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Condenado por Nicole Prince

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Era el segundo día de Tetsuya en Hanya.


Aburrido.


Kuroko estaba aburrido.


La mañana había sido predecible, extenuantemente predecible. La bocina sonó a las 8, tras una ducha obligatoria, los llevaron al comedor general. Desayunaron una extraña porquería marrón con lo que Kuroko juraba era leche en polvo diluida en agua (de alcantarilla). Después lo llevaron de nuevo a la celda y, aproximadamente una hora más tarde, los sacaron al patio.


Desde su perspectiva, eso no era una cárcel, parecía más una perrera. Los trataban cómo ganado, y aunque no había sido testigo, estaba seguro que no dudaban en deshacerse de cualquier ‘pieza’ dañada. De todas formas, a él esto le daba igual, no pensaba quedarse durante mucho tiempo.


¿Dónde estás? Ven pronto.


En ese mismo momento, se encontraban en la hora de la comida. La bazofia del día, o menú depende de quién lo viera, era carne recalentada y puré de ¿patata?


Quiero un batido de vainilla. Me vas a deber muchos batidos de vainilla cuando salgamos de aquí.


— Hey, hey, heeeeeeeeey, mirad a quien tenemos aquí. — Una voz sacó a Kuroko de sus ensoñaciones. — Que cosa más delicada ha llegado hasta mi territorio ¿es un regalo para mí~?— Canturreó mientras cogía un mechón de pelo del peli azul.


Hasta ese momento, Tetsuya había estado comiendo solo en una de las mesas más alejadas. Le gustaba porque 1) desde ahí podía observarlo todo con atención y 2) al estar al lado de la ventana, el ambiente estaba menos cargado. Sin embargo, ahora estaba rodeado por un grupo de 7 hombres, todos considerablemente más altos y corpulentos que él, pensó Kuroko con hastío. Tetsuya odiaba a ese tipo de bandas, bueno a ese tipo de gente en general. Desde su punto de vista, cualquier estrategia basada en la superioridad numérica y/o corporal le parecía estúpida. Como alguien le dijo hace muchos años: “Las estrategias basadas en la superioridad numérica anulan el pensamiento individual. “


El sujeto que se había atrevido a tocarlo, parecía ser el jefe, pelo negro y desordenado, delgado pero con buena masa muscular, con los brazos cubiertos de tatuajes y… ¿sin camiseta?


— “Debemos de estar a 7 grados…”— Pensó mientras movía el mechón de pelo de sus manos. — Mi nombre es Kuroko, fui transferido hace poco. — Se decidió a decir por fin.


— Hey… ¿Por qué nadie me había avisado? — Preguntó mirando hacia los otros. — ¿Y qué tal todo? Mi nombre es Ryu. Bueno, no sé si sabes cómo funcionan aquí las cosas pero…— Inquirió sugerente, mientras una de sus manos recorría la pierna de Kuroko. — …Yo podría protegerte, pequeño~


Kuroko lo miró, sereno.


— “¿Protección? ¿Por qué demonios iba yo a necesitar su protección?” — Reflexionó mientras con un rápido movimiento, clavaba su tenedor en la mano que había comenzado a recorrer su pierna. — No parece muy capaz de protegerse, Ryu-san, así que creo que denegaré su oferta.


— ¿CÓMO TE- — Espetó el otro mientras intentaba agarrar a Kuroko por la camiseta. — Estás muerto…


“¿Muerto?” Pensó Kuroko mientras evaluaba su situación. Una vez lo estuve, hace mucho tiempo. Mirando a su alrededor, la gran mayoría de personas en aquella sala los observaba —guardias incluidos—, sin embargo, no parecía que nadie pensase intervenir. “Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis.” Contó. Seis eran los tipos que ahora mismo lo rodeaban, mientras su jefe intentaba sacarse el tenedor que seguía clavado en su mano.


— Pero bueeeeeeeno…—  Aplaudió Takao mientras aparecía por uno de sus costados. — Menuda tenéis aquí montada, Kuro-chan ¿te lo pasas bien?


