retiró la planta solitaria y otras cuantas flores de las que habían crecido en el rincón y salió de la habitación, dejando al nuevo general sumido en sus pensamientos. 




Desde aquel día WuFei regresó a su rutina anterior. Comía y bebía lo necesario, dormía lo necesario, y realizaba su meditación diaria además de sus ejercicios de combate. Aunque no estuviera concentrado. Aunque en cada momento le distrajera la nube toxica que estaba sobre ellos, volvió a su rutina. 




Pasaron los días y revisaba cada vez que la nube se disipara, pero pareciera no ocurrir, hasta que un día se aventuró a subir sabiendo que nadie más podría acercarse, y para su sorpresa la nube tóxica se disipó a su paso, a la vez que las hojas más bajas comenzaban a tornarse negras y a desintegrarse cuando eso ocurría. 




Cuando al fin logró alcanzar la apertura, se dio cuenta de que su esfuerzo había dado frutos. Podía ver el mechón de cabello sobresalir y las finas hebras que lo retenían en el interior del tronco. Intentó meter la mano, pero las ramas más bajas le cerraron el paso, colocándose por delante de él. 




-Si tengo que cortar a través de estas ramas lo haré. Si tengo que volver a meter mis manos, aunque se deshagan, sabiendo que puedo sacarte de ahí, lo haré... no puedes detenerme Quatre... y no es que quiera que te vayas, no quiero alejarte de mí. Pero si mueres por mi culpa, jamás me lo perdonaré. Me hiciste prometer que jamás pusiera mi vida en peligro, para que regresara a ti y cumpliré con mi promesa... tal vez resulte herido, y sé que no te gusta esa parte, pero regresaré a ti... siempre lo haré... y si una vez terminado todo esto, si apartamos al rey y logramos encontrar la filtración, si llega el momento en que debas marchar... lo siento, pero no te dejaré ir... por lo menos, no de mi lado. 




La voz de WuFei era el único sonido que se escuchaba en aquel momento. Era como si todo se hubiese paralizado. 




Las ramas comenzaron a temblar levemente y las hojas de más arriba, a pesar de estar en todo su esplendor, comenzaron a caer, cubriendo las ramas más gruesas, y formando una capa verde sobre las gigantescas raíces.  




-Quatre... - esta vez era una súplica explícita en su voz, -por favor Quatre... déjame alcanzarte... 




Estaba a punto de quebrarse. Luego de haber sentido lo que era dejarse llevar por otro ser, actuar solo por instinto, después de haber estado a punto de colapsar por su incapacidad de proteger a quién tanto amaba, iba a romperse. Ya no le quedaban fuerzas para seguir intentando, sobre todo al sentir como si le rechazara al impedirle el paso. Jamás pensó estar tan vulnerable a causa de una persona. Jamás pensó que se dejaría ver así. 




Las hebras comenzaron a asomar de la apertura dejándose llevar por la suave brisa que se levantaba en aquel momento. Parecían cabellos translucidos libres al viento, que se hacían más y más, y mientras más salían, un líquido oscuro y espeso comenzó a salir, escurriendo por el tronco, quemando la corteza a la vez que se endurecía al contacto con el aire, formando otra capa más dura sobre parte del árbol. 




La corteza comenzó a partirse, abriendo sus fibras lentamente, hasta que un gran chasquido se oyó en todo el lugar, espantando a las aves. 




WuFei tuvo que retroceder, pero la rama en la que estaba se torció de tal forma, que le sirvió de apoyo para no caer, y ver bien lo que estaba ocurriendo. Quatre, estaba a unos metros de él. El tronco se había abierto fibra por fibra y solo las hebras en su interior lo mantenían firme para que no cayera al vacío. 




Parecía un sueño, no era real lo que estaba viendo... Terion llegó rápidamente a su lado y miraba asombrado lo que había pasado. Otros, hasta los reyes, intentaron acercarse, pero las raíces se levantaron cerrando el paso y las más profundas se agitaron, haciendo temblar la tierra bajo sus pies. 




Quatre estaba frente a él, esperando. Pero no abría sus ojos, ni se movía. Tal vez se despertaría más tarde. 




-Hay que sacarlo... - decía Terion mientras se acercaba, pero una rama se le enrolló en un pie impidiendo que se acercara - ¿qué pasa...? 




