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Casi Efímero por gravitycb

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Capítulo 10

 

 

A medida que el automóvil avanzaba por la carretera llena de curvas, primero recorriendo un pintoresco pueblo que conservaba un estilo medieval y después atravesando por un valle donde a un costado fluía un río de aguas cristalinas que resplandecían bajo la luz del sol, BaekHyun estaba fascinado con su primera impresión de Italia. Estaba soleado y de temperatura agradable, y el paisaje de Umbría era impresionante. 

 

A su lado, SeHun y LuHan estaban maravillosamente tranquilos. Los mellizos estaban en la etapa donde sus dientes empezaban a salir, y después de pasar una noche agitada, no habían estado de humor para un viaje tan largo, de modo que se habían quejado bastante durante el vuelo. BaekHyun esperaba que una buena siesta al llegar a su destino les ayudase para recuperar el sueño que habían perdido.

 

El BMW X7 avanzó hacia una propiedad que parecía suspendida en una época antigua, y el menor no pudo esconder una sonrisa de pesar. El banquero nunca había parecido a gusto en la moderna mansión de Irlanda. La grandiosidad clásica, sin embargo, le proporcionaba el marco perfecto. Nada más llegar al recibidor de aquella estancia, le llamó a su teléfono.

 

—¿Quieres almorzar conmigo? —le preguntó ChanYeol.

 

Una sonrisa curvó sus labios, debido a que al llegar había quedado decepcionado, al ver que él no había salido a recibirlos. 

 

—Me encantaría… Pero primero quiero acostar a los niños…

 

Al oír parte de la conversación, la nueva niñera, HeeYeon, le hizo señas para indicarle que no había ninguna necesidad de que se uniese a ella en esa labor.

 

—Ah… bueno, de acuerdo… Sí, puedo ir ahora —le dijo BaekHyun a ChanYeol —. ¿Dónde estás?

 

—Un automóvil te traerá hasta donde estoy. 

 

El SAV arrancó de nuevo, girando despacio por un camino empedrado con árboles en ambos lados. BaekHyun se acomodó la vestimenta con sus nerviosas manos; escogió para ese día utilizar una camiseta simple de color gris, con una chaqueta color azul y unos pantalones del mismo color, pero en un tono más oscuro. Unos minutos después, el automóvil se detuvo y él salió del vehículo.

 

ChanYeol apareció por una arcada de piedra. Llevaba un traje de diseño en gris marengo de corte informal y una camisa negra con bordes azules. Exudaba un estilo elegante y moderno. BaekHyun trató de no quedarse sorprendido y refrenar su respuesta habitual a aquella belleza sensual y atlética que poseía. Para sus adentros repetía la frase que debía recordar, «eran amigos». Sin embargo eso no le valió de mucho.

 

—El día de hoy marca un nuevo principio para nosotros…

 

BaekHyun mordió su labio inferior con nerviosismo.

 

—Sí…

 

Las tupidas pestañas se cerraron un segundo sobre sus sorprendentes ojos color negro y al abrirlos ChanYeol estudió el rostro de su acompañante, sus labios rosados, con ardiente intensidad. No podía entender cómo era posible que BaekHyun estuviese tan sexy con ese atuendo que escondía casi todo su esbelto cuerpo. No entendía tampoco cómo unos días antes había podido negar la atracción que sentía hacia él, y en ese momento arder en deseos por llevárselo de nuevo a la cama utilizando cualquier estratagema necesaria. Tal vez, se decía, su fuerte reacción quedaba magnificada por el simple hecho de no haber estado nunca tan centrado en una persona como lo estaba en él.

 

Desde el instante en que el mayor se había dado cuenta de que seguir soltero significaría que BaekHyun también lo sería, con toda la libertad que ese estatus comportaba, había visto la necesidad de actuar de un modo más autoritario. A diferencia de la mayoría de los y las jóvenes que conocía ChanYeol, el pescar un marido rico no era en absoluto la ambición del más joven, quién no quería casarse con él. Esa revelación era para sí mismo un desafío mayor que ninguno, despertando en él un instinto de cazador que llevaba mucho tiempo aletargado porque nunca había tenido que perseguir a una pareja. De modo que había planeado la caída de BaekHyun con la misma precisión e implacabilidad con la que llevaba a cabo los más delicados tratos financieros. ¿Y el romance? El éxito le llegaba fácilmente a ChanYeol en cada campo en el que probaba suerte, y no veía por qué no iba a ser capaz de destacar en el amor, tanto como en otras cosas. Además, había preparado el plan con mucho cuidado.

