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Casi Efímero por gravitycb

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Capítulo 5

 

 

ChanYeol era un hombre de acción, y hacer esperar a BaekHyun cuando el menor le había pedido ayuda iba en contra de su código masculino y moral. Ignorar el consejo de su abogado y hacer lo que él sentía que era necesario hacer fue provocado por su naturaleza dominante.

  

Pero ChanYeol jamás había entrado en contacto con la pobreza en su vida como lo estaba haciendo en ese momento. La habitación donde estaban era minúscula, atestada de cosas feas y viejas. Había un tendedero con ropa húmeda colgada, un cochecito de bebés doble plegado y una cama pegados junto a una cuna, que evitó mirar. En el único espacio libre entre el armario gastado y el lavabo lleno de ropas de niño estaba BaekHyun. Entrecerró los ojos y los fijó en el joven que estaba frente a él, como si emitieran luz brillante. En contraste con la mata de ondas rojizas que enmarcaba su sorprendido rostro, tenía los ojos brillantes, limpios como dos joyas, y con una velocidad pasmosa su cuerpo respondió con una avidez sexual cargada de testosterona.

 

Incluso mientras trataba de asimilar la insensatez de aquel deseo, su lado más oscuro se deleitaba con su resurgir. Instantáneamente volvieron sin previo aviso esos recuerdos que había enterrado tan profundamente que sólo los revivía en sueños. BaekHyun contra la pared de la cocina; BaekHyun envuelto en sábanas blancas. BaekHyun en un baño de espuma rodeado de velas; velas que se habían apagado cuando él había ido y lo había sacado de la bañera en brazos. Una y otra vez, se había dado cuenta de que no se había saciado del menor, y esa falta de control tan ajena a su temperamento había estado muy en contra de su naturaleza.

  

—No te esperaba…

  

BaekHyun sintió que la tensión provocaba diminutos relámpagos a su alrededor; y vio que no era capaz de apartar los ojos de él. ChanYeol siempre le había causado el mismo efecto. Él entró en la habitación como si fuese el dueño del edificio y de todos los habitantes del lugar, hasta que decidiese liberarlos de su poderosa presencia e intensa personalidad.

 

—Si no hubiese tenido un compromiso para cenar, habría venido antes.

 

En una asimilación un tanto lenta, ChanYeol se fijó en la camiseta holgada y los pantalones cortos que llevaba BaekHyun, e inmediatamente trató de no fijarse en su cuello, sus clavículas y cuerpo estilizado debajo de la raída tela. Apretó los dientes mientras se preguntaba cómo era capaz que tuviese un efecto tan potente en su libido.

  

—Me alegra que estés aquí —BaekHyun sentía que al menos su fe en él había sido justificada.

  

Estaba orgulloso y contento de no haber caído en las mismas bajas expectativas de ZiTao.

  

De la cuna surgió un sollozo leve. ChanYeol se puso rígido. Una manita diminuta se agarró a un barrote y una carita apareció entre los travesaños. Atrapado por una curiosidad imposible de ignorar, a pesar de su resistencia a la mera idea de la paternidad, el mayor se acercó despacio, un poco más. La conformidad de BaekHyun a hacerse las pruebas de ADN lo había convencido de que seguramente le había contado la verdad.

 

—¿Son dos niños? —susurró ChanYeol, mirando las dos cabezas de cabellos negros y ondulados.

  

—Sí —respondió el menor.

  

—Pero no idénticos.

  

Siendo el blanco de dos pares de curiosos ojos cafés oscuros, ChanYeol se quedó helado en el sitio. Los niños eran suyos. Sólo una mirada fue suficiente para enfrentarlo a la realidad, puesto que las dos caritas poseían rasgos característicos de la familia Park: cejas rectas, una versión más fina y de bebé de las suyas, la temprana prueba de su hoyuelo en la mejilla izquierda, herencia desde su abuelo, que él igual poseía, los ojos y la tez un poco más claros que los suyos, pero el cabello del mismo negro azulado. Las ondas en sus cabellos eran de su abbi, la única prueba que el banquero veía de su aporte genético. Los bebés le devolvieron la mirada sin vacilar. Era padre, se dijo con asombro, le gustara o no.

  

—No —concedió rápidamente, puesto que estaba desesperado por saber lo que él estaba pensando —. Pero sí muy parecidos. A primera vista, la mayor parte de las personas cree que son gemelos.

  

ChanYeol continuó mirando a los dos niños con seriedad. Allí estaban, compartiendo la misma cuna, como huérfanos en una especie de hogar para niños abandonados. Sus hijos, su responsabilidad. La vida tal y como la conocía había concluido, se decía con tristeza. Su libertad acababa de quedar apresada y esperaba sentencia para ser suprimida. No habría escapatoria a las penalidades que lo esperaban. Tendría que casarse con aquel joven. Era culpa suya. Él mismo se había buscado aquel castigo. Qué lío. ¡Qué tremendo lío!