-Algo pasa... - WuFei se acercó, y el árbol lo dejó, retirando las ramas que le cerraban el paso. En cuanto alcanzó la apertura por la que asomaba el joven amo, se dio cuenta de que no iba a ser fácil sacarlo de allí. - Terion... ve y trae una camilla de transporte, mantas y acerca mucha agua. Cuando estés listo, lo sacaré. Cuando lo haga, no lo toquen. 




La rama se soltó del pie de Terion, y éste sin preguntar nada, obedeció, desapareciendo en la multitud que se había reunido a los pies del árbol. 




En cuanto regresó con algunos soldados y monjes, las raíces se tranquilizaron, y el silencio parecía envolver todo. De pronto se oyó un silbido, algo que se rompía y comenzaron a caer trozos de madera y hojas. Vieron como algunas ramas bajaban a ras de suelo, transportando a WuFei con Quatre en brazos. Al joven amo lo había cubierto con su túnica, y el guarda estaba a torso descubierto, chorreando sangre por los costados en donde su cuerpo tocaba el del amo. 




Rápidamente puso al joven en la camilla cubierto solo con la túnica. Sus ropas se habían deshecho, y WuFei llevaba el torso ensangrentado con áreas sin piel, y los músculos a la vista. Sus manos y parte de sus brazos sufrieron la misma suerte. 




-¡¡Maestro Chang!! 




-¡...Agua! … solo ponme agua... 




Un monje levantó un cubo de agua y la dejó escurrir por sobre su cabeza, dejando que bañara todo su torso y sus brazos, que echaban vapor al tocar las heridas. El general rugía mientras caía el agua sobre él a la vez que sus heridas comenzaban a regenerarse lentamente. 




Terion se adelantó, y echo agua sobre Quatre convirtiéndose en vapor en cuanto tocó su cuerpo. 




-¿Qué rayos...?  




-Que nadie lo toque... - WuFei se echó más agua encima, hasta que dejó de salir vapor – Mientras tanto, lo dejaremos en la cabaña aquí junto. Terion organiza la vigilancia, nadie debe acercarse. Entran solo Terion y yo... 




Muchos quedaron boquiabiertos al ver las heridas del general. Se podía ver cada músculo que había quedado expuesto, y que por alguna razón seguía echando humo.  




Las personas comenzaron a agruparse en torno a los que transportaban al joven salido del árbol, por lo que Terion ordenó a la guardia cerrarles el paso y enviarlos a sus casas. Nadie debía acercarse a la cabaña. 




Transcurrieron un par de días y el único, cerca de él, era WuFei. Terion se aseguraba de que nadie traspasara la seguridad, incluso los mismos guardias tenían prohibido ingresar. Redobló la guardia en el exterior, y pidieron a las personas que comenzaran a guardar todo lo transportable, y comenzaran a construir o arreglar carros de transporte ya que pronto se marcharían del lugar. 




En ese pasar de días, el general intentaba recuperarse de sus heridas, y la gente intentaba movilizar sus pocas pertenencias. Comenzaban a creer que nadie los había notado, hasta que, en la tercera noche, después de haber sacado al joven del árbol, un grito de desesperación resonó en la pequeña ciudad, un disturbio comenzó a formarse en las cabañas donde descansaban los reyes de Saltree y un estallido retumbó fuera de los muros de Evergreen. 




WuFei se encontraba junto a uno de los pozos remojando sus heridas, y al percatarse de todo el caos, tomó la espada que había quedado en el suelo y corrió de regreso hacia la cabaña en la que estaba Quatre, donde ningún guardia estaba resguardando la entrada. En su interior, junto al joven amo, quien seguía con sus ojos cerrados, había un guardia, con una de sus manos bañada en sangre, atrapado entre malezas que lo habían trepado a través del piso, rodeándolo por completo manteniéndolo fijo en el lugar. 




-¡¿Qué crees que haces?! 




-¡¡Aaaaaaaaaah!! ¡Mi mano! ¡Me derritió la mano! 




WuFei desenvainó su espada y lo ejecutó inmediatamente en el lugar. Y mientras una selva de raíces y hojas se levantaba frente a la cama en la que Quatre estaba, el guarda entendió que debía controlar la situación, antes de que fuera peor para ellos.  




