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Casi Efímero por gravitycb

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Capítulo 8 

 

 

Los gritos de SeHun y LuHan le dieron un breve respiro de sus tristes pensamientos. La nerviosa niñera pareció muy aliviada cuando los mellizos se calmaron en cuanto apareció su joven abbi. BaekHyun se sentó en la alfombra con un niño en cada muslo y los abrazó con fuerza. Mientras aspiraba el olor cálido y familiar de sus hijos, besando primero la cabeza de uno y luego la del otro, trató de ocultar su rostro lleno de lágrimas. 

 

Su aventura con ChanYeol, su brusco y cruel final, tenía de pronto mucho más sentido para él. Había sido para el de cabellos negros un consuelo de lo más básico. Él era un hombre muy apasionado. No había querido hablarle ni de su esposa ni de su pérdida; y eso decía mucho de su persona. Esa pérdida debía de haberle afectado muy profundamente.

 

¿Se habría sentido culpable por haberse acostado con él a las pocas semanas de la tragedia? Sin duda por eso era por lo que el de cabellos negros se había mostrado tan deseoso de echarlo de su vida otra vez. Él había sido el equivalente de un osito de peluche o de un chupete, pero en adulto; reducido a una fuente de alivio físico. Únicamente al pensarlo BaekHyun sintió dolor, y se dijo que el mero hecho de estar cerca de ChanYeol Park era fatal para su autoestima.

 

Cuando había empezado a trabajar con él en Irlanda le había parecido muy difícil de complacer. Desde el primer día le había hecho sentirse como si su presencia bajo el mismo techo le resultara sumamente fastidiosa. Al principio él apenas había hablado, pero su impaciencia y su exasperación pronto habían variado todo ello. Todo lo que el menor había hecho parecía molestarle. Le había pedido platos que no sabía preparar, y había rechazado sus esfuerzos. Al final de la primera semana allí lo había tachado de charlatán, de lento, ruidoso y desorganizado; para colmo se había atrevido a implicar que él había tratado de conquistar a los repartidores. Había pasado de desear hasta los calcetines que usaba ChanYeol, a odiarlo con tanta aspereza que le había hervido la sangre.

 

 

 

 

∞∞∞∞

 

 

 

—Qué logro… Esto sabe peor de lo que parece —había comentado el sexto día mientras alejaba a un lado el plato de comida que él le había puesto delante.

 

Y mientras BaekHyun colocaba el plato intacto en la bandeja y se daba la vuelta para llevarlo a la cocina, perdió repentinamente los estribos, se volvió de nuevo hacia él para tirarle la bandeja a los pies.

 

—¡Es el hombre más desagradable que he conocido en mi vida! —le había dicho el menor —. Nada de lo que hago es lo bastante bueno para usted.

 

—¿Y por eso tratas de agredirme?

 

—Si lo agrediese, no sería así.

 

ChanYeol le había mirado de pies a cabeza con fría censura, y le había dicho que estaba despedido.

 

Él había salido de la casa hecho una furia, y mientras pedaleaba por el interminable camino, desmontando de la bicicleta para cruzar las sucesivas verjas, su rabia pronto había cedido y dado pie a la consternación y pesar. Después de todo, el empleo que había sacrificado no había sido el suyo sino el de su abbi, era la reputación y las referencias de su abbi las que sufrirían, no las suyas. Horrorizado de que su rabia hubiese superado su buen juicio, BaekHyun había regresado a la casa.

 

—No… —le había respondido ChanYeol cuando trataba de disculparse —. No tiene disciplina, y no sabe cómo llevar a cabo las tareas necesarias para dirigir la casa con efectividad.

 

—Podría aprender…

 

—Su actitud no es la adecuada.

 

—Estoy dispuesto a rogarle.

 

Él había arqueado una ceja.

 

—No toleraré ni impertinencias o incompetencia por su parte.

 

—Por favor, no presente ninguna queja a la agencia.

 

Como vio que no tenía sentido seguir fingiendo, BaekHyun le confesó lo que pasaba y que su única experiencia previa había sido en el ambiente administrativo.

