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Lüdí por Rael Amicsis

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24. Unión. 


 En el comedor de palacio se disponían a comer lo que el cocinero real iba colocando sobre la mesa, ayudado por Hilde y Dúo.  

-Majestad, Dama Hilde, ustedes no deberían estar haciendo esto…  

-Está bien, señor Kaika, no hay servidumbre ni ayudantes en la cocina. Tampoco es la primera vez que hago algo así. 

-No hay cambio- Terion regresaba al comedor con una bandeja con cubierta entre las manos – la puerta sigue bloqueada y no se escucha movimiento adentro… -dejó la bandeja sobre la mesa y se sentó frustrado -puedo sentir que están ahí. Solo espero que salgan pronto.  

-Ya han pasado tres días, ¿seguro que están bien?  

-Claro que sí, señorita Hilde, el Regente Chang está entrenado para recuperarse por medio del descanso, y mientras el amo Quatre esté junto a él, también se recuperará. Por lo menos lo necesario para moverse por su cuenta.  

-Terminaré de servir la comida, y prepararé lo del Amo Quatre.  

-Muchas gracias, señor Kaika, espero no sea en vano. Yo comeré lo de la bandeja. No me siento bien tirando la comida.  

Terion destapó la bandeja y dispuso los platos sobre la mesa, mientras comía un poco de lo que había en ellos.  

Dúo se sentó en su lugar, acompañado de Terion y Hilde. Pronto se les unió Heero quien se veía muy cansado.  

-Cariño, ¿estás bien?  

-Solo estoy cansado -Heero tomó la mano de Dúo y le besó el dorso -Estos días han sido agotadores, pero ya todo está bien.  

-Es bueno escuchar eso… -comentó WuFei acercándose a la mesa, caminando lentamente, seguido por Quatre, quien tenía cara de haber llorado.  

-¡Regente! ¡Amo! Le prepararé su comida de inmediato.  

Ambos se sentaron junto a los demás y Quatre hizo una reverencia en dirección a Heero.  

-Lamento lo que hice… no quise faltar el respeto a su majestad…  

-Quatre… aunque no fue la forma, creo entender por qué lo hiciste… esos soldados creyeron hacer lo mejor para nuestra nación y también vieron su error. Quiero que sepas que están vivos, pero dados de baja, cumpliendo condena.  

-¿Condena?  

-Fueron enviados a los nuevos campos a plantar y cuidar de los brotes que obtuvimos ese día… los campos están en los límites de la ciudad, así que también serán nuestra primera línea defensiva. Todos aceptaron la condena – Le explicó Dúo mientras sostenía su mano más cercana.  

Quatre lloraba silenciosamente en su lugar, mientras, WuFei lo consolaba, y el cocinero ponía un par de platos frente a ellos. 

Los días que permanecieron encerrados habían pasado en un parpadeo. WuFei había agotado casi toda su energía intentando reponer la de Quatre, por el temor a que cayera nuevamente en un descanso indeterminado. Y Quatre sin darse cuenta, había agotado toda su energía en restaurar Terera, pero gracias a WuFei se repuso antes de lo que pensaba.  

Era extraño asomarse a los ventanales del palacio y ver hacia un exterior verde y claro, rodeado del dorado de la arena.  

WuFei le rodeó los hombros, y le besó en la coronilla.  

-¿Estás bien?  

-Sí… me siento aliviado en cierta forma. Me gustaría salir y ver cómo está todo…  

-Ven…  Heero dijo que las cosas están mucho más tranquilas y seguras. Así que podemos salir por un momento. 

Ambos salieron de palacio y observaron la ciudad desde los límites que les brindaban los terrenos de la guardia. Había una especie de musgo verde brillante por todas partes, salpicado de diminutas flores blancas. Los árboles estaban llenos de hojas amarillas albergando pequeños animales que no se veían hace años, desde que la enfermedad llegó a sus tierras. 

Se veía transitar a algunas personas cargando alimentos, niños jugando y otros trabajando tierras abundantes. A lo lejos se podían ver los nuevos campos cultivados de los que habían hablado. 

Quatre se sentía muy satisfecho de lo que se había logrado en aquel lugar. 

-Quatre… me gustaría llevarte a un lugar, está aquí cerca. 

WuFei se puso la mano de Quatre en el brazo y lo guio hacia una pequeña cabaña en cuyo interior se encontraba Duo esperándolos rodeado de flores y un par de sirvientas. 

