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Moonlilies & The Marauders por Marbius

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3.- A noise complaint.

 

It's enough to let the night let go of me

A few steps into the open doorway

Heart pounding, there's a noise complaint

From room 304

5 Seconds of Summer - Woke Up in Japan

 

The Marauders y Moonlilies llegaron a Taiwán con expresiones cerradas e incapacidad de verse a los ojos sin huir la mirada. Específicamente entre James y Lily, pero también entre Sirius y Remus.

—Qué noche, en serio —dijo Sirius en la suite de James, tirado de espaldas en la cama mientras su amigo iba de aquí a allá ensayando el discurso con el que pretendía conquistar a Lily de una vez por todas.

Luego de su gran noche en Singapur y beber cocteles frutales que por su dulzura no revelaban cuántos grados de alcohol con tenían y por lo tanto eran peligrosos de confiarse, James y Lily habían despertado en la habitación de ésta, desnudos, con un par de marcas en el cuerpo y sin ningún condón a la vista a pesar de que obviamente habían tenido sexo. A Lily poco le faltó para tener una crisis, y fue ningún otro más que Regulus el que se encargó de tranquilizarla, bajar a la farmacia, y no con poco esfuerzo de su parte debido a la barrera del lenguaje, conseguirle una píldora del día siguiente que Lily deglutió sin agua. Desde entonces, dos días atrás, Lily se había mantenido hermética y rehuía a James como si éste tuviera la peste. El propio James también se había sentido cohibido por su reacción, además de un tanto preocupado porque los dos habían estado borrachos hasta el punto de tener pérdida de memoria, y se temía que el consentimiento de Lily para tener sexo con él no le hubiera sido otorgado limpiamente.

—No entres en pánico —aconsejó Sirius desde su posición—, Lily lo quería tanto como tú. En la pista de baile no estaban tan ebrios, y era ella la que tomó la iniciativa.

—Pero... ¡Oh, Padfoot! —Sentándose a los pies de la cabeza y atusándose el cabello hasta dejárselo todavía más en punta de lo acostumbrado, James expresó su mayor temor—. ¿Qué tal si me odia y se arrepiente de lo que hemos hecho?

—La vida sigue adelante, colega, y tú con ella.

—Lo dice el hombre que fue rechazado por Remus y me hace compañía en mis horas más negras.

—Remus no me rechazó, es sólo que... —Sirius frunció el ceño—. Es complicado.

Y vaya si lo era...

A la mañana siguiente de su salida en Singapur, Sirius había despertado con Remus recostado contra su pecho y un levísimo ronquido luego de una noche de juerga. A Sirius no le había cruzado por la cabeza que hubiera motivo para entrar en pánico. Después de todo, tenían desde conocerse una buena química e intereses comunes. Ambos habían revelado de pasada tener novios en el pasado así que no era como si se tratara de una primera vez crítica.

Simplemente era su primera vez juntos, y quizá el comienzo de algo más, pero cuando Sirius intentó darle a Remus los buenos días con un beso en el hombro, éste se despertó de golpe y se apartó. Después se había sentado unos minutos a la orilla de la cama, y tras comprobar que no estaba en su suite sino en la de Sirius, y que había empaques de condones usados por doquier (al menos en eso habían sido más precavidos que sus amigos), Remus se había apresurado a vestirse y había salido casi corriendo sin atender razones.

Desde entonces estaban en malos términos, con silencios tensos al encontrarse de vuelta en el lobby para volar a Taiwán e incomodidad por el siguiente concierto que tenían prospectado a la noche siguiente.

Regulus había sido franco al ponerles un ultimátum a los dos grupos de arreglar sus diferencias y ser profesionales porque en un tour las fans iban por delante que las bobas peleas entre bandas, y aunque Sirius difería con su hermano en esa opinión porque había sentimientos de por medio y no era del tipo de persona que prefería solucionar las rencillas barriéndolas debajo de la alfombra, también era cierto que no quería mezclar su vida personal y profesional de manera tan desastrosa como en esos momentos.

—Estoy enamorado de Lily —dijo James de pronto, que ahí mismo tomó su decisión al respecto—, y tengo que hacer algo al respecto.

—Suerte, Prongs —le deseó Sirius, que vio a su amigo salir de su habitación de hotel con todo el ánimo del mundo de ir a la suite doble de Lily y obtener de ella una respuesta que le diera fin a su flirteo o inicio a un noviazgo.

Si su amigo jugaba bien sus cartas, volvería con una novia que obviamente también estaba enamorado de él y los dos podrían ser felices y todo eso.

