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STREEPER por juda

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Estaba a punto de tener un ataque de ansiedad, la mano le temblaba sobre el aparatito escondido en el bolsillo.

Había visto entrar a un hombre alto y estaba controlando el tiempo.

A los 23 minutos se corrieron un poco las cortinas y salió transpirado, un dejo de envidia lo asaltó.

El corazón ya le latía con velocidad mientas esperaba y ahora parecía pegarle patadas en el pecho.

-Voy a escribirle a Martina, no estaba muy contenta cuando le dije que saldría -les comunicó a sus amigos mientras se levantaba y se alejaba con el celular en la mano y la otra en el aparato.

Lo apretaba con fuerza porque ya habían pasado 5 minutos y aun no vibraba, pensó que tal vez no andaba o que había vibrado y no se había dado cuenta, cuando lo sintió retumbar en las yemas de los dedos y se sobresaltó.

Miró disimuladamente hacia la mesa, Carlos lo estaba observando pero Roberto estaba atento a una de las chicas. Las miradas se encontraron y vio como el mayor asentía y le cerraba un ojo. ¡Carlos sabía lo que pasaba detrás de las cortinas!

Se llevó un dedo a los labios y le rogó silencio, Carlos nuevamente le guiñó un ojo y miró en otra dirección.

Corrió las cortinas y entró a un pasillo oscuro, un hombre del mismo tamaño del de la entrada al club lo esperaba. Alex extendió el papelito que le dieron en la barra, el hombre lo tomó con calma.

-¿Para quien pagó?

-V

-La tercera puerta, entre y tome asiento, el bailarín llegará en unos segundos. Bienvenido al sector Vip, y espero que regrese pronto-le dijo, repitiendo un saludo protocolar que imaginó se lo sabía de memoria.

Siguió por el pasillo oscuro, había una habitación con el número 3 en luces de neón en la puerta. Ingresó.

El habitáculo era reducido y las paredes estaban cubiertas por espejos en todo lo ancho y alto.

Estaba oscuro a excepción de las luces negras y una roja que creaban un ambiente de lujuria que lo estaba llevando al límite. 

La puerta sea abrió y entró él.

Él!

Llevaba una camisa blanca y un pantalón del mismo color que parecían fluorescentes debajo de la luz negra.

-Buenas noches, estimado cliente -dijo con su voz grave y Alex supo que debería regresar al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente.

-Buenas noches -gimió él.

V se dio media vuelta, dándole la espalda y tocó un botón.

Back in Black sonó y el rubio comenzó a bailar.

Se movía alternando movimientos lentos con violentas embestidas de cadera, sacaba la lengua y se la pasaba por los labios. Bailaba con tanta pasión que se le notaba en los ojos, en los gestos de lujuria. 

Subía y bajaba, giraba, caminaba alrededor de él contoneándose. Se tocaba, se desacomodaba el cabello, le mostraba la lengua, cerraba la boca mostrando los dientes con violencia.

Se arrancó la camisa, los pezones y el pecho trabajado quedaron a la altura de los ojos del pelinegro y la prenda la enrolló en el cuello del visitante, giró nuevamente y comenzó  a bajarse el pantalón.

Alex en un movimiento involuntario se llevó la camisa a la nariz y percibió un perfume cítrico y creyó sentir también el olor de la piel del rubio. Estaba hipnotizado por esas caderas, el pantalón bajó y dejó expuesto un boxer en tonalidades claras que resaltaba bajo la luz negra.

Creía que estaba ante el culo más perfecto que había visto en toda su vida.

Se llevó la mano a la entrepierna y apretó la pija endurecida.

V volteó y sin dejar de bailar, sacó una pequeña toallita de un contenedor y se la tiró en el regazo.

El rubio siguió con la danza, una mano se la pasaba por la lengua y recorría el pecho mojándolo y la otra se apretaba la pija semidormida.

Alex no podía apartar la mirada de ese sexo. Quería excitarlo, quería que se excitara con él. Quería darle un poco del placer que el rubio le estaba dando.

-Pu pu puedo tocarte? -se animó a preguntar entre tartamudeos -pagaré lo que quieras!

-Es tu primera vez aquí, corazón? -le preguntó.

-Si!

-Los viernes puedes venir y pagas por tocarme, te lo permitiré solo hoy porque eres nuevo, y para que veas que no te arrepentirás. Levántate -ordenó y Alex obedeció. -dame tu mano.

El rubio la tomó y le pasó la lengua por la palma para luego hacerla descender por su cuello hasta llevar a su pezón izquierdo. El pelinegro jadeo y levantó la otra mano para tomarlo por la cintura pero V lo detuvo.

-No, yo guiaré tu mano, esta es una pequeña demostración. Si regresas el viernes tendrás más libertad -le dijo tan cerca, que si se acercaba medio centímetro podría rozar sus labios con los suyos, descubrió un pequeño lunar en el contorno inferior del ojo izquierdo y se estremeció, quería conocer cada lunar de ese cuerpo.

-Pu-pu-puedo masturbarme?

-Siéntate, hazlo sobre la toalla que te dí.

-Quiero tocarte más.

-El viernes, corazón.

Alex se sentó, sacó la pija venosa y comenzó a masturbarse lentamente mientras miraba el baile. V lo dejaba sin aliento. El tema musical terminó. El rubio se arrimó, se puso en cuclillas y miró la polla dura, provocándolo.

-Qué harás cuando el viernes pague por ti? -preguntó sin aire, conteniéndose para no meterle la pija en la boca.

-El viernes te comento eso. Si regresas ese día, regresarás todos los viernes -le aseguró guiñándole un ojo y mostrando una sonrisa rectangular que le pareció una ofensa a Dios.

Man I feel like a woman comenzó a sonar y retornó a su baile.

Bajando el boxer hasta la mitad de la cadera, dejándole apreciar el comienzo de su sexo.

Alex extendió la mano y V la apartó.

-Quieto cliente, por favor, no me obligues a llamar a seguridad. El viernes, cliente, el viernes.

Y la tortura siguió por 10 minutos más, tortura bendita, tortura de leche derramada.

El orgasmo terminó a los segundos de agarrar la toalla, el resto del espectáculo lo apreció embobado, agitado. Pidiéndole piedad con los ojos.

No regresaría nunca más.

Era demasiado para él. No podía. No debería ser legal verlo exhibirse de esa manera y no poder tocarlo.

-¿Cómo te llamas? -le preguntó alzando la mirada, cuando V bailaba prácticamente sobre él.

-V

-Tu nombre!

-V!

-No puedes darme tu nombre? quiero saber quien eres!

El rubio se acercó, inclinándose, poniendo el rostro a milímetros del suyo.

-Ponme el nombre que quieras, cliente. Dímelo y responderá siempre a ese nombre.

Una pequeña alarma sonó.

El rubio acercó un cesto para que Alex tirara la toallita manchada con su semen.

Levantó la ropa, hizo una pequeña inclinación y sonriendole, se despidió.

Alex salió mareado, transpirado, sin fuerzas (no sólo lo había tenido cerca, sino que también le había hablado y sonreído! esa sonrisa!!! dios, esa sonrisa!!!! como era posible que la boca formara esos ángulos imposibles y que el universo no se viniera abajo?!).

Llegó y se sentó junto a sus amigos.

-Demoraste, te insultó? -preguntó Roberto.

-Qué? quien?

-Martina -respondió rápido Carlos, intentando volverlo a la realidad.

-Ah! si! Martina... no! no! está todo bien.


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