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Siempre Te Amaré por AniBecker

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Notas del capitulo:

Hola, mil perdones por no actualizar mis fics tan seguido, este verano me está resultando más difícil debido a mis turnos del hospital, además de varios escritos que tienen fecha de publicación fija y tenía que tenerlos terminados. 

Iré actualizando poco a poco los que tengo pendientes. 

 

Las clases por fin llegaron a su fin, nunca había deseado tanto que así fuera. Enterarse que su hermano estaba trabajando de conserje en el instituto, era demasiado peligroso para que los demás alumnos encontraran así el parecido y el parentesco que tenían, revelando así su situación económica.

Desde pequeño, habían pasado malos momentos y, aunque vivieran en un mal barrio, un pequeñísimo apartamento que tenía muchas incomodidades y apenas tuvieran dinero para sus necesidades básicas, sí era cierto que su hermano se había encargado de que precisamente a él, no le faltara nunca nada.

Pero, aun así, no le gustaba ni quería que nadie se enterara de nada, demasiado tenía que aguantar a niños ricos que seguro serán caprichosos y que si hicieran algo mal, sus padres resolverían con dinero, como para ser el hazmerreír por no tener dinero y por tener a su hermano sirviendo a los alumnos.

Antes de marcharse, quiso llegarse a la biblioteca, había un libro que debían comprar para realizar un trabajo, y cómo se imaginaba que no podría adquirirlo nuevo, la mejor opción sería pedirlo prestado a la biblioteca escolar.

Para ir hasta ella, que se encontraba en un edificio aparte, tenía que pasar por las canchas de los diferentes deportes que la escuela ofertaba: fútbol, béisbol, tenis, balonmano, baloncesto, hockey o rugby eran los más famosos y que contaban con grandes genios en sus filas que la mayoría de las veces les hacían ganar los campeonatos.

Pasando por el gimnasio, el equipo de baloncesto se encontraba entrenando, y sus ojos se fueron claramente hacia los jugadores que estaban realizando un pequeño partido de práctica.

Y allí se encontraba. Ese chico rubio con el que se había topado dos veces en el día, junto a quién podía figurarse se trataba del entrenador, dando instrucciones a sus compañeros, por lo que se imaginó que sería el capitán del equipo.

Se quedó en la puerta un poco a observar el partidillo, comprobando que eran buenos, pero tampoco entendía cómo era que siempre quedaban campeones, ya que podía darse cuenta claramente que, a su juicio, sus pases eran lentos y los movimientos muy predecibles, incluso les faltaba coordinación.

No perdía detalle también en las jugadas del rubio, era bueno, tenía que reconocerlo, pero era igual que el resto del equipo, lento y predecible. Uno de los chicos falló la canasta y el balón salió rebotado hacia la puerta, parándose justamente en sus pies.

Fue ahí cuando se dieron cuenta de su presencia.

—Vaya, tú eres el de esta mañana, ¿qué haces observando? ¿Es que quieres formar parte del club? Somos buenos, ¿verdad? Este año en el campeonato no habrá nadie que nos derrote.

—Yo no estaría tan seguro —masculló con desinterés.

—¿Qué has dicho? ¡Por favor! ¿Entiendes acaso de básket? ¡Míranos, somos buenísimos! —exclamó señalando a su equipo, que se había detenido al oír las voces del blondo.

—¿Buenísimos? Huh, no sé qué nivel tendrán el resto de equipos que participen en el campeonato, pero si no son capaz de ganarles, es porque son malos, y no lo digo porque tengáis muchas cualidades precisamente.

—¡Repite eso! —lo encaró molesto—. ¿Es que acaso tú sabes jugar? ¡Venga, sabelotodo! Tanto que nos criticas, muéstranos cómo juegas —le extendió el balón—, seguro que no sabes que el balón no se puede botar con las dos manos—. Tú contra mí, ¿qué me dices?

Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro a la vez que tomaba el balón.

