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Moonlilies & The Marauders por Marbius

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2.- Neon Weekend.

 

It was more than just a neon weekend

Life slipping through the third floor, curtain

Spreading out like the morning news

From the day before

5 Seconds of Summer - Woke Up in Japan

 

The Marauders y Moonlilies tuvieron Bangkok como primera parada en aquel tour, y los nervios se dispararon de maneras desiguales. Ahí donde Lily estuvo al borde del ataque de nervios y sólo James pudo darle tranquilidad, a Remus le tocó hacer lo propio con Sirius, que sin importar el número de escenarios a los que se había subido y el número de boletos agotados, de pronto se sentía a punto de vomitar o desmayarse. Quizá ambas.

—Nadie creería que Sirius Black sabe mostrarse nervioso antes de un concierto —le chanceó Remus en el backstage, horas antes de su concierto, pero trayendo consigo una bebida caliente que Sirius aceptó con manos temblorosas.

—Gracias —musitó con un hilo de voz que no podía perdurar por el resto de la velada porque suyo era el papel de vocalista principal además de guitarrista.

—¿Necesitarás algo más fuerte que este té con leche?

—¿Qué ofreces?

—Era broma —dijo Remus, pero con todo le dio un apretón amistoso en el hombro—. Respira en 4-7-8 —sugirió, y Sirius sonrió.

—¿Se lo escuchaste a James?

—No era mi intención. Llevó a Lily aparte y cuando fui a ver si podía ayudarla, él la estaba guiando en esa técnica de respiración. Funciona, ¿sabes?

—Lo sé —dijo Sirius, pues James la había utilizado antes, en los primeros años de su carrera, cuando la fama de The Marauders subió como la espuma y Sirius comenzó a tener problemas para presentarse en auditorios llenos al tope de su capacidad.

Costaba creerlo porque habían empezado como cualquier otra banda amateur, con ilusiones y ánimo de triunfar (pero sin creer que de verdad lo conseguirían y se habían puesto un tiempo límite para intentarlo), cuando la fama tocó a su puerta y entró como tromba. De eso hacía ya casi cinco años, y en su tercer álbum ya, apenas si se daban abasto con la demanda de fechas.

Una carrera en la música jamás había sido lo que ellos consideraran como un trabajo fácil, pero les encantaba, y los esfuerzos rendían sus frutos con creces, aunque en días como ése, Sirius se sentía agobiado con la perspectiva de cumplirlo.

Más cuando James lo dejaba en segundo término para atender a Lily...

—A James le gusta Lily, ¿correcto? —Preguntó Remus, que se mantenía a su lado como un pilar silencioso.

—Si lo preguntas es porque no tienes dones de observación —respondió Sirius, que agradecido por el cambio de tema, prefirió hablar de eso con Remus que volver a centrar su atención en el concierto de esa noche.

—No, lo veo con mis ojos, pero mi pregunta es si en verdad a James le gusta Lily, o es sólo su manera de ser alrededor de cualquier chica linda que le sonríe de vuelta.

—¿Y lo preguntas porque...?

—Porque Lily es mi mejor amiga. También porque tenemos un mes por delante de trabajar juntos, y odiaría recordar este tour por Asia como terrible por razones personales. —Una pausa—. Románticas, quiero decir.

Sirius le dio un sorbo a la bebida que Remus le había traído. —Si te sirve de consuelo, James sólo actúa así cuando una chica de verdad le interesa. Fue así con sus últimas dos novias, ¿o debería llamarles sus únicas dos novias? —Murmuró Sirius para sí—. Como sea, si lo que te preocupa es James lastimando a Lily, eso no va a pasar. Es más que obvio que le gusta —recalcó poniendo énfasis en la palabra—, y si podemos ser francos en uno con el otro, es obvio que se trata de un sentimiento mutuo.

—No diré más porque no me corresponde —dijo Remus—. Y por simple curiosidad, ¿qué pasó con esas ex novias de James? ¿Qué razones tuvieron para romper?

—Nada habla mejor de una relación fallida que las causas de su ruptura, ¿uh? —Dijo Sirius, y tuvo un acceso de risa maliciosa—. Two of Three.

—¿La banda que abría sus shows antes?

—Ellas mismas —confirmó Sirius—. Tienen ese nombre porque dos de esas tres chicas fueron las novias de James en el pasado, y al parecer querían hacérselo saber al mundo como información primordial.

Remus entrecerró los ojos, observando a Sirius a la cara y la expresión ladina que tenía al retener información que podía resultar mortificante y divertida a la vez a costillas de James.

