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Education sex por Ann Carmesi1

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Notas del capitulo:

Al fin el siguiente capítulo n.n

-Chicos, creo me siento demasiado mal, me duele el estómago – murmuró desesperado Goyle, a punto de dar media vuelta y volver a su amado dormitorio – creo que no podré ir a clase.

-¡Ohh, para nada, gigantón! ¡Tú también vas a sufrir esto con nosotros, cobarde! – sin embargo, Draco lo jaló por detrás de su túnica antes de que el otro pudiera escapar gracias a su excusa barata.

Y vamos, que Goyle era experto en entrenar su estómago con todas las porquerías que consumía a diario, así que el último en tener un dolor de estómago podría ser él.

-¿Pero por qué tenemos que estar aquí? Es absurdo que nos castiguen a todos por culpa de que los idiotas de Gryffindor no pueden ser capaces de mantener su ropa puesta – Sí, aunque casi nunca ocurría, Blaise estaba de acuerdo con la necesidad de Goyle por marcharse de ahí. Vamos, que venían de una jodidamente aburrida clase de herbología, lo único que quería era volver a su dormitorio a descansar y esperar a que Theo le contara si ya había quedado preparado todo para su pequeña venganza.

-¡¿Qué dijiste, Zabini?! – preguntó de manera molesta Ron, acercándose de manera amenazante al italiano que solo lo veía con cara de fastidio - ¡Porque déjame decirte, que si alguien aquí tiene cierto historial en su expediente con respecto a ese tipo de temas, eres tú, ¿no?! Al final, las enseñanzas en casa se pegan.

Auch, ese había sido un golpe demasiado bajo. Usualmente, la madre de Zabini era un tema que aún le afectaba mucho.

Usualmente Ron no solía meterse con ese tipo de temas, él, más que nadie, sabía lo molestos que eran los cuchicheos sobre las familias sangre pura; prácticamente a todo lugar que iba, la frase “traidor a la sangre” salía al menos una vez.

Pero carajo, que él estaba igual de harto y cansado que todos los demás, McGonagall se pasó al dejarles otra clase tan tarde. Moría de sueño, de hambre, de cansancio, tenía que estudiar mil cosas, practicar para el siguiente partido y poder quitarse de la mente la horrible derrota de hace dos días contra las serpientes.

Sin embargo, antes de que pudiera seguir pensando en lo mucho que quería largarse de ahí, la venenosa voz de Malfoy logró destacar.

-Creo que las enseñanzas en el dormitorio son más fuertes ¿No? Digo, a fin de cuentas, los que acabaron con una plaga de ladillas e infecciones fueron ustedes, ¿o acaso creían que no se filtraría el hecho de que Finnigan tenía un bonito circo de pulgas en la verga? – rayos, Ron debió de haberse quedado callado, ahora eso sería expuesto ante todos. Diablos, ya después se encargaría de disculparse con Seamus. – Así que, sé hombre y admite que fue principalmente su culpa el estar perdiendo el tiempo aquí.

Joder, que Draco no dejaría que esa estúpida rata pelirroja ser metiera con su amigo.

Además, aún tenía mucho coraje atorado, y que mejor victima que el idiota aquel.

-Malfoy, te estás pasando – El siguiente en hablar fue Harry. La verdad, esa era la primera vez en todo el día que le dirigía la palabra al otro, pues en todas las clases, y hasta ese momento, había estado rehuyendo de su mirada.

La verdad, no podía evitar ponerse nervioso cada vez que recordaba los incidentes acontecidos con Draco. Y enojado, carajo, que aún no podía olvidar la patada.

Puede que estuviera algo idiotizado ahora por culpa de sus ¿sentimientos? Por Draco; pero honor era honor, y él definitivamente se vengaría del rubio por ese golpe bajo.

Y como si de espuma se tratara, el mal humor de Draco se disparó de manera descontrolada.

¿Enserio, ese imbécil se atrevía a ignorarlo todo el día, pero si le dirigía la mirada para defender a su bobo amigo?

Eso lo indignó, molestó, y, aunque no quisiera admitirlo; lo hirió un poco.

Si Potter quería pelea, la tendría, Draco tenía extremadamente prohibido atacar, hechizar o discriminar a otros alumnos; sin embargo, nada de eso lo detenía para recitarle a Potter todo el bonito arsenal de groserías que haría que su santa y pura madre se desmayara al verlas salir de la boca de su retoño.

-¿Me estoy pasando, Potty? Ohh discúlpame, cielo – dijo de manera calmada, dirigiéndole al otro una mirada y una sonrisa que a ojos de todos podría verse como una disculpa auténtica, pero para sus amigos que lo conocían, sabían que solo era el augurio de un ataque humillante y duro. No pudieron evitar tragar saliva ante el escalofrío que los recorrió cuando Draco avanzó tranquilamente hacia el pelinegro. – Olvidaba que después de descubrir que la comadrejilla menor te ponía el cuerno con su ex mientras se iban a coger a los vestuarios; nadie podía decir algo relacionado al sexo por temor de herir tu… sensibilidad.

Uhhhhh, eso le había dolido incluso a los de Slytherin.

Era un hecho que cuando, a principios del año, Potter y La Weasley habían roto, una sorpresa general se formó, pues para todos, ellos eran la pareja perfecta. Y lo mejor del chisme, fue cuando Susan Bones les dijo a todos que Ginny había sido descubierta por un compañero del equipo de quidditch magreandose con su anterior novio; así que le dijeron, que o ella le decía la verdad a Harry, o el resto del equipo lo haría. Todos recordaban la pelea que tuvieron ambos en los corredores y cómo Potter había decidido darse la media vuelta y dejar a la pelirroja, llorando y con la palabra en la boca.

Ese era un tema que, aunque todos lo comentaban entre susurros y morbosos chismes, evitaban a toda costa cuando el héroe o sus amigos estaban cerca. Vamos, que eso sería simplemente pasarse.

Lástima que Draco se pasara por el culo esos límites, estaba enojado y no se contendría para molestar al otro.

Y comprobó eso cuando, de pronto, sintió como era jalado por el cuello de su uniforme y era dolorosamente estampado contra el muro.

-Atrévete a decir eso de nuevo, Malfoy – dijo acercado su cara a la del otro, mientras su tono descendía considerablemente y el agarre en el cuello del otro se intensificaba – Vamos, pequeñísimo hijo de puta, hazlo si tienes los suficientes cojones. Porque, hasta dónde sé, ya no tienes con qué jactarte al molestar y amenazar a los demás.

Otro “Uhhh” se escuchó entre los demás alumnos; se estaban pasando, ambos lo sabían, pero no podían evitar seguir con eso.

A decir verdad, desde que empezaron la escuela, no habían vuelto a la enemistad tóxica que tenían antes, ambos estaban cansados de eso, así que habían decidido dejarlo por la paz, y solo se limitaban a comentarios groseros o bromas inocentes de vez en cuando, así que ahora, ante los ojos de todos, ellos se veían más como dos chicos que gustaban molestarse entre sí de vez en cuando, pero que con la misma frecuencia se les podía ver dándose uno que otro saludo en el comedor o los corredores, o entablando una civilizada plática en los salones de clases cuando les tocaba sentarse cerca del otro.

Sin embargo, ambos estaban enojados; más que eso, tenían una frustración demasiado tensa entre ellos desde los eventos de ayer, la energía y tensión que crearon en ese momento podría romperse con un cuchillo; y todos sabían, que, si no detenían eso a tiempo, las cosas se pondrían feas.

-¿Qué cosas son las que no tengo para jactarme, Potter? – Ohh no, Draco había llegado a un nivel de ira que no experimentaba desde su encierro en la mansión, seguramente su tía estaría orgullosa al ver la furia que Draco tenía ahora y que estaba a punto de desplegar en un doloroso hechizo- Porque hasta donde yo sé, lo único que ocupo para humillarte son mi ingenio y las jodidas ganas que tengo de destrozarte tu miserable cara hasta que quedes igual de irreconocible que el día que te llevaron a la mansión… ¿O qué? ¿Esas cosas sobre mí las olvidas?

Eso no podía ser cierto, desde que la guerra terminó, Draco tuvo que soportar comentarios, murmullos, reclamos, opiniones y ataques de bastantes personas. Casi nadie estaba contento con el hecho de que no se hubieran sentenciado a muerte a todos los mortífagos de la guerra; querían vengar la muerte de sus seres queridos de la misma manera en que Voldemort y su ejército se los habían quitado. Por eso, la mayoría de la gente disfrutaba en desahogarse y reprocharles a las pocas personas que quedaron libres sobre eso; sin embargo, Draco había sabido sobrellevarlo, solamente ignoraba los comentarios y ataques idiotas de las personas que para él no valían la pena.

Pero escuchar ese tipo de burla de Potter, carajo, eso realmente dolió de una manera que jamás había experimentado antes. ¿Acaso él también pensaba que se merecía todo lo que su familia y él estaban pasando?

¿Acaso Potter olvidó que arriesgó su vida en la mansión al negarse a reconocerlo, que no pudo atacarlo en la sala de los menesteres y por eso Crabbe había iniciado el fuego maldito, que fue su madre la que le mintió a Voldemort sobre la muerte de Harry?

Ohh, al parecer era muy bueno para hacerle ver su situación actual, pero no para lo demás.

Y Harry, él realmente sentía la necesidad de disculparse, de decirle a Draco que eso que soltó estaba totalmente fuera de lugar, que para nada era su intención burlarse de la situación de los Malfoy, y menos al ver cómo los demás alumnos pusieron una cara de satisfacción al escuchar eso salir de él; no, realmente no quería haber provocado eso.

Él jamás olvidaría la deuda de vida que tenía con Draco y Narcissa; todos le decían que había sido demasiado noble al haber atestiguado en favor de ellos durante los juicios, pero lo que no veían, es que ni siquiera hubiera habido juicios contra ellos si lo hubieran delatado en las veces que tuvieron oportunidad.

Si la guerra había acabado y el mundo mágico estaba a salvo, era también gracias a Draco y su madre.

Y estaba por disculparse, realmente lo iba a hacer, de no ser porque una fuerte mano lo tomó del hombro y lo separo de Draco, al cual todavía tenía arrinconado contra la pared.

-Ohh, pero vaya, miren que realmente se siente una tensión muy alta aquí – exclamó de manera tranquila un hombre.

Harry lo conocía, era aquel pasante de medimagia que se encargaba de ayudar a Pomfrey en la enfermería. Aunque la verdad, no sabía nada más de él, usualmente, Harry no le prestaba mucha atención cuando terminaba ahí, solo sabía que era francés por el marcado acento que tenía y que todas las chicas parecían derretirse con él, pues, según ellas, ese tipo era “demasiado guapo y encantador”.

