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STREEPER por juda

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Durante la noche se había tenido que levantar dos veces, ir al baño y hacerse sendas pajas para aliviar las erecciones con las que despertaba después de soñarlo.

Eran las 8 de la mañana y estaba sentado a la pequeña mesa que había en el barcito de la empresa cuando entró Roberto.

-¡Qué cara! -gritó entre carcajadas -no dormiste bien? te mandaron a pasear? ja ja ja ja te dije que no era buena idea!!! Dime que no te dejó y canceló la boda.

Le costó darse cuenta que su compañero estaba hablando de su novia y recordó que prometió llamarla cuando regresara al departamento. Le había dicho que Roberto andaba un poco deprimido y habían decidido salir juntos y aunque a Martina no le hizo mucha gracia, tras la promesa del llamado, quedó un poco conforme.

Revisó el celular mientras su compañero se hacía café, no tenía mensajes, seguramente estaba enojada y la entendía.

Entró Carlos y también se hizo un café, Roberto lo miró de soslayo pero el mayor parecía no querer saber nada sobre la noche anterior.

-Y? canceló la boda? -preguntó Roberto mientras se sentaba junto a él.

-No! no dormí bien, tengo sueño, eso es todo, creo que me pasé un poco con las cervezas, me duele la cabeza.

Carlos lo miró y él evitó sus ojos.

-Lástima que no nos quedamos para los bailes, me hiciste dar ganas de regresar, podríamos volver el fin de semana, ¿quieren? -propuso Roberto.

-No tengo dramas, me avisan y voy -les comunicó Carlos con la atención puesta en un periódico.

-Cuando iríamos? -preguntó Alex, durante la noche había decidido no regresar a Rapsodia. El rubio había causado un impacto anormal en él y quería deshacerse de ese estado. Necesitaba regresar a su vida normal, a su heteronormatividad que tanto agradaba a sus padres. Quería volver a ser el Alex de hacía unos días atrás, el que sólo pensaba en los gastos de la boda y si iba a usar corbata o moño ese día. Quería hacerse una paja mirando una actriz porno en un video y no pensando en el culo del rubio.

No podía seguir así, la noche anterior, en ese cubículo, con el rubio bailándole encima, casi muere del placer y la angustia por no poder tocarlo. Eso no debería repetirse, a él le gustaban las tetas, las vaginas... desde cuando se despertaba en medio de la noche soñando que le hacía una mamada al rubio????

Antes de entrar a la empresa tenía una decisión tomada: olvidaría a Rapsodia y lo que albergaba dentro de esas paredes, pero ante la iniciativa de Roberto lo único en lo que pudo pensar es en que si su compañero le decía que podrían ir un "viernes", él iría y pagaría por poder tocar a V.

-Cuando iríamos? -volvió a preguntar cuando vio que Roberto se había entretenido leyendo una nota en su tablet.

-Les parece el viernes?

Alex tragó saliva, miró a Carlos que tomaba con calma su café.

-Por mi está bien -pronunció el mayor.

-Vamos el viernes -aceptó Alex y supo de antemano que su decisión de regresar a la normalidad quedaría rezagada hasta el sábado, porque el viernes tiraría su heterosexualidad a la mierda.

El resto de la mañana transcurrió con normalidad, se sorprendió al sentirse tan relajado, supuso que su lucha interior por olvidar lo ocurrido la noche anterior había quedado anestesiada ante la idea de una noche más con el rubio. 

-¡La última! ¡Prometo que la última! -se decía para si mismo, pero a veces ni él se lo creía.

Le mandó mensaje a Martina disculpándose por no llamarla pero había quedado sin batería el celular y cuando lo puso a cargar se recostó y quedó dormido. Ella aceptó la disculpa y él nuevamente se sorprendió sobre su nueva habilidad para mentir.

Al mediodía jugaron piedra, papel o tijera y perdió, de manera que le tocó salir a comprar los almuerzos para los tres.