-Duo… WuFei ¿qué es esto?... 

-Hace unos días, fuimos atacados -respondió el regente, poniéndose frente a él, tomando ambas manos entre las suyas -sentí el horror helarme la sangre y no fui capaz de respirar hasta que te tuve a mi lado, descansando junto a mí. Te amo demasiado. Y aunque sienta así cada día, me tranquiliza saber que confiamos en que estaremos ahí para ayudarnos el uno al otro, porque tú eres mío y yo soy tuyo. Y quiero que eso quede claro para todo el mundo, de una forma más visible. 

-¿Me pides…? -Quatre parecía a punto de llorar, con el rostro rojo, desde las puntas de las orejas, hasta los hombros. 

-Sí… te pido que hoy, seas parte de mi vida, que seamos el uno del otro hasta que nuestros días terminen y nos volvamos a encontrar… te pido que, seas mi esposo. 

Quatre sentía sus piernas flaquear, jamás pensó que en su corta existencia estaría tan conectado a la persona que más había amado en todas sus vidas. Definitivamente siempre, para siempre, estarían juntos. Sin importar qué. 

Una respuesta afirmativa salió de sus labios en un susurrado suspiro, y entonces sintió a Duo separarlos y lo arrastró hacia el interior de la pequeña cabaña. 

-WuFei, espera con Heero… Quatre irá enseguida. 

Escucharon cerrase la puerta y entonces Quatre notó la gran tina con agua color rosa que estaba detrás de Duo. 

-¿Qué es esto? 

-Mi querido Quatre… no sé cómo era en Asturis, ni en tu mundo, pero aquí es tradición darse un baño de alhides antes de la ceremonia. 

Y mientras Duo decía eso, desvistió a Quatre de una vez, invitándolo a meterse a la fragante tina, y en cuestión de menos de una hora, le ayudaba a acomodarse la nueva vestimenta. 

-Quatre… WuFei me contó lo que harán. Se irán solos, a buscar la fuente de la enfermedad, y… de verdad pensé en que esto era una acción desesperada de su parte…  

-No lo es. 

-Y no lo es. -Duo le acomodó una larga capa dorada que puso sobre sus hombros, y con las manos sobre sus hombros lo miró fijamente a los ojos -yo entiendo, que desean tener ese lazo que los una, sobre todo… sobre todo si tal vez ninguno de los dos regrese… 

-Duo… yo, deseo cumplir con mi llamado. Fui traído aquí como la última oportunidad de Sandrock de arreglar este desastre… y no sabemos qué pasará conmigo. Pero deseo seguir aquí. Deseo seguir mi vida junto a él, sea como sea. 

El joven rey tomó la cabeza de Quatre entre sus manos y lo hizo inclinarse un poco para besarle en la frente, sintiendo cómo se le escapaba una lagrima. 

-Quatre, de todo corazón, espero sigas entre nosotros. Y ahora, vamos. El Regente de Asturis, te está esperando 

Entre risas se encaminaron hacia la puerta, y se encontraron con un camino enmarcado por flores rosadas y blancas, como las que Duo había usado en la tina.  

Ambos caminaron en silencio por aquel camino hasta unas grandes puertas de madera dorada, que fueron abiertas por un par de soldados de Saltree, revelando un gran espacio adornado de flores, lienzos de Saltree, Asturis, y telas color arena. 

Algunos soldados llevaban su mejor vestimenta y exhibían con orgullo sus armas. Los ciudadanos de Saltree se encontraban a cada lado del pasillo, viendo cómo ingresaban, y al final de aquel pasillo, Heero y Terion esperaban junto a WuFei, quien vestía de blanco con dorado, haciendo un gran contraste con sus ojos negros. Llevaba una capa color arena con costuras doradas, que ocultaba su espada, y hacía juego con la vestimenta que llevaba Quatre: una larga capa dorada que cubría su espalda, una blusa y pantalones anchos de color blancos con aberturas en los costados, calzando unas sandalias doradas. Avanzaron hacia ellos, y sin darse cuenta, Quatre ya tenía su mano sobre la de WuFei. 

