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Once Upon On October por Lovis_Invictus

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Contenido sensible


«Era una noche fría»


[Gregory Lestrade • Sherlock Holmes]




Parte 1


— Ya acordonaron la zona en que el taxista dijo haber encontrado el celular de la víctima— comunicó la agente Sally Donovan, se frotaba las manos una contra la otra esperando así obtener un poco de calor.


— Bien— Gregory volteó hacia el hombre a su derecha, un sujeto bajito, delgado, pálido y lleno de pecas, se veía muy nervioso, sin saber que hacer— Caballero ¿Está seguro en querer venir a revisar con nosotros? No es necesario que esté tan tarde fuera de casa


El hombre tomó un mechón largo de cabello estorbando en su cara para llevarlo detrás de su oreja.


— N-no... Para nada, quiero saber qué pasó con mi esposa— dijo, con voz pausada y bajita.


Lestrade se encogió de hombros, realmente no podía hacer nada si el sujeto se aferraba a participar, después de todo acababa de quedarse viudo y él no tenía porqué fastidiarle un poquito más la existencia haciéndole saber lo inútil que era para la investigación.


Esa era una noche especialmente fría, una ligera llovizna se dejaba caer como cortina por toda la ciudad congelando más el ambiente sí era posible, agarrotando sus pies ya a este punto empapados. Agradecía haber traído sombrilla. El agradable aroma a tierra mojada del terreno boscoso al borde de Londres, donde se encontraban, le hacía cosquillas en la nariz, tranquilizando su estresada cabeza.


Realmente desearía estar en su cama.


Buscaban pistas sobre un asesinado reciente a una mujer de mediana edad, hacía unos días había sido encontraba justo en ese terreno, destazada en cuatro bolsas para basura. Richard, el esposo, estaba destrozado y se negaba a descansar hasta resolver el misterio.


Sally se fue con las personas del equipo de rastreo hasta la zona donde apareció el cuerpo, mientras él permanecía a un lado del coche haciendo llamadas para obtener un perito decente.


Le distrajo una figura parada en la lejanía, justo frente a un edificio en obra negra, completamente quieta, con lo que parecía ser un abrigo hasta las rodillas; observaba fijo los movimientos de sus compañeros, era extraño.


— Buenas noches— gritó, guardando su teléfono en el bolsillo e intercambiándolo con su pistola, nada en esa situación le daba confianza.


Quien quiera que fuese comenzó a acercarse a paso elegante, mientras más caminaba Gregory podía discernir poco a poco sus detalles: Se trataba de un hombre joven -tal vez demasiado para estar ahí a esas horas-, alto, delgado, bien vestido; su cabello rizado se había pegado a su frente por la silenciosa brizna y traía las mejillas enrojecidas a causa del frío, probablemente.


Una vez de frente y para disgusto del detective pudo percatar en su mirada de extravagante color la pupila dilatada, junto a un respirar agitado indicaban, lamentablemente, que estaba drogado.


— Investigador— le saludó con una reverencia de cabeza para voltear hacia Robert y analizarlo unos segundos antes de continuar: — Señor asesino, buenas noches también


Tanto Greg como Robert se quedaron congelados en su lugar.


— ¿De qué hablas? ¿Qué te has metido, niño?— preguntó Lestrade, incrédulo.


— Es un empujoncito que me ayuda a pensar— movió su mano en son de restarle importancia al asunto—. Lo importante aquí es que buscas al tipo que tienes al lado


— El sospechoso aquí es quien está en la escena del crimen donde encontraron a mi esposa, drogado y acusando a un viudo— le reprochó Robert, cruzando los brazos protectoramente sobre su pecho.


El muchacho rodó los ojos, hastiado.


— Que maldito fastidio con ustedes los criminales, ¿Podrías intentar al menos hacerlo mejor la próxima vez? Sólo me tomo tres horas resolverlo


Gregory negó con la cabeza, no tenía muchas ganas de tratar con un adolescente drogado mientras tenían poco tiempo para encontrar pruebas antes que la lluvia arreciara borrándolas todas.


— Si sigues así voy a arrestarte bajo uso de sustancias ilícitas, niño— medio advirtió Greg— ¿Por qué no mejor te vas a casa?


— ¡Ay por el amor a dios!— el muchacho gritó al cielo, alzando los brazos como pidiendo paciencia— Trae marcas de arañazos en los brazos claramente visibles en las fotografías del periódico virtual, súbele las mangas si no me crees, no podrían ser de un animal porque no son triangulares sino cuadradas, justo como las postizas que traía la víctima— comenzó a relatar, enojado—  Los cortes de mutilación son sucios, hasta parecen hechos con la desesperación de querer terminar rápido, están hechos con un cuchillo profesional para carne y te recuerdo que ella era cocinera. Los exámenes forenses dictan que murió por un golpe en la nuca, uno que se haría alguien al resbalar y golpearse en algo como una barra de mármol. También busqué si existía un motivo ya que el marido es más bien sumiso y estúpido, entonces me topé con un hermoso perfil a nombre de la esposa en varios portales web de citas. En la casa del matrimonio no existían pruebas, por lo que me puse a pensar en donde Victoire pudo haber sido asesinada, llegué a la conclusión de que todo transcurrió en el restaurante de ella, era cocinera en jefe, además de la dueña, nadie pensaría en el fuerte olor a desinfectante porque después de todo es un área con manejo de alimentos y es normal mantenerla reluciente— Finalizó, luciendo como si todo fuese demasiado obvio y ellos unos idiotas. De su abrigo sacó un folder plastificado, lo extendió a Greg quien desconfiado revisó el contenido, corroborando lo dicho por el joven.


