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STREEPER por juda

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Martina llegó al departamento a las 8 de la tarde. No la esperaba. Cuando abrió la puerta y la encontró, se quedó mirándola.

-¿Pasa algo? -le preguntó la novia cuando veía que no le daba el paso para ingresar, y él se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se hizo a un lado.

-No recordaba que ibas a venir!!!

Ella estaba dirigiéndose al cuarto y paró en seco, se dio media vuelta y lo miró.

-Tenía que anunciarme???

-No, no!!! Pero tengo que salir en un par de horas.

Lo observó.

-Alex, todo bien? -cinco años de novios no eran pavada, ella lo conocía. Estaba demacrado y no era por culpa de la falta de sueño ni por los nervios por la boda, había algo más que le estaba ocultando.

-Si, amor. Pero un amigo de la empresa tuvo un accidente y pensábamos ir a verlo.

-Voy con vos.

-No Martina, iré con mis compañeros. Gracias.

Ella dejó caer las bolsas que tenía en la mano y se acercó a él, lo abrazó y sin besarlo, pero poniendo los labios sobre los de él, habló sin alejarse:

-Alex, quiero que sepas que te amo, que eres mi vida, que soy la mujer más feliz del mundo porque pronto estaremos casados, que sin ti no se que haría, que mi vida no tendría sentido. Quiero que sepas que soy tuya... y que tu eres mío! -y lo último, sonó a sentencia.

El pelinegro la miró, ella había sido su guía, su amiga, su amante y una parte importante de su vida... seguía siéndolo, aun la amaba. Se sintió culpable, internamente se prometió que apenas supiera que Bastian estaba bien, volvería a ser cien por ciento de ella, pero ahora era imposible. Ni siquiera él era de él.

-Amor, sé que soy tuyo y que tu eres mía -le contestó y se cobijó bajo su abrazo, dejó que ella lo besara y le pasara la mano por el cabello.

-No te veo bien, espero que lo de tu compañero no sea grave. Quería que vieras las cortinas que compré para nuestro nuevo departamento, pero eso ahora te debe sonar a una boludez.

-Mi compañero se recuperará, pero queremos ir a verlo, de todas maneras todo lo que compres estará bien, Martina, no hace falta que me lo muestres.

-Otra cosa antes de irme... Amor, yo sé que lo que voy a decir no quieres escucharlo, pero si vendes este departamento, podremos hacerle las refacciones que queríamos al que será nuestro hogar.

-Martina, lo pensaré. He vivido los últimos 10 años aquí. Mi viejo vivió aquí antes de morir. No me pidas tanto. Ya veré que hacer.

Ella sonrió y le besó la frente mientras levantaba las bolsas.

-Me voy, seré muy egoísta si albergo la esperanza que mañana ya podamos estar juntos como antes? 

-Si, amor. -suspiró

-Ok, arregla lo que tengas que arreglar. No sé si es un compañero herido o lo que sea. A veces tengo cara de ingenua... pero no lo soy. Quiero a mi Alex de vuelta. -dijo, y salió.

Se quedó mirando la puerta cerrada mientras le temblaban las manos. ¿Qué sospechaba? ¿Podría con lo que ella pedía? ¿Podría traer al Alex de una semana atrás?

***

Entró con Carlos al Rapsodia y se fue a sentar en una mesa.

A los 5 minutos Carlos regresó con dos cervezas, el papel con el turno para el bailarín y el aparatito, se quedó una bebida y todo lo demás se lo entregó a Alex.

El muchacho lo recibió confundido y lo miró.

-Es para vos -le aclaró -V está trabajando, ahí tienes el turno.

-¿¡Está bailando?!

-Si, Javier no está en la barra. Supongo que el niño era el herido y no dejan a V faltar. Tengo entendido que el dueño del club es muy estricto sobre eso. Seguramente lo obligaron a regresar.

Estaba por responder cuando el aparato le vibró en las manos y casi lo tira del susto. Se paró mareado, derramó la cerveza cuando chocó con la mesa pero no hizo por levantarla. Se dirigió hacia el vip tropezando con la gente.

Pasó a través de las cortinas, saludó al tipo gigante de seguridad, le dio el papel y se dirigió hacia el habitáculo número 3.

Entró, se sentó y esperó.

A los segundos apareció él, sonriente, iluminado, tenía mucho maquillaje encima, vestía poca ropa clara que resplandecía bajo la luz negra y que le daba a su cuerpo el estatus de un dios griego, todo él era belleza, y cargaba también, con la tristeza más honda y oscura en los ojos.

-Estimado cliente, Alex. Me alegra tenerlo de regreso. -le dijo mientras se ponía de espaldas, tocaba el botón y la música comenzaba.

Giró moviendo las caderas y se lo encontró muy cerca, llorando.

Retrocedió.

-Alex!

-Me dijeron que habían disparado a alguien y pensé que eras vos. Te anduve buscando en los hospitales durante toda la mañana.

-El disparo fue para mi, pero lo recibió mi compañero. Gajes del oficio. -respondió con una sonrisa, tragando fuerte.

-Gajes???

-Hace unos años me apuñalaron. Y 4 años atrás mataron a uno de mis compañeros a la salida del bar. Eso pasa, mi estimado cliente. A veces creen que porque pagan para vernos bailar, también pagan para ser dueños de nuestras vidas. Suele pasar, estimado cliente, a veces la gente se confunde -le explicó mientras temblaba, mientras se apoyaba en la pared espejada y comenzaba a descender, llevándose las manos a la cara, dejando que el llanto le corriera el maquillaje. -esta vez le tocó el turno a mi pequeño Javier.