  

Uno de los bebés gritó, y el menor se inclinó por el lateral de la cuna para levantar en brazos a su hijo, concediéndole a ChanYeol una vista muy provocativa de su trasero, del cual se sentía conocedor, recordando el tacto de aquello que se encontraba oculto por la ropa. Era un joven fértil, delgado y ligero, pero a su vez era poseedor de una sensualidad única, se decía el mayor distraídamente.

  

—Creo que deberías ponerte algo de ropa —le dijo ChanYeol con voz firme y de aire puritano siendo tentado por un joven ligero de ropa.

  

BaekHyun se dio cuenta entonces de que no estaba vestido precisamente para recibir visitas. Se puso derecho y abrazó a LuHan, muerto de vergüenza.

  

—Por el amor de todos los dioses, estoy en pijama…

  

—Apenas son las nueve y media de la noche…

  

—¿Y bien? Duermo cada vez que me es posible —le pasó al niño a ChanYeol sin pensar siquiera en lo que estaba haciendo, y se volvió para ponerse un hoodie dos tallas más grandes que pudo conseguir en un mercadito.

  

BaekHyun notó que se había ruborizado. ¿Acaso le habría dicho él que se tapase porque creía que intentaba tentarlo con su cuerpo? ¿Tan desesperado parecía? Tal vez sí, se decía con pesar.

  

Cuando BaekHyun colocó a LuHan en los brazos de su padre, éste se quedó de piedra. LuHan también. El niño reaccionó a la tremenda tensión de su padre abriendo la boca y gritando como una alarma antirrobo. Horrorizado, ChanYeol miró al niño que gritaba y le dejó en la alfombra.

  

—Basta —le dijo a su hijo con reproche, seguido de una palabra en griego, como si fuese un niño de siete años que estuviese comportándose mal.

  

Mientras el grito de LuHan pasaba a convertirse en un alarido, BaekHyun lo levantó y acunó con gesto protector.

  

—¿Cómo es posible que lo dejes así? ¿Es que no te das cuenta de que tiene sentimientos?

  

ChanYeol hizo una mueca cuando SeHun gritó desde la cuna.

  

—Soy un extraño para él. Pensé que lo había asustado. Jamás he tenido en brazos a un niño en mi vida.

  

—Ni yo tampoco lo había tenido cuando nacieron los mellizos; y no me quedó otra que aprender.

  

—No necesito aprender —dijo ChanYeol en tono seco e irónico —. Yo me puedo permitir una niñera.

  

—Me alegro por ti.

  

Retrocedió hacia la puerta mientras observaba su esfuerzo para aplacar a los bebés. No era de extrañar que estuviera agotado teniendo que cuidar de dos llorones como esos. Mientras le observaba, ChanYeol no quiso pensar en el hecho de que él había contribuido a crear esos dos bebés llorones que le hacían la vida imposible.

  

Seguía fieramente empeñado en penetrar el misterio de su atracción, ya que BaekHyun no se parecía en nada a las personas cuya compañía solía buscar.

  

No era alto, no era rubio ni de una belleza impresionante. Aunque era menudo y esbelto, había algo especial en la disposición de sus delicadas facciones, en la curva sorprendentemente sensual de su talle y de su trasero que lo hacían todavía más apetecible. Todo esto lo pensaba ChanYeol distraídamente; pero se obligó a bajar de las nubes para ponerse a pensar en la realidad de que el menor hubiese dado a luz a sus hijos. Sin embargo, eso también le parecía algo muy sensual. Se imaginó deslizando las manos por debajo de su fina camisa, y la exquisita sensación de la piel sedosa de sus costados bajo sus palmas, antes de que adaptara sus manos a la curva de…

  

—¿Pero qué es lo que te pasa? —le preguntó BaekHyun, sollozando de frustración.

  

Cuando los mellizos se ponían a llorar a la vez no era capaz de callarlos, y le dio mucha rabia que él ignorara los gritos cada vez más estridentes.

  

—¿Es que no sientes ningún interés por tus propios hijos?

  

Obligado involuntariamente a descender de los dominios de las fantasías eróticas, ChanYeol le echó una mirada interrogativa, y BaekHyun notó que se había ruborizado ligeramente.

  

—Estoy aquí —respondió sin expresión —. Eso debería decirte algo.

  

—¡Tú no quieres estar aquí! —condenó BaekHyun desconsolado, angustiado incluso, porque él no le hubiese preguntado cómo se llamaban los niños —. ¡Eso es lo que me dice tu actitud!

  

—¿Qué puedo hacer para ayudarte? —dijo ChanYeol en tono grave pero feroz.