 

El menor quedó cautivado al ver la primera torre acorazada a través de los árboles, el sendero boscoso daba a una pradera cubierta de hierba. Un maravilloso corredor cubierto de rosal trepador, se ubicaba en la parte inferior de la torreta. Se detuvo a la sombra de un roble para apreciar mejor la esencia del paisaje que tenía delante. En la terraza había varias sillas de hierro forjado, adornadas con cojines de seda, y también una mesa de mármol blanco que parecía una obra de arte. En la mesa había vasos de cristal fino y reluciente, junto a delicados platos de cristal y plata repletos de exquisitos bocados.

 

BaekHyun se quitó los zapatos para sentir en los pies el frescor de la hierba mullida mientras continuaba observándolo todo. Era la primera vez que estaba apreciando de verdad lo millonario que era ChanYeol. Iban a disfrutar de un almuerzo al aire libre en un jardín digno de las más prestigiosas revistas de espectáculos.

 

—Es maravilloso… —susurró BaekHyun —. Pero a ti no te gusta comer fuera… 

 

—A ti sí.

 

—¿Y desde cuándo antepones lo que me gusta a mí, a lo que te gusta a ti? —le preguntó el de cabellos rojizos, sin mala intención, queriendo averiguar el motivo de aquel cambio.

 

—¿Yo trato de hacer algo sensato, amable y tú quieres discutir sobre ello? —se burló ChanYeol con su fuerte acento.

 

BaekHyun se ruborizó.

 

—Naturalmente, sabía que disfrutarías de un sitio como éste —con un gesto de la mano abarcó aquel paisaje  maravilloso que rodeaba el lugar donde almorzarían al aire libre —. Mi único objetivo era complacerte. 

 

—Es hermoso, sencillamente precioso…

 

Avergonzado por la falta de tacto que había hecho que sus palabras sonaran más a crítica que alabanza, BaekHyun se entretuvo extendiendo un par de mantas sobre la hierba y distribuyendo los cojines al azar. Mientras, ChanYeol se quitó la chaqueta tipo americana y sirvió el vino. El más joven bebió con más sed que delicadeza, porque incluso sacándose la chaqueta y a la sombra de los castaños tenía calor. Se sentó sobre la manta y contempló la torre antigua.

 

—¿La construyeron exclusivamente para embellecer los bosques? ¿O es que alguien vivió aquí?

 

—El Palazzo fue construido por un noble en el siglo XVI; en la torre tenía a su amante.

 

Relajado sobre la manta, BaekHyun ignoró la invitación de ChanYeol para que se pasara a comer a la mesa.

 

—¿Y estaba casado?

 

Él dejó la silla a un lado, pensando que la informalidad de la manta sería una ventaja para su propósito, y lo miró con humor. A veces su inocencia le hacía gracia, pero no quería herir sus sentimientos. Le ofreció un plato de aperitivos para que se sirviera y le rellenó la copa de vino.

 

—Nunca lo había pensado, pero supongo que sí.

 

—Una esposa y una amante convenientemente cerca...

 

BaekHyun bajó la vista, sintiendo que su imagen viril había quedado impresa en sus sentidos como una marca de hierro candente. Sintió la tentación de comentar que estaba seguro de que él no se comportaría mejor si  su matrimonio era por puro deber. Tenía tantas ganas de preguntarle por SooYoung, pero se resistió a la tentación, ya que él le había dejado claro que eso era algo sobre lo que no deseaba conversar. Le dolía, recordándole que no tenía el estatus adecuado en su mundo.

 

ChanYeol se sentó a su lado con aquella elegancia de depredador que siempre le había llamado la atención. Él bajó la vista para evitar su mirada, mientras el banquero le preguntaba por los mellizos y el vuelo. Tras pasar unos minutos charlando, su tensión cedió y empezó a relajarse, deleitándose con el sol que se colaba entre las hojas de los árboles. El calor le había quitado el apetito, y se sentía un poco aturdido por el vino. 

 

—Esto es tan precioso… pero supongo que tú no le darás tanto valor, habiéndote criado en este ambiente.

 

—Pero yo no nací entre algodones —murmuró ChanYeol con rotundidad —. Mis abuelos me acogieron cuando yo tenía seis años, y me adoptaron dos años después.

 

Asombrado por esa confesión. BaekHyun lo miró con el asombro reflejado en sus ojos. 

 

—Mis padres no se casaron. Yo fui el resultado de una noche loca —añadió ChanYeol con pesar —. Mi madre era azafata del jet familiar entonces. Empezó a tomar drogas cuando yo tenía dos años y murió cuando yo tenía cinco. Yo estaba en una casa de acogida cuando mi abuelo, Nicos, se enteró de mi existencia.

 

BaekHyun no daba crédito a sus oídos.

 

—¿Y es que tu padre no hizo nada?

 

ChanYeol se encogió de hombros.

 

—Jamás me reconoció, ni ayudó a mi madre. Era un inútil. Mis abuelos se pasaron la vida limpiando la suciedad que iba dejando a su paso. Murió en un accidente de esquí cuando yo tenía diez años.