—Está bien, pero luego no llores cuando te gane —soltó su mochila y la chaqueta del uniforme en un banquito de madera, y se aflojó la corbata. Botando la pelota, fue hasta el centro de la cancha, siguiendo al otro chico.

—No sé muy bien lo que está sucediendo —intervino el entrenador, un hombre de indumentaria y cabello un tanto exótica, mostrando su pulgar arriba y una brillante sonrisa—. ¡Pero demostrad el poder de la juventud! ¡Que empiece el duelo!

Sasuke botó y dribló por su derecha. Naruto sonrió, sabía que empezaría haciendo una finta de ese tipo, por lo que se adelantó para cubrir el especio, pero justamente cuando creía que iba a poder arrebatarle la pelota, el azabache hizo un cambio de ritmo sobre sus puntos de apoyo, cambiando la trayectoria de su cuerpo, parando en seco y girándose rápidamente, sobrepasando al Namikaze yendo a canasta y encestando.

Esa misma jugada, pero desde diferentes ángulos, se la repitió dos veces más. Naruto, de las veces que intentó sortearle, no pudo hacerlo, es cómo si el Uchiha leyera sus movimientos con sus rápidos reflejos. En dos ocasiones le arrebató el balón de las manos justo cuando iba a lanzar, y en otra le realizó un tapón.

—¡Y final del duelo! ¡La eterna juventud del aspirante ha triunfado! —Sasuke sonrió con prepotencia y se dispuso a irse, tenía que llegarse aún a la biblioteca a por el libro—. Oye espera chico, ¿no te interesaría unirte al equipo? —cuestionó el entrenador, a lo que el resto de los jugadores asintieron.

Todos menos uno.

—¿Por qué se tiene que unir? Sólo ha tenido suerte —saltó Naruto tocado en su orgullo.

—No tengas mal perder, ¡es buenísimo! —exclamó Kiba—. Nos será de mucha ayuda.

—Se supone que el capitán soy yo.

—Vamos, Naruto no seas así, reconoce que te ha ganado limpiamente y además tiene todo el derecho de ingresar al club si así lo desea.

—Qué problemático puedes llegar a ser, Naruto —suspiró Shikamaru cansado de la actitud de su mejor amigo.

—Pero… ¡Gai-sensei!

—Tampoco me interesaría formar parte —respondió el azabache girándose para marcharse. Lo último que necesitaba era convivir con esa panda de niño ricos, contra menos se relacionara con ellos, mejor. Aunque confesaba, que muy en el fondo, sí le gustaría jugar básket.

—Espera chico, va totalmente en serio, tienes mucho talento para el básket, deberías unirte. Piénsatelo al menos.

—Quizá me lo piense.

Se marchó del gimnasio y fue hasta la biblioteca, encontrando el libro que necesitaba. Camino a su casa, meditó si unirse al club o no. Claro que era cierto que tenía talento, le encantaba el básket, pero nunca podía unirse a ningún club porque debías pagar una cuota para el seguro deportivo y todo el equipamiento como el uniforme local y visitante, la indumentaria de entrenamiento, el chándal deportivo y las zapatillas.

Y no tenía dinero para pagar todo eso.

Tal vez lo pensaría. Tal vez.

Cuando llegó a su casa. Itachi aún no había llegado, seguro que, al ser el conserje se debía quedar más tarde para dejar todo el reciento en orden para el día siguiente.

Se sorprendió de ver que en la nevera no había nada qué comer, aunque estuviera llena tampoco es que supiera cocinar, por lo que prefirió esperar a que su hermano llegara. No tuvo que esperar mucho, cuando su mayor apareció por la puerta, que nada más verlo frunció el ceño.

—¿Ya estás aquí, Sasuke? Perdona que llegue tan tarde, debía pasarme a comprar algunas cosas, en seguida preparo la cena —respondió con rapidez soltando la bolsa de plástico en la encimera.