A lo lejos podía ver las columnas de humo levantarse del otro lado del muro, pero ningún daño se veía del lado de ellos, por lo que, esperando que la estructura aguantase, se dirigió hacia donde estaban los disturbios, en el campamento de Saltree. Terion junto a otros monjes se le unieron en el camino, y para cuando llegaron al lugar, las tropas de Saltree luchaban por mantener un perímetro de un pequeño escuadrón que intentaba llegar a los reyes, mientras que el resto perseguía a unos cuantos en dirección a los muros. 




Heero luchaba a dos espadas en la retaguardia, cerrando el paso una pequeña cabaña a un par de extraños que vestían como los aldeanos que albergaban.  




-WuFei... -llamó Heero al darse cuenta de la presencia de sus aliados -¡¡Duo está herido!! 




Los monjes se unieron a la batalla ayudando a eliminar al escuadrón enemigo, mientras WuFei y Terion se libraban de los enemigos de Heero, quién se encontraba herido de varios golpes y cortes. 




Al entrar a la cabaña se encontraron con Duo en un rincón con una espada en la mano, en posición defensiva, y la otra rodeándose la cintura con fuerza. Le salía sangre por la boca, y apenas podía alzar el rostro para comprobar que eran ellos, y no el enemigo, los que se le acercaban. 




-Hee-ro... 




-!Terion! -WuFei se inclinó junto a Duo con Heero siguiéndole de cerca-Ve por el equipo de atención que está junto al amo, de prisa. 




Terion desapareció de la cabaña y ambos ayudaron a Duo a recostarse en el piso. Le apartaron la ropa y vieron un corte profundo que en realidad cruzaba de estómago a espalda.  




-¡Duo...! ¡No te atrevas a morir ahora! -Heero tomaba con fuerza la mano de Duo, intentando mostrarse fuerte. 




-Duo, necesito que te concentres en sanar... yo te ayudaré - WuFei se acomodó junto a él, por el lado que estaba herido, y colocó sus manos en cada extremo de la herida – solo concéntrate... 




Terion al ingresar a la cabaña donde estaba Quatre, se sorprendió de ver de pie, rodeado de maleza, un cuerpo sin cabeza, y una enorme cantidad de raíces rodeando la cama en la que el amo estaba. No era momento de sorprenderse, y acercándose con cautela, tomó un bolso gris de entre las cosas que había en un rincón, y una raíz se le cruzó a la altura de los ojos, brotando flores naranjas sin parar, haciendo que brotaran y cayeran a sus pies. En su cabeza, era el amo insistiendo, por lo que las recogió y las llevó junto con el bolso.  




A la distancia se podía ver cómo los soldados se movilizaban hacia los muros, mientras los civiles comenzaban a reunirse en la lejanía evitando la batalla. 




Al regresar con los reyes de Saltree, se encontró con la escena de WuFei intentado sanar a Duo, quién reposaba en un charco de su propia sangre. Le lanzó el bolso al guarda, mientras él hacía jirones de una camiseta, y colocó las flores para luego doblar la tela y machacarlas con la empuñadura de una de sus dagas. De reojo podía ver a WuFei sacando aguja e hilo para coser la herida, y con ayuda de Heero, pusieron a Duo de lado, cosiendo primero la herida de la espalda.  El joven rey mordía una vara que su esposo le había alcanzado, mientras era tratado, y una vez que terminaron de coserlo, Terion les hizo ponerle la tela que él había preparado con las flores naranjas. 




Duo ya estaba agotado de tanto aguatar el dolor y tratar de sanarse a sí mismo, como le habían enseñado hace tantos años atrás, por lo que apenas reaccionaba cuando WuFei comenzó a coserlo por el frente. Terion había preparado otra tela para poner sobre la herida ya cerrada, y luego lo vendaron lo mejor posible. 




-Duo... -Heero parecía al borde de un colapso -No puedes morir... 




-Heero... mi sangre fluye... estaré bien... 




Duo comenzó a cerrar sus ojos lentamente, y no volvió a abrirlos. 




-¡¿Duo?! 




-Tranquilo Heero – WuFei lo detuvo de moverlo, y en cambio colocó una tela enrollada bajo su cabeza como una almohada– su energía está fluyendo. La herida parece haber cerrado al punto de no ser mortal, pero no hay que moverlo. Tendremos que dejarlo acostado aquí hasta que despierte... 




