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Experiencia Religiosa por Liss83

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Desde que la hermana Minerva McGonagall había despertado en el área de enfermería del colegio sabía que su vida ya no le pertenecía, ni a ella ni a su Dios. Y sentía vergüenza de reconocer que ese hecho le daba la paz a su alma que no había conocido en más de cincuenta años de vida.
Cerca de las once de la noche estaba nuevamente arrodillada frente al cristo crucificado de su habitación implorando clemencia para su alma. 
 
 
 
- Se ve hermosa en esa posición – le susurro una voz al oído logrando estremecerla completamente – justo como siempre la he imaginado – y depositó un beso en su cuello – tan sumisa, tan obediente, tan… se me acaba de ocurrir una idea – dijo Hermione sonriendo y por alguna razón Minerva se estremeció completamente. Una voz en su interior le decía que estaba al borde de un barranco y una vez cayera por él no habría vuelta atrás
- Esto… – susurro Minerva algo asustada
- Le va encantar, hermana – dijo la chica y Minerva la escucho alejar, minutos después regreso –. Va a verse más hermosa de lo que ya es – dijo mientras que la chica le abría su sotana y la dejaba caer libremente, dejándola completamente desnuda algo le rodeaba el cuello – póngase en cuatro – la profesora la miro dubitativamente mientras la chica se alejaba parándose frente a ella – hermana… – pero la religiosa se guía inmóvil por lo que Hermione camino lentamente así ella con una sonrisa depredadora
- Aléjate satanás – susurraba la religiosa intentando levantarse 
- Tranquila hermana – dijo la castaña – este juego le va encantar
- Esto no es un juego… – decía Minerva pero una bofetada le volcó la cara haciéndola caer hacia atrás 
- Solo yo determino que es y que no es un juego – dijo Hermione mientras deslizaba su mano por el pie y sube hacia el muslo haciéndola estremecer – y esto… – susurro acariciándole la entrepierna mientras Minerva gemía por lo bajo con los ojos cerrados – definidamente… es mucho más que un juego – ahora póngase en cuatro – ordeno nuevamente con voz suave y aterciopelada – hermana… – dijo  y lentamente Minerva obedeció – camine – ordeno y la guio hacia un espejo donde la mujer miro su imagen – ahora si se ve como se debe. ¿Le gusta? – Minerva se miraba erguida sobre sus cuatro miembros – Hermione Greanger y su diosa del sexo. ¡La perrita más linda del mundo!
- Eso no va volv… – decía Minerva sin salir de su asombro mientras se intentaba poner de pie pero uno labios apasionados la callaron 
- No pienses en nada – susurro Hermione contra sus labios, pero Minerva intento hablar – shhh… solo disfruta 
 
 
 
Otro beso apasionado callo su protesta mientras unos brazos aprisionaban su cintura. Una mano se colocó entre sus piernas, de la cual un dedo entraba en ella. La lengua de la chica sin permiso alguno ingreso a la boca ajena y la recorrió entera. Un gemido se escapó de los labios ajenos. 
Minerva sabía que no debía, que su alma se estaba condenando completamente, pero se abrazó a su alumna como si su vida dependiera de ello, abrió más la boca y se perdió en el mar de sensaciones que la invadían
 
 
 
- ¡Mas! – gemía la religiosa – ¡Mas!
- La perrita hermosas no hablan – dijo Hermione moviendo los dedos dentro de ella –  ¡Ladran! ¡Vamos! Usted sabe cómo.  Esa es su naturaleza – chupando su pecho derecho –. Ladre para decirle a su ama cuanto disfruta sus atenciones. ¡Ladre!
- ¡Woof! – gimió la hermana Minerva – ¡Woof! ¡Woof!. ¡Woof!
- Eso – decía Hermione – ¡Ladre!
- ¡Woof! – gimió la hermana Minerva perdida entre sus sensaciones– ¡Woof! ¡Woof!. ¡Woof!
- No sabe lo hermosa que se ve – dijo Hermione abriéndole las piernas e inclinándose para introducirle la lengua entre sus piernas
- ¡Woof! – gimió la hermana Minerva con más deseo – ¡Woof! ¡Woof! ¡Woof!
 
 
 
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Cuando despertó el sol le daba en la cara, a pesar de estar desnuda y boca abajo sobre su cama. Una mano le acaricio la espalda, echándole el pelo hacia un lado. Una cascada de beso bajo por su espalda desde su cuello, hasta sus glúteos, los que mordió suavemente
 
 
 
- Fuiste una muy buena perrita – dijo Hermione haciéndola girar lentamente para que quede acostada de espalda – pero ya me tengo que ir. Pero volveré en unos días para volver a jugar con mi hermosa mascota – Sor Minerva abre los ojos en silencio y la ve que la chica ya estaba vestida –. Recuerda que cuando estemos a solas ¿Cómo debes actuar? – suavemente le abrió las piernas y se agacho entre ellas – Mi diosa… – lentamente empezó a lamerle la zona intima
- Woof – dijo la hermana 
- Buena chica – dijo revolviéndole el cabello – nos vemos luego – le da una nalgada y se va
 
 
 
 
Durante los siguientes días, Hermione se concentra en sus estudios, ya que tenía parciales, por lo que se comportaba como si nunca hubiese pasado nada entre ellas. Minerva estaba en cierta medida decepcionada. Algo en ella quería volver a estar cerca de su alumna. Volver a sentirse completamente dominada. Recibir esas atenciones que la hacían sentir como si en verdad ella fuera alguien especial. Era obvio que Greanger tenía una personalidad fuerte que se imponía, y ella había descubierto que lejos de querer corregir esa actitud en su alumna quería quela volviera a someter. Más de una vez se había descubierto a si misma imaginando que la chica castaña se entraba a su habitación  para someterla nuevamente, pero esto no había pasado. 
 