Y Harry no podía negar eso último, el tipo era alto, de rasgos finamente perfilados, profundos ojos azules y cabello castaño que le caía grácilmente de un lado; además, los tatuajes que dejaba ver en su brazo cuando lo veían sin bata, le daba ese aire de “chico malo” que hacía que más de una persona fuera a la enfermería solamente para tener una excusa para hablarle.

-¿Qué rayos haces aquí? – Y fue de nuevo la voz de Draco lo que llamó la atención de Harry; el otro se había separado de la pared y ahora se encontraba al lado de un enojado Blaise, el cual no disimulaba en fulminarlo con la mirada.

Y de nuevo, los celos de Harry al ver cómo el otro defendía a Malfoy hicieron mella en él. ¿Enserio? ¿Qué acaso tenían que cuidar cada maldito movimiento de él y el rubio?

-Oye, empiézame a tratar con más respeto, querido, que a partir de ahora tendrás que llamarme profesor – lo demás no pudieron evitar la ligera sorpresa al ver cómo Draco interactuaba con el asistente de Pomfrey. ¿Desde cuándo esos dos se conocían y se llevaban tan bien? Pues la manera en que el francés se le arrimó para decirle eso mientras le revolvía el cabello -para malestar de Harry- no demostraba otra cosa.

Sin embargo, si hubo algo aún más notorio que eso, fueron las palabras dichas.

¡Profesor!

-¿Acaso usted es quien nos impartirá la clase? – preguntó Hermione, visiblemente interesada en lo dicho.

-Así es, su amada directora pensó que nadie mejor que un medimago para explicarles los temas vistos en clases, ya saben, sobre responsabilidad, métodos de cuidado y esas cosas- respondió simplemente, mientras se dirigía a abrir la puerta del salón – espero no haber sido algo demasiado decepcionante, señorita ¿Granger? Si no me equivoco.

-¿Nos enseñará responsabilidad alguien que llega casi veinte minutos tarde a su primera clase? – esta vez fue Pansy la que habló, satisfecha de hacer que el profesor hubiera quitado la atención de Hermione.

Por Dios, aún no empezaba la clase y la chica ya parecía lapa como con todos los demás maestros.

-Ohh, es verdad, disculpen la espera, chicos, pero la verdad me perdí un poco para llegar hasta acá; yo estudié en Dumstrang, no aquí, así que no estoy muy familiarizado con el castillo entero – dijo, mientras ponía sus cosas sobre el escritorio y les hacia una señal a los alumnos para tomar asiento – Pero primero déjenme presentarme formalmente; mi nombre es Felice Rosier, pasante de medimagia bajo el cargo de la excelsa Pomfrey, tengo 24 años y provengo de la legendaria y noble casa de los Rosier de Francia.

Hermione bufó discretamente ante lo último, genial, otro sangre pura orgulloso de su linaje.

-Oye, ¿dónde demonios estabas Theodore? – preguntó de manera discreta Draco, mirando cómo el otro llegaba apurado y se metía al salón evitando ser notado – de no ser porque este idiota llegó tarde, no hubieras alcanzado a entrar a la clase – siguió, viendo cómo su amigo tomaba asiento junto a Goyle, justo al lado de la banca para dos personas en las que él y Blaise se sentaron juntos.

Y Pansy había decidido sentarse detrás de Goyle, junto con una Luna que prácticamente la arrastró con ella.

-Lo siento, me entretuve en la biblioteca con un libro y perdí la noción del tiempo. – dijo simplemente, acomodándose en el asiento y empezando a sacar un pergamino de sus cosas.

Y lo mejor de todo, es que nadie más aparte de Blaise sabía que eso no era cierto.

Pues Theo estuvo ocupado rondando los dormitorios de los puff, y aprovechó el momento en que los imbéciles que atacaron a Pansy salieron a perder el tiempo, para aplicarles un confundus y dedicarse a realizar la segunda parte de su plan.

-Bueno, igual no te pierdes de nada, Rosier es quien nos dará la clase – señaló Draco, haciendo que Theo levantara una ceja de manera extrañada. Ya lo había visto algunas veces en la enfermería y durante eventos de alta alcurnia.

Draco ya conocía a Rosier desde antes de que este llegara a Hogwarts ese año, pues en varias ocasiones habían coincidido en algunos de los eventos de alta alcurnia de los sagrados 28; además, al provenir de Francia al igual que los Black, Narcissa siempre lo jalaba con ellos durante esos eventos, ahí fue donde Felice, de tan solo 12 años en ese entonces, conoció a un pequeño Draco de 5 años, el cual miraba a todas partes mientras se negaba a soltar la mano de su madre.

Desde ahí, el francés quedó prendado del rubio, le parecía encantador ese niño bonito, miedoso y testarudo; y mientras fueron creciendo, desarrolló una especie de cariño fraternal hacia el menor.

De ahí su trato tan meloso y molesto hacia el inglés.

-¿Acaso eso se puede hacer?

-Bueno si ya antes mandaron a un idiota mastodonte a darnos clases, no debería de sorprenderte tanto que McGonagall haga esto – y Pansy solo se regocijó al ver la mirada molesta que Potter y Longbotton le dirigieron al escuchar también su comentario. Estos se habían sentado justo detrás de Draco y Blaise. Mientras que Granger había arrastrado a su novio con ella justo hasta adelante.

Lamebotas odiosa.

-Chicos, antes de que empiecen una nueva pelea, quiero empezar a dar la clase; fuera de mi aula pueden ser todo lo groseros, agresivos y maleducados que quieran, pero aquí respetan la clase y mi autoridad, ¿les quedó claro? – y no hacía falta tener más de dos de frente para darse cuenta de que eso fue dirigido hacia Draco y Potter.

Joder, que, de no ser él el maestro, le hubiera quitado de encima a Draco a ese idiota que lo arrinconó contra la pared a base de crucios.

-Así que, empecemos con la primera actividad – apuró, antes de darle tiempo a los otros a responder nada – voy a pasar de uno por uno, me dirán su nombre, y la primera cosa que se les venga a la mente al escuchar la palabra “sexo”.

Vaya, eso definitivamente no se lo esperaron.

Y Ron, maldiciendo a su novia y la manía de ella por sentarse hasta adelante y arrastrarlo con él, solo pudo empezar a boquear nervioso ante la mirada de los demás.

-Yo me llamo Ron Weasley, y lo primero que se me viene a la mente es, amm… ¿compromiso? – dijo pesadamente, viendo la mirada que su novia le estaba mandando. Joder, y el hecho de que todos se hubieran dado cuenta de la amenaza muda de Hermione y se hubieran empezado a reír, no ayudaba a que el color de su cara dejara de ser tan rojo.

-Buen intento, señor Weasley, pero a la siguiente, por favor siga las instrucciones y no se deje guiar por su compañera de pupitre – respondió Felice, dándose cuenta de que su teoría era acertada y esa chica era la novia del muchacho.

Pues joder, solo una novia era capaz de intimidar de esa manera cuando de sexo se trataba.

Hermione, indignada y avergonzada por lo dicho del profesor, decidió hacer lo mismo y acabar de una vez con eso – Me llamo Hermione Granger, y lo que se me viene a la mente es “responsabilidad” – respondió, ignorando el sonido de arcada de alguno de sus estúpidos compañeros.

Inmaduros.

-Perfecto – dijo Felice, mientras tomaba su varita y lanzaba una luz roja para señalar al siguiente alumno – usted sigue.

Seamus no evitó rodar los ojos al tener que hacer eso.

-Me llamo Seamus Finnigan y lo primero que se me viene a la mente es… - No pudo evitar gruñir de vergüenza cuando al fondo Goyle, fingiendo un ataque de tos, gritó “ladillas” provocando que todos los demás alumnos estallaran de risa. Claro, menos los de Gryffindor, estos intentaron ser un poco más sutiles al intentar evitar reír. - ¡Argg, no sé ¿madurez?!

Gritó enojado, volteando hacia atrás y levantándole a Goyle el dedo de en medio.

Joder, tenían que admitir que sí había sido gracioso.

Y así, uno a uno fueron pasando, hasta que llegó el turno de los alumnos que decidieron sentarse en las filas de atrás.

-Yo me llamo Gregory Goyle y lo que se me viene a la mente es “intimidad” – ya ni siquiera se preocupó por pensar en lago, solo repitió lo que Theo le sugirió.

-Bien, bonito concepto – felicitó Felice, ante la cara hastiada de los Slytherin – sigues, Theodore.

-Bueno, como ya lo dijiste, me llamo Theodore Nott – dijo aburrido, teniendo que dejar de lado la lectura que traía en la manos – y lo que pienso es “discreción” – respondió, pensando en todas las veces que él ha tenido que ser muy cauteloso para tener sexo con otros chicos, pues al contrario de Draco, a él le iban exclusivamente los hombres; y no podía arriesgarse a que se supiera y corriera la voz entre su familia.

-Bien, tienes razón, la discreción es algo muy importante, más en ciertos círculos – concordó el mayor, intuyendo hacia donde iban los pensamientos del chico.

Interesante.

-El que sigue, ohh, mira, pero si es la linda Parkinson – continuó divertido, mientras señalaba a la morena con la luz de su varita. – Vamos, querida, dinos lo que piensas – Pansy no pudo evitar chillar de vergüenza ante la mirada burlona de los demás y la risita arrogante de su estúpido maestro; pues, al igual que con Draco, ese tipo la conocía de toda la vida ya que ella siempre se la pasó pegada al rubio durante las fiestas en su infancia, así que también disfrutaba molestándola a ella – Me llamo Pansy Parkinson, y lo que se me ocurre es “placer”.

Fin, ya lo había dicho, ella no iba a fingir una mojigatez que no sentía.

-Bien. Al fin alguien está siendo un poco más honesto. – dijo entre risas el maestro, divertido al ver la convivencia de Draco y sus amigos. – sigues, señorita.

Señaló a Luna, la cual veía de manera amable los refunfuños de Pansy al lado de ella.

-Yo me llamo Luna Lovegood, y lo primero que se me ocurre es “amor” – dijo de manera dulce, sacándole a más de uno un suspiro en la sala. Y Felice hizo una nota mental al notar como Pansy se sonrojó ligeramente ante las palabras de su compañera.

-Qué lindas palabras, Luna – dijo el francés, ansioso por los que seguían, ya solo faltaban las dos mesas de la esquina. – El siguiente.

-Bueno, yo me llamo Blaise Zabini y lo primero que se me viene a la mente es “diversión” – dijo coqueto, lanzándole un beso a Draco el cual solo rodó los ojos y le hizo una seña obscena.

Felice no pudo evitar reírse un poco ante eso. Harry no pudo evitar rodar los ojos de manera enojada ante eso.

-Bien, me alegra que seas así de abierto con nosotros, Blaise – aplaudió el mayor, con una sonrisa maliciosa dirigida a Draco. Este solo pudo entrecerrar los ojos mientras esperaba cualquier comentario estúpido del medimago – así que dinos, Draco ¿Puedes ser así de abierto para tu buen profesor?