 

—Me sorprende… ¿Confiesa haber mentido descaradamente, y aún espera que vuelva a emplearlo?

 

—Cambiaré de actitud y le prepararé las cosas que le gusten… Cuando quiera —había dicho el más joven con desesperación, con la mirada fija en aquellos ojos negros y el corazón acelerado —. Deme otra oportunidad y haré lo que me pida.

 

—¿Traerme el desayuno a la cama, por ejemplo? ¿O ponerse unos pantalones ajustados en lugar de aquellos que parecen ser dos tallas extra?

 

Él lo había mirado con sorpresa.

 

—Retiro lo dicho —añadió él, interpretando su gesto, con ojos entrecerrados —. Pero ciertas ofertas están abiertas al malentendido.

 

Y había sido entonces cuando finalmente se había dado cuenta de que la tensión en el ambiente entre él y el frío griego podría nacer de una atracción que a lo mejor los dos estaban empeñados en ocultar.

 

—No debería haber dicho eso.

 

—Pero lo hizo…

 

De pronto consciente de que lo miraba fijamente. BaekHyun se había echado a reír, turbado por un liberador sentido de triunfo nuevo para él.

 

—No coquetee conmigo —le había dicho ChanYeol.

 

Apretando los labios, él había asentido y lo había mirado con recato.

 

—Incluso su modo de mirarme es provocativo.

 

Con la cara enrojecida, BaekHyun había cerrado los ojos con fuerza.

 

—Intente comportarse con normalidad —le había urgido ChanYeol con suavidad.

 

Él había abierto los ojos y asentido vigorosamente.

 

El helicóptero, que iba regularmente a llevarles provisiones, había llegado al día siguiente y, solemne como un juez, ChanYeol le había entregado un libro de cocina griega. Él le había tenido que traducir las recetas que le interesaban. Se había quedado a ver cómo cocinaba, y lo había invitado a comer con él. Enseguida todas las barreras habían caído una tras otra, derribadas a la velocidad de la luz. Ya no lo ignoraba. Había empezado a sonreírle, y respondía cuando el menor iniciaba una conversación. A las cuarenta y ocho horas BaekHyun flotaba en una nube y se había olvidado de toda cautela. Había sido la misma semana en la que un amigo de la infancia de sus padres había viajado desde Nueva Zelanda para pasar unas largas vacaciones. Ocupados llevando a su amigo a conocer aquellas tierras, MinSeok y JongDae con su trabajo que le obligaba a salir por un par de días, habían estado demasiado ocupados como para fijarse en la irregularidad de las horas de trabajo de su hijo.

 

La tercera semana, el de cabellos rojizos había empezado a usar pantalones ajustados, y el banquero lo había acusado de coquetear con el jardinero, que podría haber sido su padre. Durante la discusión que había seguido, en la cual BaekHyun había amenazado con renunciar al puesto, ChanYeol  nuevamente le había acusado de ir provocando a los hombres, y seguidamente le había abrazado y besado. Había continuado besándolo hasta llegar al dormitorio que estaba en el piso superior. Aquella temeraria pasión los había lanzado a una aventura sin límites. Nada de lo que habían compartido había sido decidido o discutido en las semanas que habían seguido.

 

 

 

∞∞∞∞

 

 

 

 

Tumbado en su precioso dormitorio de la fabulosa casa de campo de ChanYeol. BaekHyun volvió al presente aún más convencido de que tenía que protegerse de que lo hiriese una segunda vez. Había almorzado con los mellizos, para luego salir a dar un largo paseo, y había cenado en solitario. No podía olvidar cómo en una ocasión se había dejado llevar por la intensidad de sus sentimientos por aquel hombre. Sin reprimirse en absoluto, había cerrado los ojos a cualquier señal de alarma y se había deleitado en adorarlo. Jamás había amado así en su vida, ni había entendido lo que era la tentación hasta que no había sucumbido a ella sin oponer la menor resistencia. Aunque un buen número de jóvenes habían mostrado interés por él en la universidad, físicamente le habían dejado frío. El único que no le había dejado frío, había herido su orgullo y su corazón acostándose rápidamente con otra persona cuando él había resultado ser un desafío demasiado grande. En ese momento se preguntaba con temor si él sería de esas personas que se enamoraban únicamente de hombres que no le hacían caso…

 

A la mañana siguiente, ChanYeol paseó la mirada por la hoja que tenía delante. No le sorprendía el resultado de las pruebas de ADN. El noventa y nueve coma nueve por ciento confirmaba sus sospechas. Era el padre de los dos niños pequeños, que en ese momento ocupaban el cuarto de juegos del último piso.