Sirius podía estar feliz por su amigo con ese final satisfactorio, pero ya que él mismo estaba en un brete del que no sabía cómo salir, su ánimo no era el mejor. Y sólo empeoró cuando alguien tocó a su puerta y después abrió utilizando la tarjeta.

De buenas a primeras, Sirius supuso que se trataba de James, de vuelta y rechazado por la rapidez con la que se presentaba, pero en su lugar apareció Remus.

—Erm, Lily me pidió darle tiempo a solas con James para charlar y él dijo que podía quedarme aquí; uhm, no mencionó que estarías aquí.

—Remus...

—Puedo bajar al lobby si-...

—¡No, quédate! —Pidió Sirius, que puesto que ellos dos también tenían una conversación pendiente—. No te vayas. Es mejor si, uh...

Remus cerró la puerta detrás de sí. —Sí, oye... Respecto a lo de la otra noche cuando tú y yo...

Sirius esbozó una mueca de dolor. —No me dirás que te arrepientes, ¿o sí? Porque yo no. Sólo quería dejarlo claro, porque parecía que no lo estaba.

—Ya... —Remus exhaló con pesadez—. Yo tampoco. Pero, Sirius... No es tan sencillo.

Dispuesto a arriesgarse, Sirius se sentó en la cama y le dio unas palmaditas al colchón a su lado. Remus siguió indicaciones, y se acomodó a su lado, muslo contra muslo.

—James fue con Lily porque tenía intenciones de pedirle que sea su novia, por lo menos —dijo Sirius como apertura, pues en momentos como ese, era siempre más sencillo hablar de los demás que de uno mismo.

—No será fácil —dijo Remus, la vista clavada en sus rodillas—, pero probablemente Lily le dirá que sí a James, si él sabe jugar bien sus cartas.

—Me alegro por los dos. Harían una excelente pareja.

—Sí, sin dudarlo.

—Remus...

—Oh Diox... —Musitó Remus, que con todo se atrevió a alzar el rostro y mirar directo a Sirius a la cara.

—¿No podríamos nosotros dos también intentarlo? —Pidió Sirius, posando su mano en una de las de Remus—. Corrígeme si me equivoco, pero al menos te gusto un poco, ¿no?

—Más que un poco.

—¿Pero? Presiento que hay un ‘pero’ incluido —dijo Sirius con falsa ligereza—. ¿De qué se trata?

—Es todo... esto —dijo Remus, moviendo su mano libre entre ellos dos, en un gesto que Sirius identificó como muy suyo—. Lily y James la tienen un poco más fácil; incluso si algunas fans se molestan, juntos conforman una pareja de ensueño, y en cambio nosotros...

—¿Es porque somos dos hombres?

Remus suspiró. —Es porque abiertamente nunca has aclarado los rumores que circulan a tu alrededor.

—Yo... —Sirius se aclaró la garganta—. Nunca había sido necesario.

Y en efecto, a lo largo de su carrera jamás había tenido que dar explicaciones de por qué su asistente, después su guardaespaldas y por último su ‘amigo’ le habían acompañado en cada gira antes de desaparecer como cualquier otro conocido con el que ya no tuviera más trato.

Había sido idea de Regulus el mantener su sexualidad en un misterio. Sirius era bisexual, aunque con una clara preferencia por su mismo sexo, y a lo largo de su carrera con The Marauders había tenido su buen número de parejas. Algunas temporales, otras románticas, las que menos a largo plazo y con quienes había considerado que podía salir abiertamente, pero en cada ocasión Regulus le había aconsejado pensárselo bien, pues después no habría marcha atrás, y en cada ocasión el veredicto de Sirius había sido terminar con su pareja.

No porque temiera salir a la luz pública, sino porque en cada una de esas tres ocasiones había considerado que el riesgo no superaba los beneficios.

—Mira, Sirius —dijo Remus con calma—, yo no pienso presionarte de ninguna manera, pero estamos juntos o no lo estamos. Y lo primero incluye ser sinceros con las personas importantes en nuestras vidas, y al menos en la mía, las fans ocupan un sitio especial. Entiendo si para ti salir del clóset no es una opción, pero yo no pienso volver a recluirme en el mío por ti.

—No me atrevería a pedírtelo —dijo Sirius, que intensificó el agarré de su mano en los dedos de Remus—, pero...

—¡Padfoot! —Volvió a abrirse la puerta, y esta vez se trató de James, con una sonrisa radiante que hablaba a gritos del veredicto final de Lily—. ¡Dijo que sí, Padfoot, que sí!