La ceremonia fue presidida por Heero, quien presentó un libro de cubierta gruesa de cuero en donde habían inscrito a todos los habitantes de Evergreen. En el, había un apartado dedicado al regente, donde estaba escrito el certificado que vinculaba a ambos como esposos, y por tanto ambas autoridades máximas reconocidos por los reyes y autoridades de Saltree. Intercambiaron anillos tallados en una gema preciosa que para Quatre era similar al diamante, y luego de ser bendecidos por la autoridad espiritual de Saltree mientras eran envueltos en cintas doradas, finalizaron la ceremonia besándose frente a todos en medio de una lluvia de pétalos de alhides. 

Aquella tarde las calles principales fueron decoradas con flores y telas, y dispusieron mesas llenas de alimentos que habían cosechado gracias a Quatre. Les hicieron bailar y más tarde Quatre se puso a tocar el kenghlin mientras Duo y Heero bailaban al son de su tonada. En pleno apogeo mientras compartían los alimentos un grupo de hombres se acercó a los nuevos esposos y se arrodillaron frente a ellos, con la frente pegada al suelo. 

Quatre podía sentir el arrepentimiento en ellos, y su corazón se sintió lleno de paz al saber que había logrado algo positivo de aquella situación. 

Ya de vuelta en el palacio, WuFei y Quatre encontraron que su habitación había sido decorada con alhides desde los visillos de la cama hasta la alfombra llena de pétalos. Sobre la mesita habían dejado unos jarros con agua afrutada y alimentos preparados especialmente por el chef de palacio. Antes de que Quatre pudiera admirar más la habitación, sintió un leve roce en su mano, donde su ahora esposo, la tomaba para llevársela a los labios y besarle justo sobre el anillo que ahora adornaba su dedo anular. 

-Cuando todo esto acabe, estaremos en nuestro hogar… pintarás tus cuadros, llenarás nuestro hogar con tu música, tendremos la vida que queramos… 

Quatre se alzó en las puntas de sus pies y besó a WuFei en los labios 

-Tendremos esa vida juntos… como sea. 

WuFei abrazó a Quatre con fuerza, rodeándole la cintura con ambos brazos, lo alzó sin dejar de besarlo mientras él le rodeaba la cintura con sus piernas, para llevarlo a la cama y recostarlo suavemente colocándose sobre él.  

-Desde ahora te aviso, no te dejaré dormir esta noche. 

-¿Debo preocuparme? - preguntó el joven amo con evidente preocupación.  

-Jamás te haría daño -le dijo con una media sonrisa bailando en sus labios- pero jamás tendré tiempo suficiente para saciarme de ti…  

El general se alzó colocándose de rodillas entre las piernas del joven amo, y luego de quitarle los pantalones comenzó a besar sus piernas alternativamente, mientras hacía un lento recorrido hasta su entrepierna, mordisqueando por sobre la ropa interior sintiendo bajo la tela, cómo se tensaba y se abultaba poco a poco. Continuó pasando la lengua por su bajo vientre hacia el estómago, podía ver su pecho sonrojado subir y bajar aceleradamente, mientras se le escapaban leves gemidos. Quatre se sentía desfallecer de tanta expectativa. Podía sentir sus dientes rozar contra la piel de su abdomen, subiendo hacia su pecho, donde se entretuvo mordiendo suavemente uno de sus pequeños pezones, mientras una de las manos de su esposo se entretenía frotando y apretando desde la cadera hacia arriba hasta alcanzar el otro pezón.  

-WuFei…  

-No tengo prisa… -murmuró contra su pezón haciéndole vibrar con la resonancia de su voz rasgada.  

-No podré…  aguantar… -dejo salir en medio de un suspiro sintiendo como se le acumulaba el deseo entre las piernas.  

-No lo hagas. -pasaba la lengua mientras seguía mordisqueando la piel alrededor y lo abandonó solo para seguir con el otro y cambiar de mano.  

Quatre involuntariamente comenzó a alzar su cadera buscando algo de alivio para su creciente necesidad, y WuFei queriendo complacerle, puso su pierna entre las de él dejando caer levemente su peso para su satisfacción.  

Para su decepción, el joven sostuvo una de sus manos contra sus labios, intentando apagar los sonidos que salían de su garganta, pero no le hizo detenerse de dejar caer su peso un poco más y aumentar la fricción, lo que hizo que temblara bajo él en medio de un sonoro gemido. Y no pudo evitar tragarse los demás sonidos al besarlo codiciosamente mientras seguía provocándolo sin piedad notando como comenzaba a desesperarse por tener más contacto. Podía notarlo en la respuesta a sus besos y en la forma en que se retorcía mientras le devoraba el cuello enrojecido y mordía sin piedad en su alrededor, hasta hacerle gemir su nombre en medio de espasmos que lo recorrieron desde su centro hasta la punta de sus extremidades. 