 

Su línea privada sonó en ese momento. Descolgó el aparato, con el rostro en tensión nada más reconocer la voz curiosamente grave de su abuelo.

 

—Los niños son míos —le confirmó tras aspirar hondo.

 

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Nicos Park con un tono alegre y resuelto que desconcertó a ChanYeol; hasta que dedujo que tenía que estar fingiéndolo por cariño hacia él.

 

—Lo que yo sienta no importa —respondió el banquero rotundamente.

 

—Debe de ser el destino —le informó el abuelo sin vacilación —. Dijiste que nunca tendrías hijos, pero… aquí los tienes.

 

ChanYeol apretó los dientes y le dijo a su abuelo que tomaría un vuelo para darle la noticia personalmente a su abuela. El anciano dijo que preferiría hacerlo él mismo. Entonces el de cabellos negros alivió su conciencia culpable asegurándole a su abuelo que se casaría con el abbi de los mellizos en cuanto pudiese arreglarlo.

 

Nicos le respondió con un sentido suspiro.

 

BaekHyun acababa de terminar de bañar a SeHun y a LuHan, cuando recibió el mensaje de que el banquero le esperaba en la biblioteca. De regreso a su dormitorio para asearse un poco, aminoró el paso. Tenía el rostro sonrojado, el pelo revuelto e iba con pantalones vaqueros y una camiseta… ¿Pero qué importaba? Necesitaba aprender a ver a ChanYeol tan sólo como el padre de los mellizos, y dominar la sensación más personal de vínculo entre los dos. En cualquier caso, podría pasarse el resto de la mañana intentando arreglarse y no serviría de nada, ya que no tenía productos para el cuidado de su piel, ni delineadores de ojo, o ropa bonita, y hacía semanas que le hacía falta arreglarse el cabello, ya no recordaba la última vez que pudo hacerlo.

 

Mientras bajaba las escaleras, y con sus hijos al cuidado de la niñera, BaekHyun se preguntó por qué ChanYeol no dejaba de ponerlo en situaciones comprometidas. ¿Acaso sería un obseso sexual? Se fijó en el retrato de la exquisita SooYoung y desvió rápidamente la mirada, ahogando una punzada de envidia que inmediatamente le hizo sentir vergüenza, SooYoung había sido griega, rica y poseedora de una belleza clásica; y sobre todo, del amor de su marido. BaekHyun descubrió que ni siquiera quería mirar en dirección a la pintura, que parecía representar todo lo que él no era y le hacía sentirse despreciable.

 

ChanYeol, que estaba de cara a la ventana, se dio la vuelta cuando él entró. Elegantísimo con un traje gris marengo y una corbata roja, el impacto de su atlética belleza y definidas facciones masculinas, desarmó sus defensas.

 

—Debes de ser el huésped más invisible que he tenido nunca —murmuró sin apartar la vista de su cara lozana, mientras se preguntaba cómo era posible que estuviese tan atractivo, aún cuando se notaba que estuvo ocupado con sus hijos, y recibió su llamado sorpresivamente —. No te he visto desde ayer.

 

BaekHyun le echó una mirada evasiva y rápidamente bajó la mirada. Pero su imagen quedó fijada en su retina, dejándolo sin aliento. La indiferencia que deseaba, seguía estando aún muy lejos.

 

—Tienes una casa muy grande.

 

—Antes de que se me olvide, quiero que me des permiso para trasladar el resto de tus cosas del sitio donde estaban hospedados. También debería enviar a alguien a recoger las cosas que tenías guardadas en el apartamento de tu ex amigo.

 

—Por supuesto —respondió él, dolido al recordar la traición de ZiTao.

