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Encuentro: presente y pasado por TheStarsGirl

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—¡Waa! ¡Midorimacchi, Takaocchi!
 
Y por primera vez... Kasamatsu no lo golpeó por chillarle cerca de su oído. Estaba en shock.
 
—Muro-chin, quédate conmigo, no te los acerques.
 
—Claro, Atsushi —lo agarra de la mano mientras miraba a Taiga y Aomine con preocupación. Ambos estaban intactos luego de que las luces también cegaran a los demás.  
 
—S-sei... ¿Qué acaba de pasar? —su voz temblabla al igual que su cuerpo, haciendo honor a su apodo. Al ver esto, Akashi salió de su shock y se acercó a su pareja para abrazarlo. Las escenas pasaban frente a sus ojos. Shintarō acercándose a los dos cuerpos para cerrar sus ojos. Kazunari agarrándose de él por un hombro. Las repentinas luces. El vano intento de ambos de alejarse a tiempo. La desaparición instantánea. 
 
Nada tiene sentido en su cabeza. 
 
Gira su cabeza levemente y observa cómo Tetsuya intenta consolar a Ryō, el cuál estaba llorando a moco tendido mientras se disculpaba una y otra vez. Desvía la mirada.
 
Un tenso silencio estaba presente en el lugar. Nadie encontraba alguna teoría o suposición de lo que acababan de presenciar.
 
—¡Ryō-chan!
 
La vista de todos se dirigieron hacia la pelirosa la cuál miraba aterrada hacia el hongo disculpón. El cuál se encontraba arrodillado al lado de Aomine con su frente apoyada en el pecho del contrario. Lo más sorprendente, que tardaron en procesar al esperar algo terrible, es que nada sucedió. Seguía ahí. Nada de luces cegadoras. Nada.
 
—Quizás... —las miradas se dirigieron hacia el mayor del grupo— solamente suceda lo anterior, si tratamos de cerrarles los ojos.
 
—¡Senpai! 
 
—Cállate, Kise. —al parecer la tensión disminuyó un poco al escucharlos discutir.
 
—Bueno, quizás Kasamatsu tenga razón —asiente Akashi, pensativo— la única manera es probarlo y para eso debemos recordar que Shintarō había tratado de cerrarlos al mismo tiempo. Podría haber sido solamente él, el que haya desaparecido, pero Kazunari mantenía contacto con él.
 
—Pero Akashi-kun, no debemos arriesgarnos a que ellos dos se queden aquí.
 
—Momoi-san tiene razón. Podríamos probar hacer que sus hombros se toquen. Mientras que uno sólo de nosotros trata de cerrarles los ojos.
 
—Está bien —para sorpresa de algunos, Akashi aceptó rápidamente que lo contradijeran al principio. Bueno, la situación lo ameritaba—. Yo me ofrezco para ser quién les cierre los ojos. Mientras que ustedes, van a formar un círculo agarrados de las manos, pero uno sólo, Kōki, —aclara— se apoyará en mi.
 
—Está bien Aka-chin. Muro-chin me agarrará la mano.
 
Después de esto, cada uno fue acomodándose en sus lugares. Pusieron a Kamagami y Aomine como lo planearon. Hicieron una ronda. Furihata apoyó una mano, inseguro, en los cabellos rojos de Akashi, el cuál ya estaba a punto de proceder con lo que le correspondía luego de verificar que nada faltase. Y finalmente, sin esperar alguna orden, los cierra. 
 
Como esperaban, pasó lo mismo. 
 
 
***
 
 

—Tú, dinos quién eres —exigió saber un pelirrojo con ojos heterocromáticos mirando fijamente al chico frente a él.


A Takao le resultaría muy graciosa la escena, se estaría riendo sin parar en ese momento, pero había algo llamado bloqueo mental que le impedía procesar la situación. Y cómo no, no todos los día ves a la generación de milagros rejuvenecida.


—Y-yo...


—Aplastaré a extraño-chin.


—Eso no se hace, nanodayo.


—Aplastaré a Mido-chin.


—¡Midorimacchi, eres muy estricto!


—¡No grites Kise, estás al lado mío!


—Tu también estás gritando Aomine-kun.


—¡Oi Tetsu!


—¡Tetsu-kun!


—Momoi-san...


—S-shi...


Nuevamente, el pelinegro era el centro de atención. Al parecer se estaba recuperando del shock.


—¡Shin-chan! —gritó lo primero que se le vino a la mente, mirando al megane.


—Pfft... "Shin-chan"... Midorima, al parecer tienes un nuevo apodo —dice el moreno tratando de controlar sus carcajadas.


—Tch. No lo conozco, nanodayo.


—Tú. —el silencio vuelve a apoderarse del lugar al escuchar la voz del emperador—. Responde. Quién eres.


Inconscientemente Takao suelta risa nerviosa, que se va tornando en leves carcajadas.