Dentro había un montón de pruebas, detalles minúsculos como que Robert llegó a casa quince minutos tarde, rompiendo una estricta rutina diaria.


— ¿Es tan descabellado pensar que estaban discutiendo por la infidelidad, él quiso golpearla, ella se defendió arañándolo en el proceso y al final la empujó con demasiada fuerza? Para deshacerse de las pruebas cortó el cuerpo y lo trajo aquí con la esperanza de que nadie la encontrara, lo cual fue estúpido porque hay muchas redadas policiales ya que se vende droga en este lugar— añadió producto al estado de shock de ambos sujetos— Vamos investigador, puedes hacerlo mejor


Robert se tiró de rodillas al suelo, alzando los brazos detrás de la cabeza, llorando a lágrima viva.


— ¡Ella me obligó, se burló de mí, de la confianza que le di a nuestro matrimonio!


— Oh por dios... ¡Sally!— Gregory tiró la sombrilla al suelo, lanzó el folder al dentro del coche policial y comenzó a revisar entre su gabardina en busca de esposas.


El arresto fue rápido, Robert sollozaba inconsolable pidiendo perdón a su difunta esposa mientras era escoltado a la patrulla de Sally; ella, por otro lado, escuchaba la explicación de Gregory con recelo, negándose a creer que el misterio fuese resuelto por el extraño niño que fumaba cigarrillo tras cigarrillo debajo de la sombrilla que Greg sostenía.


— Lleva al sospechoso a prisión preventiva, dile al de archivos que los alcanzaré en unos minutos para concretar el papeleo, después de eso puedes irte a casa— comunicó Lestrade.


— ¿Qué hay del drogadicto de acá?— preguntó Donovan, aún desconfiada.


— Yo me encargaré de eso— resolvió Greg, abrió la puerta del copiloto apenas Sally empezó a caminar, pidiéndole silenciosamente al muchacho entrar.


Ya una vez los dos dentro y con el cinturón de seguridad bien puesto Gregory arrancó el vehículo de regreso a la ciudad.


— ¿En dónde vives, niño?— le preguntó, tomando una curva cerrada en la carretera.


El otro pareció descolocarse por un instante.


— El nombre es Sherlock, no niño— exclamó casi indignado.


— El nombre es Greg— le imitó, sonriendo.


Sherlock soltó el aire con un sonoro bufido para luego inquirir extrañado: 


— ¿No me vas a arrestar?


El detective investigador se encogió de hombros— ¿Por qué lo haría? Sólo llevé a un amigo entusiasta del crimen con pruebas colectadas para ver la escena, además ayudó a resolver el enigma ganándose la recompensa por información y después de arrestar al culpable lo llevé a casa... ¿O hiciste algo más que yo no supiera?— preguntó inocentemente, ignorando por completo el tema de las drogas.


— A Kensington— susurró Sherlock aburrido, volteando hacia la ventanilla.


Gregory casi escupe un pulmón al escucharlo, pero era obvio que un chico tan elegante y bien vestido viviría en un lugar caro.


Aunque no así de caro.


Estiró una mano para encender la radio, colocando una estación al azar que reproducía rock clásico. La nostálgica melodía de You Take My Breath Away ambientaba armoniosa junto a las gotas de lluvia cada vez más pesadas golpeando sobre el techo del vehículo. Sherlock se acurrucó contra la ventana el resto del camino, su abrigo estaba empapado y se moría de frío.


Apenas llegaron a la calle donde estaba su hogar Sherlock le pidió detenerse, abrió la puerta y una ráfaga de viento helado le pegó en la cara; viendo las reacciones tan adorables del joven Gregory procedió a quitarse la bufanda gris que traía, colocándola alrededor del cuello ajeno. Sherlock se quedó en shock por unos instantes, sus ojos bien abiertos, sin saber qué hacer o decir.


— No estoy seguro de que esta sea tu residencia, pero te daré el beneficio de la duda— dijo señalando la casa a un costado, luego se aclaró la garganta para continuar: — Sherlock, descubriste en poco tiempo una serie de pruebas incriminatorias que a nosotros nos hubiese tomado semanas o meses, eres brillante, niño, sólo me queda decirte que no desperdicies tu intelecto en algo tan mediocre como lo son las drogas, puedes ser mejor que eso— le sonrió ampliamente, entonces casi que le empujó fuera del coche, lanzándole la sombrilla de antes justo cuando se irguió— Si necesitas ayuda con eso yo puedo brindártela, pregunta por el detective investigador Gregory Lestrade; también acepto más investigaciones que me aligeren la carga de trabajo, los créditos serán tuyos


— ¿Vas a dejar a un veinteañero resolverles los casos para que todos sepan lo ineficaces que son?— preguntó sin creérselo todavía.


— Si eso me deja salir antes, sí. Ahora cierra la condenada puerta porque me estoy congelando


Sherlock obedeció, ocultando su sonrisa en la bufanda e inhalando en el proceso el fuerte olor a la colonia del detective. Abrió la sombrilla, cubriéndose de la llovizna mientras perdía el coche negro de vista, pensando que no había sido una noche tan mala como esperaba.

Notas finales:

[N/A]


Ésta vez no me gustó para nada, puede que lo corrija en el futuro, lo siento por eso.


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