 
 
Ese sábado había un sol radiante, por lo que después de la misa, había decidido ir a una parte solitaria del riachuelo que cruzaba el colegio. Se sentó cerca de la orilla, y respiro hondo. ¡Necesitaba tanto tranquilizar su torturado espíritu! Llevaba semanas intentando conectarse con Dios, pero parecía que este la había abandonado. Cerro los ojos y dejo escapar un suspiro
 
 
 
- ¿Es mi idea o ese suspiro llevaba mi nombre? – dijo una voz detrás de ella. Minerva miro hacia atrás y por instinto bajo el rostro – así me gusta. Bien obediente – susurro sentándose a su lado y acariciándole disimuladamente el muslo – eres tan hermosa. No seas tímida, mírame – y la monja se obedece – me encantan tus labios – y la mujer se sonroja
- Hermana Minerva – dijo Siniestra no muy lejos de ellas y la chica se alejó sin que nadie la viera – la estaba buscando para… – pero la mujer ya no escuchaba. Sentía una ganas irrefrenables por correr tras su… ¿ama? y suplicar con ladridos por sus atenciones sin embargo sabía que no debía hacerlo
 
 
 
Esa noche la Madre Superiora la mando llamar a su despacho para hablar del porqué de un tiempo para que la notaba cambiada. Regreso a su casa cerca de las diez de la noche. Estaba cansada, por lo que se cambió de ropa y se metió en la cama
 
 
 
- Hoy vamos a hacer algo diferente – dijo la voz de su ama mientras se acostaba detrás de ella para abrazarla y besarle el cuello recibiendo en devolución un suave ladrido –  levántate y ve al otro extremo de la cama – la mujer obedeció sin chistar mientras Hermione abría las piernas y se subía su camisón – quiero que me asees con tu lengua hasta el último rincón ¿está claro?
- Woof  – gimió la mujer
- Hazlo lento – dijo la chica – empieza. Solo puedes usarla boca. Nada de manos
 
 
 
Lentamente la profesora se acercó y empezó a lamer las piernas, subiendo pausadamente hasta llegar a la entrepierna de su ya desnuda ama, arrancándole gemidos suaves de placer. Hermione le tomo el cabello empezó a marcar el ritmo con el que se debía mover
 
 
 
- ¡Así! – dijo Hermione moviendo las caderas mientras cierra los ojos dejándose llevar – ¡eres increíble! ¡Ahh!  Mete más la lengua – ordeno la chica – eso. ¡Dios! ¡Cómo es que tanto talento se ha desperdiciado de esta manera! ¡Ahh! – y movió aún más las caderas con desesperación – ¡Eso es mi perrita! ¡Limpia bien! ¡Ahh!  ¡Ahh! – unos minutos después llego al clímax – ¡Ah! ¡Por Dios! ¡Eres genial! Si cobraras por esto, te harías millonaria
- Woof  – gimió la mujer
- Ven aquí – dijo Hermione y la mujer se acomodó sobre su pecho – buena chica – dijo acariciándole el cabello
- Woof – gimió lastimeramente - Woof  
- Hora de dormir – dijo Hermione – dulce sueños mi hermosa perrita
 
 
 
A la mañana siguiente la hermana Minerva despertó sola. Respiro hondo y se tocó los labios. Cerró los ojos exhalando. Había cruzado una línea y no había vuelta atrás
 
 
 
- ¡Woof!
 
 
 
Desde ese día la vida para Minerva McGonagall cambio para siempre. Su mundo giraba en torno al hecho de que quería complacer a su ama. En todos los sentidos. Se desesperaba si no la visitaba en su recamara, pero tampoco tenía permitido reclamar. Una vez lo insinuó después de que su alumna dejara de visitarla por un mes y esa misma noche su cadena fue atada a la cama para que su  ama la golpeara con el trasero con una pequeña madera “por ser una perra muy mala”. 
Cualquiera diría que Minerva se hundía un poco más en un mundo sadomasoquista en el cual cada día perdía un poco más su humanidad, ella prefería pensar que cada día se encontraba a sí misma un poco más. 
Sin embargo con la naturaleza no se juega. Y esta dice que todo lo que empieza siempre debe terminar. Un año después de iniciado ese juego, Hermione termino el colegio y perdieron cualquier tipo de comunicación. Minerva siempre había sido una mujer de férrea fe, pero cuando Hermione se fue, sentía que con ella se fue algo importante. Aquella chiquilla insolente la había obligado a replantearse su vocación y con ella toda su vida. De repente nada tenía sentido y sentía que se ahogaba en ese inmenso lugar, pero tampoco se sentía capaz de abandonar el lugar sin el permiso se su ama. Su ama. Debía encontrar la manera de liberarse de aquellas cadenas que hacía tiempo le habían puesto en su cuello. Ella era una mujer no un animal
 
 

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