Molesto, levantó del suelo yendo hasta el de cabello largo, que notó su presencia detrás de él.

—Itachi —lo llamó, con voz firme.

—Sí, ya sé lo que me vas a decir, que no me quieres trabajando allí, que pondré en peligro tu reputación, que si me cruzo contigo ni si quiera te mire o hable y que por nada del mundo diga mi apellido para que no nos puedan relacionar —suspiró—. Tranquilo, no tienes por qué preocuparte —uno a uno, fue sacando los ingredientes que había comprado para la cena—. Ya sé que no es mucho, pero hasta que cobre vamos a seguir un poco ajustados de presupuesto.

—¿Qué te ha pasado? —cuestionó tomándole del brazo para hacerlo girar frente a él—. Y no me mientas, porque por gusto dudo mucho que lleves ese apósito en la frente.

—¿Esto? No es nada, sólo un pequeño raspón —respondió restándole importancia.

—De pequeño nada. ¿Cómo te lo has hecho? Cuando te vi esta mañana no lo tenías.

—Te digo que nada —se soltó del agarre de su menor—, sólo fue un pequeño golpe, me tropecé y me golpeé, ya está —rápidamente, se giró para empezar a preparar la cena, no quería que su hermano indagara más en el por qué de esa pequeña herida.

—Más te vale que no estés mintiendo.

—¿Y si no qué? —lo desafió—. Aquí el mayor soy yo, y si te digo que no fue nada, no fue nada, deja ya de incordiar, Sasuke.

—¿A qué viene ser de buenas a primeras así de antipático?

—Lo siento, sólo que me desconcentras mientras cocino —mintió, con algo de culpabilidad, no quería haberle tenido que hablar así al azabache, pero no quería que se enterara que debido a la falta de alimento, es que se desmayó y golpeó.

Sasuke, resignado, fue mientras a adelantar algo de sus deberes.

—¿Qué tal fue tu primer día? —preguntó sirviéndole un tazón de arroz, queriendo disipar la anterior discusión.

—Es un colegio para niños ricos, ¿qué esperas? Sólo hay imbéciles. Se creen superiores a todo el mundo, sus conversaciones son cuánto se han gastado, cuánto sus padres les han ingresado en su tarjeta de crédito, dónde se irán o han ido de vacaciones y cuál ha sido su último capricho.

—Bueno, todos no serán así, me imagino —habló con tranquilidad—-. ¿Qué tal las materias y los profesores?

—Eso bien, el nivel es bueno y eso me gusta —se llevó un trozo de carne a la boca—. A propósito, me había planteado… inscribirme en el club de baloncesto.

—Siempre fuiste muy bueno jugando a básket, si quieres inscribirte adelante, seguro te irá muy bien, mientras no descuides tus estudios.

—Es que… al inscribirme tendría que pagar todo el equipamiento.

—Bueno, pues se paga. Tú no te preocupes por eso.

—¡Pero si apenas tenemos para comer! —exclamó al ver el conformismo de su hermano mayor.

—Sasuke, me iba a buscar otro trabajo de todas formas, que sea por las tardes, así que no debes preocuparte, porque se podría pagar dicho equipamiento —le sonrió.

—No podrás con dos trabajos. Lo lógico es que yo también busque algún para ayudar económicamente.

—Claro que podré con dos, eso no es nada para mí. Ya discutimos lo del trabajo, Sasuke, no voy a permitir que trabajes, tú sólo dedícate a ser adolescente, estudiar, salir con tus amigos y disfrutar de tu juventud —dio un último bocado a su comida y se levantó de la mesa—. No quiero volver a discutir este asunto.

El azabache no protestó ni dijo nada más, el de cabello largo lo dejó claro y zanjado el asunto, por lo que le daba permiso, o mejor dicho, le exigía que se apuntara al club de básket. Terminó su comida y se puso a terminar sus deberes.