Unos no pudieron evitar pasar saliva incómodos ante la clara insinuación del maestro. Claro, que la mayoría no sabía que prácticamente ellos se conocían desde siempre y así se llevaban, así que era fácil prestarse para malas interpretaciones sobre las verdaderas intenciones de su profesor con el príncipe de Slytherin.

Y uno de ellos fue Harry, el cual crujió de manera enojada los dientes al lado de un incómodo Neville que esperaba que no fuera a reventarse algo debido a la mala vibra que sentía de su compañero de pupitre.

Joder, si tan solo hubiera sido más rápido, podría haber alcanzado a sentarse con Luna.

Y Draco, él solo sentía un pequeño tic en la ceja y las inmensas ganas de meterle la molesta varita con la que lo señalaba por el trasero. Jodido idiota, ¿qué acaso no razonaba sus palabras antes de hablar?

No, estaba seguro que sí lo hacía, y eso solo lo dijo para fastidiarlo.

-Me llamo Draco Malfoy – dijo orgulloso, negándose a mostrar su vergüenza ante el idiota aquel y poniendo una expresión de maldad pura, lo cual solo despertó el interés del mayor; Draco jamás se quedaba callado cuando empezaba a molestarlo, y era algo que, francamente, extrañaba– y lo primero que se me viene a la mente es tu hermana.

¡Pam! Para que aprendiera a no meterse con él.

Y la reacción de todos ante esto fue la más pura sorpresa y diversión.

Carajo, que sí se merecía una cerveza por eso.

Felice, bueno, él intentaba francamente ocultar la risa divertida ante lo dicho por la pequeña rata rubia esa; joder, seguro su hermana Adelinne pegaría el grito en el cielo cuando le contara en la cena de navidad esto.

Pero era el maestro, tenía que actuar con mayor seriedad, sino pensarían que tenía preferencias con el rubio.

Así que, en vez de chocar los cinco con él por tan buena respuesta, solo lo miró feo y le indicó que se sentara.

-El que sigue – dijo carraspeando, señalando con su varita al siguiente, el cual, si no recordaba mal, era Harry Potter, el idiota que estaba molestando a Draco temprano.

-Yo me llamo Harry – dijo con dificultad, intentando aguantar la risa que no lo abandonaba. Y estuvo a punto de decir alguna estupidez genérica como “afecto” o “confianza” u otra pavada así; pero de repente, esa vena sádica y malvada que solo salía a relucir cuando del rubio se trataba, brotó en él, dándole la idea para empezar a vengarse de Draco por lo que le hizo ayer en choza. -Y lo primero que se me viene a la mente es el baño de prefectos.

¡Hijo de perra!

Draco no se contuvo para voltear enojado y encontrarse con la sonrisa prepotente y burlona en la estúpidamente atractiva cara del otro.

Y rogaba a quien fuera, que no se hubiera sonrojado por lo caliente que sentía la cara.

Y estuvo a punto de saltar de su silla para dejarle al otro un bonito maquillaje morado en el rostro, de no haber caído en cuenta de que eso solo lo delataría.

Maldito Potter, ya se encargaría de él más tarde.

-Uff, vaya, eso sí que fue honesto – dijo con un silbido el francés, divertido y extrañado por la risa engreída del moreno y la reacción contradictoria de Draco.

Ahora quizás entendía por qué sintió tan tenso el ambiente cuando separó a los dos muchachos en el pasillo. El venía de Dumstrang, una escuela en su mayoría de puros hombres, así que estaba más que acostumbrado a que los chicos arreglaran sus problemas a golpes, vamos, que eran machos, así funcionaban la mayoría del tiempo; pero eso no era simple tensión por una pelea, claro que no, lo que sintió fue clara y potente tensión sexual.

¿Acaso esos dos tenían algo? Mmm, eso sería interesante de averiguar.

Sin embargo, tenía que controlar los vítores y chiflidos que se habían apoderado del salón, así que con un carraspeo, silenció a todos y señaló al último alumno, el cual dejó de reír para mirarlo con visible incomodidad.

-Bueno, yo soy Neville Longbotton y lo que se me viene a la mente es “romance” – dijo de manera apresurada, intentando ignorar los abucheos de los demás que esperaban algo igual de divertido y picante que los dos que pasaron antes de él.

Y de nuevo, Neville maldecía el no haberse sentado con Luna.

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-¿Qué habrá querido decir Potter con eso de los baños, Draco? – El rubio no pudo evitar que un escalofrío le recorriera la nuca al sentir el aliento de Zabini tan cerca de su oído. Maldición, que él era muy sensible en esa zona y el otro parecía ni inmutarse por eso.

Y Harry gruñó detrás de ellos al ver la reacción de Draco, no pudo escuchar nada, solo vio como el imbécil italiano le susurraba cosas demasiado cerca a Draco.

-¿Yo qué rayos voy a saber, Blaise? No soy su novio ni su nana – renegó, intentado modular su tono por el nerviosismo de sí saber a lo que Potter se refería.

Maldición, ¿Enserio eso fue necesario?

Malfoy no sabía de qué iba Potter; estaba seguro de que Potter no diría nada sobre los acontecimientos en los baños, joder, que es estúpido Gryffindor era demasiado honorable y sabía que eso no había sido culpa de Draco, sino suya; así que no, el rubio podía respirar tranquilo por eso.

Lo que sí no se esperaba, era se tipo de ¿comentarios, insinuaciones? De parte del otro.

Conocía a Harry, tanto como el otro lo conocía a él, joder, que casi ocho años de mutuo odio y rencillas les había enseñado qué tipo de cosas esperar del otro y cómo actuar ante estas.

Pero esto era nuevo, usualmente entre ellos jamás habían llegado a usar cosas de índole sexual, así que no estaba muy seguro de lo que planeaba Potter al molestarlo con eso, o si planeaba seguir haciéndolo con ese tipo de rumbo en sus provocaciones. Y lo peor de todo, es que Draco no sabía bien cómo debía de responder a eso.

Vamos, que la última vez que le siguió el juego a alguien en ese tipo de cosas, terminó chupándosela a Theodore detrás de los vestidores.

Tragó saliva ante ese pensamiento, pues, la imagen de él chupándosela a Harry había resultado demasiado provocadora para su gusto.

-Bueno, yo lo decía por el hecho de que tú sueles pasearte de vez en cuando por esos baños para ir a platicar con la loca de Myrtle – Draco sabía que él mismo había empezado a cavar su tumba cuando divisó el brillo de curiosa malicia en los ojos del otro – jamás sugerí nada sobre ser su novio, dulzura.

Y para dar más énfasis a lo mucho que disfrutaba en molestar a Draco, empezó a usar los mismos motes que Pansy usaba cuando quería fastidiar al rubio.

-Cierra la maldita boca, Blaise – si algo había aprendido durante la guerra, era a retirarse cuando sabías que no podrías ganar una batalla – no sé, no tengo idea de lo que el idiota quiso decir con eso.

-¿Crees que vaya ahí a follar?- enserio era asombrosa la habilidad de Blaise para decir esas cosas tan sexosas con esa mirada de total indiferencia. Pero sabía que Draco conocía más de lo que decía, y él no solía quedarse con la duda de nada.

-¡¿Y yo cómo rayos voy a saber eso, Blaise?! – suficiente, él ya no podía seguir con eso. Usualmente, nunca, jamás, estallaba de esa manera ante nadie, solo con Potter, pero es que el imbécil realmente lograba alterarle los nervios, pero es que ese día había tenido demasiadas emociones en tan poco tiempo.

Y la mirada sorprendida del resto de los alumnos no le ayudaba en nada.

-¿Hay algo que quieran compartir con la clase? Señor Malfoy, Señor Zabini – Felice volteó con una ceja alzada, interrumpiendo lo que estaba anotando en el pizarrón para voltear al ver a Draco, el cual estaba visiblemente alterado y avergonzado.

-No, profesor, le suplico que nos disculpe, solamente fue una pequeña platica retroalimentativa – respondió el moreno, poniendo una cara de total inocencia a la que Draco tuvo ganas de darle una patada.

-De acuerdo, solo les suplico que no distraigan al resto del salón, esto que estoy por decirles es importante.

Y así, el mayor dejó de lado su cara amable y dulce para ponerse totalmente serio, haciendo que los demás lo miraran con atención -joder, el tipo sí que sabía imponer presencia cuando quería- y terminaba de escribir algo que solo logró descolocar en diferentes niveles a todos.

“Excitación sexual y atracción”

Vamos, que nada bueno podría salir si eso era el tema que Felice escribió en la pizarra.

-Bien, muchachos, como sabrán, para nadie es una verdadera sorpresa que, después de pasar a grados más avanzados en la escuela, pudieran haber experimentado ciertas, ¿cómo decirlo? Sensaciones y cambios en su cuerpo que antes no significaban algún problema – alzó la mano, deteniendo las palabras de protesta que los alumnos estuvieron por soltar cuando él empezó a hablar sobre algo que siempre solía incomodar a todo el mundo, la pubertad -pero eso no es malo, simplemente que, al estar en un internado, no siempre podemos resolver ciertas dudas y sensaciones nuevas de la mejor manera posible.

-Dígaselo a Seamus – comentó maliciosa Pansy, ocasionando una risita general en el salón y que el otro solo se hundiera de manera desganada en su banca.

-Señorita Parkinson, usted parece demasiado emocionada con la clase, dígame, ¿hay alguna duda que tenga referente al tema que quiera compartir con la clase? Recuerden que este es un espacio seguro, y como confío en que todos ustedes son jóvenes responsables y maduros, y que todo lo comentado en clase se quedará en clase, ¿verdad?

Los demás solo voltearon la mirada de manera progresiva, vamos, eso había sido un golpe bajo, ahora ninguno se sentiría a gusto molestando a sus compañeros con lo dicho ahí.

-No, no tengo nada que preguntar, señor – atacó la otra, empezando a revolver quien sabe qué cosas en su mochila.

-¿No, entonces supongo que usted debe de ser toda una experta en el tema, entonces? – wow, no sabían si sentir diversión o lástima por lo roja que se puso la cara de la Slytherin.

Sin embargo, Luna solo miraba curiosa como la otra se ponía demasiado nerviosa, y en un intento de ayudarla, levantó la mano, llamando la atención de todos y haciendo que Pansy respirara aliviada.

Total, ella sí tenía dudas, y estaba dispuesta a resolverlas.

-¿Qué significa el estar sintiendo ciertas sensaciones extrañas cuando estás con alguien a quien antes no solías ver como nada más que un… compañero? – se mordió la lengua de último minuto, no muy segura de decir “compañera”.

Vamos, que ella siempre estuvo muy segura de sus emociones y deseos en cuanto a lo íntimo se tratara, sin embargo, no lograba darle un nombre al revoltijo que se formaba en su cabeza y su estómago – y ciertas zonas más al sur- cada vez que tenía a la amiga de Draco cerca.

