«No se equivocaron del todo»
[Irene Adler • Mary Morstan]
En el mundo mágico se reconoce a los Adler como una familia muy poderosa y muy vieja perteneciente a Los Sagrados Veintiocho. Ellos, como la gran mayoría de sangre puras, tienen costumbres propias de su apellido; una de esas cosas acuñadas a los Adler es la existencia de un antiguo pergamino, papiro frágil, casi destruido por el paso del tiempo, algo que solo ellos conocen y guardan con recelo, porque ahí está escrita una profecía.
En tinta deslavada una frase reza: "Ahí, en el centro del bosque, después del invierno yermar la flora alrededor y bajo un árbol vacío con una única flor, nacerá el amor verdadero, bendiciendo con su alegría a cada primogénito de nuestras futuras generaciones". Palabras más, palabras menos, bajo esas específicas condiciones el hijo primero de los Adler encontraría a su único amor.
Bueno... no se equivocaron del todo.
Irene Adler, hija única y por ende heredera total de las riquezas de su familia, tenía tres problemas.
El primero es que era lesbiana, lo cual realmente no era tanto un problema pues solo debía casarse con un hombre, engendrar y continuar con el legado de sangre pura; se veía en obligación de tener uno o dos niños para pedirle el divorcio y cada uno hacer de su vida lo que les viniese en gana.
El segundo es que su prometido, Sherlock William Holmes, hijo tercero de la prestigiosa familia Holmes, era tan o más homosexual que ella; de hecho, el condenado sujeto estando en Slytherin por tradición familiar, rompía todas las reglas de Los Sagrados Veintiocho saliendo a escondidas con un Gryffindor llamado John, quien para colmo era nacido de muggles, lo cual en sí empeoraba horriblemente las cosas.
Pero ella no podía juzgarlo, no era tan sinvergüenza después de todo, ya que la tercera de sus preocupaciones también era una Gryffindor sangre sucia.
Se conocieron durante el invierno de su tercer año; tras terminar un partido de quidditch la cazadora de Gryffindor, Mary Roseanne Morstan, había decidido no participar en la fiesta de celebración en su sala común, intercambiándolo por fumarse un cigarrillo en lo más profundo del bosque prohibido, como usualmente lo hacía.
Por los incomprensibles azares del destino Irene eligió ese momento para ir a buscar, ilegalmente, ingredientes de pociones al mismo lugar.
Ambas conversaron durante horas bajo un árbol sin hojas, donde una bonita flor amarilla se alzaba vigorosa en una de las ramas más altas. Para Irene fue un flechazo al instante, se hicieron amigas casi automáticamente, ella estaba encantada con Mary, era linda, inteligente y graciosa, a ratos sonaba más como una Slytherin que como una Gryffindor, pero en general se la pasaba bien en sus ratos juntas, eso hasta que le confesó estar enamorada de John.
Generación a generación la antigua profecía de la familia Adler se cumplía, el primogénito conocería el amor bajo un árbol yermo con una sola flor, claro, pero nunca especificaba si sería correspondido o no.
El verdadero amor de Irene Adler era una mujer heterosexual que la trataba como a su mejor amiga.
Bueno, eso explicaba porque su tío había vivido y muerto soltero.
Ahora solo quedaba intentar aplacar a Sherlock cuando se enterara que su novio estaba siendo cortejado por la chica que a ella le gustaba.