—Ne~ Estoy soñando. Si, debe ser eso. Lo puedo probar —se acerca a Akashi sin quitar su sonrisa, no le preocupa lo que estaba por hacer porque se encontraba completamente seguro de que era un sueño. Alza una mano y pellizca levemente la mejilla del más bajo. Sin soltarlo, comprueba que siente la piel bajo sus yemas y esta no se desvanecía— Estoy muerto —dice mirando al pelirrojo con una mueca, el cuál estaba sonrojado de la furia, lo estaba tratando de matar con la mirada, si se pudiese. Su agarre se fue debilitando hasta soltarlo. Todos miraban al pelinegro pasmados, a excepción del capitán de Teiko.


—¿Cómo te atreves a...


—Bakao, ¿qué haces? —una voz se hace notar sobre las demás.


—¡Shin-chan, pensé que teníamos una conexión! —chilla aliviado de que lo hayan salvado de su trágica muerte. Corre hacia él sin mirar atrás— ¡Deberías haber venido antes, maldito traidor! —rodea el cuello del más alto con sus brazos y lo besa, sin importarle que los estén observando. Para su mayor satisfacción, su beso es correspondido al sentir una mano en su cintura. Claro que nada es perfecto si lo interrumpen nada más al empezar.


—Ejem, tortolitos, consíganse una habitación. Eso es asqueroso.


—¡Aomine-kun!


—Cállate Satsuki. Akashi, al parecer no podrás decirnos lo que querías. Para otro día será...


—Te quedas, Daiki.


—Tch.


Esas voces, esos nombres.... Midorima se separa de Takao y dirige la vista hacia adelante. Por la impresión, se ahoga con su propia saliva, empezando a toser. Y por consecuencia, él era el receptor de todas las miradas.


—¡Midorimacchi! ¡Midorimacchi, mira! —el rubio empuja al peliverde menor hacia delante, pero este no hace nada más que mirar hacia aquellos intrusos. Uno se parecía mucho a él, pero más alto y con facciones más maduras. Y no se le olvida que acababa de presenciar aquél, para nada bien visto, beso y con un hombre, además. No sabía cómo reaccionar.


—Takao, ¿Qué es esto? —baja la mirada hacia aquellos ojos grisáceos, ignorando a los espectadores.


—No lo sé, pensé que era un sueño cuando los vi. Me resultó tan raro que no dudé en pellizcarle la mejilla a Akashi y...


—¡¿Qué hisciste qué?! Si es el Akashi que pienso, estás muerto. Y no pienso ayudarte, nanodayo.


—Mo~ gracias Shin-chan. Pensé que me tenías más aprecio —se cruza de brazos, indignado. Dejando a Midorima con la mente en blanco por su tono mordaz—. ¿Sabes qué? Ahora que al parecer estamos en otro tiempo, tengo tu reemplazo —el peliverde se encontraba con la boca seca de un momento a otro, nunca le había hecho una escenita de esas. Lo vio caminar hacia donde estaban sus compañeros del pasado y su ¿yo del pasado? Todos lo miraban caminar hacia cierta persona, pero lo que su actual novio no podía ver, era su sonrisa traviesa. Para suerte del pelinegro, Akashi no hizo nada para detenerlo, quizás estaba aún procesando el hecho que haya un Shintarō más grande.


—Ne~ Shin-chan... —sin un rastro de vergüenza, abraza al menor y lo apretuja— ¡Eres mi nuevo novio! ¡Al fin soy más alto! —da un sonoro beso en la mejilla al más bajo por dos centímetros.


—Apártate de mí, nanodayo —definitivamente el chico no le había caído bien. Se había sonrojado hasta las orejas. Era un bochorno lo que estaba viviendo.


—¡Bakao, suéltalo! —el mayor se acerca, toma a su pareja de los hombros y lo atrae hacia él— No puedes ir por ahí cambiando de novios. Y no es que me emocione pero tú eres mi novio, nanodayo.


—Tsunderima tenía que ser —le da un beso en la mejilla, ríe al notar el leve sonrojo del megane.


—Ja, ¿quién lo imaginaría? Midorima enamorado. Absurdo...


—Aomine cállate, nanodayo.


—Viéndolo más cerca, Midorima-kun es más alto que todos nosotros, incluso más que Murasakibara-kun.


—Mido-chin, ahora no podré aplastarte.


—Shintarō, dinos tu edad, estatura, y escuela en que asistes.


Sin refutar, él prosigue a contestar, aún conserva su cordura para saber que debe hacerlo.


—16 años. 1.95. Shutoku.


—Era de esperarse que sea así de alto, nanodayo. —el vice-capitán acomoda sus lentes, una imperceptible sonrisa aparece en su rostro.


—Qué arrogante, Midorima. Seguramente mi yo del futuro será más alto que todos.


—¡Yo soy Takao Kazunari! —les regala una radiante sonrisa, haciendo sólo efecto en dos tsunderes.


Como nadie había preguntado su nombre, Akashi ignora su persona para seguir con su interrogatorio ya planificado.


Iba a seguir, si una luz cegadora no lo hubiera interrumpido. Todos quedaron extrañados al ver un montón de personas que de a poco iban saliendo de su aturdimiento. El primero en reaccionar fue un rubio mayor, el cuál al ver los dos que faltaban, se les lanza encima, tirándolos al piso.