Y eso era nuevo, empezó cuando ella buscaba a Draco por el castillo, triste de escuchar todo lo que decían de él, y ella, no queriendo que el otro pensara que todos sentían lo mismo, decidió que su amistad no tenía que limitarse solamente al encierro en Malfoy Manor; así que un día a principio de año, lo divisó en una banca en los jardines con sus amigos, y simplemente se arrimó por detrás, plantándole un beso en la mejilla y charlando con él como si siempre se hubieran llevado de maravilla. Cosa que Draco respondió con una mirada de asombro y después una ligera sonrisa, haciéndole espacio a un lado para que sentara junto a él. Sin embargo, las cosas con Draco eran fáciles, con sus amigos fue un poco más difícil, pero al final Theo, Blaise y Greg empezaron a actuar de manera amable con ella y a responder sus saludos en los pasillos y en el comedor.

Pansy fue otra historia; quizás ella estaba acostumbrada a recibir toda la atención de Draco y por eso al principio parecía que Luna no le agradaba, pero con el tiempo, su actitud hacia ella empezó a cambiar, ya no eran los desplantes groseros de un principio, sino que se volvieron escuetos saludos cada vez que Luna llegaba; hasta que un día, un comentario especialmente gracioso de Luna relacionado a que Theo se vería muy bien con un collar de flores de Andalasia logró sacarle una carcajada a la sangre pura. Carcajada provocada por Luna. Y la rubia no supo identificar porqué se emocionó tanto al ver la sonrisa de la otra dirigida a ella.

Desde ahí, buscaba cualquier excusa para poder estar cerca de ella. Quiso pensar que era porque en realidad no tenía muchas amigas, pero sabía que no se sentía igual cuando estaba con Hermione u otras chicas. No, esa sensación de vértigo y calor solo se la provocaba Pansy.

-Bueno, me alegra ver que estás dispuesta a participar en la dinámica – se alegró Felice, pensando que quizás esa clase no sería un pérdida de tiempo como todos, hasta él, pensaron en un principio – Quizás y lo que sientes, es que, al ya no ver a esa persona como solo un compañero sino como algo más, especial, es una especie de confusión por el cambio, usualmente cuando nos empieza a atraer alguien, es desde un principio, ya sabes, de manera física, pero el que no lo hubieras sentido antes sino hasta ahora, no es malo, simplemente significa que encontraste algo de esa persona que te gusta y te atrae, algo que no habías notado antes.

-¿Entonces quiere decir que me gusta esa persona? – todos, enserio, todos estaban demasiado interesados por las palabras de Luna, vamos, que no se esperaban una pregunta así de la chica, y la verdad, todos tenía curiosidad por averiguar de quién hablaba la chica.

Especialmente Pansy.

-Puede ser, usualmente la amistad no nos confunde demasiado, así que sí, quizás sí te está empezando a gustar esa persona, pero claro, debes de llevar las cosas con calma, más adelante me encargaré de explicarles todos los tipos de precauciones que deben de conocer. – finalizó el otro, tomando la botella de agua que tenía en su escritorio y dándole un ligero trago mientras le sonreía amablemente a Luna.

Y tras esto, la chica se sentó más animada, haciendo que su compañera la mirara de manera rara.

-Bien, muchachos ¿alguien más quiere preguntar algo? – continuó, alentando a los chicos a participar, sin embargo, nadie dijo nada, así que mejor prosiguió a continuar con su clase. -Bueno, como decía, empezaron experimentado ciertas sensaciones y cambios en su cuerpo, no es para que se pongan incómodos – río, al ver las caras fastidiadas de los demás. Al ser medimago, tenía cierta facilidad y fluidez para hablar de estos temas, pues tenían que aprender a perder la vergüenza ante el cuerpo y sus funcionamientos – La pubertad es una época maravillosa, es donde solemos conocer el erotismo y el placer que nuestros cuerpos pueden proporcionar.

Joder, Draco no podía sentirme más incómodo con esto ¿Enserio el tipo que lo conocía desde crio y que le llevaba dulces cada vez venía de Francia cuando eran más jóvenes estaba hablándoles de erotismo?

Juraba que iba a vomitar.

Y estaba a punto de desconectarse de la clase y empezar a recitar una tonada tonta en su cabeza para soportar la siguiente hora, de no ser porque el idiota que estaba sentado detrás de él abrió la boca para preguntar, precisamente a él, la cosa más tonta y sinvergüenza del mundo.

-Oye, Draco ¿Te estás excitando con la plática? – preguntó la voz burlona de Potter detrás de él.

Muchas veces antes Draco había querido romperle la cara a Potter, mucho más por atreverse a preguntarle semejante cosa a él, y su vergüenza aumentó, cuando a su lado, Blaise volteó a verlo con una ceja levemente alzada, como esperando la respuesta a eso.

-Cierra tu maldita boca, cara rajada – gruñó, negándose a darle la satisfacción de verlo enojado.

Blaise solo soltó una risita al ver el estado de su amigo.

¿Ahora que se traían esos dos?

Y Harry, bueno, él había llegado a la conclusión de que con golpes no lograría solucionar nada, llevaba ocho años de prueba para constatar, sin embargo, pensó que, quizás, una manera de darle a Draco una cucharada de su propia medicina era molestándolo con este tipo de temas, pues estaba seguro de que el rubio tenía tan grabada la escena de los baños como él, y lo mejor de todo, es que Harry podía decir cualquier cosa y Draco no podría responder por miedo a evidenciarse.

¿Era cruel? Quizás sí, pero la verdad, el haber convivido con Draco por toda su adolescencia le había enseñado a no tener piedad con él.

Así que solo le dirigió una sonrisa de suficiencia a Neville, el cual solo sonrió divertido al ver lo que su amigo hacía, preguntándose qué más estaba dispuesto a hacer su amigo para molestar a Draco.

-Y con esto, llega algo que todos conocemos pero que no solemos admitir o platicar: la masturbación. – Diablos, tras oír eso, y con la nueva maña que tal parece Potter había desarrollado por molestarlo con ese tipo de cosas, Draco supo que sería una clase muy larga.

-¿Oye Draco, te masturbas? Y no me vayas a decir que no, porque yo mismo he visto cómo te pajeabas en la clase de Snape cuando pensabas que nadie más te veía. -Esta vez, Blaise tuvo que fingir un ataque de tos para disimular su risa; y al ver cómo Theo trastabillaba con su pluma al escribir algo y volteaba a verlo discretamente preguntándose si había escuchado bien, Draco solo puedo limitarse a rechinar lo dientes con furia.

-La puta que te parió, Potter – no, definitivamente Draco no se dejaría vencer por los infantiles intentos de Potter para hacerlo perder los estribos. No le daría la satisfacción.

-Oye, yo no me meto con tu madre – respondió Harry, divertido al ver el color rojo en las orejas de Draco, y ahora con la atención de Neville, Blaise y Theo, se decidió a alzar un poco más el volumen de su voz, pero cuidando que el profesor no los fuera a escuchar. Nunca se había sentido más feliz de estar en las butacas de atrás. - ¿Por qué estás de tan mal humor? ¿No te masturbaste hoy?

Theo no sabía de qué rayos iba todo eso, solo pudo constatar, por la mirada divertida y la señal de Zabini de que no estaba pasando nada que requiriera de su intervención, que era solo otro de esos momentos en que su idiota amigo y el idiota de Potter se comportaban más idiotas de lo normal cuando se molestaban en clases.

Y todos sabían, que lo mejor en esos casos era no meterse si no querían ser arrastrados por las peleas absurdas de esos dos.

Bueno, al menos parecía que el mal momento antes de la clase ya había sido olvidado.

Así que hizo lo mismo que su buen amigo Zabini, solo agudizó el oído y se dispuso a divertirse con las reacciones de Draco.

-¿Tanto te preocupa? ¿Quieres jalarme la pija o que, Potty? – eso último ya no había sido del agrado de Harry, pero suponía que no podía estar demasiado rato sin que el otro comenzara a atacar.

Pero a sus tres espectadores no pareció importarles, pues solo se limitaron a sonreír burlones.

Bien, el fuego cruzado había empezado.

-¿Acaso tienes esa fantasía conmigo, Draco? – murmuró lo suficientemente alto el otro, fingiendo un tono escandalizado - ¿Fantaseas conmigo cuando te sientes solito en la ducha?

Esta vez había sonado un poco más alto de lo normal, haciendo que Pansy y Luna escucharan extrañadas solo las últimas palabras dichas por Potter.

-Yo no pienso en ti en la ducha, bastardo – Draco estaba a nada de brincarle encima al otro y de enterrarle sus horribles gafas en el trasero, sin embargo, la voz molesta de Felice detuvo todos sus intentos asesinos.

-Señor Malfoy, ¿acaso es de nuestro interés las cosas que usted haga en la ducha? – preguntó el francés, que, al igual que el resto de los compañeros, solo lograron escuchar la última frase dicha por Potter.

Y Draco maldecía de nuevo el hecho de que, al parecer, ese idiota siempre terminaba saliéndose con la suya.

-¡Pero si fue el idiota de Potter el que empezó! – intentó defenderse, sin embargo, sabía que ese día nada estaba a su favor.

-¡Quien haya empezado! ¡Los dos compórtense! – dictó, haciéndoles ver que no estaba bromeando.

Por favor, el venía de Dumstrang, ¿acaso esos enanos pensaban que tendrían más carácter que él? Pobres ilusos.

-Estúpido Potter – murmuró, enojado al ver como Felice dejaba de lado su cara “malvada” para otra vez poner esa expresión risueña y sabihonda que hacía que todas las chicas, y algunos chicos, del salón no dejaran de suspirar.

Si tan solo conocieran a ese cretino cómo él lo hacía.

-Bueno, volviendo al tema – siguió el medimago, sentándose encima de su escritorio y meneando la botella de agua entre sus manos – les digo, no es nada malo el erotismo, la masturbación ni el sexo, por más que la sociedad siempre ha querido satanizar todo lo relacionado a lo sexual.

-Lo que sí les debo de recalcar, es que para todo hay tiempo y forma; así como hay personas que desde los 14, 15 años, han empezado con su vida sexual, hay otros que prefieren esperar al matrimonio; ninguna es mala, cada quien tiene ideologías y ritmos distintos. Pero siempre hay que tener en cuenta algo: cada acto que hagamos, lleva consigo una responsabilidad. He escuchado por ahí que los baños, los salones vacíos, los vestidores, bueno, para no hacerles largo el cuento ¡Cualquier lugar lo han estado usando para practicar actos sexuales!

Y todos, absolutamente todos, voltearon la mirada mientras carraspeaban o intentaban enfocar los ojos en cualquier cosa que no fuera la mirada del profesor. Y eso solo le indicó a Felice, que sí todos les rehuían, es porque todos en cierta medida habían sido participes de lo dicho.