Tenía que ir hacia un restaurante que estaba a unas 3 cuadras de la empresa, pero a las dos cuadras y mientras pasaba por un bar, vio al rubio pequeño sentado dentro, tomando un café con un rubio más alto.

El corazón le hizo un salto mortal en el pecho, estaba seguro que el que estaba de espaldas era V. No tuvo tiempo de pensarlo y mucho menos de darse cuenta de lo que sus piernas hacían cuando se vio entrando.

Se dirigió hacia la zona en la que estaban los dos rubios, el más pequeño lo vio acercarse y mientras le sonreía y lo saludaba con la mano le dijo algo en un susurro a su compañero. El otro rubio no volteó, bajó el rostro y se subió la mascarilla que le tapaba la mitad del rostro.

-Nuevamente te encuentro -le dijo al rubio pequeño -Perdón, no recuerdo tu nombre.

-Javier! -contestó dándole una sonrisa cordial.

Alex observó al otro.

-Tu eres V, verdad?

-Buenos días -contestó con su voz grave y tuvo ganas de tomarle del cabello, hacerlo parar con violencia, arrancarle la mascarilla y meterle la lengua en esa boca que él había visto tan cerca la noche anterior.

-Buenos días -respondió y se quedó observándolo unos segundos mientras el rubio mezclaba su café, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y haciendo una leve inclinación se alejó. Se sentó en una mesa cercana. Estaba decidido a verle el rostro nuevamente. No entendía porque se lo había cubierto si la noche anterior lo había visto, a menos que no supiera que el novio celoso de la fiesta del sábado era el mismo que la noche anterior le había rogado que lo dejara tocarlo.

Vio como Javier se inclinaba hacia él y le decía algo en confidencia y V dirigía una pequeña mirada hacia él.

Era lo que imaginaba: se estaba enterando que el enmascarado de la noche anterior, el nuevo, era el novio celoso. Nuevamente lo miró. Alex le sonrió y V bajó inmediatamente la mirada. Se bajó el protector y tomó su café mientras ponía una mano en el costado del rostro y disimuladamente se ocultaba.

-¿Por qué tanta timidez, mi amor? -se preguntaba mentalmente.

Javier giró un poco la cabeza y al observar que seguía mirando insistentemente a V, corrió su silla hacia el lado del rubio alto, le tomó del cuello y lo besó en la boca.

Alex sonrió para si mismo.

-Wow, interesante! -pensó divertido, el rubio pequeño estaba marcando su territorio. -Perfecto -se dijo en voz baja mientras no podía evitar excitarse y pasar la mano con disimulo por la entrepierna para calmar el dolor que le corría por la pija casi dura -el viernes lo marcaré yo.

Se le pusieron de punta los vellos ante la idea de marcarlo, de morderlo, chupar con fuerza esa piel del cuello y dejarle hematomas. Nuevamente presionó la entrepierna. Estaba salivando, le miraba la boca e imaginaba qué sabor tendría su babita hermosa escupida directamente en su garganta.

Terminó el café pequeño que había pedido y antes de salir se despidió con la mirada de los rubios, V hizo una inclinación de cabeza y Javier lo saludo sonriente con una mano mientras que con la otra aprisionaba la cintura de su bailarín.

Regresaba a la empresa cuando recordó que debía comprar los almuerzos así que paró en un carrito y compró unos hotdogs. ¿Hace falta contar que sus compañeros casi lo matan? No. ¿Hace falta que les diga que a Alex no le importó? Creo que tampoco.

Se sentía extrañamente revitalizado.

¿Cuando había sido la última vez que había luchado por conseguir la atención de alguien?

Estaba con Martina desde hacía 5 años, y antes había sido ella la que lo sedujo. Así que no tenía ni idea, pero tenía seguro que pondría todo de si para seducirlo.

¿Dónde había quedado la idea de retornar a su normalidad? 

Deshecha y eviscerada en la vereda donde lo vio unas horas antes.

¿Qué había pasado con su decisión de regresar a su cómoda heteronormatividad?

La había tirado en el baño de la empresa, junto a la paja que se hizo ni bien regresó.


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