—Marlene y Dorcas fueron esas dos de tres chicas en la banda que fueron novias de James —dijo Sirius, que aguardó unos segundos de expectación para hacer la noticia más importante—, y al final terminaron por coincidir que estaban mejor juntas.

—¿Uh?

—Ahora son novias.

Remus ahogó una risotada con el puño. —¿En serio?

—¿No lo soy siempre con un nombre como el mío? —Rebatió Sirius, que también soltó una carcajada—. ¿Por casualidad Lily no tiene esas tendencias? Haría un perfecto strike para el fallido gaydar de Prongs.

—No, de hecho...

Remus hizo una expresión que lo dijo todo, y Sirius le entendió en el acto, porque para nadie era secreto que a pesar de su primer encuentro fallido, James y Lily habían conseguido hacer migas a base de bromas, sarcasmo, Lily llamándolo arrogante y James actuando el papel pero mostrándose suave para demostrar que había más en él que ese factor negativo.

—Será genial si al final del tour Lily acepta salir con James —dijo Sirius, pero al instante denegó Remus con la cabeza.

—Ya lo hablé con Lily, y ella insiste que no es prudente. Uno no caga en el mismo sitio donde come, ¿sabes? Y está el asunto de que ellos dos ahora mismo son una especie de colegas en la misma profesión... Conocerse y antes de dos semanas salir de tour por un mes suena precipitado, más cuando la posibilidad de acusar a Moonlilies de valerse de la fama de The Marauders pinta como la acusación más factible entre las fans...

—Bah —desdeñó Sirius la posibilidad—. Y si fuera el caso, a James no le importa. Él nunca bromea cuando se trata de sentimientos, y haré mi nueva regla: Tampoco cuando se trata de Lily.

—Ya veo...

Que para cuestiones prácticas, fue la más absoluta de las verdades.

 

El concierto de esa noche fue un éxito, y marcó el comienzo de una racha ganadora en la que la fanbase de Moonlilies creció exponencialmente en sus redes sociales y The Marauders demostró una vez más que su meteórica carrera había llegado para quedarse.

También fue un hito en el que ambas bandas se convencieron del potencial de la otra y comenzaron a establecer una relación amistosa que los benefició tanto arriba como debajo de los escenarios.

El cambio más notable fue entre James y Lily, que tras un primer encuentro desastroso y que había estado pronosticado para nunca hacerlos cercanos, de pronto se podían ver siempre y juntos a todas horas y compartiendo confidencias.

—¿Son imaginaciones mías o ahora Lily flirtea de vuelta? —Preguntó Peter, que sentado en la fila contigua a Sirius y a Remus en el avión, tenía un lugar privilegiado de aquel par en acción.

—Lily me matará por decir que sí, ¿pero qué otra respuesta es válida a estas alturas? —Respondió Remus, que también había notado en los últimos días cambios en la personalidad de su amiga.

James por supuesto era del tipo de persona que se lanzaba de cabeza sin mediar demasiado en consecuencias. Para él, siempre y cuando Lily no le dijera directamente que la dejara en paz, el resto era juego legal. Y Lily no le había puesto un alto luego que descubriera bajo esa molesta capa de su personalidad a una persona con la que podía (y quería) congeniar. Así que desde el día uno de la gira se les podía ver más veces que no juntos y con una amplia sonrisa en el rostro que presagiaba más contacto después de finalizado el tour.

—Las fans ya han empezado a sacar sus propias conclusiones —dijo Regulus, que en la línea de asientos que ocupaban Sirius en la orilla y Remus en el centro, él era quien tenía ventanilla y trabajaba en su portátil con los itinerarios de su siguiente escala.

—¿A qué te refieres? —Presionó Sirius por saber.

—Mira por ti mismo.

Regulus giró su portátil, y al instante tuvieron Sirius y Remus una vista privilegiada de fotografías tomadas en su último concierto, donde se podía apreciar entre sombras a James y a Lily en uno de sus momentos de intimidad.

Claro, no era nada indecente, sólo dos amigos en cercanía con el otro. Pero para cualquiera con dos ojos en el rostro y una pizca de malicia, aquel par flirteaba, y no había manera de disimularlo.

Siguiendo esa línea, Regulus les mostró más fotografías y videos, todos ellos almacenados bajo la etiqueta de #jilly, aunque mencionó que también había más material bajo otra etiqueta alterna llamada #lames.

—Ugh, las fans pueden ser terribles —dijo Remus con una mueca, porque lames no era una manera amable de llamar a Lily y a James.