-Pero deténganse a pensar un momento ¿En las prisas, la adrenalina y la excitación, han tenido el tiempo para detenerse y verificar que se protegieron adecuadamente? ¿Qué siquiera están usando hechizos de protección adecuados? ¿O que, en el peor de los casos, siquiera los usan? – dijo lo último, dándole una ligera reprimenda con la mirada a Seamus, el cual estaba pensando seriamente en oblivatear a todos. - ¿Están demasiado seguros de que no contrajeron alguna infección? O peor aún, quiero que todos reflexionen por un momento, ¿qué harían si de pronto se enteraran, saliendo de aquí, que serán padres por el hecho de no haberse cuidado adecuadamente? ¿Podrían con eso? No piensen en sus padres, en sus situaciones económicas o sociales, piensen en lo que tienen ustedes ¿Ustedes cuentan con dinero propio, casa propia, tiempo, madurez, y experiencia para ser padres? ¿Se dan cuenta de lo mucho que puede cambiar la vida en solo un momento de desliz?

El salón se sumió en un profundo silencio.

La verdad, debido a que, en su momento, Umbridge prohibió la educación sexual a sus alumnos, todos ellos tenían conocimiento en esos temas ya sea porque lo leyeron e investigaron por su cuenta; o por simples consejos de amigos y alumnos mayores. Pero, ciertamente, ¿qué tan seguros estaban de hacer las cosas bien?

Y hubiera sido un momento de reflexión, de pura y brillante iluminación espiritual. Guiando y abriéndole caminos nuevos a unos jóvenes que fueron obligados a crecer demasiado rápido.

De no ser porque Harry encontró una oportunidad brillante para joderle la existencia a Draco.

-Tss, oye, Draco – se levantó un poco de su asiento para acercarse a su compañero de adelante, el cual solo se tensó ante el llamado del idiota de atrás - ¿Estás embarazado, es por eso que estás de tan mal humor? Aunque, a decir verdad, no me molestaría que estuvieras esperando un hijo mío.

Y joder, que ninguno de los anteriores espectadores que habían tenido antes, dígase el resto de los Slytherins junto con Luna y Neville, pudieron mantener la expresión seria y reflexiva que la anterior platica había provocado en ellos.

A su modo, cada uno intentaba aguantar la risa para no llamar la atención de su maestro, el cual empezó a anotar en el pizarrón la cantidad de dinero que más o menos se gastaba en un bebé durante el primer año.

-Pon tu varita en tu silla y clávatela en el culo, Potter – contestó como pudo, a punto de un colapso nervioso ante el ataque del otro hacia él y su muy ignorada situación de hombre – por si eres más ciego de lo que aparentas, o más idiota de lo que sabíamos, soy un hombre, jodido simio infeliz.

Harry estaba absolutamente satisfecho al ver cómo el otro apretaba el pergamino en su mano de manera compulsiva. Enserio ¿Cuánto más iba a aguantar Draco antes de saltarle encima con la intención de golpearlo? Realmente estaba sintiéndose curioso por tentar los niveles de autocontrol que el otro pudiera tener.

Joder, ahora entendía porque Draco se la pasaba molestando a los demás todo el tiempo, era demasiado divertido.

-Oye, no digas tantas groserías, te ves muy vulgar – siguió picando, atento ante cualquier hechizo zancadilla que el otro pudiera arrojarle – además, no me parece adecuado que el pequeño Harry o Harrieta que llevas en tu interior aprenda ese tipo de vocabulario ¿Qué dirá la gente de nosotros? – fingió lo último con un exagerado además de escándalo, mientras llevaba su palma abierta hacia su boca. – Además, yo recuerdo perfectamente que la otra noche me estabas gritando que te hiciera un hijo mientras te tenía doblado sobre el… ¡Arrg, joder! – no pudo terminar con su diatriba de estupideces, pues, aprovechando que el maestro seguía volteado y su enorme habilidad de jugador de quidditch; se giró rápidamente y le dio una certera patada en la espinilla al otro.

¡¿Pequeño Harry?! ¡Primero se atrevía a poner su hombría en juego y ahora se atrevía a sugerir que él le pondría ese nombre tan idiota?!

-Dirán que debe ser muy triste que un niño crezca solo, porque definitivamente terminaré en Azkaban después de asesinarte – Lo iba a matar, Draco juraba que, en cuanto salieran de ahí, asesinaría vil y despiadadamente al otro con sus propias manos.

-Esas son palabras muy duras, no deberíamos de dar ese ejemplo – dijo como pudo, mientras aún se sobaba el pie donde fue depositado el golpe. No importaba, había valido la pena.

Y un oscuro resquicio en el fondo de su mente, ahí de dónde provienen las ideas más malas, y, por ende, divertidas, le susurró.

¿Sería Draco así de violento en la cama?

De pronto, se vio demasiado tentado por la idea de Draco mordiéndolo, arañándolo y jalándole en cabello.

Cojones, no, tenía que dejar de pensar en esos escenarios si no quería terminar con una vergonzosa erección que lo delatara a media clase llena de Slytherins.

No, hasta él tenía un límite para la humillación.

-Mira, Potter, si no quieres que te lance un crucio directo a las pelotas, más te vale que te calles de una maldita vez – dijo de manera fría, haciendo que Harry sintiera un terror por la columna vertebral al mismo tiempo que llevaba sus manos en dirección de proteger su entre pierna, joder, que enserio, creía a Draco capaz de hacerle ese tipo de daño. De nuevo.

Pero, aún con todo el miedo que se le instaló en las pelotas, él era un Gryffindor, y no se daban por vencidos ni retrocedían por miedo hasta que hubieran visto su cometido finalizado.

Y ese era, hacer que Draco perdiera los estribos en la clase.

-Estás demasiado enajenado con mis bolas, pastelito – Harry casi lanza una arcada ante el estúpido mote - ¿Acaso tienes algún fetiche con ellas? Ehh dime, ¿tienes alguna fijación con la boca y esas cosas? Porque déjame decirte que, si tienes alguna obsesión por eso, yo me encargaré de hacerte sentir bien, que no se diga que Harry Potter no es alguien que se preocupa por sus pastelitos – Ojalá que sí, pensó Harry, dándose cuenta de que tenía una mina de oro a su alcance.

Y mierda, que él era un adolescente como cualquiera, y deseaba una mamada de Draco con una intensidad casi escalofriante.

Basta, la última risotada mal disimulada de sus estúpidos compañeros hizo que Draco estuviera a punto de encajarle la mano por la garganta, hasta alcanzar su pene y sacárselo por la boca; pero tuvo una mejor idea de último momento.

-¿Igual de bien que a Chang o la Weasley? – soltó malicioso, satisfecho al escuchar el carraspeo molesto de Potter detrás suyo. ¿Eso no le pareció divertido? Que se jodiera – Porque, de ser ese el caso, entonces yo también preferiría un Hupplepuff, o, en el mejor de los casos, empezaría a invitar a Dean Thomas a los vestuarios del equipo de Slytherin– el crujir de la pluma de Potter y el “Uhh, eso dolió” que soltó alguno de sus compañeros en voz baja mientras reían, fueron el suficiente incentivo que Draco necesitaba para sonreír presuntuoso.

Y Harry estuvo a punto de perder la pelea que él mismo había empezado para plantarle un certero puñetazo en la cara al otro, de no ser porque el imbécil de su profesor alzo de repente la voz, invocando un enorme baúl que logró captar la atención de todos.

¿Qué tanto había dicho el otro  mientras lo ignoraban por estar discutiendo?

-Bueno, muchachos, en post de que aprendan la responsabilidad de cuidar de otro ser, implementaremos una dinámica bastante conocida pero no por eso menos entretenida y educativa – Draco solo rogaba que no fuera algo estúpido, su límite diario para aguantar idiotas había llegado a su fin.

Pero él sabía, desde hace años, que a quien sea que estuviera controlándolo todo, le gustaba ver al rubio sufrir; Así que no le sorprendió tanto que, de ese horrendo baúl, empezaran a levitar hacia cada banca, unos sacos del tamaño de almohadas que parecían estar llenos de hierbas y semillas.

¿Ahora también les iba a dejar mierdas de herbología?

-Bueno, por sus caras, puedo notar que no están muy sorprendidos por mis obsequios – dijo divertido, notando como todos miraban de manera extrañada los paquetes en sus butacas, Dios, estaba intentando aguantar la risa por lo que vendría a continuación. Estaba seguro de que más de uno querría hechizarlo después de eso – pero aguarden un momento, se pondrá mejor. – Y antes de dejar que los otros dijeran algo, pronunció unas palabras en latín y señaló con su varita hacia los demás, haciendo que varias motas de luz salieran en dirección a los sacos y se impregnaran en estos; para que, para sorpresa de todos, empezaran a cambiar de forma y tomaran la apariencia de unos muñecos en forma de bebés.

Ohh no, Draco ya imaginaba de qué iba todo eso. Joder, no, definitivamente él no participaría en lo que sea que tuviera que ver con esos horrendos muñecos. Y por la cara que puso Blaise a su lado, supo que no era el único en sentir asco ante la idea.

-Bueno, por sus caras, imagino que ya más o menos conocen la dinámica de lo que estamos a punto de hacer – y, al contrario de todas las sonrisas dulces, amables, coquetas y soñadoramente maliciosas, esta vez les dirigió una sonrisa maligna que no los hizo dudar ni un segundo de que, si aquel sujeto hubiese ido a Howgarts, seguramente hubiera sido un miembro honorario de Slytherin – estos pequeños retoños, están hechizados para tener que recibir cuidado, amor y atenciones adecuadas de sus padres en todo momento – siguió, imaginando la divertida estampa de ver a Draco con una cangurera por los pasillos del castillo mientras soltaba insultos a diestra y siniestra… Moría de ganas de ver algo así. Joder, seguramente Narcissa se divertiría mucho cuando le contara esto el fin de semana, ya que planeaba visitar a la mujer en su día libre – Y si no lo hacen, lo sabré, y créanme que me encargaré de reprobarlos y no permitir que se gradúen hasta que lo logren – Sí, estaba seguro de que en cuanto él saliera, los chicos arrumbarían a sus lindos costales de hierbas hechizados dentro de sus mochilas, hasta que llegaran a sus habitaciones y los aventaran por ahí… Él habría hecho eso en su momento, pero demonios, que nadie le preguntó si él quería perder su tiempo en dar esa clase (aunque no negaba que le estaba resultado bastante divertida) así que ni modo, ellos sufrirían lo que a él le saliera de los cojones ordenarles.

-¿Esto es enserio? Por si no sabías, estamos demasiado ocupados con los entrenamientos y los EXTASIS – alegó Ron, el cual solo se la pasó nervioso y aterrado desde que la plática de los bebés empezó hace casi media hora, claro, él no había podido escuchar nada ni divertirse con los de atrás ya que estaba atado al frente con su novia, pero carajo, que por mucho que quisiera a Hermione, la mirada soñadora y responsable de ella ante el asunto de “multiplicarse” lo estaba asustando.