— Takao vuelve aquí. — Ladró un hombre, un poco más alejado.


— “Midorima Shintarou” — Pensó Kuroko, al ver un característico pelo verde.


— ¿Estás preocupado por mí, Shin-chaaaaaan? —


— Muere. —


— Pero que mierdas os creéis... —Gruñó uno de los hombres de antes, mientras intentaba coger a Kazunari del cuello. Pero antes incluso de que llegara a rozarlo, una bandeja de comida se estrelló contra su cabeza, dejándolo inconsciente.


— ¿Eh? — Los ojos de Takao brillaron. — Sabía que te preocupabas por mí, Shin-chan. Es un tsundere… — Le comentó a Kuroko, mientras ambos observaban al peliverde marcharse indignado.


— Pareces feliz, Takao-kun. — Kuroko no se dejaba engañar por la fachada despreocupada del pelinegro, ni por su tono infantil. Hacía muchos años que se conocían y sabía perfectamente que de haber querido, Kazunari habría acabado con aquellos seis en menos de cinco minutos.


— Lo soy~— Canturreó mientras agarraba a su amigo por los hombros y se dirigían hacia sus celdas. — Me gusta que me proteja. Por muy tsundere estirado que sea, siempre me cuida.


— Bueno… Creo que eso equilibra las cosas. Hay que tener mucha paciencia y valor para lidiar contigo. —


— ¿Eh? — El tono monótono con el que lo dijo consiguió indignarlo un poco. — Me dueles, Kuro-chan… ¿Oya? Mira quien salió por fin de aislamiento~ — Tetsuya levantó ligeramente la vista, preguntándose que nueva historia tendría su amigo en mente.


— “Nash Gold Jr.” — A pesar de que mantuvo su expresión estoica, cuando sus miradas se cruzaron, Kuroko sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. En cambio, la expresión de Nash pasó de la sorpresa a la incredulidad y por último, a la furia. — “Te encontré”.


Un par de horas más tarde, Tetsuya se encontraba en su celda, tumbado en la litera mientras leía uno de sus libros preferido.


— ¿Kuroko Tetsuya? — Lo llamó un hombre, desde la puerta de su celda. — El jefe quiere hablar contigo. Sígueme. — Y salió, sin mirar atrás, ni asegurarse de que él de verdad lo estuviese siguiendo.


— “Típico de Nash.” — Pensó Tetsuya. — “Rodearse de gente con el ego tan grande como él. Aunque no sé muy bien en qué posición me deja eso a mí.” — ¿Y cómo sabía qué “el jefe” era él. Simplemente lo sabía. Desde que se habían visto en el pasillo supo que el otro iba a querer verlo pronto.


Despacio, sin mucha presión, llegaron hasta una de las celdas en el segundo piso. Considerablemente más aislada que la de Tetsuya, esta tenía varias de las celdas a su alrededor vacías, sin nadie que las ocupase, al parecer. Al entrar, Gold estaba solo, sentado en la cama inferior de la litera, mientras observaba atentamente sus manos.


— Dejadnos solos. — Ordenó. — Y que nadie se acerque.


— Sí.


Después de aullar la orden, permaneció en la misma posición pero esta vez observando a Kuroko. Este no hizo movimiento alguno, limitándose a devolverle la mirada. Finalmente, con movimientos rápidos y gráciles, demasiado para su tamaño, Nash se acercó hasta Kuroko. Y agarrándole con fuerza por el rostro, como si quisiera asegurarse de que no iba a escapar, lo besó con furia, recorriendo cada centímetro de su boca, saboreando, deleitándose.

Notas finales:

[N/A]


¡Hola! Ya sé que es muy simple y corto para lo que he tardado, pero he estado muy liada T.T En un principio pensé que al ser capítulos cortos podría escribirlos rápido, pero entre el bloqueo y el trabajo... ¡Lo siento, jo!


Espero que os haya gustado y que no haya decepcionado a nadie 


¡Gracias!


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