-WuFei... -suspiró el joven el medio de su respiración agitada -lo siento... 

-Quatre, yo lo siento -le interrumpió mientras se alzaba un poco para deslizar su mano hasta la última prenda que cubría a su, ahora, esposo, y comenzó a deslizarla hacia abajo descubriendo su miembro semi erecto, pero completamente húmedo por su reciente orgasmo –porque voy a seguir... y seguir y seguir y seguir... no te dejaré descansar... 

-E-Espera...  

WuFei se detuvo en seco, y Quatre intentó cubrirse, avergonzado del estado en que estaba. 

-¿No quieres que te haga el amor? -preguntó el guarda con el deseo desbordando en sus ojos, retirando su peso de sobre su esposo. 

-N-No es eso... No puedo... no puedo otra vez. Fue muy fuerte, y también... 

-¿Y también...? 

-Y también... no quiero... así... -Quatre alzó sus manos hasta el rostro de WuFei haciendo que se acerca al de él –dentro de mí... por favor... 

 Los gemidos llenaban la habitación. Podía escuchar a través de su cuerpo los sonidos que WuFei producía al prepararlo y sentía su lengua recorrer cada lugar dentro de él, mientras, por su parte, intentaba tomar a WuFei  dentro de su boca, acariciando su gran extensión con una de sus manos, mientras que con la otra soportaba su propio peso. Ya llevaban un buen rato acariciándose y reconociendo el cuerpo del otro, quedando marcas visibles en ambos, mordiscos, besos y dedos que ejercieron demasiada presión, pero no al punto de lastimar, sino buscando quedarse en la piel del otro. 

El guarda, semi sentado, tenía una vista perfecta del resultado de lo que estaba haciendo. Su pequeño agujero se había dilatado lo suficiente, tanto que era capaz de ver hacia su rosado interior esperando a recibirlo y al introducir suavemente 2 dedos en él, Quatre abandonó lo que estaba haciendo mientras temblaba y gemía por la sorpresa. Lo sentía tan suave y elástico que introdujo 2 dedos más sorprendiéndose de lo preparado y relajado que estaba. Podía ver con claridad como sus paredes se contraían atrapando sus dedos dentro de él haciéndole sentir la necesidad de insistir un poco más con la intrusión. Deseaba sentir como se derrumbaba contra su cara, así que retiro sus dedos para reemplazarlos nuevamente por su boca, mientras introducía su lengua en él, y con ayuda de uno de sus dedos lo introdujo hasta encontrar el punto que hizo a Quatre derrumbarse sobre sus manos y buscar un poco más de fricción alzando más las caderas, presionándose contra el rostro del guarda. WuFei estaba tan extasiado, que retiro su dedo para tomar sus glúteos con ambas manos, abriéndolo un poco más mientras lo humedecía y recorría cada rincón de su interior. Podía sentir como le succionaba la lengua y como intentaba apretar alrededor el anillo de músculos, pero no se lo permitió introduciendo ambos pulgares en él. 

-Para... WuFei -gimió Quatre quién parecía comenzar a perder la cabeza –por favor...  

-¿Te lastimé? -preguntó, apenas separándose de él. 

-Nooo... yo... no quiero así... por favor, paraaaa...  

-Lo siento, pero... no está en mis planes aún -sonrió para sí, y continuo con lo que estaba haciendo, esta vez dirigiendo sus manos hasta la cadera de Quatre para mantenerlo fijo contra su rostro, mientras lo terminaba de devorar, sintiendo cómo entre protestas, comenzaba a retorcerse para luego sentir directamente sobre su lengua las contracciones dentro de él, y los espasmos que le llevaron a derramarse sobre su pecho. 

Siguió probando de él, mientras sentía como se pasaba poco a poco el efecto de su orgasmo y relajó su agarre lentamente, saliéndose de debajo de él para luego quedar de rodillas sobre Quatre, quien se veía hermosamente deshecho bajo él. 

-Nada más... por favor... 