-¿Cómo puede hacer eso? ¿Qué es lo que le dieron? 




-Nos enseñaron a sanar nuestras propias heridas y a recuperar energía con diferentes técnicas. Dormir es una de ellas.  




-Las flores son un regalo del amo Quatre- interrumpió Terion entregándole un puñado que había sobrado – debe guardarlas y hacer un ungüento cuando cambien los vendajes.  




-Esto es una locura... nos emboscaron mientras dormíamos... vi llegar a varios por entre los árboles al final del muro... 




-Creo que ya saben que tenemos al amo Quatre – dijo Terion tomando su espada mientras sonaba otra explosión -iré a los muros, aunque mientras venía hacia acá, no parecía que hubiesen traspasado. 




-Esos muros nos protegerán... necesito que vayas al muro y reúnas a todos los que allí estén; soldados y civiles. Heero, Duo estará bien. Debemos tomar el control de la situación -declaró WuFei mientras se incorporaba y se enfundaba la espada nuevamente. 




Heero estaba inseguro de dejar a Duo, pero pronto vio plantas y raíces que comenzaron a rodear el cuerpo de su esposo, creando un pequeño perímetro, mientras seguían apareciendo entre las tablas del piso llenando la cabaña de plantas. Tomó sus espadas, las envainó y se despidió de Duo dejándole un beso en su mano. 




-Vayan al muro. Yo debo encontrar a alguien. 




Y dicho eso, WuFei se salió de la cabaña para desaparecer rumbo al bosque que colindaba con los muros. 




Terion se puso pálido y para Heero, no pasó desapercibido. 




-¿A dónde fue? 




-Fue a buscar al culpable... debemos ir a los muros. El amo Duo va a estar bien. 




Ambos salieron de la cabaña y se dirigieron hacia los muros, donde se concentraban los ataques enemigos. Soldados y civiles se apiñaban en pánico algunos queriendo ver qué pasaba, otros con deseos de huir, pero con miedo de ser alcanzados por el ataque en medio del escape, los soldados tratando de formar sus tropas, pero solo podían observar las columnas de fuego y humo que se alzaban sin lograr cruzar hacia donde ellos estaban. 




Terion se subió a una carreta abandonada y se hizo notar todo lo que pudo en medio del caos. 




-¡Escuchen! ¡El enemigo nos descubrió! ¡Recuerden que todo esto es para que nosotros, nuestros hijos y los hijos de sus hijos, tengan un futuro! ¡¡Nuestro regente nos protegerá!! ¡¡Él velará por nosotros, así como nosotros velaremos por él!! ¡¡Nuestro amo Sandrock también nos cuidará!! ¡¡No deben temer!! ¡¡La armada tendrá miedo de nosotros!! 




Terion y Heero comenzaron a organizar a la multitud que estaba entre aterrada y eufórica, algunos hacían que los civiles marcharan a la retaguardia como se había planeado en un principio para poder escapar, y otros preparaban en armamento en caso de que cayeran los muros. WuFei apareció entre la multitud, y se acercó rápidamente, mientras los demás le abrían el paso al verlo cubierto de sangre con su espada en la mano 




-¿Qué pasó? -preguntaba Heero a Terion haciéndose a un lado, luego de sentir un horrible escalofrío que les recorría la espalda al paso de WuFei. 




-¡Unos guardias intentaron llevarse al amo Quatre...! -expuso WuFei a la multitud -¡¡¿QUÉ CONFIANZA PUEDO TENER EN USTEDES SI INTENTAN TRAICIONARME?!! 




Todos a su alrededor quedaron en silencio. WuFei estaba furioso, y pocos lo habían visto así. En eso un par de soldados de Saltree se abrieron paso cargando a otro guardia, que se encontraba bastante golpeado, y se supone que debía estar en su punto de vigilancia en la cabaña cuando ocurrió el ataque. 




-¡¡Hay que... llevarlo al rey!! -gritaba el soldado intentando razonar con los presentes. 




