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Once Upon On October por Lovis_Invictus

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«Sólo fue una etapa»

[Mycroft Holmes • Gregory Lestrade]

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Aquella enorme habitación era una de las más bonitas en toda la casa, con su tapizado de tela rojo y dorado, el suelo de madera cubierto por finas alfombras estilo hindú, pinturas caras adornando las paredes, no por nada se trataba del dormitorio de Mycroft, y tal vez ahora era de Greg también.

Llevaban casi dos años saliendo, justo tres meses tras el divorcio de Lestrade y su esposa, ambos habrían decidido darle final a su matrimonio mientras aún se llevaban bien, realmente no deseaban terminarlo cuando se convirtieran en monstruos horribles. Mycroft aprovechó casi al instante, apenas tuvo oportunidad comenzó a cortejar -en su muy particular modo- al investigador, invitándole a salir con pretextos bien elaborados, hasta que ya no fue necesario hacerlo y era Gregory quien comenzaba a llamarle.

Las cosas escalaron muy rápido, después de semanas en negación y una pequeña escena de celos protagonizada por el detective, dieron inicio a su relación. 

Hacía unos días, durante la cena en uno de los lujosos restaurantes que Mycroft amaba reservar, el político dejó salir una propuesta sin querer hacerlo: Quería que Greg se mudara con él.

El sitio donde Mycroft residía era una casa anormalmente grande para alguien que vive solo, cuatro habitaciones con baño incluido, un bar repleto de botellas caras seguido a la cocina, electrónicos de alta gama poco utilizados porque el hombre rara vez estaba en casa, una enorme biblioteca al fondo, todo era ostentoso hasta el punto de la exageración; incluso le daba miedo caminar por los pasillos, pues temía romper alguna de las decoraciones sobre los muebles, se veían caras, demasiado caras.

Entonces esa mañana llegó para el desayuno con tres maletas; antes de irse al trabajo Holmes le pidió revisar el clóset de la habitación principal y decidir si tirar o donar las prendas que estaban en cajas de cartón, pues él no tenía mucho tiempo libre y llevaba postergando esa acción ya un buen rato, así también Greg encontraría espacio para meter sus cosas.

Ahora estaba ahí, sentado sobre un desastre en el suelo, con cajas y bolsas alrededor, trajes, camisas, conjuntos deportivos, sin embargo entre todo resaltaba algo que Gregory jamás creyó ver en ese lugar:

Unas botas.

Y no cualquier par de botas, sino unas toscas, pesadas, de un brillante color rosa y con estoperoles adornando por todos lados, incluso había una cadena que iba desde el tobillo hasta el tope superior.

Y eran de tacón.

Un asombroso tacón de unos veinte centímetros que ni siquiera a su exesposa amante de los tacones le había visto jamás.

Al inicio creyó pertenecían a alguna exnovia de Mycroft, no obstante apenas sopesar tantito las cosas pudo concluir eran demasiado grandes para pertenecer a una mujer, fue entonces que la ex pasó a ser él ex; minutos después estaba al borde de la ansiedad comenzando a preguntarse compulsivamente porqué demonios él guardaría algo de una expareja ¿Acaso lo habrá olvidado? Tal vez ni siquiera sabe que están ahí ¿O esa persona era demasiado importante como para tenerlas tan escondidas?

Se palmeó el rostro un par de veces, intentando calmarse; no debía mal viajar sus pensamientos, sabía muy bien que las cosas con los hermanos Holmes nunca eran como tú creías que eran. Eso le llevaba a la posibilidad más disparatada que tenía: Aquellas extravagantes botas eran de Mycroft.

Tan inaudito y estúpido como sonaba era lo único que medianamente tenía sentido dentro de la extraña escena en que se encontraba, incluso si le era imposible imaginarse a su estoico novio con ese par de botas puesto completando un 

— ¿No has terminado?— La demandante voz de Mycroft le sacó de sus pensamientos, casi dándole un infarto en el proceso— ¿Qué es lo que te está tomando tanto tie-

Silencio, uno tan denso que podía escuchar el rápido latir del pelirrojo pese a la distancia entre ambos; la expresión de Mycroft cayó y por un instante creyó notar pánico, el hombre estaba completamente en blanco, como esas veces en las que descubría que se hubo equivocado en algo.

— Entonces...

— Fue solo una etapa— resolvió Mycroft rápidamente, la ira que deseaba mostrar no cubría para nada la vergüenza que, en forma de rubor, comenzaba a esparcirse por su cara. Gregory casi llora de alivio, al menos no tenía que soportar una discusión sobre lo poco ético e inmoral de guardar celosamente ropa de tu ex.

— El otro día escuché que venías con Twisted Sister a tope en la camioneta que usas para ir al gimnasio, también sé el especial apego que le tienes a los discos de T.Rex y David Bowie que están en el estante más alto de la biblioteca— dijo como si nada, levantándose del suelo para tomar asiento en la cama, muchísimo más calmado— ¿Pertenecías a los Glam?

Mycroft pareció devastado durante un microsegundo, entonces procedió a sacarse el saco, aflojarse la corbata y tirarse de espaldas al colchón, justo al lado de Greg.

— Mis padres lo odiaban, alegaban cosas como que un jovencito inglés no debía vestirse de esa manera, aseguraban sin atisbo de duda que tantos brillos y maquillaje me haría gay— se burló, ironizando una situación aún difícil para él.

— Agh, escuché lo mismo toda mi infancia, mis abuelos no paraban de despotricar contra el género cada que veían algún artista en la televisión— comentó Greg en son de queja.

— ¿No estás sorprendido?— preguntó el otro genuinamente intrigado, él esperaba burlas o un rostro en shock, pero su novio parecía cómodo con el tema.

— ¿Por eso?— señaló las botas, encogiéndose de hombros después— Nah, lo que me da mucha curiosidad es cómo te veías en ese entonces

Mycroft bufó por la nariz, de mala gana sacó el celular de su bolsillo, tecleó durante un rato antes de casi lanzárselo a la cara, enojado. En la pantalla Gregory observó un vídeo muy viejo, desde el público una mujer grababa un escenario maltrecho a una banda encima, dos guitarristas, el bajista, el vocalista y al fondo un pelirrojo, de cabello largo enmarañado, maquillaje oscuro adornaba sus facciones afiladas, sombra violeta, labial negro, glitter en sus mejillas, esmalte en las uñas; encima traía una camiseta manga larga de red, bajo ella un top ajustado, el toque final a la vestimenta lo daba un cinturón de piel alrededor de su cuello delgado; tocaba la batería enérgicamente y producto del esfuerzo físico una capa de sudor perlaba su piel pálida. Se veía hermoso. 

El resto de los miembros también traían un look extravagante, pero definitivamente su novio resaltaba entre todos. Y el solo de batería que hizo al final fue perfecto.

Descolocado como se encontraba solo atinó a entregar el teléfono de vuelta a su dueño.

— Me lo mandó el vocalista hace un tiempo, lo recuperó de un casete viejo en su garaje— susurró Holmes, cohibido. Ni si quiera tenía el valor de verle a la cara, esa parte de su pasado era sumamente vergonzosa para él; por el bien a su reputación como hombre de negocios esperaba que ninguno de sus contactos se enterara.

— Dios mío Mycroft, te veías tan caliente

Ahora era su turno para quedar en shock.

— ¿Qué?

— ¿Podrías vestirte así para mí alguna vez?— le preguntó Lestrade, ilusionado.

Un cojín se estampó en el rostro de Greg, mientras el detective se quejaba Mycroft solo podía ruborizarse y permanecer en silencio.

Quizás le daría el gusto... quizás.

 


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