—Por fortuna son una minoría —dijo Sirius, pues había sufrido en el pasado de aquel mismo escrutinio al que su fanbase los sometía regularmente cada vez que alguien nuevo aparecía en sus vidas.

—En cualquier caso —dijo Regulus con toda calma y recuperando su portátil—, esto ha ayudado con la venta de boletos. La máquina de rumores es siempre un buen propulsor para la banda.

—Ugh, Reg —se quejó Sirius—, ¿puedes dejar de ser nuestro manager por una hora al día? Tu avaricia te hace ver feo.

—No —replicó éste, ya con las gafas puestas y redactando un correo que a todas luces tenía la pinta de ser relacionado con su trabajo.

Sirius estuvo a punto de reclamarle, cuando Peter volvió a atraer su atención con una serie de ruiditos de sorpresa, y sin más señaló a James y a Lily, que dormían juntos en sus asientos.

O mejor dicho, a Lily con su cabeza en el hombro de James y la de James puesta en la de Lily.

—Perfecto —dijo Sirius al elevar su cámara y tomarles una fotografía, que a pesar del ángulo, le serviría como material de chantaje. Con Lily para borrarla, con James para conseguirla.

Peter murmuró algo acerca de James enamorado, Remus rió por su amiga, y Regulus chasqueó la lengua.

Sirius sólo vio a Remus de reojo, y se preguntó si podría hacer funcionar esa estrategia de una siesta contra el otro... Que como demostró media hora después, sí.

 

Más tarde aterrizaron sin contratiempos en Hong Kong a primera hora de la mañana, y ya que el concierto no sería sino hasta dos días después, Regulus les dio indicaciones de descansar un par de horas en sus habitaciones y reencontrarse a mediodía en el lobby para un poco de turismo en la ciudad.

Sirius se había retirado de buena gana a su dormitorio, convencido de que nada le sentaría mejor que una mascarilla de pepino para reducir la hinchazón propia del viaje y una siesta reparadora para sentirse con fuerzas y vencer el jet lag, pero al recostarse en una montaña de almohadas y cerrar los ojos, descubrió que no tenía ni una pizca de sueño.

Lo que era más, se sentía con ánimos de relajarse, sí, quizá con una película y servicio a la habitación. O quizá sólo con alguna de esas bebidas de la máquina expendedora que habían visto al pasar a su piso.

Indeciso entre salir en pijamas y con su mascarilla a comprarse un refresco o quedarse enfurruñado por no hacerlo, Sirius optó por lo primero y después se alegró por ello cuando en el pasillo se encontró con Remus.

—Por alguna razón, te imaginaba del tipo de persona que utiliza mascarillas cada tercer día —dijo Remus como saludo.

—No digas nada hasta que pruebes una —respondió Sirius, que después preguntó—. ¿Qué haces aquí afuera?

Por su aspecto, Remus no había salido al corredor sólo porque sí. Él también vestía pijamas, pero jugaba con la tarjeta electrónica en sus manos y no demostraba interés por entrar a su habitación.

—James vino de visita a nuestra habitación —dijo Remus como si eso lo explicara todo, y en parte lo hizo.

Los miembros de The Marauders, por su fama, habían obtenido suites individuales a lo largo del tour. Moonlilies en cambio habían accedido de buena gana compartir cuartos dobles, y hasta entonces no habían tenido ningún inconveniente.

Hasta el momento.

—James me dio su tarjeta y me dijo que podría quedarme en su habitación si quería, porque él y Lily preferían ver una película juntos, y bueno... Lily no habría accedido ir a su habitación por miedo a parecer indecente o dar otra idea de sus intenciones, pero tenerlo en la suya es diferente. Supongo... Es sólo que no me siento cómodo en el cuarto de James. Ahí están sus cosas, y dormir en su cama así como así...

Sirius apreció las ojeras en el rostro de Remus y tomó su decisión. —¿Y si te vienes conmigo?

Remus enarcó las cejas. —¿A tu cama?

—Es tamaño King-zise y estoy dispuesto a darte la mitad —ofreció Sirius sin motivos ulteriores, aunque la sonrisa en su rostro lo traicionó a medias—. Mejor eso que pasar las siguientes horas dando vueltas por el pasillo, ¿no?

Remus no necesitó de mayor convencimiento que ese, y aceptó de Sirius el paseo a la máquina expendedora, y después pasar a su suite, donde le dejó elegir el lado de la cama en el que prefería recostarse.