-¡¡ESCUCHEN BIEN!! - WuFei estaba enceguecido por la ira. No iba a perder a Quatre otra vez, estuvo casi todo un año intentando sacarlo de un lugar imposible y no iba a permitir que lo apartaran de él - hoy el amo Sandrock... no... el amo Quatre fue atacado. ¡Intentaron llevárselo al rey para satisfacer sus propósitos egoístas! Aquel que sea sorprendido, en el acto, SERÁ EJECUTADO. Aquel que ayude en tal acto, SERÁ EJECUTADO – en un instante la cabeza del guardia rodó por los pies de los presentes y los que lo sujetaban dejaron caer el cuerpo – Y LA ARMADA SERÁ DESTRUIDA, POR INTENTAR PASAR POR SOBRE TODOS NOSOTROS... - empuñó su espada y expulsó su aura asesina hacia los muros, donde los tallos quemados comenzaron a abrirse paso mostrando a un montón de soldados de la armada listos para atacar. 




El muro se cerró justo detrás de WuFei y se podía escuchar el sonido de espadas que chocaban entre ellas, y hombres que lloraban en alguna parte muy cerca de ellos. Podían escuchar gritos de retirada y explosiones muy cerca, pero nada de ello cruzó el muro, hasta que volvió a abrirse y pudieron salir. 




El exterior era un panorama muy diferente. Se habían olvidado de los páramos áridos, la vegetación seca y muerta; y sumado a eso, estaban los cadáveres recientes a los pies del general. El suelo estaba teñido de oscuro, al igual que sus pies y parte de sus ropas. Había extremidades y cabezas por todo su alrededor y cuerpos mutilados cerca de él. El miedo que tenia de volver a perder a Quatre, le hizo perder el control, a la vez que recordaba la forma en que lo encontró en la ciudadela... no podía hacerle pasar por eso otra vez.  




Atrás de él podía escuchar los murmullos de asombro de quienes lo habían seguido hacia el exterior. La armada se había ido en retirada mientras los soldados de Evergreen se lanzaban hacia los heridos.  




-Acábenlos a todos. No llevaremos prisioneros, sería poner en riesgo al amo…  




-Él no hubiese querido eso… - Terion estaba muy serio a su lado observando atentamente a WuFei, quien parecía no dudar en su decisión.  




-Mientras el amo no despierte, no dejaré escapar a nadie. Mientras sigan viniendo hacia nosotros, esta será nuestra defensa absoluta.  




Rápidamente se corrió la voz de lo sucedido. WuFei era implacable. Un par de días fueron suficientes para que Duo se recuperara casi por completo. Al despertar de su recuperación Heero le contó todo lo ocurrido. WuFei había ejecutado a un tercer involucrado que había escapado al bosque cerca del muro, tratando de encontrar una salida a los páramos; aparte de aquel que fue ejecutado en público y del otro que fue atrapado infraganti en la cabaña del joven amo. 




Los soldados y la guardia le tenían temor al nuevo general, por lo que los reyes de Saltree ofrecieron la guardia real para proteger al amo. De esa forma estarían seguros de que no habría traidores. Y lejos de los civiles, en la última línea del campamento militar, levantaron una tienda con todo lo necesario para cuidar de Quatre. Solo WuFei, Terion y los reyes tenían permitido el acceso. Y así como los ataques continuaron día tras día, los muros resistían, y WuFei salía de esos muros para deshacerse de aquellos ilusos mercenarios que le tendían emboscada tras emboscada, que parecían nunca afectarle, hasta que llegaba a la tienda donde se derrumbaba en el lecho al lado de Quatre, esperando a que despertara.  




Su piel ya no quemaba y ya no había plantas trepando en los alrededores, pero tampoco reaccionaba a nada. Le daba de comer boca a boca, y parecía tragar, pero no había más reacción. Así pasó día tras día, WuFei volvió a descuidarse y sus heridas se acumulaban sobre las quemaduras que jamás sanaron. Simplemente decidió que debía hacer que el amo despertara lo antes posible, y se recostaba junto a él cada vez que podía, diciendo oraciones para sanar su cuerpo y el de él. 




Y entre sueños y oscuridad escuchaba murmullos y un latido suave y regular. Sentía calor junto a su rostro y un aroma muy familiar le llenó los sentidos. Su propio corazón comenzó a latir con fuerza al darse cuenta de que Quatre lo sostenía entre sus brazos mientras dormía. 




 


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