—¡Midorimacchi, Takaocchi!


—¡Sal de encima, Kise!


—¡Ohh, ese soy yo, qué hermoso! —de fondo se escuchan los murmullos de los del pasado, aún no vistos por los chicos del futuro.


—Necesitas lentes, Kise-kun


—¡Kurokocchi!


—¡Kise, ven aquí! —Kasamatsu hace acto de aparición, alejándolo de la pareja antes desaparecida.


—¡Senpai, lo quiero!


—¡Cállate Kise! —frunce el ceño, sonrojándose.


—Aww Ki-chan ¡eso es tan lindo!


—M-momoicchi, n-no sé a qué te refieres...


—¡¿Por qué estás tocándome, Bakagami?! ¡Aléjate!


—¡Tú aléjate, Ahomine!


—¡¿Qué acabas de decir?!


—Aomine-kun no cambió nada, sigue siendo igual de molesto — Kuroko dice esto, sin perder de vista a aquel extraño pelirrojo.


—¡Tetsu!


—No eres el más alto de todos, Mine-chin.


—Tch


—Aomine-kun, Kagami-kun. No peleen. No queremos que causen otra importunidad.


—¡Kuroko, me asustaste!


—¡¿A qué te refieres con eso, Tetsu?!


—Daiki, Taiga. Silencio.


—Akashi-kun sigue igual de autoritario.


—¿Qué dices, Tetsuya?


—...


—¡Dai-chan! ¡Ryō te necesita!


—¡¿Dónde?!


—¡No es lo que piensas, pervertido! ¡Necesita tu apoyo!


—Dai-chan... —la pelirrosa menor mira con ilusión hacia esas dos personas del futuro. Sabía que algún día, entre ellos volvería a ser como en su infancia.


—Muro-chin... Ahora sí se me acabaron mis dulces —le comenta el titán morado a su pelinegro novio. El cuál lo mira sonriendo antes de darle un leve beso.


—Atsushi, no te preocupes, dentro de poco te conseguiré más.


—Murasakibaracchi sigue siendo un glotón. ¡Además de haber crecido más! ¡Es injusto!


—¡Muk-kun también tiene a alguien especial!


—Extraño-chin es lindo.


—...


—¿Akashi-kun? —el peliceleste nota la  clara molestia del capitán. Sabía que no le gustaba ser ignorado.


—Me gustaría saber qué está pasando en estos momentos —eleva la voz el pelirrojo menor para ser escuchado por sobre las demás voces. Y como se esperaba, logra que todos se callen y dirijan sus ojos hacia los del pasado.


—...Oh.


—¡Akashicchi bebé!


—¡S-sei...!


—¡¿Ahh?! ¡Furihata no te mueras! —Kagami fue a socorrer a un castaño con sangrado nasal.


—¡Kouki! —Akashi mayor se acerca hacia su yo del pasado, amenazante. ¿Cómo se atrevía a causerle eso a su castaño? ¡Ni siquiera él ha tenido tanto impacto! Bueno, la persona causante del sangrado era él mismo pero... Eso no importaba, eran diferentes. Punto.— Tú. Arrodíllate, no eres digno siquiera de compartir su mismo aire. —Si, a veces salía su lado Emperador, pero sólo si se trataba de su novio.


—¿Qué? —Seijuro menor estaba impactado con las reacciones anteriores. Impactado no. Molesto. Molesto porque lo hayan tratado de esa vulgar manera, nadie tiene el derecho de llamarlo por su nombre de pila con cariño y mucho menos de decirle bebé.


—Lo que escuchaste. No eres digno siquera de mirar a Kōki a los ojos. —acerca su mano hacia el hombro del, en ese momento, heterocromático. Todos los presentes se encontraban mirando la escena inmóviles. Sin embargo, un castaño se acerca a su novio antes de que toque al más bajo, posicionándose adelante de este y agarrando su mano. Recibiendo miradas aturdidas de los menores, pues los otros ya estaban un poco más acostumbrados, nadie en sus cinco sentidos sería capaz de entrometerse en su camino, algunos de ellos pensarían que su capitán en el futuro haya cambiado, pero por cómo actuó hace unos instantes lo dudan—. ¿Qué haces? Déjame que le explique un par de cosas más.


—Sei... -Kun~ —susurra el honorífico para que sólo el nombrado lo escuche provocando que un pequeño suspiro salga de sus labios— Vamos Sei, tienes que entenderme, no todos los días ves a tu novio más joven y tierno. Además si vienes ahora conmigo quizás... —jala ligeramente hacia abajo, con su mano libre, la remera del contrario para darle un casto beso y luego susurrarles algunas palabras siendo escuchados por nadie excepto por el defendido, dejándolo con un posible trauma. Jamás, en su corta vida, pensó escuchar esas indecentes palabras dirigidas hacia su persona y para que su yo del futuro lo escuchara atentamente... Definitivamente se volvió demente, un alienado.


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