 

—¿Te gustaría tomar café? —le preguntó ChanYeol, formalmente cortés, como cuando concretaba detalles en su trabajo o negociaciones.

 

—No, gracias.

 

—Siéntate. Lo que tengo que decirte me llevará un rato.

 

BaekHyun se sentó obedientemente en el borde de una butaca antigua y estudió la mesa para no mirarlo a él.

 

—Los resultados de las pruebas de ADN confirman que los mellizos son hijos míos.

 

El menor se sintió incómodo.

 

—¿No dices nada?

 

—¿Qué quieres que te diga? Las pruebas fueron algo ofensivo para mí, pero era lo que esperaba de ti.

 

ChanYeol se puso tenso.

 

—¿Cómo de ofensivas?

 

—Tú sabes cuándo nacieron SeHun y LuHan, sabías que tú eras el primer hombre con quien me había acostado. Me quedé embarazado la primera semana que estuvimos juntos —le recordó BaekHyun con la mirada en blanco —. Nadie más podría haber sido el padre.

 

Un rubor apenas perceptible tiñó sus soberbios pómulos.

 

—Tenía que estar seguro. No me tomo nada según me viene.

 

—Sobre todo las malas noticias.

 

—BaekHyun… Ese tipo de comentario es contraproducente en este momento. Naturalmente esto ha sido una sorpresa para mí, pero me adaptaré a ello.

 

ChanYeol contempló el cuerpo bajo la camiseta, y observo la piel que se encontraba expuesta, su estilizado cuello, pensando en lo que ocultaba la ropa.

 

—Pero no necesitas adaptarte a nada.

 

Consciente de su masculinidad, BaekHyun se pasó una mano por sus despeinados cabellos y se encogió de hombros con énfasis.

 

—Nada tiene por qué cambiar en tu vida —añadió él —. No estoy buscando a un padre para los mellizos.

 

Continuó fijándose en sus caderas y muslos, saliendo de su trance cuando el menor se movió.

 

—Muy gracioso…

 

—No ha sido mi intención ser gracioso. Simplemente quise ser justo y honrado…

 

—Qué considerado por tu parte —susurró ChanYeol con impaciencia, obligándose a mirarle la cabeza mientras se cuestionaba la fascinación que tenía con su delgado y menudo cuerpo —. Pero no creo que tenga que decirte que tengo toda la intención de ser un padre para mis hijos. Es un deber que no me tomaré a la ligera.

 

La fría elección de palabras le hirió en su orgullo y provocó la ira de BaekHyun, que sintió la tentación de decirle que mientras SeHun y LuHan tuvieran el amor de su abbi se las apañarían muy bien sin su intervención.

 

—No estoy seguro de que quiera que seas un modelo para los mellizos.

 

ChanYeol le echó una mirada gélida.

 

—¿Qué razón tienes para insultarme?

 

Con una expresión rebelde en su rostro. BaekHyun apartó la mirada de la suya desafiante y bajó la cabeza. Se mordió la lengua para no pronunciar más palabras insensatas. Sería una locura convertir su relación en una hostil, se recordó con pesar.

 

—Lo siento…  No ha sido mi intención ofenderte.

 

—Evidentemente aún no se te ha ocurrido que me estoy preparado para casarme contigo y ser un padre para mis hijos —dijo ChanYeol con un énfasis y una dureza que dejaban clara su actitud hacia esa perspectiva mucho mejor de lo que lo habría hecho cualquier palabra.

 

Temblando de la impresión, BaekHyun lo miró fijamente.

 

—¿Estás dispuesto a casarte conmigo? ¿Acaso me estás pidiendo que me case contigo en este momento?

 

ChanYeol soltó el aire con exasperación.

 

—¿Qué otra cosa esperabas de mí?

 

De pronto a BaekHyun le quedó muy clara la razón de su triste e irónico humor. Y aunque la ira que lo sofocaba había cedido un poco, se sentía más furioso con él que nunca. Una sensación de vacío y dolor se asentó como una piedra en su estómago. Seguramente cuando él le propuso matrimonio a SooYoung, el ambiente y las emociones implicadas habrían sido muy distintas.

