13.-Almohada
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-He de admitir que te encontré una utilidad fascinante, Potter -dijo Severus cómodamente desde su posición.
Harry sonrió de lado, era divertido esta faceta más suelta de Severus, por fin le había dejado ir a pasar un fin de semana completo a su casa, por que su omega le daba por esquivarlo, mucho más en época de exámenes y vaya que la universidad si le estaba dando duro, pero no, era verano, estaba haciendo demasiado calor así que prefirieron quedarse en casa, Severus aprovecharía de leer unos temas que iba a impartir en sus clases cuando tuviera que regresar a dar clases y Harry a estudiar.
En algún momento del estudio en el que Severus estaba tras su escritorio y Harry acostado en el suelo sobre la alfombra, el hombre vio por sobre su libro y arrugó el entrecejo y tomando el libro de caminó hasta estar parado junto a su alfa, se acostó de tan forma que ocupó el trasero de Harry como almohada. El menor ni se inmutó eran cosas como estás las que disfrutaba de Severus, porque, aunque su omega no lo notara, poco a poco empezaba a buscar su presencia, quería tenerlo cerca, aunque no lo dijera con palabras. Como hace unos días, cuando le había dejado comida para cuando llegara, había dado como escusa que sabía que no iba a comer de camino a su casa y que de todas formas eran las sobras. Harry sabía que no era así, demasiados años viviendo solo entrenaron a Severus para cocinar para uno, así que no iba a sobrar tanta comida como la que llegó a devorar, no, Severus le cocino en especial, algo que a él le gustaba y que en algún momento le dijo. Severus inconscientemente estaba buscando su aprobación y claro que la tenía.
Otra ocasión que recordó fue hace un mes, cuando Severus aceptó que salieran a comprar al centro comercial, le había dicho que si iba a salir con él tenía que ponerse algo decente y le había entregado una chaqueta suya. Harry notó, obviamente, que el aroma de Severus estaba impregnada en la tela. Oh sí, Severus no le cubrió con nada menos que con sus propias feromonas. Había sido exquisito e intoxicante. Ese día llegaron a casa de Severus en medio de besos desenfrenados cuando Harry saltó sobre su pareja en cuando bajaron del taxi que los trajo de regreso.
Ahora mismo Severus no quería estar lejos de él, por eso la vil excusa de la almohada. Y Harry no diría nada, por que sabía que su omega tenía que ir lento, dándose cuenta por él mismo que ansiaba su compañía y lo que quiere a su lado.
Una hora después las cosas se había volteado ligeramente, el sopor de la calurosa tarde los había hecho dormir y Harry, viendo que la posición no era la más cómoda, había acomodado a Severus a su lado, dejando un brazo bajo la cabeza de su omega para que lo ocupara de almohada.
Amaba a este loco escurridizo y le esperaría el tiempo que necesitara para decidirse a admitir que lo quería a su lado para siempre. .
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Fin