-Lo sé, por eso mismo creo que este es el mejor momento para esto, así sabrán en carne propia lo complicado de un hijo en la adolescencia; y pensarán mejor sus decisiones al momento de usar los baños y salones para algo más que sus fines estrictos. – sentenció, recordando de manera añorante todas las veces que él mismo usó los baños de Dumstrang como hotel de lujo.

Qué tiempos.

-Pero aquí ni siquiera somos un numero parejo de chicos y chicas, no tiene sentido esto – agregó Pansy, más por estar en contra del otro que por el hecho de que enserio le preocupara eso. Total, ella ya sabía que terminaría emparejándose con Draco para ese estúpido proyecto, cosas que requieran parejas de chico y chica siempre las hacían juntos.

Aunque le divirtió un poco la idea e imaginarlos discutir el nombre del estorbo ese, pues los Parkinson solían nombrar a sus hijos con nombres de flores y plantas; y Draco estaba firmemente adherido a la tradición de los Black de nombrarlos como constelaciones.

-¿Y eso porqué sería un problema? – respondió el otro, con una mirada de diversión en sus ojos - ¿Acaso no conoces las familias homoparentales? Yo nunca dije que se formarían parejas o algo así; el compañero con el que estén sentados será su pareja para esto, así que felicidades, cada uno de ustedes, junto a su compañero y su adorable bebé, serán una familia hasta el fin de curso.

Y tras esto, los reclamos inundaron el salón.

Sin embargo, Harry parecía en una especie de paraíso con esto, no por el bebé, claro, pensaba aventarle toda la pelota sobre cuidarlo a Neville; sino por el hecho de que había encontrado otro tema para molestar a Draco.

-No puedo creer que me hayas hecho esto, Draco – gimoteó falsamente, volviendo a captar la atención de su anterior público sin que su profesor se diera cuenta por estar ultimando detalles con varios alumnos que se habían parado de sus lugares para acercarse a él, enserio que nadie quería reprobar una materia en este punto. – Creí que lo nuestro era algo especial, y ahora resulta que tienes un hijo con otro – Si Draco pensaba que se había librado de las palabras estúpidas de Potter, se había equivocado totalmente. – Si hasta recuerdo que me entregaste tu virginidad y pureza, jurando que yo sería el único que podría tenerte estampado contra la pared mientras gemías que no importaba perder tu status de sangre pura con tal de tener al grandioso Harry Potter.

Eso fue la gota que derramó el vaso, la vergüenza, la pena ajena y la risa de sus compañeros ante las estúpidas bromas de Potter hicieron que dejara de importarle otra cosa que romperle la nariz al idiota aquel.

Así que, antes de que Blaise pudiera detener el actuar de su idiota y enojado mejor amigo, Draco saltó sobre la mesa y se aventó hacia un sorprendido Harry, el cual solo alcanzó a cerrar los ojos instintivamente ante el primer golpe recibido directo en su mejilla.

-¡Te voy a matar, cuatro ojos cerebro de estiercol! – siguió vociferando el otro, mientras se dedicaba a rodar por el salón con un Harry que, después del golpe inicial, le había empezado a sacar batalla, lanzado cuanto golpe e insulto se les ocurriera. Al parecer, necesitaban llegar a los golpes para desahogar toda la tensión que habían acumulado desde ayer.

-¡Habla por ti, cretino de mierda! – gruñó Harry, limpiándose la sangre que un golpe del otro logró sacarle del labio y lanzando otro puñetazo directo a su estómago - ¡Maldita rata pálida arrogante y pretensiosa!

Y antes de que más golpes e insultos fueran lanzados, para decepción de sus compañeros, que ya habían escogido bando e incluso creado apuestas sobre quién ganaría, Felice los tomó a cada uno del cuello de su uniforme y con una fuerza impresionante les había apretado los músculos esplanio y angular junto con los nervios de esa zona, provocándoles un grito de dolor y haciendo que dejaran de forcejear para soltarse.

Por Dios, era médico y graduado de Dumstrang, él sabía cómo inmovilizar gente con una sola mano.

-¡Ustedes dos, compórtense de una vez, que parecen críos de cinco años! – les gritó, mientras obligaba a cada uno a dirigirse a su asiento -¡Y como veo que no son capaces de actuar de manera civilizada uno con el otro, felicidades, acaban de ganarse el cambiar de pareja para el proyecto! – esto logró distraer a ambos de su guerra de miradas asesinas, temiendo lo que creían que el otro diría – Zabini y Longbotton, ustedes serán compañeros de trabajo a partir de ahora; Señor Potter, Señor Malfoy, como puedo ver que necesitan urgentemente una dosis de confraternización entre ustedes, felicidades, estarán trabajando juntos en mi clase en lo que resta del año ¡Y no quiero quejas! -Añadió, al ver venir una nueva retahíla de insultos y quejas.

-¡Esto no es justo, Potter empezó todo! ¡Es su culpa!

-¡Jódete, Malfoy, si fuiste tú el que me saltó encima como vil simio!

-¡Porque tú estabas diciendo puras estupideces!

-¡Cállense de una buena vez! – y Felice, harto de escuchar los gritos de esos dos mocosos, solo atinó a lanzarles el hechizo que seguramente más de algún profesor ha querido usar cuando esos dos se ponían a discutir -¡Silencius!

Y tras lanzar el hechizo con una sonrisa de suficiencia, de pronto los gritos cambiaron por una mirada de incredulidad y enojo dirigida hacia él.

Ni modo, ellos se lo habían buscado.

-Bueno chicos, esto es todo por hoy, recuerden lo que charlamos aquí, sean responsables y no teman en venir a mí por cualquier duda que tengan, yo estaré en la enfermería todos los días. – como si no hubiera terminado de hechizar a dos alumnos, empezó a hablar de manera calmada mientras se dirigía al escritorio mientras tomaba su maletín y empezaba a guardar sus cosas, también desapareciendo el baúl de hace rato – Así que nos vemos aquí la siguiente semana, no olviden que deben de cuidar bien a sus bebés, están hechizados para tener las mismas necesidades de uno de verdad, y la siguiente semana evaluaré sus progresos y pondré calificaciones semanales conforme avance el ciclo; una calificación menor al 70% y automáticamente los reprobaré, así que hagan bien su trabajo. ¡Adieu! – se despidió enérgico y feliz, dirigiéndose velozmente a la puerta y saliendo despreocupadamente ante la mirada atónita de todos.

Sin embargo, antes de que alguien más tuviera oportunidad de decir nada, un fuerte “¡Qué demonios!” de Felice se escuchó provenir desde fuera, así que, todos curiosos por saber qué había logrado que su profesor gritara, salieron corriendo del salón, ante la mirada maliciosa y burlesca de Nott y Zabini, los cuales se miraron triunfantes antes de recoger las mochilas que Draco, Pansy Y Greg dejaron en el salón con tal de salir deprisa a ver qué sucedía.

Y afuera todos lograron quedarse con la boca abierta, pues doblando el pasillo, el cual daba directo a los jardines, encima de un gran poste donde se alzaba la bandera de la escuela con los cuatro escudos, estaban amarrados, totalmente desnudos y con ronchas y pústulas saliendo de todo su cuerpo, dos chicos de Hupplepuff un año menores que ellos, a los cuales, cada que alguien intentaba acercarse, un hechizo repelente lo alejaba, mientras hacia que le salieran plumas por toda la cara si reincidía en ayudar a los dos chicos.

Y, por la mirada emocionada y alegre de Pansy, y las sonrisas de suficiencia de sus amigos, Draco pudo deducir fácilmente que esos eran los dos imbéciles que habían atacado a su amiga y que habían intentado hechizarlo varias veces desde las sombras.

Mira, que en ese momento recordaba lo mucho que apreciaba a sus amigos y lo orgulloso que lo hacían sentir.

-¡Que alguien los baje de ahí! – gritó Granger, mientras se acercaba enojada al límite donde empezaba la barrera repelente -¡¿Quién demonios hizo esto?!

Draco no pudo evitar pensar en lo molesta que era la voz de Granger, si supiera que esos idiotas disfrutaban lanzando maldiciones peligrosas por la espalda, no se pondría así.

-Oye, ¿cómo rayos lograron hacer esto mientras estábamos en clase? – preguntó en voz baja Draco, acercándose más a sus dos amigos.

-Un pequeño soborno a Filtch, recuerda, a todos les gustan los galeones extra – contestó Theo, mientras se alzaba de hombros de manera falsamente modesta – Blaise se encargó de los hechizos de confusión cronometrados en la mañana, para que justo a esta hora cuando todos se empiezan a dirigir al comedor a cenar, se vieran este espectáculo en toda gloria – claro, esos jardines daban directo al comedor principal, absolutamente todos solían pasar por ahí en algún momento del día – hace un momento, estos idiotas, sin poder controlar sus movimientos, se desnudaron frente al árbol y con un hechizo dejado por mí hoy temprano, unas sogas mágicas los jalaron y los dejaron justo como ahora, y lo de las rochas y pústulas solo fue algo que se me ocurrió sobre la marcha, antes de dirigirme hacia esta ultima clase, por eso llegué tarde. Además, estaba arreglando unos ultimátums con Filtch, él se encargó de crear la barrera para que ni siquiera los profesores pudieran deshacerla de manera rápida.

Draco se alegraba enormemente de tenerlos de amigos y no de enemigos. Esos dos era brutales cuando los hacían enojar. Definitivamente, las bromas y venganzas del “estúpido y sobrevalorado trío dorado” quedaban como niñerías a comparación de la capacidad de la casa verde.

Y mientras veía a McGonagall, Pomfrey y Felice alegando frente a la barrera, intentado deshacerla y ayudar a los muchachos, Draco soltó una sonrisa de orgullo.

Nadie se metía con Slytherin y salía sin heridas.

 

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Esto olía mal, joder, que esa broma era demasiado cruel, sin duda alguna había una especie de represalia o venganza detrás de ella, además, desde la guerra este tipo de actos habían disminuido considerablemente, pues la escuela se encontraba en una especie d etapa y trance de “paz y aceptación entre casas” así que eso lo volvía aún más extraño.

Sin embargo, algo le decía que Draco y sus amigos tenían algo que ver en esto; lo intuía por la muy bien disimulada mirada de diversión y regocijo en los ojos de Malfoy, puede que nadie más se diera cuenta, pero él que llevaba, literalmente, años cuidándose de esa mirada que nunca auguraba nada bueno para él ni los demás Griffyndor, podía darse cuenta de que algo tenían que ver en eso.