 

—Vaya, cuánto lo siento…

 

Sintió que tenía ganas de llorar. Se sentía tan culpable de haber asumido tantas cosas sobre su origen privilegiado. Se le encogió el corazón al pensar que en sus primeros años le habían negado el amor y la seguridad que todo niño pequeño merecía.

 

ChanYeol vio el esfuerzo que hacía para no echarse a llorar, y se maravilló de la profundidad de sus sentimientos dedicados al niño que hace tanto había dejado atrás. En una ocasión, le había encontrado llorando con un cuento de fantasía, y la ternura de su corazón lo había cautivado, fascinado, para luego horrorizarse de los tiernos sentimientos que despertaba en su alma, intentó desestimar esos pensamientos, para no ahogarse rápidamente en aquellos recuerdo.

 

—Sobreviví —respondió él en tono ligero —. Estás delicioso con esa ropa, agapi mou.

 

Ese cambio de tema y de humor dejó a BaekHyun totalmente confuso.

 

Pestañeó. Consciente algo tardíamente de la apreciación en el rostro de ChanYeol, sintió que se ruborizaba y que el pulso se le aceleraba. Agarró la copa con más fuerza, como si fuese un salvavidas y él corriese el peligro de ahogarse.

 

—Creo que me tomaré otra copa…

 

El banquero le retiró el vaso de la mano con suavidad.

 

—Lo siento… Cuando no has comido mucho, dos copas es tu límite.

 

—¿Cómo dices?

 

—Con tres estás muerto de risa y contando chistes malos —le recordó ChanYeol sin vacilar —. Con cuatro empiezas a mover las caderas y a sentarte en mi regazo. Tanto ánimo podría resultar peligroso.

 

Ese recuerdo burlón de su comportamiento durante cierta ocasión en Irlanda, consiguió que BaekHyun se sonrojase totalmente, combinando con su cabello.

 

—¡De verdad que hice el idiota!

 

ChanYeol se echó a reír y deslizó la punta de un dedo con suavidad por su clavícula. 

 

—Siempre picas. Simplemente bromeaba.

 

Aunque su caricia había sido informal y breve, a BaekHyun lo dejó sin aliento.

 

—No estaba acostumbrado a beber vino.

 

—A mí me pareciste muy natural y sexy. Pero supongo que ahora no debería estar diciéndote esto.

 

Sediento de tales alabanzas, BaekHyun se agarraba a cada palabra suya, deleitándose con lo que decía aunque no creyese ni una palabra. Todo el diálogo adoptó de pronto el tono provocativo de lo prohibido, y trató con empeño de no sucumbir.

 

—No, no deberías… ¿Hay alguien en tu vida en este momento?

 

—Quizás existía otra persona, pero te deseo más a ti —reconoció ChanYeol sin dudarlo.

 

Al admirar la impresionante belleza de sus facciones, su mirada de ojos cafés colisionó con la suya de aquel negro tan extraño. Enmarcada por sus tupidas pestañas, su mirada era un arma potente: y a BaekHyun le latía el corazón tan deprisa que temió estar al borde de un ataque de pánico. Su sinceridad le conmovió profundamente.

 

ChanYeol había dejado de respirar también, ese descubrimiento lo sorprendió y conmovió. Con la misma celeridad, sin embargo, la fiera excitación sexual fue más fuerte que cualquier cosa. Y sin prisas entrelazó sus dedos entre las ondas rojizas que le caían sobre sus orejas.

 

—Quiero besarte, kardia mou —le dijo en tono ronco.

 

«Di que no», le urgía una voz en su interior. Estaba rígido de tensión, y a su vez totalmente consciente del cosquilleo que sensibilizaba su cuerpo, de la cálida sensación que se expandía por su cuerpo, como el sol de primavera. Se sentía vivo, locamente vivo, y temerario al mismo tiempo.

 

—Un beso —murmuró el mayor con voz suave y ronca, su sencillo elogio estaba cargado de fuerza masculina.

 

BaekHyun tembló, sabiendo que no se conformarían con un beso, sabiendo que querría continuar. Se detestaba a sí mismo, pero su sensualidad le esclavizaba con más fuerza que cualquier cadena y lo atormentaba con su debilidad.

 

—Pero, nosotros…

 

—Ardemos en deseos de devorarnos el uno al otro.

 

ChanYeol agachó su apuesta cabeza muy despacio, como si no quisiese asustarlo.

 

Le echó la cabeza hacia atrás, tirando con delicadeza sus cabellos rojizos, dejando que su boca sensual y firme trazara un delicado camino sobre su cuello, suave como la seda, hasta llegar a la parte de atrás de la oreja…

 

Cuando avanzó hacia la invitación de sus labios entreabiertos, BaekHyun temblaba ya como una hoja, y se aferraba a sus anchos hombros que le servían de apoyo.

 

 

 


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