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SANTIAGA!! por juda

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-Veo que estás vestido como hombre. ¿Ya dejaste de engañar a la gente? -preguntó haciendo un paso hacia adelante.

Santy no respondió, retrocedió.

-Contéstame!

-Ya te sacaste la bronca de encima la última vez. Si me hubieses dejado hablar te habría pedido perdón. Ya no me verás en tu vida. Ahora hazte a un lado, saldré del baño.

-No vas a salir a ningún lado. -le dijo siseando, haciendo otro paso en su dirección.

-Esta vez me defenderé, Marcelo. Déjame salir -respondió el pelirrojo y al pelinegro le temblaron los puños. Sentía una sensación extraña al escuchar su nombre dicho por esa voz grave.

No respondió, hizo otro paso en su dirección y Santiago se preparaba para atacarlo y poder salir del baño cuando la puerta se abrió de golpe e ingresó Raul preocupado.

-Bebé, que pasa? -gritó y quedó estático al encontrarse con Marcelo en el mismo habitáculo que su pelirrojo.

Marcelo lo miró.

Raul lo rodeó y se paró delante de Santiago.

-Qué pasa? -le preguntó tajante y el pelinegro siguió sin responder.

-Te hizo algo? -volvió a cuestionar esta vez mirando a Santy y Santy negó con la cabeza.

Raul lo tomó de la mano y rodeando al pelinegro lo hizo salir, antes de cerrar la puerta, el platinado hizo un paso hacia Marcelo y señalándolo, lo amenazó:

-Ya pidió disculpas, ya reconoció que estuvo mal, no te le acerques o te denunciaré a la policía.

Y se fue... llevándose consigo a su dulce y rojo tormento.

***

¿Que iba a hacer?

Necesitaba tocarlo y saber qué sentía, necesitaba sacarse todo lo que tenía en el cuerpo y que no sabía que era, ni qué hablar de lo que su cabeza maquinaba. Años de una dictadura tradicionalista y ahora llegaba este pelirrojo de mierda para tirarle toda la estantería abajo.

Era culpa de ese hombre. Toda su incertidumbre y ese dilema casi existencialista que tenía encima se lo debía a él.

***

-¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? –le preguntó Raul acariciándole el rostro cuando estuvieron fuera de la disco.

-Nada, no me dijo nada.

-No me mientas!!!

-No, Raul, nos encontramos de casualidad en el baño.

-Y por qué me mandaste ese mensaje?

-Porque ya lo había visto en la disco y quería irme. –susurró incómodo, intentando evitar la mirada de su amigo, bajando el rostro, pero Raul no se lo permitía y lo tomaba por el mentón para elevarlo y que lo mirara, para poder acariciarlo, para poder besarlo, porque Santy era uno de los seres más preciados que tenía, porque Santy había sido su amor allá en la adolescencia y aun lo amaba. Porque nadie tenía que herirlo, porque nadie se merecía a una personita como él.

Lo agarró de la mano, pararon un taxi y partieron juntos.

Ninguno se percató del pelinegro, parado en la puerta de la disco, mirándolos.

***

El lunes Santiago agradeció que pudiese ir a trabajar y olvidar el encuentro con el pelinegro. Justo cuando ya comenzaba a dejar atrás todo lo relacionado con el dientes de conejo, se lo tenía que encontrar! Odiaba su suerte!

A las diez de la noche, cerró el Ronroneo del Tigre y se cruzó hasta el Ronroneo para llevar el control de las ventas.

Se encontró con Francisco metido en el sector de los hornos, había cerrado la puerta y transpiraba como demente.

-Dios!!! –gritó Santy cuando entró y abrió la puerta para que entrara un poco de aire fresco, el sector de los hornos se comunicaba directamente con el sector de la cafetera. –¿¿Qué haces encerrado aquí?? Te aviso que las bolas se te pueden derretir y después me vas a andar pidiendo mi tanguita de Santiaga! –le espetó riéndose, pero Fran se mantuvo serio, lo tomó del brazo y se lo llevó a una pequeña oficina que había en el otro extremo y que casi nunca ocupaban.

-¿Qué pasa? –preguntó preocupado.

Fran miró hacia fuera antes de cerrar la puerta y cuando lo hizo, tomó del brazo a Santy, lo sentó en una silla e hizo lo mismo frente a él.

-Necesito pedirte un favor.

-¿Qué pasa, Fran? No me asustes! ¿Se esguinzó alguna otra chica? Porque esta vez te tendrás que arreglar solo. He decidido que ya estoy muy viejo como para andar mostrando el culo, ya no lo tengo tan parado como cuando era joven!

-Santy.

El pelirrojo tragó saliva, Fran estaba serio y Fran nunca estaba tan serio a menos que estuviera por regañarlo o decirle que se avecinaba un Apocalipsis zombie y creía que para esto último no estaba preparado, constantemente se decía que aprendería a manejar la katana o la ballesta pero siempre lo dejaba para más adelante. Su manía por procrastinar lo llevaría al fin del mundo sin saber defenderse. Le habría gustado andar por las calles solitarias a lo Daryl Dixon... pero en bicicleta! Le tenía miedo a las motocicletas.

-¿Qué Fran? Por favor, hablá porque me voy a cagar en esta silla!

-Necesito que hables con Daniel.

-¿Con Daniel?

-Con Daniel.

-¿Qué le pasa a Daniel?

-Quiero saber si le gusto!

Santiago pestañeó un par de veces, intentaba entender donde residía el peligro mortal en lo último que había dicho su amigo, pero no lo encontraba.