-por favor, por favor, perdóname por sentirme feliz, yo sé que es tu pareja, pero no sabes lo feliz que soy de verte bien.

-No estoy bien, estimado cliente -casi grita, mirándolo mientras se aferraba a sus brazos -no estoy bien, Alex, estoy hecho mierda, estoy destrozado. Que me veas moviendo el culo por unas monedas no significa nada... NADA! Javier todavía está en terapia, en coma y yo tengo que estar aquí, jugando a ser una cosa, una puta barata, cuando en realidad quiero estar en esa cama, con el pulmón destrozado, porque Javier es un niño y no se lo merece, porque esa bala era para mi!!!

La puerta se abrió y apareció uno de seguridad. Bastian lloraba tapándose el rostro.

-Estimado cliente, si quiere cambiar de bailarín, será trasladado ahora.

-No, por favor, no digas nada -le rogó mientras se levantaba y se acercaba presuroso sacando la billetera. -No le digas a nadie que Bastian está así, por favor -le dijo mientras le extendía unos billetes.

El hombre los miró de reojo, tomó el dinero y se fue.

Regresó a su lugar junto a Bastian e intentó levantarlo, pero estaba histérico, lloraba tomándose del cabello, tironeándolo.

Nuevamente se abrió la puerta pero ingresó un rubio apurado, vestía como Bastian.

Lo saludó con la mirada y se tiró encima de su rubio alto.

-Bastian, por dios, necesitas salir de aquí, vamos -le dijo mientras lo abrazaba y lo alejaba de Alex.

-Raul, me quiero morir -le confió y se dejó abrazar por ese rubio, se dejó cargar y Alex tuvo celos, y Alex quiso quitárselo, y Alex quiso tener peso en la vida de su bailarín porque ahora se sentía menos que nada, hasta que al llegar a la puerta, Bastian volteó, lo miró, se soltó de Raul, se acercó a él, le tomó el rostro con ambas manos y lo besó.

-Gracias por venir. Gracias por pensar en mi. Gracias por llorar por mi. Soy tan poca cosa, que me asombra que un hombre como tu se preocupe por mi. Gracias Alex -dijo, antes de besarlo nuevamente.

Raul se acercó y lo tomó por el brazo.

-Vamos V, estimado cliente, podemos devolverle el dinero, pero por favor no comente nada de esto, si quiere puede esperar por mi, en cuanto me asegure que V está bien, vendré a darle su baile.

-Él no dirá nada, él es Alex -le dijo, y Raul se dio media vuelta y lo miró con desconfianza. Era evidente que le había hablado de él a ese otro bailarín. 

Mientras Raul intentaba alejarlo, él lo sostenía por la cintura.

-No necesito otro baile, yo solo quería saber que Bastian estaba bien -respondió el muchacho mirando a su rubio a los ojos -Como puedo hacer para comunicarme contigo? me puedes dar algún número?

-Si-

-V!!! -protestó Raul y Alex intentó reprimir el deseo de sacarlo de ese habitáculo para evitar que convenciera a su bailarín que no le pasara el número. -V!! es un cliente, por favor, V. Te puedes meter en líos.

Bastian no le respondió, siguió mirando a Alex.

-Anota mi número.

El muchacho sacó su celular con torpeza y lo agregó como un nuevo contacto.

-Perdón, no podré bailar para ti hoy, no estoy bien. Espero no defraudarte y que regreses -gimió mientras Raul lo tironeaba para salir.

Alex logró asir su rostro con ambas manos, lo acarició y lo besó levemente, antes que el rubio más pequeño se lo llevara a las rastras.

Cuando la puerta se cerró, se quedó con la soledad de las luces rojas y negras, con el sabor de su boca y el olor de su perfume. No le importaba esa oquedad oscura que le había hecho nudo en el estómago. No era Bastian el que estaba agonizando y le valía madre lo que le pasara a Javier.

Cuando salió se encontró con el hombre de seguridad y se sorprendió cuando extendió la mano con los billetes.

-Disculpe que haya recibido el dinero, me tomó por sorpresa, no lo necesito. Estoy para cuidar de estos niños.

Alex casi se sienta y llora: la tensión, la emoción, la voz de Bastian, sus besos, el saberlo bien, todo le estaba pasando factura y de pronto el cuerpo entero le temblaba.

-Gracias, quédate con el dinero. El otro bailarín se lo llevó. -le informó

-Tranquilo. Son como hermanos. Raul se preocupa mucho por V. Él lo cuidará.

Alex asintió sin poder articular más palabras.

Cuando salió, Carlos lo esperaba, lo vio llegar, lo ayudó a salir y regresar al auto.

No preguntó... y agradeció tenerlo como amigo.

Alex por fin liberó toda la angustia que había acumulado desde la mañana y se permitió llorar: por Bastian, por él, por Martina y la promesa que había hecho y que por el momento no podría cumplir. Aun no podía sacar al rubio de sus sistema y no se iba a esmerar en ello.

Por un segundo sintió que ya no le pertenecía a Martina... le valió madre también.

Carlos ni siquiera giró a mirarlo... y agradeció tenerlo como amigo.


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