—¿En verdad son tan buenas esas mascarillas? —Preguntó Remus, y fue así como él y Sirius acabaron de espaldas en la cama, de lado a lado, y disfrutando la hora de spa con versiones económicas en el rostro.

Con una bolsa de dulces en el espacio entre ambos, Remus dictaminó que podría acostumbrarse a eso.

—Y espera a que pruebes la versión con carbón activado —dijo Sirius, también comiendo de los caramelos—. Sentirás el rostro mejor que culo de bebé.

—Ya puedo imaginármelo... ¿Es lo que haces para tener ese aspecto?

—¿Qué, interesado en mi rutina? Sí, podría revelarte mis secretos.

—¿También qué productos utilizas en el cabello? —Preguntó Remus, que se vio tentado en tocar la oscura melena de Sirius pero se contuvo a tiempo.

El propio Sirius se lo habría permitido, por supuesto, pero para guardar apariencias no lo instó a ello.

—Mi cabello es mitad tratamientos y mitad buena genética —dijo con una sonrisa—. Pero si te interesa podríamos hacer de esto algo regular.

—¿Esto? —Enfatizó Remus moviendo el brazo entre ambos, abarcando el tiempo a solas en su suite, comiendo dulces y disfrutando de tratamientos de belleza con una película como ruido de fondo.

—Si quieres...

—Quiero, de hecho... Sólo apreciaría que James no hiciera una costumbre el visitar a Lily en horas de descanso.

—Hablaré con él.

—Gracias.

—Pero no puedo prometer nada...

—Lo sé —dijo Remus con un suspiro—. Ellos dos en verdad están...

—Seh —confirmó Sirius.

Y ya que no les interesaba hablar de la vida amorosa de sus respectos mejores amigos porque la prensa del corazón ya se encargaría después, en su lugar optaron por cerrar los ojos y descansar.

Ignorar que James y Lily no eran los únicos que se sentían atraídos entre sí en su grupo...

 

Fue el día de su concierto en Singapur cuando James se lanzó de lleno con Lily.

La mañana inició con él entregándole una flor local y Lily colocándosela en el cabello para las entrevistas que tenían prospectadas para el día. Después ella le correspondió el gesto comprando para él una delicia local que James comió frente a cámaras e insistió que era lo mejor que había probado jamás en la vida.

Desde atrás de bastidores, sus respectivos compañeros de banda intercambiaron miradas de reconocimiento por su actitud, y Regulus en cambio se dedicó a ver en tiempo real cuáles eran las actitudes de la fanbase al respecto.

—¿Ya están acusando a Lily de ser una Yoko Ono en potencia? —Preguntó Sirius, y Remus a su lado le dio un fuerte codazo en las costillas—. ¡Ouch!

—Qué poco original, pero sí —dijo Regulus sin apartar la vista de su móvil—. Aunque una aplastante mayoría especula que es un ardid publicitario.

—Tal vez deberíamos enviar a la prensa una fotografía de ellos dos besándose —dijo Peter.

—Antes tendríamos que atraparlos en pleno beso, y Lily es demasiado discreta para eso —replicó Remus, sin saber que estaba a horas de equivocarse.

Porque en efecto, tras el concierto y con ánimo de celebración, las dos bandas salieron a cenar y terminaron en un bar disfrutando del anonimato que se vivía en una región tan recóndita a pesar de haber vendido miles de boletos y tocado un concierto apenas horas atrás. El alcohol se encargó del resto, y venciendo sus propias reticencias a los avances de James, fue Lily la que lo sacó a bailar y después lo besó en la pista de baile.

—¡Es tuya, Prongs! —Les grito Sirius, en su propio grado de intoxicación y con Remus a su lado—. ¿A que son perfectos el uno para el otro?

—Puede ser, sí —concedió Remus, que era más del tipo ebrio reflexivo, y tenía la mente en otros sitios—. Presiento que de nueva cuenta me tocará dormir en el pasillo.

—O puedes quedarte conmigo otra vez.

Con ojos turbios por el alcohol, Remus buscó una confirmación. —¿Puedo?

—Siempre que así lo quieras.

Y después se besaron sin aclararse jamás quién inició el beso. Sirius o Remus, daba igual porque seguramente fueron ambos.

 

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Notas finales:

Mi vida es ahora mismo un soberano caos, perdonen la hora para actualizar el fic. Por fortuna, donde vivo sigue siendo lunes así que digamos que cumplí con mi promesa de recibir comentarios y subir capítulo :) Graxie por la paciencia.


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