-¿Qué?

Fran lo levantó por el brazo con urgencia, abrió la puerta y antes de tirarlo al exterior, le dijo en voz baja.

-No puedo con tanto estrés, me va a dar un infarto. Necesito saber si le gusto. Ve y háblalo.

Ok.

Ese era el quid de la cuestión: por eso el demente de Fran andaba más descuidado que de costumbre. Se quedó fuera de la oficina sin saber qué hacer y justo apareció el cafetero bonito. Le sonrió mientras dejaba ordenada su sección y se disponía a retirarse cuando Santy lo llamó.

-Hola Dany.

-Hola Santiago.

-¿Puedo hablar contigo un momento?

-Por supuesto, Santiago, en que puedo serte de utilidad?

Daniel no solo era un muñeco precioso sino que era amable y casi angelical... estaba seguro que ni de coña le diría que si a Fran.

-¿Cómo has estado, Dany?

-Muy bien, Santy, y tu?

-Bien. Gracias.

Silencio.

-¿No tuviste problemas con la cafetera?

-No! Todo funciona a las mil maravillas y pocas personas se dieron cuenta que no estaba tu mano mágica detrás del café.

Santiago sonrió.

-¿Te llevas bien con las chicas?

-Por supuesto, todas son muy amables. Me hicieron sentir parte del grupo en muy poco tiempo. Hasta me contaron de Santiaga!

A Santy la sonrisa de cordialidad se le fue a la mierda.

-¿Te contaron sobre quien? –chilló con voz finita.

Daniel sonrió.

-Tranquilo. Lo hicieron para reírse un rato, pero les dejé en claro que la femineidad es una construcción socio-cultural. Una mujer no necesita ser femenina para ser considerada mujer y un hombre no deja de ser menos hombre por ser femenino.

Santy tragó duro, ya no le estaba cayendo tan bien Daniel.

-¿Qué chotos me quieres decir?

-Que no deberías sentirte mal porque Santiaga te salió tan bien!!! Ser femenino no significa que seas menos hombre!! –le aclaró riéndose con dulzura y con dulzura Santy se levantó, elevó la cadera, se llevó las manos a la entrepierna y le espetó.

-¿Quieres verla a ésta para ver qué tan femenina es?

Daniel estiró la mano, le agarró el bulto y Fran entró al sector donde estaban.

Santiago retrocedió hasta chocar con la silla y cayó al suelo con silla y todo, se abrió la puerta que daba con el sector del salón y entraron las meseras chillando a las carcajadas.

-Perdón –gimió Daniel, ofreciéndole la mano para levantarse –Las chicas me dijeron que era una broma que siempre te hacían, que era parte de una especie de ritual para ser parte del bar, nunca encontraba la ocasión para hacerlo y justo hoy se dio!

Santy las fulminó con la mirada y Fran se acercó.

-¿Se puede saber que hacías? –le preguntó casi a punto de exterminarlo y Santiago lo miró aterrorizado desde el suelo.

-Daniel es de los tuyos, no entiende que cuando uno dice que le agarres del bulto es una expresión y no necesariamente te tienes que prender de los huevos!

Santy esperó una respuesta, Fran lo miraba con el rostro rojo y una vena palpitándole en la frente, le iba a dar una especie de aneurisma. Se quedaría sin socio y todo porque lo pilló con el cafetero invitándolo a tocarle la pija!!!

Se levantó apurado y se limpió el culo a los parchazos, miró a las chicas que se esfumaron al instante, luego tomó a Fran por el brazo y lo puso delante de Daniel (que aun no entendía si la broma que las chicas le habían enseñado que hiciera había salido bien o si el jefe se había enojado), para acto seguido decir con voz firme y gruesa:

-Daniel, te gusta Fran?

Daniel miró a Fran y Santiago tuvo que sujetarlo bien porque sintió cuando el cuerpo de su socio se ablandó en sus manos, lo miró de reojo, ¿estaba por colapsar?

-¿Qué?

-Mi socio quiere saber si aceptarías salir con él, cree que sos un hombre hermoso y quiere algo con vos: un café, un trago, una mamada, una cogida, lo que quieras darle.

Y Fran tuvo un acceso de tos tan violento que Santiago temió que se tratara de algún tipo de edema pulmonar.

Cuando terminó de toser y lo miró a los ojos... ahí comprendió que la tos era porque se avecinaba su muerte, así que se precipitó hacia Daniel.

-Dany, la cuestión es así: Fran es un buen sujeto; sé que es medio bruto, rompe todo, se estresa y tose, canta cuando se ducha y ronca cuando duerme, pero tienes que tener en cuenta que tiene su propio negocio!! Es un buen candidato. –Fran estaba aun más colorado, Santy se aclaró la voz y terminó –los dejo solos para que conversen -y se fue apresurado del lugar.

Santiago salió como de costumbre por la puerta trasera con su bicicleta al costado, al llegar a la calle subió, arrancó a pedalear y estaba tomando velocidad cuando en la esquina siguiente (oscura y deshabitada por el frío y por la hora) un auto le frenó encima. Santy en un acto reflejo frenó con brutalidad y cayó de la bicicleta, sintió cuando del auto salió alguien y estaba por increpar al energúmeno que casi lo mata cuando vio a Marcelo cernirse sobre él con un pañuelo en la mano.

Santy aspiró profundo por la sorpresa, y lo hizo sobre la tela que tenía cloroformo.

Cuatro minutos después, el vehículo partía nuevamente con el pelirrojo tirado en los asientos traseros y la bicicleta acomodada en la cajuela.


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