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STREEPER por juda

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Viernes. Un día antes de la boda de Alex con Martina.

El celular de V sonó con notificación del empleado de la barra.

-Cliente.

-Estoy listo, que en 5 minutos esté en la habitación.

-Ok.

Trabajar sin los celos histéricos de Javier era mucho más fácil. El pequeño aun tenía unas cuantas semanas más de licencia por su "accidente".

Se apresuró a la habitación, repuso preservativos y lubricante.

Entró al baño que estaba dentro del cuarto y esperó a escuchar el ruido de la puerta.

Cuando sintió al cliente entrar, se acomodó el cabello, la lencería masculina color vino y salió.

-Estimado cliente! Nuevamente me visita! Muchas gracias por estar aquí. Digame como desea la interacción, estoy a sus órdenes.

El muchacho estaba mucho más nervioso de lo habitual, tenía esa risa contagiosa que le cortaba la concentración y terminaba haciendo que el riera también.

-La última vez prefirió mirarme -le dijo acercándose -quiere lo mismo?

-No! quiero probar más, pero no sé como empezar!

-Tranquilo, yo lo guiaré -le susurró V en el oído y el cliente sintió que se le aflojaban las piernas.

-Ya pagué tu paquete completo para mañana.

-Shhhhh -susurró en su cuello, mientras le daba pequeñas mordidas -de la barra me pasarán lo que convino con ellos, ahora concéntrate en mi. Podrá hacerlo? -le preguntó y le pasó la lengua por todo el cuello. El cliente sufrió una corriente eléctrica por toda la columna vertebral que lo dejó sin fuerzas.

La música sonaba en el ambiente. V hizo que el muchacho de cabello oscuro se sentara en la cama y comenzó a desprenderle la camisa mientras le mordisqueaba levemente el cuello.

-Quiero hacer algo -susurró el hombre y V lo observó.

-Dime estimado cliente.

-Quiero saber que se siente hacerle un oral a un hombre -gimió con los ojos vidriosos por los nervios y V se paró frente a él, con las piernas levemente abiertas, se bajó el bóxer lo suficiente como para sacar la pija erecta, se puso un preservativo diseñado para tal fin y tomándolo de la cabeza con delicadeza, lo acercó.

El muchacho, frente a la polla, lanzó una risita nerviosa y V se tentó de reír también, miró hacia el techo, tomó aire disimuladamente y regresó la mirada. No podía largar una carcajada en ese momento porque rompería todo el clima. A veces ser profesional con clientes que estaban al borde del colapso nervioso era difícil, y mucho más con el que tenía frente a él. Era un hombre simpático con la carcajada siempre lista para romper el silencio.

-Si no puedes, está todo bien, puedo mamártela yo a vos.

La palabra "mamártela" lo puso a mil.

-No -gimió mientras tomaba con la mano la pija, la tocaba, la estudiaba y se la metía en la boca, primero con inseguridad, luego con deliberación. La chupó, la acarició con la lengua, se la metió y sacó con delicadeza de la boca.

-¿Lo estoy haciendo bien?

-Lo estas haciendo perfectamente -contestó V con su voz grave.

El hombre había dejado de reír y ahora estaba concentrado en la mamada, se desprendió el pantalón y sacando su propia pija comenzó a masturbarse mientras seguía enfrascado en la lamida.

Chupó la pija del rubio alto de sonrisa rectangular por 8 minutos y se corrió de manera demencial en su propia mano. Quiso pararse pero cayó de rodillas. 

-Dios! -gimió -eso fue tremendo!!! -levantó la mirada y se encontró con la pija aun dura de V y lanzó otra risita nerviosa. -¿Cuantos minutos me quedan?

V volteó el rostro y miró el reloj sin cambiar su postura de dios griego dominante.

-Te quedan 5 minutos, estimado cliente.

-Por qué no acabaste? que puedo hacer para que vos también sientas placer?

-Quieres verme acabar, estimado cliente? -preguntó con una sonrisa de lado y el muchacho de pelo oscuro asintió mirándolo con la boca abierta.

Le dio la mano y lo obligó a pararse junto a él, puso la mano del chico sobre la suya y comenzó a masturbarse, cerrando los ojos, mordiéndose los labios. La masturbación fue casi violenta y el muchacho se dedicó a observarlo mientras se preguntaba qué estaría imaginando para llegar el clímax.

V recordó cuando Alex lo cogió en el pequeño habitáculo número 3 dedicado pura y exclusivamente para bailes cuando la alarma ya había sonado y necesitaban terminar. Se dedicó a rememorar como lo penetró con desesperación, talandrándole la próstata con cada estocada y en dos minutos y 5 segundos, se corrió en medio de un gemido grave.

Cuando abrió los ojos, el cliente lo miraba boquiabierto.

Sonrió.

-Nos vemos mañana, estimado cliente. ¿Le pasaron la dirección donde debemos encontrarnos?

Asintió.

-Entonces me retiro, ha sido un placer darle placer -le susurró con una rectangularidad marciana y se marchó.

Cuando llegó a su departamento, a las 4 de la mañana, Javier dormía.

Se bañó y nuevamente salió a fumar un porro en el cordón de la vereda.

Se sentía más tranquilo, la tormenta había pasado.

Se apoyó en un árbol y miró el cielo, tenía la esperanza que en algún momento llegara alguien que le hiciera olvidar su soledad. No pensaba dedicarse a los bailes toda la vida. Se tocó el estómago, debía entrenar y empezar a salir del pozo, no quería ni siquiera pesarse porque estaba consciente que había perdido entre 3 y 4 kilos.

Le dio una buena chupada al cigarro de marihuana y se relajó.

Le quedaban 5 materias para recibirse. 5 materias!!!!

Debería ir a otra ciudad para buscar trabajo, en esta lo conocía demasiada gente.

Se iría solo.

Lo tenía decidido. Javier era un crío, haría un berrinche los primeros días pero lo olvidaría fácilmente. Extrañaría mucho a Raul, pero necesitaba cambiar su vida.

Su vida iba a cambiar, conseguiría alguien que ahuyentara esa soledad que terminó por evidenciar Alex y sería feliz!

Si!!! sería feliz!!!

Por que se lo merecía!!!

Se quedó dormido pensando en eso, con una leve sonrisa en los labios.

No escuchó cuando el auto que estaba estacionado al frente se abrió, no percibió cuando el pelinegro se acercó y se puso de cuclillas frente a él para observarlo.

Tampoco lo escuchó cuando lloró, delineando el rostro con su mano a milímetros de acariciarlo.

A Alex le dolía esa sonrisa con la que se había dormido, a Alex lo martirizaba comprobar que había sido nada en la vida de Bastian. Él estaba destrozado, no había pasado ni un día sin pensarlo y su rubio lo había olvidado con una facilidad que le hacía ruido en el pecho.

Hubo momentos de desesperación en los que tuvo que retomar prácticas que había dejado en su adolescencia pero que ahora regresaban para darle calma: se encerraba en el baño y con una cuchilla se cortaba el abdomen.

El cigarro de marihuana se consumía, pronto le quemaría los dedos, estuvo por sacárselo pero se paró y se fue nuevamente a su auto. Un minuto después V soltó una maldición mientras se lamía los dedos, se estiró y levantándose con calma, regresó a su hogar.

Alex arrancó el vehículo unos segundos después, necesitaba intentar al menos dormir, en unas horas más su matrimonio con Martina lo requeriría sobrio y con la mente puesta en su futuro.

-Futuro -se dijo en medio de una risa triste y por enésima vez, intentó sacárselo de la mente.


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