Cuando el menor estaba profundamente dormido, Itachi tenía la costumbre de tomar los libros y apuntes de su hermano. No terminó sus estudios, apenas y tenía los primarios, pero aún así, desde que Sasuke entró en la secundaria, le llamaba mucho la atención y curiosidad lo que aprendía en el instituto, por lo que él se ponía a estudiar.

No tendría un título oficial, pero gracias a que hacía eso, no estaba lejos de la senda del saber y el conocimiento.

Al día siguiente, Itachi le preparó un bento a Sasuke, que recibió gustoso, prefería antes los almuerzos de su hermano a que le diera poco dinero y no le alcanzara ni para un menú en la cafetería.

El mayor entraba a trabajar una hora antes de que su menor entrara a clases, y luego tendría la máxima discreción para que no los pudieran relacionar, tal y como pidió Sasuke. Aunque en esta ocasión sí desayunó, si es que se podía llamar así a tomarse un vaso de leche, pero al menos la pasada noche cenó también.

Pero, cuál fue su sorpresa al encontrarse en la hora del almuerzo a alguien que no esperaba ver en absoluto.

—Buenos días, Itachi-san —saludó el chico de peculiar apariencia.

—Eh… ¿Kisame-kun? —sonriendo, asintió—. ¿Qué se debe tu visita por la habitación del conserje? ¿Necesitas algo? —delante de él fue extendido un bento, envuelto en un pañuelo rojo.

—Es para ti, Itachi-san.

—¿Para mí? 

—Así es, te preparé un almuerzo. ¿Quieres que almorcemos juntos?

—¿Me preparaste? No tenías por qué tomarte la molestia en hacerlo, es demasiado, no puedo aceptarlo.

—Por favor, no ha sido molestia, siempre me levanto temprano para prepararme mi propio almuerzo, no había nada de malo preparar otro más. Venga, antes de que se me pase el tiempo de descanso, vamos.

—Pero…

—Nada de peros, si lo que te preocupa es que piensas que lo estoy haciendo por pena, olvídalo, lo hago porque me apetece y con mucho gusto —casi a tirones, tomó al mayor del brazo, llevándolo hacia los jardines de atrás, que apenas solía haber estudiantes.

—¿Por qué insistes en que coma esto? —el menor dejó de comer sin levantar su mirada—. ¿Crees que no me di cuenta ayer? No te desmayaste porque sí, sino porque no habías comido nada, y todo por darle a tu hermanito pequeño, ¿verdad? Tranquilo, no pienso decir que tienes un hermano aquí estudiando.

—Por su bien… es mejor que nadie se entere.

—Sé lo que es pasar dificultades económicas. Mi padre murió, y con su muerte la empresa de la familia quebró —empezó a narrar—, mi madre quiso hacer frente a todos los pagos, pero no fue posible. Para evitar que nos embargaran, mi madre vendió todas nuestras propiedades, sólo quedándonos una casa de veraneo, que posteriormente tuvo que vender también. Estuvimos un tiempo pasándolo mal, pero uno de los antiguos socios de mi padre, cuando se enteró de nuestra situación, quiso ayudarnos, él era un antiguo pretendiente de mi madre, por lo que insistió hasta que nos ayudó. Sí es cierto que ahora ya no estamos en esa situación, ya que mi madre se volvió a casar, pero sí sé lo que hace una madre, un padre o un hermano por un ser querido.

Itachi bajó su oscura mirada hacia el bento medio terminado, oír la historia de un desconocido le había hecho ver que se podía salir de cualquier situación.

—Yo…

—No tienes por qué decir nada, yo no pienso delatarte, ni hacerte daño. Me has caído bien, y quisiera poder ayudarte.

—No es por menospreciar la ayuda ajena, pero no necesito la lástima de los demás.

—No te voy a dar nada regalado. Sólo es un puesto de trabajo. Junto con mis compañeros de clase, tenemos un pequeño local, es un bar de copas y, aunque somos bastantes, estamos buscando otro camarero. ¿Te interesaría?