  

—Sujeta un momento a SeHun en brazos…

 

ChanYeol se acercó a la cuna, se inclinó y levantó en brazos al bebé que no dejaba de moverse. Lo hizo con el mismo entusiasmo con el que metería las manos en una fogata. SeHun, repitió ChanYeol el nombre entre dientes, comprobando la mirada de ansiosa sorpresa en los ojos del niño al levantar la mirada hacia él. Se apoyó a SeHun sobre el pecho torpemente. Notó lo poco que pesaba el niño y se deleitó cuando vio la enorme sonrisa del pequeño que trasformó su expresión. Esa sonrisa alegre y abierta, donde se remarcaba el hoyuelo en su mejilla, le hizo pensar en su abuelo.

  

Como estaba ocupado tranquilizando a LuHan, pasó un momento antes de que BaekHyun se diese cuenta de que todo estaba en silencio de nuevo. Levantó la vista y vio a ChanYeol sonriendo a su hijo mayor. Esa sonrisa le sorprendió, y desató en el más joven unos recuerdos tan dolorosos, que tuvo deseos de llorar. En el pasado, durante un breve período, el mayor lo había mirado así, y él había deseado dar saltos de alegría y cantar de felicidad. No se le había ocurrido entonces que perderlo le dolería más que nada en su vida, de que el mundo que él le había pintado tan lleno de promesas pudiera volverse gris y amenazador en un abrir y cerrar de ojos. Pero en ese momento, se recordaba con pesar, ya no era ni tan ingenuo, ni tan confiado. Esperar más de ChanYeol Park que la ayuda con el alquiler seria buscar problemas.

  

—¿Cómo se llama su hermano? —preguntó el banquero.

  

—LuHan.

 

—Tendremos que discutir los requerimientos de esta situación —ChanYeol utilizó la terminología de los negocios, que era con la mejor se desenvolvía.

  

—No espero demasiado de ti. Simplemente quiero que tengamos un sitio decente donde vivir —murmuró BaekHyun con urgencia mientras acomodaba a LuHan en la cuna, antes de tenderle los brazos a SeHun para hacer lo mismo con él.

  

ChanYeol le pasó a SeHun. Se puso derecho y apretó sus labios sensuales y definidos. ¿Acaso tenía que impresionarle aquella fingida inocencia? El menor no podía ignorar que por el hecho de haber tenido hijos en común, su situación se volvería muy provechosa.

  

—Los sacaré de aquí lo antes posible —respondió ChanYeol —. Creo que podría ser mañana.

 

BaekHyun se volvió para estudiarlo con sorpresa, luego de haber acomodado a SeHun en la cuna junto a su hermano.

  

—¿Mañana? ¿Lo dices en serio?

  

—Te llevaría ahora mismo a casa conmigo…

  

Fijó su penetrante mirada en el menor durante un instante, pero fue tan intensa su observación que a BaekHyun se le quedó la garganta seca y sintió un escalofrío en el cuello.

  

—Pero sería demasiado complicado sacar de aquí a los niños a estas horas —añadió ChanYeol.

  

Al más joven se le escapó una carcajada de inquietud, asumiendo que lo de trasladarlos a su casa era una broma; una broma más bien de mal gusto.

  

—Afortunadamente para ti, no espero irme a casa contigo. Me gustaría poder estar en una posición en la que pueda permitirme un pequeño apartamento para los tres —colorado como un tomate, evitó mirarlo a los ojos mientras se encogía de hombros —. Por todos los dioses, ¿por qué da tanta vergüenza hablar de algo que tenga que ver con el dinero?

  

ChanYeol, a quien nunca le había dado vergüenza hablar de dinero, y no imaginaba que fuese a ocurrirle jamás, no se identificó en absoluto con el menor.

  

—Naturalmente, no tengo intención de dejar que críes solo a los mellizos.

 

BaekHyun se acomodó su hoodie con manos temblorosas y no dijo nada. ¿ChanYeol pensaba asumir entonces una especie de rol paternal? ¿Pensaría tal vez en visitar a sus hijos una vez al mes? ¿Tal vez entre un viaje de negocios y un fin de semana con alguna bella mujer u hombre fértil?

  

—No soy un canalla —dijo ChanYeol.

 

Con cuidado, BaekHyun desvió la mirada. Le pareció mejor no comentar nada, puesto que después de todo se había pasado dieciocho meses pensando eso de él. Le había quitado la virginidad, lo había dejado embarazado y le había dado un número de teléfono inútil para una emergencia. Además, la única página web que había estado consultando después de averiguar su relación con el Banco PCY decía de él que era un hombre que no repetía amantes, sus conquistas solían ser una noche, con predilección por modelos de alta costura. En comparación, él no era nada ni nadie, y estaba empeñado en no olvidarse de eso. Esta vez tenía la intención de mantener los pies en la tierra cuando él estuviese cerca.

  

ChanYeol, a quien le extrañaba tanto la crítica, como la desaprobación, se sintió molesto por su silencio.

 

—BaekHyun… soy un hombre de honor.

 

 

 

 


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