Sin embargo, no podía simplemente acusarlo y echarle bronca por eso como en antaño, no sin estar cien por ciento seguro de eso, porque, sin pruebas y sin estar absolutamente seguro de la participación y la razón de esto, solamente estaría perjudicando gravemente el comportamiento condicionado que el ministerio y la directora le habían impuesto a Draco y sus amigos, pues sabía que solamente buscaban una razón para perjudicar al otro y meterlo a Azkaban, y entre las normas estipuladas en este, el hechizar perjudicialmente a otros magos sin motivos de vida o muerte era una de las más importantes.

Así que eso lo hacía dudar, Draco era inteligente, no se arriesgaría a meterse en problemas.

Pero no estaba muy seguro del resto de sus amigos.

Así que, pensándolo mejor, lo confrontaría en privado, para exigirle explicaciones y ponerlo en su lugar de una buena vez.

Y joder, que justo antes de dirigirse a Draco para exigirle de manera discreta que quitara el maldito hechizo de una vez o le rompería la cara y lo expondría frente a todos, la mano de Luna lo detuvo.

La chica, que se había puesto a su lado, se dio cuenta de inmediato de la mirada de reproche mal disimulada dirigida a Draco y el rumbo que estaban tomando los pensamientos de Harry.

Y puede que tuviera algo de razón, pero, vamos, que hasta ella aceptaba que quizás los otros chicos se lo habían ganado.

-Harry, no creo que debas de reclamarle nada, estoy segura de que él no tiene nada que ver – dijo en voz baja, aprovechando las burlas del resto de alumnos a su alrededor – además, él, ellos -refiriéndose también a los amigos del rubio – saben su posición ante las autoridades, no creo que sea conveniente que hagas juicios prematuros.

-Pero Luna, vamos, que tú y yo sabemos que esto tiene todo el sello de ellos – no quería aceptar eso, pero vamos, ¿quién más lo haría? – No por ser tus amigos debes de intentar protegerlos.

-¿Y si no los protegen sus amigos, quienes lo van a hacer? Snape ya no vive, y él era el único que se preocupaba por cómo se sentían los de Slytherin y lo que les pasaba – Harry no pudo evitar pasar saliva ante la mención del antiguo director, eran memorias demasiado dolorosas aún – Además, no sabes la razón por la cual ellos están colgados ahí arriba, vamos, que una cosa es una simple broma entre casas, y otra muy diferente es algo que claramente dice “venganza y advertencia”

No supo qué fue lo que extrañó más, si la manera en que Luna le decía eso, perdiendo su característico tono risueño y distraído que la acompañaba siempre, o la mirada de seriedad y mortificación que tenía.

¿Por qué Luna le estaba dando la sensación de estar de que quizás los chicos colgados se merecían eso?

¿Había algo que ella sabía y él no?

-En ese caso, ¿por qué se merecían esa venganza? ¿Y hacia quién va la advertencia? – preguntó, bajando cada vez más la voz, algo le decía que no debía permitir que alguien más los escuchara.

Luna estuvo a punto de dejar el tema zanjado, ella no creía en ese tipo de acciones y actos de odio; sin embargo, algo en su interior, que usualmente siempre se mantenía oculto, sentía cierta sensación de ¿Justicia, regocijo? Al ver que les mostraron a esos chicos, que atacar a Draco y sus amigos no era la mejor idea; pero, sobre todo, al ver la mirada aterrada que le dirigieron a Pansy cuando la vieron sonreír a unos metros, fielmente escoltada por sus amigos.

Le regocijaba el saber que no estaban solos, que aún podían defenderse, que no se dejarían rebajar por nadie.

Le gustaba ver a Pansy altanera, orgullosa, confiada e imponente; no nerviosa y en un estado permanente de guardia ante cualquier cosa. Y si era necesario, ella misma se encargaría de apoyar a los de Slytherin.

Pues para ella, no era una rencilla entre las tres casas contra Slytherin; era una rencilla de chicos enojados y equivocados contra chicos inocentes que fueron víctimas de sus circunstancias en la guerra.

Hicieron lo necesario para sobrevivir y velar por sus familias. Nadie puede culparlos de eso.

Su mismo padre acusó a Harry y sus amigos con los carroñeros para así poder recuperarla de su secuestro; ella sabía que se tomaron decisiones difíciles y crueles en la guerra. Y estaba segura que las pesadillas que sin duda los asaltaban a todos por las noches eran suficiente cobro.

Así que, sabiendo que quizás Harry comprendería mejor que nadie su postura ante esto; decidió contarle discretamente lo ocurrido en la lechucería, y todas las demás veces que se percató de que varios insultos y ataques eran dirigidos a ellos; sobre todo a Draco.

Y Harry, por primera vez desde la guerra, sintió un odio ferviente crecer en su interior. Rayos, sentía unas inmensas ganas de freír a base de crucios a todos los imbéciles que se atrevían a hacerle eso a Draco.

¿Culparlo de su desafortunado lugar en la guerra? ¿Seguirle diciendo mortífago cuando sabían que no había un profesor cerca para darse cuenta? ¿Culparlos de las cosas que Voldemort los obligó a hacer?

Sentía un tremendo asco al saber que todas esas personas lo veían a él como “su héroe”

Y carajo, que él mismo se echaría la culpa de eso si acaso llegaban a descubrir a los autores de tal espectáculo.

E iba a ir a hablar con Draco, hacerle saber que, aunque no apoyaba del todo sus acciones y las de sus amigos; tenía su apoyo y mano para ayudarlo a sobrellevar eso, que él no permitiría que siguieran haciéndole daño.

Sin embargo, esto se vio imposibilitado debido al alarido enojado de McGonagall, ordenándole a todos dirigirse a sus dormitorios y dando indicaciones de no salir hasta la hora de la cena y que todos se dirigirían al gran comedor por un camino alterno; así que, sin poder evitarlo, fue jalado por Ron y Hermione, que no notaron el tenso ambiente que se había instalado entre él y Luna, y lo dirigieron al salón donde se encontraban para recoger sus cosas y marcharse de ahí, perdiendo de vista a Draco y sus amigos, los cuales, al parecer, ya llevaban consigo sus cosas.

-Oye Harry, creo que te acaban de aventar todo el trabajo a ti – escuchó de repente la voz burlona de Ron junto con el ligero golpe en su hombro, y él, sin entender realmente a qué se refería el otro, solo atinó a dirigir su vista hacia donde su amigo le señalaba con la mano.

Y de repente, las ganas de patear al rubio volvieron.

Pues ahí, en la mesa donde se encontraba sentado junto con Neville, se encontraban dos bebés arrumbados descuidadamente; ¡Los imbéciles de Draco y Zabini se habían marchado campantemente dejándoselos a ellos!

¡¿Acaso ese idiota pensaba que él se encargaría de esa tortura él solo?!

¡Jamás!

Así que, resuelto a resolver eso, y siendo abandonado por el cobarde de Neville, que prefirió simplemente encogerse de hombros antes que encarar al italiano, y por sus amigos, que quería marcharse de una buena vez a su sala común y no seguir presenciando las peleas tontas de Harry y Draco; tomó camino hacia la dirección de las mazmorras, ignorando deliberadamente las ordenes de McGonagall. Total, no es la primera vez que lo hacía.

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-¡Hey, detente ahí, Draco! – Por un momento, el susodicho respingó alarmado y tocó instintivamente su varita, dispuesto a reaccionar ante cualquier hechizo. Después, cayó en cuenta de que usualmente siempre lo atacaban a escondidas y por la espalda, cobardes, y no a todo pulmón como fue el grito que escuchó; y lo peor, es que solo había una persona que se atrevía a ir hasta la entrada de la sala común de Slytherin a gritonearle como un vil lunático.

¿Acaso ese idiota iba a empezar a acosarlo como en sexto año? Porque eso fue acoso, por más que el otro lo negara.

Joder, que a veces hasta miedo le dio ir al baño temiendo que el idiota aquel fuera a saltarle en medio del retrete.

¡Já! Qué irónico era que terminaran peleando en un baño, al parecer, su teoría era cierta y no simple paranoia, ese bastardo lo acosaba hasta para cagar.

-¿Ahora qué demonios quieres, Potter? – sin embargo, estaba cansado, hambriento, con unas tremendas ganas de poder festejar abiertamente los acontecimientos del patio con sus amigos, ¿y por qué no? Tomar una relajante ducha con una buena paja incluida. Sí, definitivamente tenía excelentes planes para esa noche.

-¿Qué sucede, Draco? – dijo Theo, el cual se detuvo junto al resto de sus compañeros al ver cómo Potter había seguido hasta ahí a Draco.

¿Acaso estaba buscando pelea? Porque definitivamente no dejarían a Draco solo.

-Vayan adentro, yo me encargo de esto solo – por lo general, Draco no era de las personas estúpidamente valientes que dejaba de lado la protección de sus camaradas, era Slytherin, no Gryffindor; sin embargo, cayó en cuenta de que ahora no se trataba de una pelea o algo por el estilo, ya que notó, que sobresaliendo ridículamente de su mochila, se encontraba el estúpido bebé que Felice les había dado en clase, y que él y Blaise no se molestaron en regresar a recoger, que los estúpidos  leones se encargaran de esa ridiculez.

Si Harry pensaba que Draco accedería a pasearse por el castillo con esa cosa, se equivocaba.

-¿Seguro? – preguntó, acercándose más al rubio, para total fastidio de Harry.

-Sí, adelante, no me hagan repetir las cosas, mejor arreglen el cuarto para cenar ahí, no me apetece ir al gran comedor, mejor que los elfos nos traigan la comida – dictó, y acto seguido, vio como los otros decían en voz baja la clave y se adentraban a su casa, no sin antes dirigirle una mirada de advertencia a Potter a la que este solo respondió con un gruñido.

¿Acaso no sabían que Draco podía cuidarse solo?

-¿Y bien, Potty, en qué puedo servirte? – y para colmo, ese cretino se atrevía a llamarlo de esa ridícula forma mientras lo miraba con una notoria burla en su cara.

-Te has olvidado de algo en la clase – renegó, jalando su mochila y sacando al estúpido bebé tomándolo de una pierna.

Draco estaba bastante seguro de que esa no era la manera en que debería de sujetarlo.

-No lo olvidé, simplemente decidí que te dejaré todo el trabajo a ti; total, móntaselo a Longbottom, estoy seguro de que ese tipo prefiere estar a cargo de estos trabajos estúpidos que discutir peleas que sabe que no ganará – se encogió de hombros, mientras se acercaba al otro y golpeaba con el dedo índice al muñeco.

Y Harry quiso defender a su amigo, pero carajo, que eso era precisamente lo que hizo al ver que Blaise se había marchado.

Y es lo que Harry también le hubiera hecho a su sufrido amigo Neville. Pero vamos, que él tenía esa cualidad rara de disfrutar cuidar de cosas aún más raras.

-Definitivamente no tienes vergüenza – suspiró el moreno, viendo que Draco había bajado la guardia, decidió hacer lo mismo.

-Mira quien fue a hablar de eso – respondió, bufando al recordar la clase de sexualidad.