—¿Es en serio?

—Claro, si no hubiera ningún problema con este que tienes, sería primordialmente entre semana, ya que al ser estudiantes nos tenemos que ir turnando por los estudios, los fines de semana vamos de sobra ¿qué me dices?

—Pero ¿así sin más? ¿No deberías preguntarle a tus compañeros?

—Seguro que estarán de acuerdo, si te parece bien podemos ir esta tarde.

—Gracias por todo, Kisame-kun —el otro sonrió satisfecho mientras terminaba su almuerzo.

Sin que se dieran cuenta, eran observados por alguien no muy lejos de ahí.

Sasuke, después de clases, volvió al gimnasio, para informar que se unía al club de básket. El entrenador, Gai-sensei unto con los demás integrantes, se alegraron de tal decisión, mientras que Naruto se mantenía un poco receloso.

El entrenador le dio el equipamiento necesario del club, y Sasuke no supo en ese momento qué hacer, ya que aún no disponía del dinero para poder pagarlo. Un guiño de ojos por parte del adulto y un no tienes que preocuparte, no se paga inmediato, sino junto con la cuota escolar, hizo que al menos pudiera respirar un poco.

Hizo su primer entrenamiento con ellos, y en seguida no es que se amoldara al juego de sus compañeros, sino ellos fueron los que se amoldaron perfectamente a su forma de jugar, y es que, era tan sumamente bueno, que con facilidad todos lo seguían, aunque eso no significaba que no hubiera piques entre los dos.

Se veía desde lejos que saltaban chispas entre ellos, y no sólo en el básket.

Cuando terminó su jornada, Itachi no se esperó que Kisame estuviera esperándolo en la puerta del instituto.

—¿Creías que era pura palabrería? Te he esperado para que vayamos al local —respondió con una sonrisa. El de cabello negro no tuvo más remedio que aceptar y seguirlo al auto color negro que los esperaba.

Media hora de trayecto y llegaron a las calles más comerciales de la ciudad. Ante él un local de una peculiar fachada negra con nubes rojas dibujadas, con el nombre de Akatsuki.

—Eh chicos, traigo a un posible aspirante para el puesto —informó al entrar. Una chica que se encontraba detrás de la barra, posó sus bellos ojos ámbar en los recién llegados.

—Konan, ¿sólo estás tú? —preguntó al verla a ella únicamente.

—Yahiko está en el almacén y Nagato y los demás estarán por llegar —respondió secándose las manos—. Entonces, ¿vienes por el puesto de camarero? —el mayor asintió de forma mecánica. Un chico de cabellos anaranjados apareció por una puerta trasera—. Mucho gusto, me llamo Konan.

—Hola, soy Yahiko, ella es Konan y junto con otro compañero que se llama Nagato, abrimos este negocio, Kisame y los demás nos ayudan de vez en cuando también. ¿Tienes algo de experiencia de camarero?

—No mucho, estuve únicamente un fin de semana trabajando en un local de copas, pero sustituyendo a un amigo nada más, no he vuelto a trabajar de camarero.

—Bueno, no tiene importancia, aprenderás rápido. Puedes empezar de mesero y después Konan te enseñe en la barra con los cócteles y los tragos. ¿Cómo te llamas?

—Itachi… —fue a decir también su apellido, pero si esos chicos estudiaban en la misma preparatoria que Kisame y Sasuke, podrían saber la relación con su hermano menor, por lo que sólo dijo su nombre.

—Bienvenido, espero aquí te sientas muy a gusto con nosotros. ¿También estudias en Konoha? —el chico se acercó a la fémina, abrazándola por la cintura.

—Eh… no, no estoy ahí, trabajo —dijo con algo de vergüenza, temiendo ser rechazado por ello, pero la pareja sonrió, al igual que Kisame—. Soy… el nuevo conserje.