Sirius sonrió por su amigo, pero su mirada se desvió hacia Remus, que se encogió apenas perceptiblemente de hombros y con discreción retiró su mano. El mensaje implícito era ‘hablaremos más tarde’, y Sirius lo tomó porque no tenía de otra.

No con James haciendo que se pusiera en pie y bailara con él su propia rendición de una danza de la victoria.

 

El acuerdo al que llegaron James y Lily consistió en darse tiempo hasta el final del tour para conocerse más allá de amigos, como una tentativa pareja, pero dejando la abierta la ventana de la oportunidad para romper si es que alguno de los dos así lo decidía. Por supuesto, James le había prometido a Lily dar lo mejor de sí para conquistarla, y ella a cambio le había besado en los labios y murmurado que no tenía inconveniente en que así fuera. Después de todo, el amor de James daba vistas de ser correspondido en su totalidad por Lily, y la impresión general entre sus amigos era que ellos dos eran el uno para el otro.

La única peculiaridad de su trato fue mantener las apariencias frente al público, y Lily fue la que instauró esa regla por la seguridad de ellos.

—Lily teme desatar la tercera guerra mundial —le contó Remus a Sirius, que como siempre, tenía primicias de James y Lily por su cortesía—. Al menos mientras dure el tour, ella prefiere no provocar a las fans y crear especulaciones en los foros. Pero también...

También estaba el asunto de Severus Snape, que se las arregló para surgir en cada hotel que se presentaban en la forma de notas y flores que ya estaban ahí cada vez que arribaban a una nueva locación. El cómo se las ingeniaba para conseguir los nombres de los hoteles era todo un misterio, y Regulus dispuso con cada llegada que nadie molestara a Lily y que los mensajes y los regalos terminaran en la basura.

Lily se había refugiado en James, y a su vez James había demostrado inteligencia emocional al cuidar de Lily y no lanzar amenazas al aire con respecto a Severus y su incapacidad de aceptar un no.

Sirius a su vez le había insistido a Regulus en ver las notas, y tal como se temía, Severus estaba enterado de la nueva cercanía entre Lily y James, aunque a juzgar por sus acusaciones y palabras veladas, era como si la fuente de su información sólo fuera el internet, y mejor así. Por descontado que ninguno de ellos quería verlo en alguno de sus conciertos entre el público o con pases VIP para detrás de bambalinas.

Por miedo a James y a su nueva amiga Lily, Sirius había pasado su tiempo libre con Remus, aprendiendo cualquier información nueva de Severus, desde su apariencia física, sus intereses, y cualquier otro dato que éste le pudiera proporcionar, incluidas teorías de su desequilibrio mental y capacidad para cometer un crimen en nombre de su devoción por Lily.

—Severus siempre fue una persona patética —le confió Remus, ya en fechas de China—. Su amistad de toda la vida con Lily lo hizo creer que tenía derechos sobre ella, y cuando Lily lo rechazó la primera vez-...

—¿O sea que tuvo que hacerlo en más de una ocasión? —Inquirió Sirius, y Remus asintió—. Joder...

En la suite de Sirius y disfrutando de servicio a la habitación en una mesa baja que los obligaba a sentarse en el piso, los dos estaban de cara a cara y con los pies descalzos rozándose bajo la mesa.

—Severus se declaró oficialmente en tres ocasiones, y siempre después de que Lily rompiera con su novio en turno. Claro está, él era quien mayor influencia tenía en esos rompimientos, y no podía comprender por qué Lily lo rechazaba una vez más cuando se deshacía de esos supuestos impedimentos entre ellos dos.

—Suena como un idiota que cree que tiene derechos sobre una chica porque él la reclamó primero como suya.

—Básicamente es eso... Severus siempre fue en extremo posesivo con Lily, y si ella y James empiezan a salir de manera oficial después del tour, bueno...

—¿Crees que el muy bastardo sea peligroso para Lily o James?

La respuesta a esa pregunta que Sirius ya había formulado en otras ocasiones siempre tenía una respuesta diferente. Remus le había hablado de agresiones menores, y Severus se había llevado la peor parte, pero... En una ocasión había golpeado a Lily, y era ese recuerdo el que permeaba el resto, convirtiéndolo en una persona de cuidado.

—Lo mejor será no prestarle más atención de la necesaria —dijo Remus al terminar con su comida y echándole un vistazo al reloj de su móvil—. Severus está en Londres, y no debemos permitirle arruinar este tour. Al menos es lo que dice Lily.

—Esa es la actitud.