Y antes de que Harry pudiera decir o hacer algo, el potente puño de Draco se estrelló directo en su mejilla, haciéndolo caer detrás de una de las columnas de los pasadizos.

¿Qué demonios había sido eso?

Estuvo a punto de sacar su varita y lanzarle un buen hechizo al otro por atacarlo tan suciamente, haciéndole creer que estaban tranquilos, sin embargo, la mano que se interpuso frente a su cara detuvo todas sus intenciones.

Draco le estaba tendiendo la mano para ayudarlo a levantarse, mientras tenía una sonrisa de suficiencia en su rostro y lo miraba de manera enternecidamente exasperada.

Esa mirada que usualmente solo le dirigía últimamente a él.

Y Harry correspondió su sonrisa mientras entendía que al fin habían quedado a mano, bueno, admitía que Draco sí tenía el derecho de darle ese último golpe, así que solo lo vio como si entre ambos hubieran alzado la bandera blanca. Así solían ser ellos.

-¿Te digo una cosa? debemos de encontrar una manera más amorosa de resolver nuestros conflictos, creo que estamos entrando en el estereotipo de relación tóxica – declaró riéndose, mientras tomaba la mano del otro, sin embargo, en vez de apoyar sus pies par levantarse, decidió que era mejor jalar al otro consigo.

-Pero mira que eres bestia – respondió el rubio entre risas, mientras se sobaba la parte de la cabeza donde se golpeó al ser arrastrado al piso junto al otro – Ahora los dos estamos llenos de jodido polvo – seguía protestando, sacudiéndose la tierra de la túnica, pero sin hacer amago de levantarse, al contrario, se acomodó mejor para quedar sentado junto al otro, el cual se había terminado recargando contra la pared, donde la oscuridad, las sombras y los pilares los ocultaban perfectamente de la vista de todos.

Y no lo admitirían, pero se sentían realmente cómodos así, escondidos de la vista de todos, donde nadie les dirigía miradas significativas ni los veían como héroes, traidores, lideres de sus respectivas casas o por sus participaciones en la guerra. Estaban cómodos siendo simplemente don jóvenes riendo mientras se empujaban y compartían ese pequeño momento de silencio e intimidad.

-Prefiero estar aquí, llenándome de polvo, que afuera, si te soy sincero – dijo el moreno, mientras levantaba su mano hacia la rubia cabeza de su compañero y le quitaba una pequeña telaraña que se quedó ahí atorada durante el anterior jaleo.

-¿Afuera, lleno de admiradores que no dudarían en quitarse la ropa ante el todo poderoso Harry semental Potter? – dijo, fingiendo una voz extremadamente chillona que se asemejaba mucho a la de las estudiantes cuando veían pasar al Gryffindor, mientras hacía ademanes de echarse aire en la cara con las manos - ¿Dónde todos besan el suelo donde pisas y si estornudas o eructas, se vuelve noticia de primera plana del profeta encontrando alguna razón por la cual eso te hace aún más heroico? Merlín, sí, definitivamente tu vida rodeado de simples mortales debe de ser un total infierno.

El otro no pudo hacer otra cosa más que reírse las ridículas muecas y chillidos que Draco hacía imitando a sus “admiradores”

-A ti te parece gracioso porque no te siguen hasta los jodidos baños pidiéndote estúpidos autógrafos o besos – bufó, mientras se pasaba una mano por el cabello y ponía expresión cansada - ¡Que ni siquiera puedo cagar a gusto sin tener algún acosador pegado al otro lado de la puerta!

Dijo lo ultimo medio en broma, medio enserio; estaba seguro de que más de una vez había vislumbrado personas encondiéndose mientras él entraba a los baños.

Eso simplemente ya era pasarse.

-Bien merecido te lo tienes, para que veas un poco de lo que yo sufría cuando me acosabas tan enfermamente en sexto – dijo solemne, mientras se cruzaba de brazos y le lanzaba una mirada significativa al otro – parecías todo un depravado sexual siguiéndome a todas partes.

Harry no pudo evitar sonrojarse ante esto, vamos, que él sabía que Draco ocultaba algo en ese entonces, pero quizás sí se pasó un poco.

-No es lo mismo, yo tenía razón en ese entonces – no, no iba a darle el gusto al otro de verlo perder – además, no es lo mismo, lo mío es realmente molesto y sin límites.

-Ohh sí, definitivamente que todo el mundo te siga alabándote y derritiéndose ante ti debe de ser una verdadera tortura – decía rodando los ojos, mientras le daba un golpe en el hombro al otro - ¿Acaso quieres cambiar de lugar conmigo? Porque te aseguro que lo mío es un campo de rosas comparado al infierno en vida que sufres.

Bien puede que Harry se hubiera sentido un poco culpable al escuchar al otro. Él, quejándose de ser admirado y visto como el héroe que no sentía ser; mientras otros estaban sufriendo lo mismo, pero justo del otro extremo de la moneda, si él, con ese hostigamiento “positivo” se sentía agotado, no quería ni imaginar cómo estaría Draco con todas las miradas de reproche y reclamos en los que lo seguían acusando de mortífago y haciéndolo culpable de las muertes en el castillo.

Así que, sintiendo repentinamente una pesadez en el ambiente, solo atinó a hacer lo primero que se le ocurrió, alzó su mano derecha y rodeó al otro con su brazo, atrayéndolo más hacia él en un gesto reconfortante.

Ninguno dijo nada, solamente se dedicaron a guardar reposo y a disfrutar del acuerdo silencioso de disfrutar de la cercanía del otro y así poder consolarse un poco.

Y cuando Draco recargó su cabeza en el hombro de Harry, este decidió volver a hablar.

-Sabes, si quieres yo puedo quedarme con mini Harry hoy en la noche y mañana durante el día, y así irnos turnando cuando ya no podamos hacer que Neville se encargué de todos los jodidos bebés – dijo despacio, ligeramente divertido al imaginarse a su amigo cuidando a su bobo bebé y al de ellos.

-¿Sigues con lo de mini Harry? – rio levemente, impresionado por las boberías del otro, pero sintiéndose tan a gusto, que decidió seguirle la broma por esta vez – Estás muy mal, Potter, definitivamente nuestro hijo tendrá un nombre decente; Narcciso Severus Malfoy, eso suena mucho mejor.

-¡Oye! ¿Y dónde quedo yo? ¿Acaso mi opinión y apellido no cuentan? Mira que yo también soy famoso y rico – decía, mientras fingía un tono de dolor.

-Suena a campesino, y definitivamente nuestro bebé será todo un rey – joder, que ni él mismo era capaz de seguir fingiendo seriedad ante todas las tonterías que decían.

Así que, sin poder aguantarlo más, ambos se soltaron a reír a carcajada limpia.

Sin embargo, aún seguían abrazados, y en medio de todos los espasmos, llegó un momento en que quedaron tan cerca y sus caras tan juntas que la risa se detuvo abruptamente.

Dando lugar a una atmosfera totalmente distinta.

Y sin saber bien qué fue lo que los envalentonó a acercarse más al otro, terminaron eliminando la distancia entre sus bocas y juntando sus labios en un beso, lento y tentativo al principio, pero que con el transcurrir de los segundos, fue aumentando de intensidad y poder.

Y fue hasta que el cuerpo les reclamó por aire, que cayeron en cuenta de lo que había pasado, y de manera presurosa, sin saber bien qué decir o cómo reaccionar, se levantaron del rincón donde se habían escondido y tomaron sus cosas como si nada hubiera pasado, mientras Harry volvía a meter al bebé en la mochila y Draco acomodaba las arrugas que se habían puesto en su túnica.

-Yo, ehh, bueno… -Harry murmuraba cosas ininteligibles, mientras veía como el otro solo desviaba la mirada hacia la entrada de su sala común – entonces te veo mañana para ponernos de acuerdo con el proyecto – y sin saber qué más decir, se dio media vuelta, dispuesto a marcharse -no huir, él no huía, solo se iba rápido- de ahí antes de que su cabeza explotara.

Pero la voz de Draco consiguió parar sus intenciones en seco.

-¡Espera Potter! – escuchó decir al otro, mientras lo veía revolver cosas en su mochila y sacar un par de pergaminos que estaban amarrados por una cinta, cada uno con una pluma en su costado – mira, como no quiero tener que soportar tus gritos de desquiciada por el castillo, toma – le estiró la mano, mientras le tendía uno de los pergaminos a él, todo sin querer sostenerle adecuadamente la mirada – son pergaminos encantados, sirven para enviar mensajes al otro, en cuanto escribas algo, automáticamente aparecerá en mi pergamino y viceversa, así no evitaremos la fatiga de tener que estar buscándonos y cosas así, será más práctico y fácil – continúo, mientras Harry tomaba el suyo y lo guardaba cuidadosamente en su bolsillo.

-¿De dónde sacaste esto? – claro, por más que aún se sintieran incómodos por el beso, y todo lo demás, debía admitir que los pergaminos de Malfoy eran algo muy práctico y útil.

-De una contrabandista en Wiltshire, así que más te vale no decirle a nadie, Potter, suelen ser muy útiles en muchos casos, pero estos son de los pocos que quedan, así que cuídalo bien, que lo quiero de regreso al final. – sentenció, dando por finalizada la conversación y girándose dignamente hacia la entrada de Slytherin.

Y Harry, el solo pudo dedicarse a observar cómo el otro se perdía al final del corredor, y con una breve sonrisa, palmeó el bolsillo donde su pergamino se encontraba guardado.

Sí, definitivamente no le molestaba compartir un secreto con Draco, además, quizás así podría conseguir la oportunidad de conocer más al otro, porque definitivamente las palabras eran más fáciles de decir cuando no tenía esos penetrantes ojos grises taladrándote el alma.

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Notas finales:

Deux, pensé que no acabaría jamás jajaja, perdí el borrador que tenía del capítulo y tuve que volver a escribirlo todo y no recordaba varias cosas ajajaja

No saben cómo me reían durante la escena de las clases, recuerdo que literalmente, durante la clase de calcular lo que cuesta un bebé al año, me salía lo mismo que comprarme un carro y viajar a Londres jajaja

Además, aún falta abordar temas como la identidad sexual, preferencias sexuales, parafilias, relaciones tóxicas, autoerotismo, anatomía y fisiología de los aparatos reproductores, inteligencia emocional y los primeros días de convivencia con los babys, recuerden, Felice les advirtió que estaban hechizados par ser como uno real muajajaja (pobre Neville XD)

Lavida134, me encantó que te esté gustando la historia, y tienes razón, los Slytherins también eran niños asustados, y sin duda todos entregaríamos a Harry con tal de protegernos y a nuestras familias. No sé, tengo un severo problema de empatía por las serpientes jaja.

Ideas, comentarios, etc. Son bienvenidos, la verdad estoy disfrutando a lo bestia con esta locura jaja.

Besos.


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