-No me detendré aún -Susurró WuFei mientras se colocaba suavemente sobre él, cargando su peso en sus brazos para no aplastarlo, pero acercándose lo suficiente para comenzar a besar y mordisquear su espalda, y sentir su piel bajo él. 

-Nooo... no más... Adentro –le observaba con ojos vidriosos y suplicantes-quiero... sentirte adentro... por favor... 

 Y lo perdió. WuFei perdió por completo su fuerza de voluntad y se introdujo con rapidez dentro de Quatre, haciendo que acabara nuevamente, liberándose con un sonoro gemido, que poco a poco pasó al sollozo, intentando regular su respiración 

-¡Quatre! ¡te hice daño! -WuFei intentaba recobrar la compostura en medio de los exquisitos espasmos que lo tenían atrapado dentro de Quatre. 

-¡NO!-dijo en medio del sollozo –Estoy bien...  

-Estas llorando... 

-¡No te muevas! -Quatre comenzó a regular su respiración y como pudo acercó su rostro sonrojado al de él y lo besó -Fue demasiado... me hiciste esperar demasiado... 

-Lo... lamento... -susurró aliviado contra sus labios, mientras dejaba caer todo su peso sobre él, introduciéndose más en él, deleitándose en los espasmos y contracciones que envolvían su miembro. 

-Noo, espera... ¡AAH! -y con esa pequeña acción Quatre se vio arrastrado por la fuerza de otro orgasmo en seco, haciendo que su interior se contrajera con fuerza, de manera tan intensa que WuFei se dejó llevar y acabó dentro de él, sin ser capaz de evitar salirse, por la fuerza de las contracciones, terminando de derramarse sobre sus glúteos y su espalda baja. Se recostó suavemente sobre Quatre, afirmando su peso sobre sus brazos, dejando caer su cabeza por sobre su hombro y vio lo sonrojado que estaba, y esto le hizo recobrar su excitación, mordiendo y besando los hombros sonrojados del joven amo, quién parecía estar hipersensible. El guarda se frotó contra sus glúteos sintiendo como se endurecía nuevamente, y sin avisar sin más descanso, se introdujo nuevamente en él, esta vez dejando todo su peso sobre el joven bajo él abrazándolo con fuerza, restringiéndole sus movimientos, presionando entre sus piernas las de él y lentamente, pero con firmeza, comenzó a embestirlo a un ritmo constante, murmurándole al oído lo bien que lo estaba haciendo, lo exquisito de sentirlo así, sólo para él. Quatre se aferraba a sus brazos como podía dentro de su restricción, podía sentir como sus uñas se enterraban en su piel, pero estaba tan ido que no parecía suficiente agarre para soportar tanto placer. Sintió cómo una de las manos de WuFei se deslizaba firme por su torso hasta el cuello donde le hizo alzar el rostro para poder invadir su boca. Quería abrir las piernas un poco más para sentirlo mejor, pero se lo impedía manteniéndolo deliciosamente atrapado con todo su ser, y en medio de esa vertiginosa sensación de placer que se acumula sin salir a ninguna parte, en medio de un beso posesivo y sin descanso volvió a derramarse sobre la cama, haciendo que su esposo siseara al sentirlo apretarse tan de repente y tan fuerte. La cabeza le dio vueltas, pero eso no fue impedimento para que continuaran. 

Un delicioso aroma a comida despertó a Quatre, quién se descubrió solo en la habitación. Estaba vestido con una larga camiseta de dormir y cubierto por las mantas. La voz de WuFei desvío su atención hacia la mesita que tenían en la habitación. 

-Buenas tardes, Quatre. 

-¿Buenas tardes? -una especie de descarga eléctrica recorrió la espalda del joven amo, despertando el malestar que sentía de la cintura hacia abajo. Y su reacción no pasó desapercibida. 

-¿Se encuentra bien? -WuFei se acercó a la cama con una bandeja preparada para Quatre, y la dejo a un lado para ayudar al joven a incorporarse. 

-Es... mmm, me duele... 

WuFei se sonrojó notoriamente y se inclinó sobre el joven amo intentando ocultar su rostro sobre su pecho. 

-Lo siento Quatre, lo siento mucho. No me arrepiento, pero lo siento 

-Pero jajajajajajaja, ¿qué clase de disculpa es esa?  

Mientras disfrutaban de su almuerzo en la cama, WuFei aún mortificado, extendió un mapa y comenzaron a trazar la ruta que seguirían hacia Li-Hon. 

 


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