Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Condenado por Nicole Prince

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Rather be the hunter tan the prey

 

La prisión de alta seguridad “Hanya” era simple y llanamente una tapadera. El gobierno se jactaba de controlar a los presos, de mantener la seguridad y a la vez esforzarse en su redención, en educarlos y ayudarlos. Reinserción, lo llamaban. Porque todos merecen una segunda oportunidad ¿no? No. No ellos, pensaban todos. Hanya era un agujero negro del que nunca nadie había conseguido salir.

Y allí es donde había sido destinado Kuroko Tetsuya.

Altas paredes de granito, verjas revestidas con alambre electrificado y cuatro torres de vigilancia. Dos guardias en cada torre, más otro controlando las cámaras. La entrada amplia, altamente vigilada: Cinco guardias armados custodiaban la puerta exterior, tres guardias la interior. Nada más entrar, una cabina con cristal blindado y dos guardias dentro, no parecían armados.

Todo eso fue lo captó la mirada de Kuroko mientras lo conducían al interior de la prisión.

—¿Nombre? — Preguntó la voz a través del cristal.

—Kuroko Tetsuya. — Respondió uno de los guardias que lo escoltaban. Estaba prácticamente seguro de que el preso no tenía intención de contestar.

—Deje aquí sus pertenencias. — Volvió a decir la voz. Kuroko simplemente alzó la mirada, clavándola en la persona que tenía delante: Jerónimo Sánchez, rezaba su placa.

—Ninguna pertenencia. — Contestó una vez más por él su escolta.

—Adelante. — Concedió, mientras presionaba el botón que abría la siguiente puerta. Sistema de seguridad eléctrico, anotó Tetsuya mentalmente.

Los custodios lo llevaron hasta la celda 32, su nuevo hogar durante los siguientes 25 años.

—   De momento no tienes compañero, los presos que solían habitar esta celda fueron… Ya no están. — “Fueron masacrados”, terminó mentalmente el guardia, casi mirándolo con pena. — En 20 minutos sonará la alarma. Todos, sin ninguna excepción, salen al patio. Repito: Sin ninguna excepción. La comida es a las 14.00, la cena a las 21.00. Todos los días. — Concluyó mientras cerraba los barrotes de la celda, dándole la espalda.

Dando por hecho que el recluso no iba a contestar, los guardias se fueron, bastante aliviados cabe añadir. Había algo en ese niño, algo que los ponía terriblemente nerviosos. Su silencio, su mirada, su pasividad ¿de verdad habría cometido todos esos horribles crímenes de los que se le acusaba?

Kuroko en cambio estaba bastante tranquilo, relajado se podría decir. Al fin y al cabo todos sus planes marchaban tan y cómo él los había diseñado. La celda parecía amplia, considerablemente limpia y no tenía que compartirla ¿Qué más podía pedir? De forma ordenada y meticulosa guardó las dos mudas de ropa que le habían entregado al entrar, hizo la cama y después se sentó a esperar.

Desde su posición no podía ver al resto de presos, estaba hecho adrede suponía él. Pero sí que se oían gritos, insultos y alguna que otra obscenidad.

—“Bueno…”— Pensó Kuroko. — “Espero que en la noche sean más silenciosos. No me gusta que me molesten al dormir.” —

Tetsuya se dio cuenta de su primer error desde que había decidido su ingreso en Hanya. No tenía reloj. Odiaba no poder controlar la hora ¿cómo podía conseguir un reloj? Le gustaba el control, la organización y las cosas dentro de sus límites. Y cuando no tenía lo que quería se ponía de muy mal humor.

Más valía que alguien le consiguiera pronto un reloj.

De repente, una horrible bocina comenzó a sonar y las verjas de todas las celdas comenzaron a abrirse.

—¡Hora del patio, niñas! —  Escuchó Tetsuya gritar a alguien.

Por fin, pensó. Sabía que en la cárcel había 4 pabellones, dos destinados a crímenes “menores” y otros a crímenes más graves.

Sólo Dios sabe quien se dedicaba a clasificarlos.

Además, en la zona exterior había dos patios, y ahí es donde Kuroko dudaba ¿Juntarían a todos los presos? ¿Los dividirían por pabellones? Sinceramente, obsesivo compulsivo como él era, consideraba que a esa cárcel le faltaba un cartel informativo, algo parecido a los paneles de los centros comerciales.

Con su paso característico, controlado y siempre tranquilo, Tetsuya caminó hacia la salida, observando atentamente a aquellos que lo rodeaban. Por un momento, esa estúpida canción que tanto le gustaba a Kise le vino a la cabeza, haciéndole sonreír.

One misstep, you're mine
And you better stay clever if you wanna survive
Once you cross the line

The hunt has just begun…

 

La caza acababa de comenzar.

Durante un segundo la luz solar lo deslumbró, impidiéndole ver y causando que tropezara con la persona que tenía delante.

—Kuro-chan~— Escuchó que lo llamaban. — Por fin te encuentro~

—Takao-kun, me alegro de verte. — Sonrió casi de forma desapercibida.

Sin apenas cruzar palabra de nuevo, los dos viejos conocidos comenzaron a caminar alrededor del patio, observando, siempre observando.

—La vigilancia en este sitio es…— Comenzó el peli azul. — Ridícula.

—No creas…— Susurró travieso el otro. — No subestimes este lugar, una vez estás dentro… puede llegar a atraparte.

Continuaron paseando durante las dos horas que duraba el “recreo”, simplemente como si se tratase de un reencuentro común, de viejos amigos que coinciden en el supermercado y deciden ir a tomar un helado. Gracias a Takao Kuroko pudo reconocer a los tres jefes más poderosos del centro. Y no era un apodo, literalmente eran los jefes de sus bandas, de alguna mafia, de algo. Gente muy peligrosa que en algún momento de su vida cometió un error, acabando ahí dentro. Sin embargo eso no significaba que hubiesen acabado con sus carreras criminales, podían perfectamente continuar con su pequeño reinado de terror.

— Deberías unirte a alguna banda, Kuro-chan~, si no las cosas se pueden volver muy peligrosas aquí dentro.— Intentó aconsejarle. Aunque realmente sabía que era una estupidez

— No. — Contestó sucintamente, no estaba interesado. — ¿Y él? ¿Dónde está él?  

— Bueno, un par de días antes de tu llegada hubo un… ehm… problemilla con uno de los presos. Y él ha acabado con su bien formado trasero en aislamiento. Pero me muero de ganas de ver su cara cuando te vea por primera vez.

Tetsuya sonrió, más abiertamente esta vez. Él también tenía ganas de ver su cara. Al fin y al cabo era la única razón por la que había acabado en ese lugar.     


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).