 

—Bueno, no esperaba tu renuente proposición, y tampoco me resulta muy halagadora —respondió mientras subía el tono con desafío —. Gracias a Dios, no hay necesidad alguna de que ninguno de los dos haga un sacrificio tan horrible.

 

—Es absolutamente necesario. Los mellizos deben tener padre y abbi.

 

Él quería sollozar de rabia y de dolor.

 

—Ni siquiera me gustas… y desde luego no me casaría contigo «por el bien de mis hijos» —destacando la última frase con especial énfasis.

 

ChanYeol lo miró de forma apasionada y con los dientes apretados de rabia. Allí estaba él, que apenas medía un metro setenta, desafiándolo. ¡Por supuesto que se casarían!

 

—No sientes lo que dices.

 

—No me digas lo que siento…

 

—Seguramente entiendo mejor lo que sientes que tú mismo. ¿Por qué estás tan enfadado conmigo? Yo estoy listo para hacer de ti un hombre fértil decente, para convertirte en mi esposo.

 

¿Un hombre fértil decente? BaekHyun sacudió la cabeza con vehemencia.

 

—Afortunadamente para los dos, no estoy tan desesperado, ni soy tan estúpido, ni ambicioso. No tenemos nada en común salvo a los mellizos…

 

—El sexo —añadió ChanYeol, sin rastro de inquietud.

 

Si estaba condenado a vivir con aquella obsesión adolescente por su cuerpo, el matrimonio al menos le daría la posibilidad de poseerlo.

 

El más joven estaba avergonzado por aquel atrevido y claro recordatorio de su debilidad.

 

—Necesitaríamos algo más que eso para tener un buen matrimonio.

 

ChanYeol lo miró con expresión interrogativa.

 

—¿Como qué?

 

BaekHyun se quedó momentáneamente sorprendido por el obvio hecho de que el banquero parecía considerar el sexo como el elemento más importante del matrimonio. Como se daba cuenta de que estaba pisando terreno desconocido, decidió no insistir por aquel difícil punto de vista.

 

—Mira, tal y como me siento ahora, nada me convencería para casarme contigo.

 

ChanYeol intentó adoptar una expresión neutral al escuchar sus palabras.

 

—Podría persuadirte para que compartieras mi cama de nuevo en menos de un minuto.

 

BaekHyun dio un respingo y se puso rojo de vergüenza, puesto que de verdad podría haber pasado sin aquel doloroso recordatorio.

 

—¿Y qué demuestras con eso? —le dijo con desafío —. ¿Qué hace mucho tiempo que no ha habido ningún hombre en mi vida? ¿Qué has sido mi única pareja?

 

ChanYeol frunció el ceño.

 

—No hables así… Te rebaja. No me gusta.

 

BaekHyun volvió la cabeza, tratando de controlarse. Él había sido el único hombre, y eso le fastidiaba. Mientras que él se había entretenido con una sucesión de modelos, su vida se había ido al traste, destruida en primer lugar por el embarazo y en segundo por la crianza de sus bebés con limitaciones y falta de medios. De pronto no fue capaz de acallar la sensación de injusticia.

 

—No me importa lo que te guste. Sólo tengo veintitrés años. Te importa tanto tu privacidad, tu reputación, tu vida… Pero, ¿y la mía? —le preguntó con rabia.

 

—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó ChanYeol, con el recelo de un hombre obligado a seguirle la corriente a una persona histérica.

 

—¿Acaso crees que ésta es la vida que quería o habría elegido? No quería ser abbi a mi edad. Y no me apetece casarme tampoco —confesó con voz temblorosa —. Quiero salir por ahí otra vez; quiero salir con hombres. ¡Quiero recuperar mi vida de soltero!

 

 

 

Notas finales:

¡Hola!

Estuvimos realizando algunos ajustes relacionados al formato en los capítulos anteriores, nos dimos cuenta que habían ocurridos algunos desajustes en esta transición del documento en el que trabajamos al sitio.

Esperamos sus comentarios y gracias por leer.

Hasta una próxima.

 


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