—Seh...

Por debajo de la mesa, Sirius hizo contacto de su pie con la pantorrilla de Remus, y éste le dedicó una mirada que hablaba por sí sola.

Después de la noche que habían pasado juntos en Singapur y la subsiguiente charla que habían mantenido y que no condujo a nada, Sirius y Remus habían optado por la carretera más transitada: Fingir que nada de lo ocurrido había sido real.

Excepto que tras varios días de evitar mirarse a los ojos y sentir que cada roce accidental podría desatar una combustión espontánea en ambos, al salir Moonlilies del escenario y subir The Marauders a reemplazarlos, los dos se tomaron un minuto para besuquearse como adolescentes detrás de una torre de amplificadores y con una sonrisa comunicarse que más tarde tendrían que hacer una repetición.

Desde entonces eran amantes, y aunque no era lo ideal para ninguno de los dos (Remus detestaba el secretismo, de la misma manera en que Sirius odiaba no poder ofrecerle más de momento), de algún modo habían hecho que funcionara.

Bajo ese acuerdo de mantener su recién formada relación de amantes, Remus seguido pasaba la noche con Sirius aprovechando que Lily hacía lo mismo con James, y procuraba escabullirse de regreso en la madrugada, a tiempo para responder al llamado de Regulus, que siempre era el primero en estar de pie y listo para cumplir con el itinerario del día.

Sirius tenía sus sospechas de que Regulus estaba enterado del ilícito affair que él y Remus mantenían a escondidas, pero si por algo era conocido su hermano además de su eficiencia para ser un excelente manager, era por su absoluta discreción para no involucrarse en asuntos que no le competían a la banda en su totalidad. De ahí que incluso si de vez en cuando miraba en dirección a Sirius o Remus su única reacción fuera elevar una ceja y dedicarles una mirada de sabelotodo que irritaba a Sirius, pero no tanto para echárselo en cara porque no quería el mismo trato para él.

—¿Te quedarás a pasar la noche? —Preguntó Sirius a Remus, deseoso de olvidar cualquier pensamiento de su hermano y concentrarse en la posibilidad de tener a Remus para él esa noche.

La esquina de la boca de Remus se curvó en una sonrisita. —No traje mi cepillo de dientes.

—Ya, y tampoco el pijama, pero no creo que durmamos mucho hoy.

Remus hizo un ruidito de aprobación, y saliendo de debajo de la mesa, instó a Sirius a hacer lo mismo y seguirle hasta la cama, que al estilo occidental, tenía vista privilegiada hacia las alturas. Regulus había hecho un excelente trabajo al procurar suites por encima del piso veinte, y gracias a ello era que podían apreciar la ciudad iluminada a sus pies y vistas espectaculares para las cuales no tenían palabras que les hicieran justicia.

—Siempre he tenido esta fantasía... —Dijo Remus en voz baja y ligeramente ronca.

—¿Sí? Cuéntame más.

Fue así como terminaron desnudos y frente a los enormes ventanales de cristal, las cortinas descorridas y ellos dos perdidos en el sexo.

Con el rostro pegado al cristal, dos manos haciendo resistencia y la espalda arqueada para favorecer el ángulo de su cadera, Remus gimió al tener a Sirius pegado a su cuerpo, marcando el ritmo de sus embestidas y disfrutando del espectáculo a las alturas que daban.

Claro está, si alguien los estuviera viendo...

Por la hora y la oscuridad de su habitación sin luces, eran ellos los que veían en edificios aledaños a toda clase de personas seguir con sus rutinas, sin siquiera imaginarse que en el piso 20 y habitación 304 había una pareja haciendo el amor a la vista de cualquiera que alzara la vista y distinguiera entre las sombras el inequívoco vaivén de dos cuerpos meciéndose al unísono.

Que para clarificar, nadie los vio, pero sí que los escucharon, y fue Regulus quien a la mañana siguiente les comunicó de las quejas que sus vecinos a ambos lados y en el piso de abajo habían puesto en gerencia porque en el cuarto 304 no dejaban dormir.

Incluso si Sirius se atragantó con su té de la mañana porque era demasiado temprano para hacer ese tipo de alusiones sobre el desayuno, Remus en cambio se limitó a una de sus medias sonrisas torcidas.

—¿Ah sí? —Fingió indiferencia—. Pues yo no escuché ningún ruido.

Y con eso zanjó la cuestión.

 

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Notas finales:

¿Se decidirá Sirius a salir del clóset por Remus o...? Eso lo sabrán en el capítulo de la siguiente semana~


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