—Bueno, estudies o trabajes, compañero nuestro de Konoha eres igualmente —respondió con una sonrisa Yahiko. Por la puerta, un pelirrojo entró—. Eh, Nagato mira, él es Itachi, desde hoy trabajará con nosotros.

Se sorprendió de ver cómo ese chico besaba al recién llegado, pero sin soltar la cintura de la chica, que a su vez, también era besada por el de cabellos rojizos.

—Se traen una relación un tanto extraña, los tres están juntos —le susurró Kisame respondiendo a su duda mental.

—Encantado, será un placer tenerte con nosotros —le estrechó la mano.

Nuevamente, entró más gente en el lugar, entre ellos a dos los conoció, se trataban de los chicos que encontró en el baño, Deidara y Sasori, acompañados por uno alto que de su rostro, lo único visible eran sus ojos, y otro de cabellera violeta, que con un simple vistazo, se puso nervioso.

—¿Qué hace el conserje del instituto aquí? —habló con algo de molestia en su voz Sasori, nada más verlo.

—A partir de ahora va a trabajar aquí —comentó Yahiko bajándole los humos al pelirrojo recién llegado—, así que aquí no es conserje, es un compañero más.

—Pero ¿puede trabajar en otro lugar aunque ya tenga trabajo? ¿Eso es legal?

—Sasori, ya —lo paró Deidara, sabiendo por dónde iría su pareja—. No habría ningún problema con ello, y si Yahiko y Nagato están de acuerdo con que trabaje aquí, pues ya está.

—Yo a ti te conozco, tu cara se me hace familiar… —posó sus ojos sobre el Uchiha, mirándolo de arriba abajo de forma pensativa. Itachi se estremeció, porque por desgracia, él sí lo conocía, y temía que dijera el motivo.

—Quizá por el instituto… —murmuró, queriendo huir de ahí.

—No, por el instituto no te he visto. ¡Ya sé! —exclamó llamando la atención de los presentes con intriga—. ¡Tú eres con el que divertí aquella noche en el Bitch Club!

—Yo… creo que te confundes…

—Claro que no, esa cara bonita no la olvidaría tan fácil. Pero dime una cosa, si quieres trabajar aquí, es porque te hace falta dinero, haberme buscado otra vez en allí, y yo te hubiera ayudado a cambio de una buena noche.

—Hidan —lo regañó Yahiko—, deja de hablarle de esa forma, ten más respeto.

—Entonces, vienes aquí buscando trabajo —volvió a intervenir Sasori—, pero este local de copas no es un club de prostitutas, sino un establecimiento de copas normal —un golpe en el brazo por parte del rubio lo hizo callar nuevamente.

—Yo… mejor debería irme —miró a Kisame, disculpándose con él con la mirada—, lo siento por la pérdida de tiempo, permiso.

Y tan rápido como pudo, abandonó el lugar, seguido de un Kisame que no paraba de llamarlo para que se detuviera.

Llegó hasta su apartamento, que agradeció que Sasuke se hubiera al final decidido en apuntarse al club de básket y de ese modo aún no hubiera regresado a casa, y se dejó caer en el suelo después de cerrar la puerta.

¿Por qué tenía que ser humillado una vez tras otra sólo por tener que sacar una casa y a su hermano adelante? ¿Por qué el maldito destino tenía que haber puesto a ese chico nuevamente en su camino? ¿Para hacerle la vida más difícil? ¿Para de ese modo ser juzgado por los demás?

Obviamente, había sido mala idea ir al lugar dónde Kisame le llevó, estaba claro que, después de saber todo lo que Hidan —tanto si fuera verdad o mentira— les estuviera contando sobre él, no iban a dejarle trabajar allí.

Pero lo peor no era ese trabajo, sino el de conserje, ese chico estudiaba en la Academia Konoha, por lo que temía por ese trabajo, que sí era importante para él. Sólo esperaba no tener que cruzárselo por el instituto.

Aunque, eso era pedir mucho.

Notas finales:

Gracias por leer :)


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